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El club de los mirones

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Estaba paseando por los pasillos del centro comercial cuando identifiqué a una figura conocida. Ella me vio y caminó hacia mi saludándome con mucha emoción. Se trataba de Laura una exnovia con la que pasé grandes momentos en mi vida. Por causas que ahora veo triviales nos separamos hace unos años atrás. Laura se veía idéntica a como la dejé de ver y me emocioné mucho al verla. Ese día lo pasamos juntos charlando primero con café en mano, luego con cena y vino y finalmente entre sábanas y gemidos.

La vida nos había dado una segunda oportunidad y rápido me monté en el tren de las aventuras con ella. Con ella comencé a experimentar con otro tipo de turismo que no había tratado antes. Básicamente nuestra rutina se había convertido en turismo interno y en hospedarnos en hostales y pequeños hoteles.

Viendo las redes sociales encontré un lugar que me pareció curioso. Se trataba de un hostal tipo burbuja. Este tipo de lugar tiene la peculiaridad de ser totalmente al aire libre. Todas las facilidades son totalmente expuestas sin paredes. Lo único que queda cubierto es el dormitorio el cual consiste en una burbuja plástica transparente que permite que se vea toda la naturaleza que te rodea cuando estas en la cama. Demás está decir que el lugar es totalmente privado y seguro para las personas que allí se alojan. Hice una reservación para un fin de semana, pero el lugar esta tan de moda que tardaríamos un año en poder visitarlo. Para mi sería perfecto pues estaría cerca del primer aniversario de volver a encontrarnos. Una aventura así sería una buena sorpresa para ella.

Paso un mes y Laura me dijo que tenía una nueva aventura planeada para ese fin de semana. Me dijo que sería lo más atrevido que haríamos hasta el momento lo cual me dio mucha curiosidad. Le pedí detalles, pero me dijo que tenía que ser totalmente sorpresa. Me dijo que acicalara todo mi cuerpo como si fuese a posar desnudo lo cual me dio a entender que iríamos a alguna playa nudista. Eso no causó mucha emoción en mi pues ya había estado en varias playas y hoteles con esa temática. Ya había ensenado mis pequeñas nalgas a europeos y caribeños en varias ocasiones. Como la vi tan emocionada hice caso a su pedido y disimulé mi falta de emoción.

Cuando salimos de mi apartamento vi que no nos dirigíamos en dirección de cualquiera de los aeropuertos que nos pudieran dirigir a las locaciones nudistas que conocía. Lo único que pude pensar es que había descubierto un lugar local. Nos dirigimos al norte de la isla y nos adentramos a un área boscosa. Cuando llegamos a un portón pude darme cuenta de que me había traído al lugar que yo había reservado para nuestro aniversario. Esto me hizo preguntarle que cuando había hecho la reservación para el lugar pues unas semanas atrás había tratado de conseguir un fin de semana cercano y las fechas eran para meses después. Ella me contestó que la reservación la había hecho esa misma semana, pero directamente con los dueños, a los que ella conocía personalmente y que ellos hacían actividades especiales que no se anunciaban pues eran para un círculo cerrado de personas. Su contestación me pareció bien así que volví a entusiasmarme con el local.

Cuando llegamos quede muy sorprendido por la paz y tranquilidad que se percibía en el local. Físicamente era igual a lo que había visto por internet. La tarde paso desempacando y explorando las áreas cercanas. Me aleje del área de la burbuja y cuando regrese me sorprendió ver a Laura desnuda en la piscina. Al verla le pregunte que porque se había quitado toda la ropa y me contesto que el lugar estaba diseñado para no tener ropa. En aquel lugar la ducha y hasta el inodoro estaban totalmente expuestos. Me explico que el lugar era totalmente seguro para pasarlo sin ropa cosa que no termino de darme seguridad.

Me quité la ropa y me uní a ella en la piscina. Jugamos de mano un rato y terminamos besándonos en una esquina. En una pausa de los besos le pregunte por la actividad especial que nos había dado el pase de estar allí. Me dijo que la actividad especial éramos nosotros mismos. Ella me confeso que pertenecía a un grupo llamado El Club de los Mirones. Este grupo de personas eran exhibicionistas y voyeristas y el lugar donde estábamos se había convertido en el lugar ideal para ver a otras personas sin ser vistos. Me alejé algo enojado pues pensé que sin saberlo un grupo de extraños me había estado mirando desnudo desde que me metí a la piscina. Ella me dijo que no funcionaba así.

El lugar era seguro siempre, cuando había una actividad del Club los dueños, que eran miembros fundadores, ponían cámaras en lugares que nadie sabía dónde estaban y dependiendo quien fuera ponían hasta algunos drones para transmitir lo que allí pasaba. Una vez terminaba el fin de semana las cámaras eran retiradas. También me dijo que los que allí participaban tenían total control de cuando querían ser vistos. En las todas las áreas se instalaban botones que podían activar y desactivar las cámaras de aquel lugar cuando quisiéramos ser vistos.

