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El mejor viaje a España (P. 2): Lo que el novio se perdió

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A la mañana siguiente me desperté cerca de medio día.  Tarde unos minutos en procesar lo que había sucedido la noche anterior. No tenía idea si lo había soñado o si realmente había pasado.

Fui a desayunar y me encontré con las chicas desayunando con tranquilidad.

—Buenos días dormilón —me saludó Luna. Llevaba ropa deportiva, un crop top rosa florecente y unos leggings bastante ajustados—. Ese baño te relajó ¿eh?

—¿Qué? ¡Ah! Sí, esas sales si que hacen maravillas —le respondí tratando de hacer contacto visual con Rachel, en búsqueda de algún indicio de lo que había sucedido, pero ella sólo me miró tomando su taza de café.

—Te estaba esperando para darte esto —me dijo Luna dejando un plato con huevos y tocino en la mesa.

—¡Oh! Gracias —le dije con una sonrisa. Ella me sonrió de vuelta y me guiñó el ojo.

El resto del día pasó sin mucha complicación. Intenté platicar con Rachel para recibir una confirmación de lo sucedido la noche anterior, pero pensé que no sería buena opción. Sería confesar que las estaba espiando anoche. Si realmente hubiera pasado, quizá Rachel podría pensar que había sido alguna otra de las chicas, pero lo dudaba.

Cerca de las 2 de la tarde decidí dar un paseo por las Islas Canarias, quería esperar a Ashe para que fuera ella quien me diera el paseo, pero pensé que quedarme en la casa no sería buena idea en un lugar tan paradisíaco como éste.

Prepare un poco de dinero y me dirigí a la sala. Jules se estaba preparando para ir a la playa, acompañada de Lisa, Rachel había salido de compras y Luna aun no regresaba de su caminata.

—If you want, you can come with us —me dijo Jules, invitándome a la playa con ella y Lisa.

—No, thanks. I want to see the city —le contesté gentilmente.

Ambas salieron por la puerta trasera de la casa ya que daba a un camino para la playa más cercana y yo me dirigí a la puerta principal. En cuanto abrí la puerta, vi como Luna llegaba. Su piel brillaba ligeramente debido al sudor, al verme se detuvo.

—¿Vas a salir? —me preguntó con una sonrisa.

—Sí, quería visitar la ciudad un poco, no quiero estar encerrado en la casa esperando a que venga mi amiga.

—¡Oh! Suena bien, si me das unos minutos para bañarme puedo acompañarte.

Hice un ligero gesto, no era que no quería su compañía, pero como dije, quería hacer el recorrido con Ashe.

—Vale, no me tardo —me dijo acariciando mi brazo cuando entró en la casa.

Quise protestar, pero supuse que sería grosero. Luna entró al otro baño, el que no tenía tina, y en pocos segundos escuché el agua correr.

Me senté en el sillón, esperándola, sin mucho que hacer más que escuchar música. Cuando salió Luna llevaba el pelo recogido, un top blanco, un short de mezclilla bastante corto y unos tenis blancos. En general se veía bastante bien, su cuerpo lucía bastante bien en general.

—¿Nos vamos?

Asentí y me levanté.

Luna había llegado a Canarias unos días antes que todas, así que había tenido tiempo de revisar algunas tiendas, cafés y restaurantes cerca de la casa que rentamos. Me llevó a varios lugares bastante bonitos que ella había encontrado. No me molestaba su compañía, pero notaba que estaba muy pegada a mí. Llegó a tomar mi brazo mientras caminábamos sobre una avenida. Sabía que ella tenía novio, pero supuse que ya me consideraba su amigo, además era francesa y vietnamita, quizá era algo cultural. Además, había hecho lo mismo con varias de mis amigas en mi país...quizá mi incomodidad radicaba en que apenas nos conocíamos.

A las 5:15 decidimos ir a comer a un restaurante. Mientras lo hacíamos, comenzamos a platicar.

