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El crucero (04): Despertando en alta mar

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El sol entra por el balcón, te hace sudar cuando toca tu piel, intentas desperezarte, pero unas cadenas te lo impiden, estás tumbada con tus muñecas y tobillos encadenados a las patas de la cama, te relames los labios aún con sabor a Nuria, a Juan, a rabo, cierras los ojos y recuerdas la noche, notabas en tu espalda, en tu culo la humedad de la cubierta 12, tumbada en el suelo, mirabas las estrellas mientras eras manoseada y magreada por conocidos y extraños, jadeabas y te retorcías de placer con aquellas manos, bocas y vergas jugando contigo, penetrándote y disfrutando de ti, Nuria sonreía mientras se entretenía con cornuda, cerca de vosotras, rabo agotado y exhausto, era exprimido una y otra vez, el látigo golpeaba su lomo mientras otras esclavas le acariciaban, masturbaban su verga hasta que se le empinaba nuevamente, listo para satisfacer otra ama o dueño que quisiese disfrutar de él.. Hacia las dos de la madrugada, Nuria te miro, ya no quedaba nadie que desease usarte, envuelta en semen y orina, te relamías los labios, te acariciabas los pechos, mientras dolorida y agotada sonreías a tu dueña. Volvimos al camarote, una hora más tarde, llamarón a la puerta, era Rosa, no podía ni moverse, la boca dolorida, el coño irritado y un culo tan abierto que apenas si lo notaba.

Nos contó que eran más de cien hombre y mujeres, por suerte no estaba sola, eran media docena de hembras y dos machos, todos entregados y dispuestos para el placer de una tripulación que hacía semanas que no tenía nadie con quien desfogarse. En la ducha, Juan la iba limpiando, lavando, acariciando, mientras ella se había de sostener en él porque apenas si podía aguantarse en pie, al final se dejó caer en una de las camas, durmiéndose al instante. Entonces Juan te acaricio y te dijo que te merecías un premio, y acercando a rabo, le ordeno a cornuda que lo excitase de nuevo, será él quien termine la noche dentro de ti, miraste a tu macho encadenado, y con una mueca de impaciencia, sonreíste mientras cornuda de rodillas, iba lamiendo y relamiendo aquella verga totalmente flácida y dolorida, hasta que consiguió volverla a empinar.

Al ver que te has despertado, Nuria se acerca a ti, y te besa en los labios, le encanta el sabor de tu boca, de tus besos, tú sacas la lengua, buscas sus caricias, sus manos, su sexo restregándose en ti. Ella juega con tus pechos, los acaricia, los estruja y los ordeña, mientras te dice que hoy a las 12 tienes hora en el gimnasio, pero a las 10 ya iremos a ver qué tal se les da la carrera a nuri, zuleia i margot. No entiendes nada pero sonriendo afirmas con la cabeza,

Juan te desata, y tras despertar a cornuda, deja dormir a Rosa y a rabo que enroscado a los pies de su dueña, restriega en ella su hocico. Los demás vais hacia el bufete Shibari, hoy vais a desayunar sentadas con nosotros, queremos saber cómo estáis, como ha sido este primer día de crucero. En una de las mesas, nos veis, estamos Raúl, Jacques y yo, y sentadas junto a nosotros zuleia, margot y nuri. Os hemos guardado sillas, y enseguida os unís a nosotros. Cuando explicas lo del nuevo nombre, nuri se emociona, recuerda muy bien a su amiga, a trisky, con quien compartió una amistad que tan solo un accidente absurdo de carretera, rompió.

Dejamos que seáis vosotras quienes elijáis el desayuno para todos, cogéis las bandejas y entre risas y bromas corréis hacia el bufet, vais cogiendo de todo un poco, cornuda elige bollería, zuleia i margot prefieren frutas i nuri y tú pastas saladas. Una vez en la mesa empezamos a comer, a charlar, a oíros, queremos que nos contéis vuestras sensaciones, vuestras ilusiones y miedos, margot con la mirada baja dice que está asustada e ilusionada pensando en el hierro quemando su piel, nuri i zuleia la animan mientras le enseñan las marcas de sus nalgas, cornuda cuenta lo orgullosa que está de su victoria de ayer, y tu cogida del brazo de Nuria algo sonrojada le dices que te has corrido más veces en estas últimas horas, que en todos los meses que estuviste con Luna. El desayuno sigue entre bromas y risas, Charlamos, reímos, os acariciamos y vosotras a nosotros, mientras lucís orgullosas vuestros cuerpos desnudos, azotados y sumisos. Raül mira el reloj, y dice que ya es hora de irse, os hemos apuntado a las distintas carreras de esta mañana, Han sacado del gimnasio 10 cintas de correr y las han puesto en la cubierta 12, habrá 3 carreras y vosotras participareis en la segunda y la tercera.