La sorpresa me dejo aturdido pues no sabía si ya me habían visto desnudo un grupo anónimo de personas. Laura noto mi cara y me tomando su teléfono celular me enseño una aplicación donde en efecto pude notar que no se estaba trasmitiendo nada hasta el momento. Aquella noticia me cambio el ánimo pues era algo nuevo para mí. Laura se sintió mal pues entendía que yo tenía más mente abierta para estas cosas lo cual es cierto. Lo único que me aturdía era no saber quién era la audiencia. Podía terminar siendo la diversión nocturna de mi jefe o del empleado del estacionamiento de mi edificio y no lo sabría. En ese caso Laura me aclaro que el Club era parecido a la filosofía de la película “Fight Club” todos en el club tenían que ser vistos alguna vez para pertenecer a él. Ella era la última en la rotación y conocía a todos los demás, nadie me conocería o diría algo sobre lo que vio. Me dijo que no había encontrado a alguien con quien compartir esa experiencia y que yo era esa persona. Esa contestación bajo algo mis defensas y selle la conversación con un beso.

Seguimos jugando y paseando desnudos por aquel lugar. Nos bañamos juntos y entramos a la burbuja a recostarnos en la cama un rato. Allí ella se recostó sobre mí y comencé a jugar con su cabello. Ella beso mi pecho y me miro tiernamente. La bese y ese beso se extendió un rato. Cuando nos separamos ella vio que mi pene ya estaba erecto y de broma me dijo que ya se me había pasado el coraje. Le dije que sí y proseguí a preguntarle donde estaba el botón en el cuarto. Ella sorprendida me dijo que estaba al costado de la cama. Le dije que, si alguien quería verme, me vería haciendo las cosas que realmente a mí me gustaba ver. Busque el botón por toda la cama hasta que lo encontré y active. Volví donde ella y me le eché encima. Como estábamos ambos desnudos no tuve que quitar nada de ropa. Rápidamente agarre sus hermosas tetas y le chupe sus pezones. Una vez me comí sus tetas besé su vientre a la vez que comenzaba a rosar su sexo con mi mano. Ella algo pasmada comenzaba a moverse tímidamente demostrando su placer. Seguí tocándola hasta que penetré mi dedo índice en ella. Se sentía caliente y ya estaba muy húmeda. Ella comenzó a gemir de inmediato. Bajé a su vulva y comencé a lamerla. Pasaba mi lengua extendida sobre sus labios y su clítoris. Luego me concentré solo en clítoris e introduje dos dedos en su caliente cavidad. Al unísono la penetraba con mis dedos mientras chupaba sus jugos. Ella arqueaba su espalda y gritaba de placer. Me pidió que no parara, y yo no tenía la intención de hacerlo. Tuvo su primer orgasmo en mi boca, y como no me detuve a este le siguieron dos casi seguidos.

Sabía que me estaban mirando y tenía que dar un buen espectáculo. Ella también lo sabía y su desempeño y movimientos eran de estrella porno. Yo me acosté boca arriba y ella agarro mi pene y desesperadamente lo chupo por varios minutos. Yo con el morbo de ser observado me encendí más de lo normal en mí. Mi excitación y si ella seguía chupando como lo estaba haciendo me harían terminar antes de lo planeado haciéndome lucir algo mal en cámara. Para evitar esto la detuve y la acomodé sobre mí. La bese apasionadamente para bajar la emoción y extender mi faena. Una vez me calme la agarre por las caderas y le dije que se acomodara en posición de perrito lo que hizo con sonrisa en boca. Cuando vi el panorama abrí sus nalgas y metí mi cara entre ellas. Volví a comerme todas sus cavidades lo que hizo que ella enterrara su cabeza en la almohada. Ella casi perdiendo el control me grito que la penetrara. Yo acomodé mi pene en su vulva y comencé a penetrarla. Alterne mis manos entre su espalda, nalgas y caderas. Ella era mía en ese momento y se lo hacía saber a toda la audiencia. No sabía si aquella transmisión tenía audio, pero nuestros cuerpos sonaban violentamente con la intención que se escuchara en todos lados.

Ya sentía que iba a terminar y se lo dije. Ella entre gemidos me dijo que quería que terminara dentro de ella. Yo dentro de mi excitación y sabiendo que no habría consecuencias la complací. Ella también termino casi al mismo tiempo que yo.

Una vez nos recompusimos nos fuimos a dar una ducha a la luz de la luna. Ese fin de semana prendimos todas las cámaras de los lugares donde tuvimos sexo. Le dimos a la audiencia el espectáculo que se merecían.

Nuestro espectáculo me gano ser miembro del Club de los Mirones. Ahora somos nosotros quien de vez en cuando prendemos la cámara y vemos a otros actuar.

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