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La señora de la tienda

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Cierto día me aburrí de pedir domicilios a la tienda y comencé a ir personalmente a comprar mis cervezas y cigarrillos.

La señora Diana propietaria de la tienda es una mujer alta, aproximadamente 1.70 m, delgada de 47 años, de piel blanca, el cabello le llega a la mitad de la espalda, un culito no tan grande pero provocativo, unas tetas pequeñas con los pezones rosados y una cara fileña muy linda.

Por mi parte soy un chico moreno de 28 años, mido 1.85 m, cuerpo atlético pero no exagerado trabajado en gym, un físico atractivo con una mirada que intimida a cualquier mujer (eso lo percibo cuando sostengo la mirada con alguna fémina).

Fueron pasando los días y cada vez eran más frecuentes mis visitas a la tienda, muchas veces iba solamente para verla y sacarle temas de conversación. A la señora Diana le colabora atendiendo la tienda y haciendo los domicilios su hijo menor Carlos que tiene 18 años, el cual es muy celoso con su madre, con justa razón, una mujer que con su edad se mantiene como si tuviera 20 años. A medida que pasó el tiempo (unas dos semanas desde que comencé a frecuentar todos los días la tienda) Diana me comenzó a coger confianza y me contaba que era una mujer separada hace 10 años, su marido la había dejado por una niña de 25 años, desde entonces no había tenido ninguna relación con ningún otro hombre. "Yo me preguntaba si hace 10 años nadie aparte del padre de sus hijos se había comido semejante manjar" así que me atreví a preguntarle directamente:

Yo: o sea que desde hace 10 años nada de nada jajaja

Diana: jajaja pues obvio no, me refería que desde que me dejé con mi ex esposo no he vuelto a tener una relación seria con ningún otro hombre.

Yo: yo si decía, que sería imposible que una mujer tan atractiva con usted no tuviera sus tinieblos jajaja

Diana: jajaja Pues eso ya fue hace algunos añitos, la verdad que si tengo mas de 4 años que nada de nada con nadie.

Yo me la quedé en silencio y me la quedé mirando y diciendo dentro de mí "esta mujer debe tener una arrechera que está que se come sola".

Yo: y eso por que tanto tiempo sin dejarse querer de un hombre?

Diana: La verdad me he dedicado a trabajar y sacar a mis hijos adelante, ya la parte sexual para mi pasó a un segundo plano.

Yo: con todo el respeto que usted se merece, no le parece que está exagerando y está dejando pasar los mejores años de su vida sin disfrutar de algo tan rico como lo es tener sexo?

Diana: Pues, la verdad es que a veces si dan ganitas pero como no hay con quien jajajaja mejor sigo en lo mío que es trabajar.

Yo: Quiere que le diga algo y discúlpeme si estoy abusando de la confianza que me a brindado de tocar estos temas.

Diana: Si claro dime, pierde cuidado.

Yo: desde hace 2 semanas estoy viniendo casi todos los días con la excusa de comprar cerveza pero la verdad es que del primer día la razón principal por venir a su tienda es por verla usted.

La señora Diana un poco sorprendida por mi confesión atina a decirme.

Diana: Aww la verdad no me esperaba esto. Y por qué te llamo tanto la atención?

Yo: La verdad es que me parece muy hermosa y siempre me han atraído mucho las mujeres mayores.

En ese momento la señora Diana se quedó callada y sus mejillas ruborizadas hicieron que tomara el impulso para pasarme al otro lado del mostrador con la firme intención de robarle un beso, cuando ya estaba a punto de hacerlo sentimos a lo lejos la voz de su hijo menor Carlos. Lo cual impidió que sucediera lo que tenía entre manos.

Al día siguiente llegué a eso de las 12 del mediodía, hora en la que no es tan concurrida la tienda y su hijo se encuentra en casa almorzando y haciendo siesta.

Cuando llegué noté que estaba maquillada y arreglada más de lo que comúnmente la había visto.

Yo: Buenas tardes

Diana: Hola Alejo, como vas?

Yo: Muy bien y ahora mejor que logro verla. Por cierto hoy está más linda y hermosa que de costumbre.

Diana: ay muchas gracias, pero no creo que sea para tanto jajaja.

Apenas me dijo eso le dije que ayer habíamos dejado algo pendiente. Ella con sonrisa nerviosa me dice.

Diana: sii, y que dejamos pendiente que no logro recordar.

Sin mediar palabra alguna me pase el mostrador y le di beso que de inmediato fue correspondido, demoramos unos 2 minutos basándonos como dos adolescentes. Comencé a cogerle el culo con tantas ganas que su respiración comenzó a ser cada vez más agitada.