—¿Y a qué se dedica tu novio? —pregunté mientras esperábamos la comida.

—Es fotógrafo. Trabaja para una revista de viajes, ese tipo de revistas que hacen los libros para turistas y esas cosas. Aunque a veces también me toma una que otra foto —agregó ocultando su sonrisa tras la taza de café que estaba bebiendo.

—Ya veo. ¿Y qué pasó? ¿Por qué se atrasó?

—Me dijo que unas fotos no se revelaron como debía —me contestó ella bebiendo un poco de su bebida, sin perder el contacto visual conmigo—. Entonces necesitó quedarse a hacerlo de nuevo para entregarlas a su editorial.

—Ya veo.

En ese momento sentí que su pierna tocaba ligeramente la mía por debajo de la mesa, casi como una caricia.

—¿Y tú? ¿Tienes una relación?

Reí algo nervioso.

—En realidad venía porque esperaba encontrar eso. Hace tiempo conocí una chica y ella vive aquí, sólo que ahora está de visita con sus padres. Va a regresar en unos cuantos días.

—Ya veo —dijo ella mientras se mordía la uña de forma coqueta y me sonreía.

Mientras comimos seguimos hablando de cosas banales: cuánto tiempo me iba a quedar en Islas Canarias, qué era lo que me gustaba del país, que si le recomendaba visitar el mío. Ese tipo de cosas.

Durante todo el tiempo, Luna me miraba, como analizándome y su pierna de vez en cuando jugaba con la mía. Sentía que estaba coqueteando conmigo, pero quería creer que no.

Comenzamos a hablar de cuántas parejas sexuales tuvimos, un tema que no me incomodaba mucho, pero que me agarró desprevenido.

Luna llevaba tres años con James, lo había conocido en un viaje a Francia y luego ambos se mudaron juntos a Madrid recientemente. Antes de eso llevaba una relación bastante buena con un tal Andre. Yo por mi parte le conté algunas experiencias propias, había tenido apenas dos novias desde la secundaria, pero si había tenido más parejas sexuales, sólo que con ninguna de ellas había planeado tener una relación formal.

— Así que… —dijo Luna mientras el mesero nos pasaba la cuenta—. Estás de acuerdo a tener sexo sin compromiso.

—Supongo —pregunté confundido—. ¿Por qué preguntas?

—Nada. Es bueno saberlo, a algunas mujeres les gusta saber que pueden hacer algo así para disfrutar de una buena noche con alguien.

La mire aún más confundido, sin saber a que quería llegar con todo eso.

Salimos del restaurante y caminamos un poco más. Mientras lo hacíamos no podía evitar mirarla. Con la ropa que traía puesta atraía varias miradas, tanto de hombres como mujeres, realmente tenía un cuerpo bastante espectacular, no era sorpresa que causaba ese efecto.

Mi mente divagó al momento que ella regresó después de hacer ejercicio. Cómo el sudor bajaba por su piel, haciéndola brillar. Agité mi cabeza, sacudiendo ese pensamiento. ¿Qué estaba pensando?

—¿Todo bien? —dijo ella notando mi ligero desliz.

—Sí, es sólo que pensé en algo.

Ella se mordió el labio un tanto... juguetona.

—Se está haciendo tarde, creo que deberíamos regresar a la casa.

—Creo que sí —asentí.

Cuando llegamos, ninguna de las otras chicas había regresado, el sol se estaba ocultando en el horizonte, pintando el cielo de un bonito naranja.

—Creo que voy a tomar un baño —comenté cuando dejamos nuestras cosas en el salón—. Esas sales de baño me gustaron.

Me sentía un poco más tranquilo con ella, habíamos hablado bastante durante el día y creo que ya podía considerar a Luna como una amiga.

—Claro —dijo ella—. Yo voy a... cambiarme de ropa.

La forma en que lo dijo se me hizo extraño, se alejó por el pasillo, moviendo su cuerpo de un lado a otro, su trasero se movió de una forma bastante sensual.