Antes de irnos todas queréis pasar por el baño, luego vamos ya hacia la cubierta 12, hay bastante gente, decenas de personas que se arremolinan alrededor de las máquinas de cintas, se oyen gritos y aplausos, acaba de terminar la primera de las carreras, la de las esclavas mayores de 60 años, que agotadas están tiradas por el suelo jadeando, con sus pieles ajadas azotadas y sus caras arrugadas desencajadas, solo una de ellas intenta sonreír tras haber ganado, mientras su dueño la masturba con una verga de cuero inmensa.

Sus dueños se las van llevando y llega la segunda de las carreras, os contamos en que consiste la prueba; una hora corriendo en la cinta a pleno sol, con las manos atadas a la espalda, y una cadena que une vuestros pezones al aparato con unas pinzas metálicas, cada corredora se elimina cuando cae y se sueltan las pinzas. Nuri no quería perderse esta carrera, es solo una hora, pero otra vez se va a enfrentar a zuleia. Margot abrazada a su marido, chilla un poco cuando le ponen las pinzas de cocodrilo en sus pezones, endurecidos tras un rato con Jacques acariciándolos. Luego le atan las manos a la espalda, y la ponen junto al resto de animales. De pronto nuri y zuleia tienen un sobresalto, entre las hembras, esta shanga, la gran favorita de hace 20 años, saluda con la cabeza, mientras luce orgullosa su collar verde, el que solo permite a su dueño usarla.

Me pongo tras de ti, tras tantos años juntos, sigue excitándome ver tu culo cimbreando a cada paso, hoy no hay carro, ni látigos, solo una pequeña fusta para irte recordando lo que eres, una hembra en celo, dispuesta a entregarle una nueva victoria a tu dueño. A tu lado esta margot, Jacques nos sonríe, para ellos es la primera experiencia en una competición, al otro lado tienes a zuleia, i junto a ella shanga, que seria y concentrada espera ya el inicio de la salida, con su dueño acariciándole el culo. Tragas saliva, tanto zuleia como tu llevas muchas horas con castigos y juegos, este era solo uno más, pero la presencia de vuestra rival os hace desear más que nunca volverá a vencer.

Suena una silbato, y las cintas empiezan a rodas, al principio lentamente, no os cuesta nada seguir el ritmo, pero tras 5 minutos, acelera, empiezas a sudar, a jadear, margot también está nerviosa no quiere ser la primera en caer. Al cuarto de hora, estás tan sedienta que con la boca abierta y reseca intentas beber tu propio sudor, la cinta empieza a elevarse, a empinar la carrera, y el ritmo no para, al contrario acelera más y más, oyes un par de chillidos, dos de las participantes acaban de caer, sigues corriendo, cada vez más concentrada, más dispuesta a no dejar que gane Xanga, A la media hora, aúlla de dolor margot, que acaba de caer, solo quedáis 4 hembras en esta carrera para animales de 40 a 60 años.

Quedan más de 20 minutos y el calor, la sed y el agotamiento empieza a hacer que dudes de ti, de tus fuerzas, zuleia a tu lado está jadeando como tú, y xanga aunque lo disimula, también esta bañada en sudor y con la boca abierta. La gente no deja de animaros, de gritar, todos apuestan sobre cuál será la siguiente en caer, A menos cuarto, cae la última de vuestras competidoras, solo quedáis vosotras 3, la cinta acelera aún más, apenas si puedes seguir el ritmo, también les cuesta a tus rivales, y a 10 minutos del final, un traspiés te hace caer, chillas de dolor y rabia, cuando ves que las pinzas saltan de tus pechos. Zuleia corre como la gacela africana que siempre ha sido, a su lado xanga no afloja, el aparato va al máximo y ellas resisten entre los aplausos de la gente, apenas quedan 5 minutos, y las dos van dando bandazos, pero siguen en pie, con sus patas doloridas y sus cuerpos agotados, pero el látigo, la rabia y el pundonor las mantiene en pie, y a dos minutos para el final, un aullido rompe la carrera, es xanga, no ha podido más y ha caído agotada. La cinta se para, y zuleia cae de rodillas, saltan las pinzas mientras ella se muerde los labios para no chillar, empapada en sudor y lágrimas, con su culo y su espalda azotados, a 4 patas, intenta recuperar un poco el aire, todas la abrazáis, la besáis, le dais agua y ella girando la cabeza, intenta sonreír a Raül, que se acerca orgulloso y la besa en sus labios abiertos y resecos, mientras le acaricia sus pechos doloridos.