En un momento nos despegamos y son decirle nada corrí a la puerta y bajé la estera de la tienda, cuando regresé a donde ella, estaba aún en shock por lo que estaba pasando. Volví a besarla y esta vez comencé a desnudar la, ella no puso ninguna objeción, en cuestión de segundos la tenía casi desnuda frente s mis ojos, les juro que no tenía nada que envidiarle a una mujer de mi edad.

Empecé a chupar sus pequeñas pero ricas tetas de una manera que nunca antes lo había hecho, baje mi mano a su concha que tenía su diminuta tanga totalmente mojada, comencé a acariciar su concha mientras con la otra mano me desabrochaba el pantalón. En ese momento me dice.

Diana: déjame hacerlo a mí.

Me bajo el jean y enseguida el bóxer, cuando me vio la verga (20 cm) se mordió los labios.

Diana: Primera vez que veo una verga tan grande y provocativa.

Empezó a chupármela de una manera majestuosa, en menos de 5 minutos sentí como estaba por venirme, enseguida le dije que parara que no quería venirme aún, a lo que ella hizo caso omiso y siguió bombeando, en poco segundo bote un chorro de leche espeso en su boca, no me dejó ni una sola gota de leche.

Diana: Que delicia de leche, tenía años que no sabía que era tragar tanta leche. Ahora quiero que me hagas venir con esa lengua tan rica que tienes.

Sin perder el tiempo la cargué y la senté encima del mostrador, le quite la tanta y oh sorpresa, frente a mis ojos un coño rosadito y totalmente depilado.

Empecé a pasar mi lengua suavemente, fui aumentando poco a poco mis movimientos lingüísticos mientras con mis manos le masajeaba las tetas, esa mujer está irreconocible.

Diana: Que rico me la chupas Alejo, que delicia por Dios.

Seguía chupando con ansias su coño mientras le metí dos dedos en su coño, para mi sorpresa su coño estaba cerrado como una quinceañera. Pasaron pocos minutos cuando sentí como sus fluidos empezaron a llenar mi boca y sus piernas empezaron a temblar. Abatida encima del mostrador me dice.

Diana: Alejo gracias cariño, me has hecho sentir en el cielo, pero ahora quiero que me lleves a la luna.

Entendí el mensaje claramente. Ella se bajó del mostrador y se inclinó sobre el poniéndose de espaldas. Sin dudarlo comencé a meterle mi verga ya recuperada por esa concha apretada.

Empecé a bombearla de una manera descontrolada. Ella daba gritos de placer como una loca mientras el jalaba el cabello y le daba nalgadas.

Diana: Dame, dame, dame así papi, que rico. Azótame que me encanta.

Al rato de estarla cogiendo en esa posición me acosté en el suelo y ella se sentó en mi verga y empezó a cabalgar como toda una profesional.

Diana: Que delicia papi, que verga tan deliciosa, me la siento en la garganta. Ay que rico por Dios!

Yo: qué coño tan rico y apretado tienes mami, me encantas.

Luego pasé a la posición de misionero, cuando empecé a darle verga la señora Diana me dice que le dé cachetadas.

Diana: Cachetéame como la perra que soy.

Empecé a darle pequeñas cachetadas mientras le metía y sacaba mi verga de su apretado coño.

Yo: Te gusta perra, te encanta que te coja verdad, puta.

Diana: Siiii papi, me encanta como me coges. Tienes una verga muy rica, sígueme dando así que voy a venirme.

En cuestión de segundos de este en esa posición la señora Diana doy un grito que me estremeció. Me empapó la verga de sus líquidos. Situación que me llevo a decirle que estaba por venirme.

Yo: Ya voy a venirme, donde quieres la leche puntita.

Diana: Dámela toda en la boca pese.

Le saqué la verga de su coño y corrí y me senté en sus pechos y le puse la verga en la cara. Empecé a correrme a chorros y esa mujer con la lengua afuera tratando de atrapar cada gota de leche que salía de mi verga.

Quedamos tirados en el piso unos minutos en silencio.

Diana: Que polvo tan delicioso me acabas de echar. Espero y sea el primero de mucho, quiero seguir tomándome esa lechita.

Yo: No lo dudes mi amor, quiero seguirte cogiendo.

Diana: Gracias por hacerme sentir viva y deseada.

Nos paramos del piso, ella buscó una toalla para limpiarse la cara. Nos cambiamos y nos dimos un beso profundo. Luego alcé la estera de la tienda y me despedí picándole el ojo y compartiendo una sonrisa pícara entre los dos.

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Hechos ocurridos en febrero del 2021 en Medellín, Colombia.

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