Volví a sacudirme aquellos pensamientos y me metí a mi cuarto a sacar una muda de ropa para luego ir de nuevo al segundo baño, el que tenía la tina.

Mientras subía el agua, me quite la ropa para volver a quedar desnudo. Pensaba en el paseo de aquel día, había sido muy placentero y ahora más que nunca creía que Luna era amable como se decía de los franceses.

Mientras vaciaba las sales en el agua, escuché un chirrido detrás de mí, cuando volteé note que la puerta del baño estaba entreabierta. Seguramente no la había cerrado. Me dirigí hacia ella para cerrarla, pero retrocedí sorprendido al ver a Luna recargada en el marco de la puerta. Luna abrió la puerta de repente y me quedé de piedra al verla. Llevaba un conjunto de ropa interior bastante sensual. Era de color negro y la tela formaba unas cuantas flores que cubrían sus pezones y su vagina, el resto mostraba la piel de sus pechos de su entre pierna. Llevaba el pelo suelto y bien peinado, un ligero maquillaje en sus ojos y brillo labial.

—Lo siento, creo que olvidé mi celular aquí—dijo Luna entrando y colocando el dedo índice entre los labios.

Mi reacción fue intentar cubrirme el miembro con las manos, completamente sorprendido de su súbita llegada.

—¡Eh!

—Lo siento, creí que podía regresar antes de que te quitaras la ropa —me dijo ella, con sus ojos fijos en mí, o mejor dicho, en mi pene—, pero vi que tenías la puerta abierta y no quise entrar así como así.

Busque a mi alrededor y mire su celular sobre un montón de toallas que estaban cerca del lavabo.

—Bueno, tómalo y sal —le dije algo avergonzado.

—Sí, lo siento —dijo ella pero no se movió y continuaba mirándome—. De hecho, ¿puedo hacerte una pregunta?

Yo mira a todos lados, sin saber qué hacer.

—¿Qué quieres? — le dije aun sin quitarme las manos de mi miembro.

—¿Eres hombre, no es así?

Me mire mi pene como respuesta.

—La última vez que me revisé si —dije mirándola. Algo en sus ojos me hacía contestar con tranquilidad, tenían una chispa juguetona.

—¿Podría pedirte un favor? —me dijo mientras cerraba la puerta tras de ella y luego volteando a verme, dejándome ver por completo su espalda y su trasero. Ahora podía ver un hermoso tatuaje de una flor de cerezo japonés que nacía desde su espalda baja y llegaba hasta la mitad de su cuerpo—. La verdad es que iba a follar con mi novio ayer que iba a llegar, pero el gilipollas se quedó a trabajar otro día. ¿Podría follar contigo?

La propuesta me sorprendió por completo. Sentí como mi pene reaccionaba ante la propuesta, pero aun así me sentía incómodo.

—¿Disculpa?

—Por favor, llevo mucho tiempo sin hacerlo —dijo ella acercándose lentamente, de una manera bastante sugestiva y mordiéndose el labio—. Ayer iba a ser el día después de muchos meses, pero él le dio más importancia a su trabajo que a mí.

Sentía el corazón latir por hora, la forma en como contoneaba su cuerpo hacía que me pusiera ligeramente duro, así que tuve que alejar un poco mis manos de mi miembro, pero aun quería ocultar la erección que estaba apareciendo.

—N-no lo sé. No sé si es buena idea, es tu novio. Además, mañana va a venir.

—¿Sabes por qué se va a quedar? —me dijo Luna a unos pasos de mí. Él tiene a otra allá en Madrid. De vez en cuando follamos los tres, pero a veces lo hacen ellos los dos solos.

Quise hacerme para atrás, pero mis piernas chocaron contra la tina y tuve que mantenerme quieto para no caerme. Luna acercó su rostro al mío, se notaba que se había preparado para la llegada de su novio, tenía puesto un perfume delicioso en el cuerpo y en el cabello. Sentí como su mano agarraba mi miembro, el cual reaccionó ante su contacto y el olor que ella desprendía.