Sin tiempo a recuperarte de la emoción y los nervios, ya te atan las manos a la espalda, es tu turno, llega la carrera de los 20 a los 40 años, miras a tú alrededor, diez mujeres, tan esclavas como tú, esperáis nerviosas a que terminen de limpiar el sudor de las hembras anteriores. Chillas cuando Nuria te pone las pinzas en tus pezones, también Juan está preparando a cornuda, y a las 12 en punto empezáis a moveros lentamente, son los primeros cinco minutos de calentamiento, nerviosa, inquieta, intentas concentrarte, tras de ti, con una pequeña fusta Nuria va controlando tu ritmo, te dice lo que hacer en cada instante, Juan dirige la carrera de cornuda, que no tarda en abrir la boca y jadear. Empapadas en sudor veis como el tiempo apenas pasa, a los 20 minutos la cinta ya se eleva, coges aire, eren joven, fuerte y decidida, pero el dolor en tus patas es tan intenso que apenas si puedes correr sin morderte los labios para no gritar. Antes de la media hora ya han caído tres de las participantes,

Nuria te azota el lomo, prefiere que pienses en su fusta, en sus castigos que en tu cuerpo agotado. Poco a poco van cayendo las distintas esclavas, el sudor moja tus heridas, tus azotes, solo tu orgullo te hace seguir, corres con todas tus fuerzas, no puedes reservar nada, vas al límite, sonríes con cada nuevo chillido, con cada nueva esclava que cae, pero no es momento de pensar, Nuria te azota cada poco, sabe dónde golpear, donde castigarte para que te enfades más y más y conviertas tu rabia en fuerza para tus piernas. Solo quedan diez minutos, y tres hembras. Miras a cornuda que entre temblores sigue corriendo, el sudor moja sus pies y el la goma de la cinta por donde corre, no ves a tu otra rival, esta tras de ti, en la segunda fila de cintas, solo puedes esperar un chillido, un grito, y que no sea el tuyo!!!.

Cornuda patina con su propio sudor y cae, las cintas saltan y ella se aprieta los pechos intentado calmar el dolor intenso de sus tetas. Entre lágrimas te mira, te sonríe, también mira atrás, una joven japonesa sigue corriendo con la boca abierta, intentando coger el máximo de aire en esta mañana de aire enrarecido, calor y sudor. El reloj se acerca a la hora, y la traspasa, prorroga de 15 minutos, las dos gruñís, os quejáis, pero las fustas os devuelven a la única cosa en la que habéis de pensar, en correr más que vuestra rival. Un corro de gente os rodea, nuri, zuleia i cornuda no dejan de animarte, de gritar tu nombre, Nuria sigue gestionando los azotes, no muchos, solo los suficientes para mantenerte pendiente de la carrera, de fondo oye como a la japonesa la azotan mucho más, está medio desvanecida y solo el castigo y los gritos de su dueño la hacen resistir. Tú también vas dando bandazos, pero al final oyes el chillido de tu rival cuando vencida cae redonda, saltándole las pinzas de los pechos, y entre los aplausos de todos, te dejas caer, como zuleia chillas de dolor cuando las pinzas saltan de tus pechos, pero al instante, los besos de nuria, la botella de agua que te dan, y las caricias de todas tus compañeras compensan todo el dolor que sientes en tus pechos, en tus piernas, en tus nalgas. Nuria te levanta en volandas y te abraza con todas sus fuerzas, sientes sus pechos junto a los tuyos, su sexo restregándose en el tuyo, notas su lengua recorriendo tu boca, mientras sus manos se aferran a tus nalgas que ella misma ha castigado.

Necesitas un buen rato para recuperarte, luego uno de los organizadores cuelga una medalla entre tus pechos, y felicita a Nuria por el magnífico ejemplar de que dispone. Entre besos y caricias, Nuria te dice que hoy comeremos en el restaurante Corinne, hay un espectáculo muy especial y no puede perdérselo. Juan y cornuda se nos unen, y en la puerta del restaurante encontramos a Rosa y rabo que nos esperan desde hace unos pocos minutos. El camarero nos acompaña hasta nuestra mesa, Rosa y él no dejan de mirarse, de sonreírse, seguro que ayer él también fue uno de los que disfruto de ella. Sentados en una de las mesas delanteras, tenemos una excelente visión del escenario, y en pocos instantes un miembro de la tripulación nos da la bienvenida, y nos anima a disfrutar del concurso de precisión del látigo, Nuria te da un beso, y te dice que disfrutes de la comida, ella tiene “su concurso”. También Rosa deja a rabo, y va can ella.

