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La chica de Kiev

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Cuando cumplí 22 años, recibí como regalo una noticia que al comienzo no me agradó demasiado.  Mi padre y yo tendríamos que mudarnos a Kiev por su trabajo. Yo ni siquiera sabía bien donde quedaba esa ciudad en el mapa por lo que tuve que buscar en internet imágenes e información de la ciudad.

A partir de nuestra llegada la ciudad es donde comienza la historia que voy a contarles.

No estaba muy feliz por el lugar donde tendríamos que vivir. Era en los suburbios a 20 minutos del centro. El barrio parecía algo peligroso de apartamentos de la época soviética frente a un parque que tenía algunos juegos para niños. Barrios así son muy típicos en Rusia, Ucrania y Bielorrusia.

La gente del lugar se aburre fácilmente y se dedica a pasar el rato en bares. Lo peor de todo era el frio, aunque en la zona en que yo vivía no caía nieve, pero igualmente el invierno era incómodo. Había pasado una semana desde que nos habíamos instalado en nuestro apartamento, y mientras sacaba la bolsa de basura fue cuando vi por primera vez a Snejana, mi vecina de al lado. Estaba fumando sentada en las escaleras, su rostro delicado y piel de nena, casi transparente me atrajeron desde el primer momento. Era hermosa. Nadia tenía 23 años de edad y me enteré con el paso del tiempo que era modelo.

También me di cuenta que en Ucrania hay muchas ciudades donde hay modelos jóvenes que buscan salir de su ciudad usando el modelaje como escape de la pobreza. Nadia era una de ellas.

Al dejar la basura y volver a subir a mi apartamento, no pude evitar preguntarle un poco en broma y otro poco en serio para romper el hielo:

—¿Porque arruinas tu belleza fumando? —.Ella me miro con la vista cansada, tenía cara de sueño en ese momento, pero aun así era un ángel.

—De algo hay que morir —.Respondió y luego sonrió para agregar:— Vives al lado de mi apartamento no?

—Así es. —Respondí, sentándome a su lado. Me convido un cigarrillo que acepte, ni siquiera soy fumadora pero me encanto que me lo ofreciera y lo fume completo. Así fue como conocí a Snejana.

Me enteré que su padre era alguien que había estado casi ausente en su vida, pero todavía vivía con ella. A medida que el tiempo pasó nos hicimos amigas y comencé a sentirme cada vez atraída a ella, a pesar de que también me gustaban los hombres.

Una noche me había quedado en su casa y estábamos mirando una película en su habitación, ella decidió tomar un baño antes de acostarse, y me quede sola un momento mientras ella estaba en el baño. Después de 15 minutos salió totalmente desnuda como si yo no estuviera ahí. Comenzó a ponerse su crema humectante por todo el cuerpo. Por un momento me quede mirando su pubis cubierto de vello rubio oscuro. Abrió un cajón y me pregunto con una sonrisa:

—Sabes qué es esto? —.En sus manos tenía unas pequeñas pinzas.— Son para los pezones —.Me dijo. Acto seguido se colocó las pincitas en sus tetas y las apretó fuerte.— Es muy excitante, deberías probarlo, tengo algunos juguetes más en el cajón.

—Eres salvaje, no lo esperaba —.Dije riendo y decidí seguirle el juego.

Entonces se quitó las pinzas de las tetas y me las coloco en los pezones, en ese momento sentí una corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo, una mezcla de placer y dolor muy adictiva. Snejana se colocó junto a mí, en la cama, me beso en la boca a modo de juego pero ese juego se transformó en algo más caliente aquella noche y fue ese el momento en que nos volvimos amantes.

Sus dedos recorrieron mi entrepierna, hicieron a un lado mi ropa interior y lentamente comenzó a acariciar mi clítoris arrancándome un suspiro. Sus labios húmedos entretenían los míos dulcemente. Su hermoso y delicado rostro era una invitación constante a la tentación. Esa noche me hizo tener dos orgasmos utilizando sus dedos y dormimos hasta tarde. Todo había ocurrido muy rápido con mi nueva amiga y en ese momento no podía parar. Mi nueva vida al otro lado del mundo se había vuelto más que interesante para mí.

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