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Dándole por el culo a la señora Vélez

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Siempre pensé que la Sra. Vélez era una mujer guapa y ya cuando llegué a la mayoría de edad se me hacía una mujer divinamente sensual. Algunas veces la encontré en las funciones de la escuela donde asistían sus dos hijas, pero la vez que me provocó una tremenda erección fue en un evento de una iglesia local, donde modelaba un vestido muy tallado a su cuerpo y donde imaginé tenerla dándole por ese increíble y monumental trasero.

No sé si la Sra. Vélez supo o imaginaba que me había follado a su hija mayor, pues en ciertas ocasiones me acerqué por su casa y unas noches me metí a escondidas a coger con Lorena, donde muy sigilosos experimentábamos las corridas que nos provocamos el uno al otro. Lorena al igual a su madre era una chica guapa, pero no le llegaba al trasero y cintura que se manejaba su progenitora y creo que por ese tiempo vestía de esa manera mostrando en algo su mercancía pues estaba disponible dado que se había divorciado. Creo que es por eso por lo que me atreví a meterme a escondidas a la habitación de Lorena, pues su padre ya no vivía ahí.

La verdad que junto a mi amigo por aquellos días hicimos algunos comentarios y fantaseábamos con la idea de coger con la Sra. Vélez. En mi recuerdo le calculaba unos 45 años por esa época, de un metro y setenta (se miraba más alta que su hija Lorena), de un trasero que sobrepasaba los 120 centímetros, de pechos de copa D y también sobrepasaban esas medidas perfectas, pero tenía una silueta de cintura sensual, que creo estaba en el número perfecto de los 60. Algunas veces la vi en traje de baño y realmente la Sra. Vélez tenía lo suyo y que a cualquier hombre de cualquier edad podría excitar.

Recuerdo aquel día iba caminando por el andén frente a su casa cuando me llamó. Su casa terminaba en una esquina y tenían algunos arbustos que le daban cierta privacidad, pero en sí la piscina se miraba desde el andén. Me sorprendió cuando escuché su voz.

-Tony… Tony, ¿me puedes hacer un favor?

-¿En qué le puedo ayudar?

-Necesito que me regales unas naranjas. Estoy tomándome unos tragos de vodka y se me ha terminado el jugo de naranja.

Fui a mi casa a cortar algunas y le llevaba dos bolsas llenas de naranjas. Entré al lado de la piscina y ella yacía recostada en una silla a la orilla. Tomó la vertical y pude ver ese tremendo trasero que apenas cubría el pequeño bikini que llevaba puesto. Debo decir que para su edad y con dos hijas se miraba bien cuidada y en los últimos días por medio de su hija sabía que volvía a asistir a los gimnasios y que cuidaba de su dieta y la verdad que, a pesar de tremendo trasero, no se le miraba celulitis o carnes sueltas. Inclusive a pesar de su tamaño, sus dos melones se miraban bastante firmes. La verdad de solo mirarla me ponía un cierto incomodo, pues era imposible dejar de mirar tan obvia tentación.

Pensé solamente en asistirla en poner las bolsas con las naranjas en un quiosco que tenía cerca de la piscina y retirarme. Quizá ella intuyó mi intención y se apresuró a decir:

-¿Tienes prisa? ¡Hazme compañía un rato!

-¿Y Lorena?

-Se fueron por un par de semanas a la casa de su padre antes de que comiencen la universidad. ¡Quédate un rato, que yo no como!

Creo que intuyó que me incomodaba, más que todo queriendo disimular y ocultar la erección entre mis pantalones vaqueros. Obviamente la Sra. Vélez era una mujer de mucha experiencia y yo solo un chiquillo que ella intuía podía manipular. Me pidió que me acomodara y me ofreció algo de tomar y aunque un angelito sobre mi hombro me quería sacar de ahí, en el otro hombro estaba un diablillo haciéndome imaginar cosas que me provocaban una tremenda erección mirando a la Sra. Vélez en un reducido bikini. Nunca había estado a solas con ella y no sé si por su edad o por los tragos que decía había tomado comenzó con cierta libertad a ser un poco morbosa conmigo.

