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El inquilino (1)
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Hola lectores, mi nombre es Pilar tengo 62 años, casada con Efraín de 70 años y un hijo llamado Martin cuando terminó el Instituto se marchó a estudiar al extranjero gracias a una beca. Vivimos en Madrid en un chalet. Soy licenciada y aún ejerzo. Soy una mujer bastante alta, 178 cm, unos 75 kilos, algo rellenita, de piel blanca, cabello lacio llovido, hace años que prefiero llevarlo tipo melena al hombro, me considero una mujer elegante, inteligente, católica y conservadora.

Esta historia ocurrió en enero del 2016, esta historia comenzó cuando mi esposo quería utilizar una habitación como almacén. Parecía una buena idea en ese momento, hasta que Efraín se lastimó la espalda y se vio forzado a tomar vacaciones forzadas del trabajo. Fue entonces que las deudas empezaron a acumularse, especialmente las médicas, y la lo más lógico era poner la habitación en alquiler ya que necesitábamos el ingreso.

El chalet como todos tiene 4 plantas, el sótano que es el garaje y, en nuestro caso, una habitación de servicio totalmente equipada con cuarto de baño incluido. En la primer planta cocina, salón, jardín aseo. La segunda las 4 habitaciones y la última la buhardilla.

Por el tipo de casa todo se comunica con escaleras por lo que mi marido pasa de su habitación a una habitación remodelada en cuarto de estar, luego quedan dos habitaciones más, donde dormía nuestro hijo y la que duermo yo desde hace un año, mi marido y yo optamos porque durmiéramos cada uno en una habitación.

En fin debido a la baja de mi marido el dinero que entraba en casa era menor a lo de costumbre veíamos difícil el volver a contar con la misma cantidad de ingresos, por lo que optamos por alquilar la habitación de servicio, que como estaba totalmente equipada y además podía tener entrada por el garaje, la convivencia familiar e intimidad podían quedar a salvo.

Varias personas estuvieron interesadas por la habitación pero al final, acordamos aceptar a un joven universitario llamado Carlos. Él estaba en su año final y necesitaba un lugar tranquilo en donde pudiera enfocarse en la redacción de su Tesis.

Carlos se mudó a los pocos días y pronto se hizo muy cercano a los dos. Fue de gran ayuda cuando Efraín volvió a lastimarse la espalda y estuvo hospitalizado por dos semanas y después en rehabilitación por tres semanas. Ese tiempo también se convirtió en la época de mayores cambios y secretos.

Estaba demasiado estresada entre el trabajo y casa y preocupada por la situación de Efraín Necesitaba un descanso o algo solo para calmar mis nervios. Carlos estaba en casa cuando llegué y me ofreció una cerveza helada. No acostumbro tomar, pero Carlos me dijo que estaba bien relajarse de vez en cuando y que él le venía bien después de muchas noches estudiando para los exámenes por no mencionar los problemas personales entre su casa y sus relaciones.

Con la habitación entraba derecho de desayuno y de cenas, él (Carlos) ya nos indicó que apenas cenaría en casa.

La convivencia era fácil, Carlos apenas estaba en casa, por la mañana se iba y volvía por la noche y casi nunca cenaba nada, por lo que no le veía.

Después de muchos días, una noche bajé a la cocina a beber agua fría y cuando subía oí la puerta de debajo de la escalera (diré que para bajar al garaje y a la habitación de Carlos había una puerta arriba de la escalera, frente a la cocina, otra abajo que daba a un pequeño hall donde había dos puerta una al garaje y otra a la habitación), me quedé en la penumbra a medias de la escalera de subida a las habitaciones, luego se abrió la de arriba y entró Carlos en la cocina, iba a lo mismo que yo a beber agua, al abrir la puerta del frigorífico, la luz me dejo verle perfectamente, iba en slip, ajustado, muy ajustado, tanto que se le marcaba un bulto descomunal, no llevaba camiseta por lo que se le veía su joven y musculoso cuerpo. Después de beber bajó de nuevo a su habitación

Yo me fui a mi cama y la verdad el recordar su cuerpo y su bulto no me dejó dormir tranquila.