—No me sorprendería que se la estuviera follando en este momento —me susurró Luna mientras comenzaba a masturbarme—. Si él tiene algo de diversión hoy ¿por qué yo no?

La mano de Luna comenzó a aumentar la velocidad y sin poder evitarlo un gemido salió de mi garganta, sentía como crecía mi pene en su mano hasta alcanzar una erección completa.

—De seguro ella le está haciendo lo mismo a mi novio. Debe de estar tan mojada como yo lo estoy ahora —Luna bajó la mirada para ver mi miembro—. Vaya, si que tienes una buena polla.

—Luna, no creo que…

Ella simplemente se arrodilló sobre la alfombra del baño y comenzó a lamer la base de mi miembro hasta la punta.

—¿Qué dices? —me dijo dándole ligeros besos y lamidas a mi verga—. No alcanzó a oírte.

—Que creo que… oh dios —Luna besó la cabeza del glande y se la metió ligeramente en la boca, evitando que terminara la frase.

—¿Quieres que me detenga? —me dijo jalándomela mientras continuaba lamiendo y besando.

—Yo…

—Puedo hacerlo si quieres, pero preferiría comerte esta polla tan bonita que tienes. Te conté que tengo una relación abierta con mi novio.

—Luna, creo que…

No pude terminar la frase, ella se metió mi pene por completo, haciéndome gemir de placer. Comenzó a chuparla un par de veces antes de sacarla por completo y mirarme.

—¿Puedo comerme tu polla? —me dijo con una especie de puchero.

Mi cabeza tan sólo asintió, llevada por el placer que ella me estaba dando.

Luna sonrió y volvió a chupar mi miembro. Primero empezó lento, como disfrutando de un dulce, luego comenzó a aumentar la velocidad. Yo tan sólo podía observar como mi verga desaparecía en su boca. Ella alzaba la mirada mientras continuaba con el movimiento. Pude ver como su mano se dirigía hacia la parte inferior de su ropa interior para masturbarse.

De vez en cuando sacaba mi verga de su boca para sacar la lengua y golpear la punta de mi miembro para luego continuar. En un momento, soltó a mi miembro y se la metió hasta donde pudo. La sensación me hizo soltar un fuerte gemido, se quedó ahí un par de segundos y luego hizo atrás su cabeza para dejar libre mi pene. Mi miembro brincó completamente erecto en el aire, cubierto de su saliva. Un pequeño hilo conectaba sus labios a la punta de mi pene ella sonrió y me miró aun arrodillada.

—¿Sabes? Me imagino a James follando a esa chica en nuestra habitación —dijo ella mientras se levantaba—. Como le come las tetas mientras ella lo masturba.

Luna me dio la espalda e hizo su cabello hacia adelante para dejarme camino libre. Llevado por mis impulsos, desabroche su sostén. Pude ver por completo el tatuaje en su espalda y no pude evitar acariciarle la espalda, siguiendo el contorno del dibujo. Ella se dio la vuelta y abrió los brazos para dejar que el sostén cayera al suelo, dejando ver unos pezones duros y cafés. Al verlos no pude lanzarme hacia ellos y comenzar a chuparlos y mordisquearlos llevado por mi excitación. Luna se rio y abrazó mi cabeza para juntarla más a sus pechos.

Pude sentir de nuevo su mano ir hacia mi pene y yo hice lo propio con su entrepierna. Comencé a acariciar por encima de la tela, estaba recién depilada y podía sentir lo mojada que estaba. Luna se paró ligeramente de puntitas para que pudiera lamer sus pechos sin que tuviera que agacharme tanto.