-¡Te has vuelto un lindo muñequito! Imagino que a muchas chicas de la escuela has de volver locas. ¿Tienes novia? -me preguntó.

-No. -le he contestado.

-¡Mira que suerte y yo aquí soltera y disponible! -y se había reído.

-No, no tengo novia. –le repetí pues no sabía qué más decir.

-Sabes… eres un hombre muy guapo, que a cualquier mujer haces fantasear. Yo me incluyo… realmente te has vuelto un hombre muy apetecible y por lo que puedo ver, eres un hombre muy dotado.

Realmente me ponía un tanto nervioso aquel acercamiento y la manera que la Sra. Vélez me hablaba. Yo había fantaseado con ella y ahí estaba frente de ella y esta mujer me hacía sentir como un pequeño corderito acorralado. Ya había tenido un par de experiencias sexuales con mujeres mayores, pero fueron en diferentes circunstancias, pero el coqueteo de la Sra. Vélez fue algo sorpresivo y quizá me limitaba en la manera que me desenvolvía por la relación que había tenido con su hija Lorena. Estaba a punto de hacer aquella fantasía una realidad, pero la idea de coger con la hija y luego con la madre era algo que no concebía y era por eso el dilema y el debate de aquel ángel y diablillo sobre mis hombros. La Sra. Vélez se levantó de su silla y se me acercó a donde yo estaba sentado y me preguntó de una manera que sentía que con esa vista me estaba comiendo.

-¿Te excita verme en bikini? ¡Veo que por ahí algo se ha levantado!

-¡Usted es una mujer muy bonita y creo que usted sabe lo que provoca! -le dije un tanto nervioso.

-Mira… ¡Que halago más lindo me has dado! ¿De veras te excito? ¡Ven para acá! Quiero ver que tanto te excito.

Tuvo que repetir una vez más aquella invitación, pues me sentía paralizado intuyendo lo que estaba a punto de pasar. Me acerqué y ella se incorporó a sentarse pues su silla estaba reclinada y tomando un sorbo de su coctel prosiguió a desabrocharme mi pantalón vaquero. Realmente no me lo creía, aquí tenía a la madre de Lorena, con la que había fantaseado a punto de bajarme el pantalón. Me bajó el cierre y vio como ya mi calzoncillo estilo bikini estaba ya mojado de la excitación. Me dio una sonrisa pícara y me dio un halago y con él, algo que sonaba como a pedir permiso: ¡Tienes una hermosa pija! ¿Puedo?

Me bajó el calzoncillo hasta mis rodillas y sentí el frío de sus labios y boca, pues tenía un pedazo de hielo de su coctel y comencé a vivir una rica mamada que nunca la había fantaseado con esta hermosa mujer. Siempre me la imaginé dándole por su hermoso trasero y la Sra. Vélez comenzó con una felación delicada donde en esa posición donde estábamos, bien alguien nos podía divisar desde el andén frente a la casa.

Gozaba viendo cómo esta mujer de unos 45 años tenía un arte delicado en mamar, pues sentía que a la vez me coqueteaba cuando miraba una y otra vez ver mi verga desaparecer en su boca. Me lamía y me la comía a besos desde el glande hasta el tronco de la verga y con alguna de sus manos masajeaba mis testículos. Llevó en unos minutos sus manos a mis nalgas y me sorprendió lo que me dijo: ¡Tienes una hermosa verga cariño, pero creo que también tienes las mejores nalgas que he visto!

Viniendo de la Sra. Vélez fue muy sorprendente, pues ahí tenía a la que creo ha sido la mujer más voluptuosa con la que haya estado jamás y su trasero es el más voluminoso que haya visto en mi vida y que simétrica y estéticamente inciten al deseo. Parecía que gozaba mamándome la verga pues se le podía ver aquella ansiedad de seguirme mamando y quizá era esa dieta sexual que había tenido por su divorcio o simplemente así de caliente era la Sra. Vélez. Sentía que me estaba llevando a esa sensación del no retorno y donde el cielo se abre y uno puede tocar el paraíso, pero no me iba porque no le quería llenar o salpicar el rostro a la preciosa Sra. Vélez. Fue ella quien me lo pidió cuando hizo una pausa y donde se llevaba otro trago de su coctel y continuaba mamando, dándome esa sensación exquisita de lo frío y caliente de su boca: ¡Córrete en mi boca… quiero saborear tu leche cariño!