Durante los siguientes días creo que estaba más atenta a si se abría la puerta de la escalera que a dormir, tanto fue así que le vi por la ventana llegar, no venía solo, le acompañaba una mujer, entró por la puerta del garaje.

Me acosté pero no podía dormir, daba vueltas y no era por el calor si no por la curiosidad de ver que ocurría abajo. Me levanté y bajé la escalera, fui a beber agua y luego puse el oído en la puerta de bajada a la habitación de Carlos, no oí nada por lo que sin hacer ruido abrí la puerta y bajé despacio la escalera hasta la otra puerta, por el camino me decía a mí misma: solo es oír algo y subir. A través de la otra puerta se oía algo pero muy endeble de volumen, opté por abrir la puerta despacio, por el temor de hacer ruido y ser descubierta. La abrí y asomé la cabeza por el hall, ahora si se oía mejor, la habitación de Carlos tenía una pequeña rendija, fui a mirar temblorosa, los jadeos eran más legibles, se oía la voz de Carlos y de la mujer y lo que se decían casi perfectamente

“Así te gusta verdad puta”

“si sí, así fuerte muy fuerte”

“pero que zorra eres, seguro que tu marido no sabe lo puta que eres, verdad”

“no no sabe nada”

Llegue a la rendija y vi como ella estaba a 4 patas y Juan desde atrás la follaba, desde mi sitio vería la polla de Carlos entrar y salir de su coño, era de dimensiones extraordinarias, descomunal la polla que tenía y ella gemía como una loca cada vez que se la metía del todo.

“te gusta así, puta fuerte verdad”

“si fuerte y duro”

“bien porque ahora después te voy a follar el culo”

“pero la tienes muy grande y me dolerá”

La sacó de su coño y se fue al cuarto de baño trayendo un bote de algo, por el camino vi que su pollón era grande, gordo y estirado como un palo abriendo camino.

Se sentó en la cama.

“cómetela ahora un rato, venga”

Carlos se terminó de acostar y ella se puso de rodillas, vi que la mujer tenía más de 40 años, cogió la polla con sus dos manos y se la metió en la boca, apenas le entraba la mitad.

“Y todo esto quieres meterme por el culo, ni loca”

Carlos se incorporó y le dijo que se pusiera a 4 patas que le iba a poner vaselina, ella decía que no y Carlos le dio un azote en el culo y la dijo que allí se hacía lo que él quisiera o que se fuera a su puta casa con el cornudo de su marido. Ella todo sumisa se dio la vuelta a 4 patas y Carlos le untaba vaselina en el culo. Yo por ese momento tenía mi mano por dentro de mis pantaletas, no sabía cómo había pasado pero estaba tocándome, tenía el coño empapado, en éste punto decidí irme, ya había tentado la suerte mucho tiempo.

Cerré la puerta de la escalera y en la cocina me senté en una silla y medio recostada con la cabeza en la pared terminé de tocarme el coño hasta llegar, mientras me tocaba solo pensaba en la enorme polla de Carlos y en como a la mujer la trataba de puta, zorra, guarra y eso en lugar de repudiarme, pasó al contrario me ponía más y más tanto que al final, en mi pensamiento, a la que llamaba puta y zorra era a mí.

Al día siguiente casi quería irme sin ver a nadie, me sentía mal por mi comportamiento y así pasó.

Por la noche después de darle la cena a mi marido bajé a la cocina y, estaba inquieta nerviosa, así que me tome un vaso de agua y me acosté.

Me levanté por la mañana y preparé los desayunos, se abrió la puerta de la escalera y entró Carlos.

Carlos: buenos días

Yo: ah hola, que tal dormiste

Juan: muy bien, ayer me acosté temprano

Yo: no sabía que estabas, podías haber cenado

Carlos: bueno me quedé abajo y me dormí pronto

Entonces debió de pasar que Él llegó antes que yo.