Los gemidos salían de la garganta de Luna algo apagados, no podía ver su rostro, pero podía adivinar que se estaba mordiendo el labio para evitar que sonaran fuertes. Metí mi mano dentro de la tela y comencé a estimular directamente. Los gemidos se detuvieron y pude escuchar claramente como ella exhalaba varias veces. Sus dedos jugueteaban con mis cabellos, invitándome a que continuara chupando sus pezones y la presión en mi pene indicaba que le gustaba como lo hacía.

Después de un rato, ella se alejó de mí y caminó de espaldas hacia el lavabo, indicando con el dedo índice que la siguiera. Como si fuera su esclavo, la obedecí. Ella se subió al lavabo de un brinco y tomó mi barbilla para besarme. Su aliento y su aroma eran intoxicantes. Me sentía embrujado por esta mujer mientras me besaba.

Ella se separó y pude ver sus ojos rasgados mirarme fijamente.

—Puedo ver a mi novio besando el cuello de ella.

Ella hizo su cabeza para atrás y comencé a besarle y lamerle el cuello. El olor de su perfume se acrecentaba y el sabor de su piel era dulce. Volvió a exhalar mientras mi lengua jugaba entre su cuello y hombros. Sentí como clavaba sus uñas en mi espalda mientras mi boca volvía a bajar a sus pechos, a su abdomen.

Mis manos tomaron sus bragas y con lentitud se las fui quitando, deleitándome con la visión de su monte de venus recién depilado. Luna abrió las piernas con una sonrisa y tocó su entrada, invitándome.

—Supongo que no debo decirte lo que quiero —me dijo acariciándose lentamente.

Enterré mi cabeza entre sus piernas. El olor y el sabor de su vagina era dulce. Estaba demasiado mojada. Tuvo que cubrirse la boca al sentir mi lengua entrar en ella. Luna volvió a jugar con mi cabello mientras me comía su coño. Podía sentir sus piernas moverse debido al placer que le estaba dando.

—Oui, oui —decía en francés, luego dijo algo más, pero no le entendí—. mon copain le fait aussi bien que toi.

Su clítoris se asomó, así que comencé a atacarlo con mi lengua mientras metía mi dedo medio y anular en ella. A la vez que lo lamía, utilice mi pulgar para estimularlo

Comenzó a exhalar repetidamente, señal del gusto que le estaba dando.

—De lo que se perdió ese cabrón —dijo Luna apretándose los pechos y pellizcando sus pezones—. Me corro.

El líquido que salió de su vagina se volvió más dulce. Bebí cada gota con gusto, mientras miraba a Luna poner sus ojos en blanco por el orgasmo. Sus piernas se agitaron un momento, luego ella comenzó a recuperar la respiración.

—Ven —me dijo tomando mi barbilla para poner mi rostro frente al suyo—. Fóllame, quiero que me la metas hasta el fondo.

Yo no contesté, ella bajó su mano hasta mi miembro y apuntó mi glande en su entrada. Me guió al interior, pero me resistí, el glande apenas había entrado cuando se la saque.

—Por favor, fóllame, quiero sentirla —me dijo intentando volver a meter mi pene en su vagina y abriendo las piernas para recibirme mejor.

De nueva cuenta deje que entrara un poco antes de sacarla, tome mi pene y golpee su vagina con el tronco de este. Ella se mordió el labio y un gemido salió de su garganta.

—No seas así conmigo. No seas tan cabrón como mi novio. Dame mi premio, me lo merezco. Fóllame.

La última palabra la susurró casi como una petición, así que no pude más. Poco a poco, centímetro a centímetro comencé a penetrarla. Estaba tan mojada que resbaló con facilidad hasta que llegó al fondo. Comencé lento, de la misma forma que ella lo había hecho. Quería que disfrutara como se lo metía.

Poco a poco aumenté la velocidad. Ella comenzó a exhalar de nuevo y buscaba un lugar donde sujetarse. Su cabeza comenzó a golpear ligeramente el espejo del baño.

—Oui, oui. alors ne t'arrête pas —decía entre gemidos—. Dame, que rico.