No pasaron dos minutos de haberme dicho esto y con una mamada más acelerada le dejé ir mi descarga y vi cómo se le llenó de mi corrida su cara y boca. Dejó de mamarme la verga hasta que se había tragado cada gota de mi corrida e incluso lo que le cayó en su rostro, con su dedo índice lo colectó y se lo llevó con una acción sugestiva de chupar su dedo hasta que todo ese líquido blanco y espeso desapareció. Tomó una toalla y me limpiaba los testículos llenos de su saliva diciendo: ¡Tienes una corrida muy dulce! ¡Me gustó!

Se reclinó en su silla y le comencé a mamar esas tremendas tetas que tenía. No eran solidas como las de una chica de mi edad, pero creo que para su edad estaba bien cuidadas. Tenían una areola rosada y los pezones erectos eran de buen tamaño. La Sra. Vélez me pidió que se los mordiera, le gustaba esa sensación de dolor y muchas veces pensaba que le hacía daño, pero ella insistía que se los mordiera y que se los mamara sin misericordia. Comencé a quitarle el bikini y este estaba totalmente empapado de sus jugos vaginales y sentí ese olor penetrante de su sexo que hizo que mi verga tomara dimensión para una nueva batalla.

Su panocha estaba totalmente depilada y era de labios exteriores gruesos. Su clítoris era visiblemente grande y la Sra. Vélez abrió sus piernas para hacerme el acceso a donde yo quería llegar e intuyendo a donde iba, me dio una almohada para que no me irritara las rodillas con el cemento del patio. La Sra. Vélez reclinó lo suficiente la silla, pues creo que quería gozar de verme cómo le comía esa concha saladita que también creo debe de ser la más grande que me he comido. Nada que ver con la de su hija, pues Lorena tiene una panochita de labios delgados y cerrados y su clítoris apenas se le puede ver. Esta mujer tenía una rajadura que debía de bajar y subir mi cabeza para llenarla de placer. Al igual que a sus pezones, le gustaba que le tomara su clítoris con mis labios y que se los apretara. Debió haber estado tan caliente, que en menos de cinco minutos me hacía ese vaivén y me anunciaba su primer orgasmo. No sé qué altos eran los decibeles del timbre de su voz, pero a mí me parecían que fácilmente los vecinos nos pudieron haber escuchado. Me tomó de la cabeza y me la empujó en contra de su concha diciendo: ¡cariño me vengo… me estás haciendo acabar! ¡Por Dios no pares… comete mi conchita cariño…así está rico mi amor! – Explotó con un potente orgasmo que hasta calambres en los dedos del pie le dieron.

Vio que tenía mi verga ya erecta y me tomó de la mano y me guio a su habitación, pues me dijo que ahí estaríamos más cómodos. Ella se fue sobre mí y me volvía a dar otra felación y me miraba la verga diciéndome: -Tony, tienes una hermosa verga, me gusta su tamaño y su grosor… me gusta ver esas venas inflamadas. Sabes… con esa rica verga y con tu carita bonita me vas a hacer acabar pronto. – Se montó sobre mí y se apuntó la verga y dejó que se le deslizara y una vez se le había hundido toda me dijo: ¡Que rica verga tienes cariño… definitivamente volverás loca a todas las mujeres que pasen por tu cama! – Comenzó a cabalgarme tomándose de sus pechos para evitar el golpeteo de esos dos tremendos melones. En ocasiones le asistía yo sosteniéndolo y luego me dijo mientras seguía con un sostenido vaivén que hacían rechinar la madera de la cama: -Mámame lo pezones… me gusta sentir que me los muerdas mientras veo cómo te cojo.