Yo: bueno pero de todas formas debería de cenar, esta noche te espero sin falta para la cena

Carlos: bien de acuerdo

Ese día volví algo más pronto de lo habitual así que me duche e hice algo que antes con mi marido hacía, buscar un conjunto sexy para ponerme, opté por una falda negra de punto que marcaba el culo, unas pantaletas rojas debajo y un top blanco anudado al cuello por lo tanto sin sujetador, y bajé hace la cena, se la subí a mi marido, en ese instante oí como me llamaba Carlos diciendo que había llegado. Bajé para decirle que enseguida estaría allí, vi sus ojos al verme, sobre todo los pezones de mi pecho marcándose en el top. Volví a subir para bajar todo lo de la cena de mi marido, aunque él pensó que era por el cómo estaba vestida porque mientras cenaba me dijo que me quería tocar, pero le indiqué que estaba abajo Carlos para cenar y tenía que hacer algo de cena.

Bajé pero Carlos no estaba, pensé que estaría en su habitación como así fue.

Preparé la cena en el porche del jardín y cuando llegó nos sentamos, me decía lo bien que se estaba cenando allí y le dije lo tonto que era por no hacerlo más.

Sus miradas se clavaban en mi pecho en toda la cena, estaba tan nerviosa que derramé el vaso de vino dos veces en la mesa. Hacía mucho que no sentía el deseo o las ganas de algo prohibido. Ya, antes, había tenido una aventura sexual fuera del matrimonio con un colega, pero nunca con un chico que por su edad podía ser su madre. Durante la cena hablamos de presentes, futuros, trabajo… de todo, pero sobre todo.

Después de un rato nos fuimos a dormir pero esa noche en la cama me despojé de todo y me toqué, estaba caliente, muy caliente Durante la noche no podía dormir, estaba inquieta en la cama, solo daba vueltas. Pero al final me dormí porque al otro día tenía mucho trabajo que hacer. Al siguiente día ya en la noche le di la cena a mi marido y dos horas después me puse un camisón blanco sin sostén pero debajo llevaba unas pantaletas y bajé para beber agua me hice la sorprendida al verle en el frigorífico con el agua en la mano, encendí la luz me hice la sorprendida al verle en el frigorífico con el agua en la mano, encendí la luz.

Yo: caramba también tienes sed?

Sus ojos no se apartaban de mis pechos que se veían a través del camisón, mis pezones duros y las pantaletas se veía también a través de el.

Me senté en una silla para beber ya que me dolía el cuello.

Carlos: te duele el cuello

Yo: si algo

Dejó el vaso y me dijo.

Carlos: espera deja que te dé un masaje

Sentí sus manos masajeare el cuello, los hombros y después de un rato bajo sus manos por mi espalda bajándolas hasta el culo. Sentía como me pasabas sus dedos por mi espalda y por los laterales rozando mi pecho.

Carlos: mejor? Verdad? Después del masaje me acosté sin dolor y pude dormir mejor.

Al día siguiente después de trabajar al rato me duche, le preparé la cena a mi marido y cenamos. Ya pasadas la 2 sentí como se abría la puerta de la escalera, debía ser él que quería algo o bien llegaba entonces, me incorporé de la cama y me puse el camisón para bajar. Bajé a la cocina para tomar una copa de vino para dormir y vi la luz del frigo, la puerta estaba abierta, vi a Carlos solo en slip, le torso al desnudo, le saludé y cerré la puerta de la cocina y encendí la luz,

Yo: así no molestamos a mi marido necesitamos hablar.

Yo le dije que lo dejáramos para el fin de semana ya que mi marido saldría a un viaje con unos amigos y así lo dejamos.

Llegado el fin de semana después de la cena. Me sorprendí a mí misma quejándome con Carlos acerca de mi vida, mis problemas y de mi esposo.

Carlos escuchaba atentamente y dijo, “Creo que hay algo con lo que puedo ayudarte a estar más relajada.”

“¿De verdad?”

Ahora la culpa te hará apreciar la vida que tienes y el sexo ayudará. Y será nuestro secreto. Recuerda lo que nos enseñan en la universidad… ¿Correcto?”