Junto con media docena de amos, se dirigen al escenario entre los aplausos de la gente, se apagan todas las luces, y desde el techo empiezan a descender unas cadenas, de cada una de ellas cuelga una esclava o un sumiso, las cámaras les enfocan sus rostro, asustadas, inquietas, con sus cuerpos brillando de sudor y nervios, se muerden los labios mientras muestran sus pechos, sus nalgas, todo su cuerpo encadenado. Las cadenas paran cuando las esclavas tocan con sus pies el suelo, se nota el dolor en sus rostros, llevaban bastante tiempo colgadas y hasta que todo ha estado preparado para el espectáculo no las han hecho bajar.

Entre las hembras, reconoces a margot, está seria, asustada, pero es decidida y valiente, no piensa rendirse, aunque hoy ella y el resto solo son dianas donde demostrar la puntería. Cada uno llevara 75 pinzas de madera repartidas por el cuerpo, y el dueño o ama, que con menos azotes haga saltarlas todas ganará el concurso. Empieza a girar el bombo, será la suerte quien decida quien azota a quien. Mientras las bolas giran, unos operarios, encadenan los tobillos de las esclavas a unas argollas en el suelo, han de estar con las patas bien separadas, muchas de las pinzas estarán en su coño, en sus patas, en sus nalgas y culo.

Nuria saca el número 5, mira hacia la esclava, no la conoce, pero ella asustada baja la mirada, Nuria coge la bolsa con las pinzas, y empieza a llenar su piel, pero antes le da un beso largo y suave en sus labios, le gusta el sabor de su boca, el temblor de su cuerpo, sopesa sus pechos, no son muy grandes, pero si lo suficientes para llenarlos de pinzas, con cada nueva pinza, la chica tiembla un poco más, traga saliva, aprieta los puños, mientras nota las manos de Nuria acariciando su sexo, entrando sus dedos en él, la zorrita está a punto de correrse, el miedo, el castigo, solo hacen que acrecentar su deseo. Tras tocarla un buen rato, Nuria se limpia la mano en su cara. Poco a poco el cuerpo se va llenando de pinzas, por delante, por detrás, está casi lista. Nuria mira a margot, es Rosa la afortunada que la va a azotar, también cuelga llena de pinzas, sus pechos algo más grandes, han permitido llenar un poco más esta zona. Rosa besa a su esclava, margot abre la boca y entrega su lengua y sus labios a su dueña, mientras nota como la mano de su ama mueve dolorosamente las pinzas que tiene clavadas en su sexo.

Tras preparar a los animales, empieza el espectáculo, en la mesa tú no puedes evitar masturbarte, envidias a aquellas mujeres, te enfada no ser tu quien reciba los azotes de tu dueña, te excita verlas e imaginarte en su lugar, pero Juan tira de tus cabellos y te acerca a él, tú te quejas quieres ver el espectáculo, pero el tras darte una sonora bofetada, te dice que tranquila que lo veras todo, separa un poco la silla de la mesa, y te muestra su verga dura y empinada, cogiéndote por las nalgas te empala en ella, gruñes un poco, pero te encanta, sonrojada oyes como comenta con uno de los camareros que la ha metido hasta el fondo de lo mojada que estas, y con los primeros latigazos en el escenarios, empiezas a moverte, a estrujar, a ordeñar aquella verga con tus sexo empapado, mientras sus manos van tocando, magreando y ordeñando tus tetas.

Empiezan a saltar las primeras pinzas entre los chillidos de las hembras, que tiemblan de dolor a cada nuevo azote, a cada pellizco de las pinzas saltando de sus pechos, de su sexo o de sus nalgas, la gente aplaude y anima a las distintas amas, Rosa también sabe cómo azotar, como hacer que las pinzas vayan saltando entre los aullidos desesperados de margot. Y tú clavada a Juan, no puedes evitar correrte una y otra vez, mientras notas su placer lechoso y caliente mojándote, llenándote, resbalando por tus muslos hasta las bocas de cornuda y rabo, que arrodillados bajo la mesa, no dejan de lamer tus piernas y las de su señor….

(Continuará)

(10,00)