No tardó mucho para acelerar el ritmo y esta vez sintiéndose con más privacidad en lo encerrado de su habitación me comenzó a decir: ¡Así papito, muérdeme los pezones… que rico mi amor! -En aquella posición fue la primera vez que le tomé de los glúteos y sentí su firmeza. En esa posición me pidió que la nalgueara y que siguiera mordiéndole los pezones. Sentí la vibración de su vagina y como la contraía y siguió con la monotonía diciendo: ¡Oh, Dios, que rico me has hecho acabar, oh, Dios ¡verguéame… dame duro papito! – No pude resistir más de dos minutos oyendo aquello y le dejo ir mi segunda corrida que había sido tan abundante como la primera. Esta fue la primera mujer que vi hacer esto. Cuando le salía mi leche de su vagina, la tomó con los dedos y se la llevó a la boca y me dijo: ¡Qué rico Tony… la verdad que sí sabes coger!

Fue al baño a limpiarse y tan pronto salió de ahí, volvió a darme otro breve oral con mi verga pasiva pero que sorpresivamente esta se había puesto erecta al contacto de su boca y me dijo: ¡Juventud… que tesoro! Sí siempre los hombres fueran así. – lo último no lo entendía en su momento, pero la verdad que por esos días me aventaba hasta 10 palos al día en días consecutivos. De hecho, un día con la hija de esta mujer, nos encerramos en un motel y Lorena se fue tan adolorida de sus caderas de tanto coger. Solamente me recuerdo que me quedaban los testículos ardiendo pues ya no tenían esperma que empujar.

Quizá en este momento era la Sra. Vélez la fatigada, pues verdaderamente para mover ese trasero que ella tiene con la velocidad y constancia como ella lo hacía, pues se requiere de una buena dosis de energía. Mientras me masajeaba la verga entre sus manos, me hacía la siguiente plática:

-¿A cuántas chicas te has cogido?

-Tres… cuatro. -le contesté.

-¿Entre ellas está Lorena? – me dio una mirada picara.

-No… con su hija solo somos amigos.

-Eso me gusta… no debes mencionar nombres.

Creo que me lo decía porque intuía que sí ya me la había cogido, pero también, ella era ahora una más de las que me cogía y en su situación, era ella la que perdería ese nombre de respeto que había cultivado en la comunidad. Siguió con la plática sin dejar de amasar mi verga.

-¿Verdaderamente te gusto?

-Si… la verdad que usted es una mujer muy elegante y guapa.

-Dime Tony… ¿qué es lo que más te gusta de mí?

-Toda usted es muy bonita. – le dije de nuevo.

-Dime, cuando ves a una mujer, ¿qué es lo que más te atrae? ¿Su rostro, sus pechos, su trasero o qué?

-Todo. -le volví a responder.

-No… por ejemplo… Tú eres muy guapo y tienes un bonito rostro, pero me atraen tus pectorales… hoy he descubierto que tienes unas bonitas piernas, pero me ha atraído tu trasero. Dime, ¿qué es lo que más te atrae de mí?

-Usted tiene un bonito rostro, pero si… me gusta también su trasero.

-¡Mis nalgas son las que más te atraen! Sabes… siempre he tenido un complejo con mi trasero… siento que es muy grande y siento que me hace ver muy gorda.

-La verdad que yo no la veo gorda. A mi me parece que luce bien.

-Como supe que una de tus novias era la flaca de Gaby, pensé que te gustaban solo las delgadas. ¡Así que te gusta mi trasero!

-¡La verdad que sí! Le mentiría si le dijera lo contrario. -le dije.

-¿Alguna vez fantaseaste con mi trasero?

-¡Honestamente si!

-¿Y qué te imaginaste?

-Bueno… usted sabe lo que uno puede desear.

-Dime… te da pena decírmelo. Mira que ya cogimos, ya nos conocemos cómo somos desnudos. No deberías tenerme pena.

-No sé… quizá no sienta confianza de decirlo.

-¿Te imaginabas que me lo cogías? ¿Es eso?

-Si… la verdad que sí.

-¿Quieres cogértelo?

-¡La verdad que si me gustaría!

-¿Ya te has cogido a una chica por el trasero?

-No. -le contesté.

Obviamente que le mentía, pues la gente que lee mis relatos conoce que la primera eyaculación de mi vida fue rompiéndole el culo a una chica de nombre Ana. Ya para ese entonces se me había hecho un hábito insistir en cogerme a todas las chicas por el culo. Si alguna se me escapó, fue más que todo porque no tuve el suficiente tiempo para pedirlo e insistir. Creo que la Sra. Vélez usaba aquella plática morbosa como preámbulo al coito, creo que la ponía muy cachonda pues las cinco veces que cogí con ella, siempre me hacía este tipo de pláticas.