Sonreí y le respondí, “La interacción social físicamente puede servir como alivio emocional, etc.… Culpa, sexo y secretos, Psicología Básica.”

Conversamos un rato y después nos empezamos a besar y nos fuimos a su habitación y así que entramos a la habitación me quite el vestido y en eso sonó el teléfono era mi marido que iba a quedarse en un hotel allá entonces volví a la habitación y Carlos me esperaba desnudo en la cama Dicho esto me dispuse a mamársela. Su verga era más gorda y larga que la de mi esposo. Supuse que medía más de 20 centímetros de largo y 7 de ancho, con las pelotas grandes y súper gordas. Desprendía un fuerte olor a almizcle y eso me excitaba aún más.

Él era un hombre joven y atractivo y yo una mujer madura y voluptuosa. Ambos teníamos una necesidad. La suya para mí era deseo puro. La mía no era diferente.

Mi esposo no me tocaba desde que se lastimo la espalda. Mi frustración sexual había estado embotellada desde entonces. Quizás era la causa de mi estrés y de mi indiferencia. Ahora Carlos se había convertido en la respuesta y en la tentación en mi propia casa.

Solo pude meter la mitad de su verga hasta el fondo de mi garganta. Tendríamos que trabajar en aquello después, pero estaba decidida a tragármela toda.

Carlos: muy bien zorra ahora trágatela toda

Intenté metérmela toda en la boca pero no me entraba, Carlos algunas veces me sujetaba la cabeza para que su polla quedara más tiempo dentro de mi boca.

Carlos: que zorra eres, tu marido de viaje y tu comiéndome la polla y que bien la comes, seguro que te has comido alguna más que la de tu marido, verdad puta

Me la saqué de la boca y mientras la acariciaba con mis manos le dije Yo: si ya un colega en un viaje que hicimos hace mucho tiempo.

Luego me la pasé entre mis tetas para cuando apareciera meterla en mi boca.

Carlos: que rica cubana, que puta eres

No era la primera vez que la hacía, Me la metí en la boca y Él comenzó a descargar su leche caliente en mi boca, a mi no me ha gustado especialmente tragar la leche aunque si me gusta comerles la polla, por eso la saqué de mi boca y la leche saliendo a borbotones me daba en la cara, el pelo y el pecho dejándome todo embardunado de leche caliente. Luego me puse su polla junto a mi cara.

Yo: te ha gustado

Carlos: que buena mamadora eres, veamos lo bien que follas.

Yo: voy a limpiarme y arriba para ver si todo está bien y bajo

Yo fui al baño me limpie de la corrida y miré que todo estuviera bien.

Bajé sin hacer ruido a la habitación de Carlos, estaba tumbado con la polla tiesa, dura y gorda de nuevo mirando al techo.

Carlos: dame unas chupadas en la polla, ponme un condón y cabalga encima de mí

Así lo hice acabé poniéndome de rodillas encima de su polla que metí en mi coño y comencé a cabalgar, primeo despacio y luego más y más de prisa, el me sobaba el pecho, los pezones o me tiraba hacía Él y me besaba en la boca.

Carlos: que rica puta eres y que caliente estabas deseosa de polla verdad guarra

Mirando desde arriba a Carlos, cabalgando como una posesa, sintiendo su polla dentro de mi coño, follando con un chico musculoso, guapo y joven no veía mal ahora el hacerlo y sobre todo que antes de que Él llenara el condón de leche Yo tuve dos fuertes corridas, acabé rendida encima de Él, con su polla dentro acariciándome la espalda y el culo a partir de aquel momento sabía que le pertenecía. Carlos y yo pasamos la noche follando como animales y en la mañana él había aprendido más acerca de mi cuerpo de lo que mi marido lo había hecho en años.

Yo: tengo que irme no vaya a ser que mi marido regrese para almorzar

Le besé en la boca y me incorporé.

Salí de su habitación y llegue arriba, no había pasado nada, mi marido no había llegado.

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