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Encuentro con Alicia

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Hoy me ha llamado Alicia, han pasado 20 días desde la última vez.

Quiere que nos veamos de nuevo, pero esta vez en mi casa, porque el hotel le sale muy caro. Le he dicho que no puede ser porque tengo un amigo en casa durante unos días y me ha dicho que no pasa nada, que si quiere estar mi amigo, que puede estar.

Le dije que muy bien, nos vemos esta tarde sobre las 18 h.

Llegó puntual, con un pantalón vaquero y una blusa.

Le presenté a mi amigo Julio y estuvimos charlando un rato.

Alicia nos dijo que tenía 50 años y su marido 61. Tenían tres hijas que vivían, una en Barcelona y dos en Londres, solo las veía 2 veces al año y el resto del tiempo estaban los dos solos.

Tenían relaciones sexuales una vez al mes más o menos y ella se sentía joven e insatisfecha en ese sentido.

Por eso se animó a buscar un contacto con el que pudiera satisfacer sus necesidades sexuales porque ya se había cansado de utilizar vibradores, quería contacto humano.

Antes de empezar a hacer cualquier cosa les pedí permiso para grabar el encuentro.

Es una cosa que siempre hago para poder demostrar en un momento dado que todo el encuentro es consentido por ambas partes y que no fuerzo a nadie a hacer lo que no quiere.

Después, siempre les doy una copia.

Los dos dieron su consentimiento así que empezamos.

Alicia se sentó a mi lado, mientras que Julio, estaba sentado enfrente en un sofá.

Cogí la mano de Alicia, me acerqué a ella y la bese en el cuello y los labios apasionadamente.

Mientras pasaba mi mano por encima de su pantalón tocándole el culo ella hacía lo mismo conmigo. Metí mi mano por debajo de su blusa y acaricié sus pechos.

Julio estaba mirando el móvil, a lo suyo y de vez en cuando nos miraba.

Alicia estaba muy caliente y ni pensaba que Julio estaba ahí y nos podía ver, le daba igual.

La quité la blusa y los pantalones y se quedó en ropa interior. Llevaba unas pequeñas bragas muy sexis y un sujetador de encaje de color azul marino.

Yo también me quedé en calzoncillos y ambos empezamos a toquetearnos todo el cuerpo.

El interés de Julio por lo que hacíamos empezó a aumentar y ya no dejaba de mirarnos.

Nosotros continuamos como si el no estuviera mirándonos, le bajé las bragas despacio y quedó su culo y coñito a la vista.

Esta vez lo llevaba todo depilado, se había hecho el láser y no tenía ni un solo pelo.

Le quité también el sujetador y quedo desnuda completamente. Como ya he contado, su cuerpo era el de una mujer normal, un buen culo grande, con un poquito de celulitis, unas tetas grandecitas y en general, muy excitante.

Bese todo su cuerpo hasta llegar a su coño, que estuve lamiendo un buen rato, mientras ella jadeaba de placer y miraba a Julio sonriendo.

Me tumbó en el sofá y puso su culo en mi cara, apenas podía respirar y cuando lo hacía me venía un olor a sexo que todavía me ponía más excitado. Le lamí el clítoris y metía mi lengua en su vagina y ella gritaba de placer, rápidamente se puso en posición y empezó a hacerme una mamada. Menudo 69 hicimos.

Mientras Alicia me lamía el pene, miraba a Julio que empezó a masturbarse, pero ella le hizo un gesto para que se acercara. Se colocó delante de su cara con el pene duro a reventar y ella se lo metió en su boca y se puso a mamarlo. Se lo metía en su boca, lo sacaba, le acariciaba con la lengua, le chupaba los huevos y en poco tiempo Julio se corrió en su cara y la llenó de leche.

En ese momento, yo dejé de chuparle el chocho y la follé a perrito. Le daba suaves embestidas, mientras ella gemía, no tardé en correrme dentro de su vagina.

Mi semen escurría por su coño y se lo extendí bien por toda su entrepierna.

Alicia tenía su cara llena de semen de Julio y su coño lleno de semen mío.

Nos quedamos los 3 un buen rato allí tirados desnudos.

Después nos duchamos y volvimos al sofá.

Entonces Alicia me dijo que ella también quería tener estos encuentros como una forma de ganar dinero, aparte de disfrutar del sexo.

Decía que podíamos formar un buen equipo.

Yo le podía pasar clientes a ella y ella mí.

También quería que organizásemos algún encuentro de grupo.

Quedamos en que lo pensaría y le contestaría.

Realmente me pareció una magnífica idea, no para que ella me pasara clientas, porque no me hacía falta sino para organizar encuentros de grupo, pero aun así quise darme un poco de tiempo para pensarlo.

Pasados unos días la llamé para decirle que sí, y quedamos para organizarnos.

Vaya en lo que se había convertido Alicia en pocas semanas una buena putona.

Hay muchas personas de mediana edad que buscan sexo sin compromiso y están dispuestas a participar en sesiones grupales.

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