-¿Y cómo te imaginaste que me cogías el culo? ¿En qué posición?

-En esa… yo sobre usted.

-¿De perrito? ¿Esa?

-Si, así me la imaginé.

-Mira, lo vamos hacer como tú lo quieras, pero vamos a ir con cuidado. No sé si te lo han dicho o no sé si tú lo sabes, pero tu paquete no es el normal que la mayoría de las mujeres encuentran en la vida. Lo tuyo es más grande de lo normal y sobre todo en su grosor. Y te digo esto no solo para que seas cuidadoso conmigo, pero con cualquier chica que se te cruce y desees experimentarlo de nuevo.

Recuerdo que me invitó a ducharme con ella, lo hicimos algo apresurados pues su baño es algo reducido y creo que ella estaba ansiosa de hacer lo que tenía en mente hacer conmigo. Salimos de la ducha y me pidió que me sentara a la orilla. Me hizo que me recostara sobre mi espalda y mis piernas quedaron colgadas sobre la cama. Comenzó con un oral delicado y en esta ocasión se concentró en mis testículos y mi perineo. Desde allí jugaba con mis ansiedades en una sensación rica y deliciosa que le besen esa zona a uno. Me elevó las piernas y eso le dio acceso a encontrar mi ojete. Lo lamió como si fuese el único postre en el mundo y podía sentir como con su lengua quería penetrarme el ojete. Ya había vivido esta experiencia antes y todas ellas las había vivido con mujeres de edad y con experiencia. Era por eso por lo que con las chicas que cogía las volvía locas cuando les hacía todo esto: Gaby, Lorena, Valeria, Sonia y muchas otras se había vuelto adictas a que les comiera el culo y por consiguiente terminaban dándomelo para que también me lo follase. Esta mujer me hizo un “rimming” delicioso y al igual yo, me hundí en esas voluptuosas nalgas llenándola de placer. Le comí el culo y se lo chupé a placer en posición de perrito y podía ver como brotaba abundante jugo vaginal el cual ocupé para dilatarle el ojete.

Ella me había dirigido en aquella faena como si yo fuera un ignorante de tales pasos. Me pidió que le insertara uno y luego dos dedos hasta intentar con los tres, lo cual fue imposible pues mis dedos son largos. Se tuvo que parar y poner su abdomen a la orilla de la cama y dejar expuesto su tremendo culo, pues el nivel de la cama no concordaba con mi altura. Recuerdo que solo me dijo algo así: ¡Con cuidado cariño! Recuerda que tienes una verga que como puede dar placer, también puede hacer daño.

Le asomé el glande al ojete y sentí como este me apretó la cabeza de la verga y la Sra. Vélez solo dio un gemido de dolor, pero contuvo su posición y pude sentir la divinidad de cómo mis 22 centímetros se hundían en la cavidad exquisita de tremendo culo. Para poder ver que mi verga se había introducido toda, tuve que abrirle las nalgas y la Sra. Vélez solo contraía su ojete, haciendo llegar una electricidad de placer. Estuvo así sin mucho movimiento y solo me masajeaba los testículos y recuerdo me dijo algo así: -En esta posición, tus huevos parecen que son parte de mi cuerpo… ¡Por poco no me metiste tus huevos!

Ella comenzó con un vaivén de sus caderas semi lento y podía ver como esas dos nalgas se ponían erizas y cómo rebotaban cuando las embestía. La Sra. Vélez, como narraba anteriormente, es de esas mujeres que les gusta las pláticas cachondas, eróticas que, creo le hacen vivir con mas plenitud su experiencia. En aquella ocasión me decía:

-¿Así te imaginabas follarme el culo Tony? ¿Es más rica la realidad que la fantasía?

-Sí… esto es más rico de lo que me había imaginado. -le respondí.

Ella siguió con un sexo oral, en el sentido auditivo, pues no podía darme una felación mientras le cogía el culo. Lo de ella era dimensionar ese momento con todas las palabras que le hacían sentir la plenitud de la cogida.