Luna me miraba a los ojos mientras se mordía los labios, luego bajaba la mirada para ver como mi miembro desaparecía dentro de ella. Yo tan sólo podía sentir el calor y la humedad dentro de ella, lanzando escalofríos de placer en todo mi cuerpo.

—Tienes un bello tatuaje —le susurre mientras continuaba bombeando mi herramienta.

—¿Quieres verlo mejor? —me dijo empujándome con la mano.

Salí de ella y se bajó del lavabo para darme la espalda. Inclinó ligeramente el cuerpo, dejándome una hermosa vista de su trasero y de su tatuaje. Ella meneó su trasero un poco, invitándome, tentándome.

Sin pensarlo, me acerqué a ella, apunte mi miembro y de un empujón volví a penetrarla hasta el fondo. Por el espejo del lavabo podía ver la sonrisa de Luna al sentirme de nuevo dentro. Ataque con ferocidad, su trasero chocaba contra mi pelvis con cada embestida y mis ojos no se despegaban del tatuaje en su espalda.

—Oui, oui —decía ella y luego exhalaba con cada penetración.

Alzaba la vista, podía ver las manos de Luna sujetarse con fuerza de la orilla del lavabo y su mirada pegada al espejo. Tenía la boca abierta casi en una perfecta O y podía ver su mirada como disfrutaba verse en el espejo mientras follaba. Acerque mi mano a su cabeza y la tome del pelo para jalarlo ligeramente. Ella me sonrió por el espejo, indicando que le gustaba que lo hiciera.

—Esto fue lo que se perdió mi novio —me dijo mientras continuaba dándole duro—. ¿Te gusta follarme? ¿Te gusta este coñito que te estás follando?

Yo tan sólo pude asentir. Envuelto en placer.

—Acuéstate, quiero follarte yo también.

Saqué mi miembro de ella y la obedecí. Me acosté en la alfombra del baño y se arrodilló frente a mí. Con agilidad, tomó mi pene y lo apuntó a su entrada, deslizándose lentamente. Cuando llegó al fondo, cerró los ojos y se mordió el labio inferior. Luego comenzó a mover su cadera en círculos. Se tocó todo el cuerpo, masajeando sus pechos, moviendo su cabello de un lado a otro, casi como un baile mientras continuaba moviéndose encima de mí. Yo solo podía verlo hipnotizado, dejando que su cuerpo moviera el mío. En un instante se detuvo y sus caderas se movieron solas mientras ella volvía a poner los ojos en blanco, señal de que había llegado al orgasmo una segunda vez.

—Que rico follas —me dijo una vez que su cuerpo se dejó de mover—. Creo que mereces una recompensa.

Luna se levantó y estuve a punto de levantarme yo también, pero ella me empujó para dejarme en el suelo, reculó hacia atrás y tomó mi pene con las manos y volvió a metérsela en la boca. Ahora el que empezó a exhalar de placer fui yo, Luna me miraba a los ojos mientras se comía mi verga con celeridad y deseo. Estaba a punto de hacerme llegar.

Con una mano tomé el borde de la tina y con la otra la tomé del cabello. Podía sentir como mi corrida subía desde mis testículos hasta mi pene.

Luna dejó mi miembro en su boca cuando me corrí. Pude sentir que fue una descarga inmensa, pero Luna nunca separó su boca de mi miembro.

Cuando finalmente acabé, Luna le dio un par de chupadas más y luego me miró y abrió la boca para mostrarme que se la había tragado toda.

Me le quede viendo, sin saber qué decir o hacer. Ella tan sólo me besó el abdomen y el pecho antes de que llegara frente a mi rostro.

—Gracias por este favor —me dijo con una sonrisa.

Luego se levantó del suelo tomó sus cosas y abrió la puerta.

—Te dejo con tu baño —dijo volteando a mirarme y antes de salir y cerrar la puerta.

Me quedé unos minutos en el suelo, analizando lo que acababa de pasar. Luego con trabajos me levanté y me metí a la tina.

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