-Tony, que rica está tu verga… nunca me imaginé que ese niño bonito tuviera semejante palo…. Sabes, me gusta sentir tus huevos pegando en mi conchita: Solo imagina… Tu verga en mi culo y tus testículos trabados en mi concha.

-¡Que rico! -le decía yo.

-¿Te gusta mi culo Tony?

-¡Me encanta!

-Dime que te lo vas a comer de nuevo… dime lo que harás con mi culo.

-Te voy a chupar tu ojete… te meteré mi lengua en tu culo de nuevo. Quiero lamer todas tus nalgas de nuevo.

-Saca tu rica verga y méteme tu lengua cariño.

Así se lo hice… le sacaba la verga por unos segundos y se podía ver el tremendo agujero que le quedaba y proseguía a meterle la lengua hasta que se cerraba. Luego me pidió que se lo vergueara, quería sentir el taladreo con más potencia y proseguí con unas embestidas que la hicieron gemir. Ella comenzó a decir: -Dale así mi amor… así me gusta… eres bárbaro… cómo se siente tu verga. – Quizá pasé unos 20 minutos pompeándole el culo y en los últimos 5 había sido un ajetreo que me estaba debilitando las piernas, pero esta mujer me llevó al borde del sacrificio, pues uno no puede dejar a una mujer en el vacío cuando siente que llega a la gloria. Me dijo: No pares cariño, me vengo, oh, Dios mío, me vas a hacer correr por el culo…. Eres un animal cogiendo… que rico Tony, me vengo.

Tuvo un orgasmo anal descomunal y yo solo pude durar dos minutos más dándole con ganas a ese maravilloso y despampanante culo. Me corrí por tercera vez y pude ver como mi corrida escurría del culo de la Sra. Vélez, a quien nunca imaginé verla en esa posición. Nos fuimos de nuevo al baño y repetimos un anal más en diferentes posiciones y creo que es la favorita de la Sra. Vélez… a ella le gusta montar y consiguió otro orgasmo anal en esa posición. Quizá estuvimos cogiendo alrededor de dos horas y media y verdaderamente fue una enorme y rica experiencia coger con esta mujer y con la que fantaseaba, pero nunca lo intuí que también ella fantaseaba cogerme a mí.

Llegué a dejarle más naranjas por aquellas dos semanas y siempre que llegaba le dejaba ir dos o tres palos. Siempre me daba ese enorme culo y siempre se lo quise contar a mi mejor amigo quien también sé que fantaseaba cogiéndose a la Sra. Vélez, pero por pena a que Lorena se diera cuenta, nunca le dije a nadie que me había cogido a la madre de la que un día fue mi novia.

No recuerdo cuanto tiempo después me la volví a encontrar caminando por la calle de la colonia. Se me volvió a insinuar, pero ese día debía de hacer algo que le urgía a mi familia y solo platicamos y nos recordamos de esas cogidas como a la Sra. Vélez le gusta hacerlo. También aquel día me lo volvió a preguntar:

-¿Te culeaste literalmente a mi hija verdad?

-¡No sé quién le haya dicho eso, pero cualquiera que se lo haya dicho verdaderamente tiene muy malas intenciones!

-Me gusta que eres todo un caballero… realmente un hombre nunca debería de hablar de una mujer.

-La verdad Sra. Vélez… nunca ha sucedido nada entre Lorena y yo.

-No te preocupes Tony y llámame, Sofía, pues entre tú y yo no debería haber esos formalismos. Sabes… sé de ese día de fin de semana en el motel San Carlos. Lorena me lo ha contado todo.

-¿Qué le ha dicho Lorena?

-¡Que la hiciste acabar hasta por el culo! ¡Mi hija está enculada de ti para que haya tenido el valor de contármelo!

-Sra. Vélez, verdaderamente no sé de lo que me habla.

-Eres todo un caballero muchacho y déjame decirte que no culpo en nada a mi hija. Si me hiciste soñar a mí, realmente qué puedo reprocharle a Lorena. Espero haya gozado unos ricos orgasmos con esa preciosa pija que tienes. -me dio una sonrisa pícara y se fue con un adiós.

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