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Lineth y las ventas

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Hace poco que Lineth comenzó a trabajar como agente de ventas en una aseguradora, la falta de experiencia la suplía con su carisma. A sus veintidós años, es una mujer preciosa.

Su rostro lucia siempre limpió, su cuerpo se desarrolló con mayor fortuna que la mujer promedio. Sus piernas estaban bien formadas desde su adolescencia y sus pechos crecieron para hacer de ella un pequeño paraíso que se contoneaba entre los mortales. Pero aun así, su carpeta de clientes era limitada, buscaba a familiares y conocidos para poder avanzar en su carrera.

Entonces buscó a tíos, primos y a Javier, un amigo de su padre. Ella notaba desde hace años que en cuanto la veía, le clavaba la mirada. Sentía sus ojos en sus caderas mientras iba y venía en las reuniones, así que quiso aprovechar para venderle su producto.

Javier era un tipo elegante, siempre olía a perfume. Usaba camisa aunque estuviera descansando y se expresaba bien en todo momento. Algo raro en su entorno. Así que después de que le confirmara la cita. Lineth preparó papeles y ropa adecuada para verlo.

Se puso el vestido ajustado que solo usaba para ir de antro, se ajustaba tanto a su cuerpo que su silueta dejaba poco a la imaginación. Las curvas lucían espectaculares. El vendría a su casa, así que solo esperaba a que llegara.

Sonó el timbre y extrañamente estaba nerviosa, su corazón estaba un poco acelerado y le temblaban las piernas mientras caminaba a la puerta.

—Hola hermosa —Dijo Javier mientras extendía su mano.

—Hola, pase por favor —de inédito sintió como el la devoraba con la mirada, no era para menos con aquel vestido.

—Te traje chocolates, de estos que te gustan.

—No era necesario, ¿quiere un poco de vino o una cerveza?

—Lo que tú vayas a tomar esta bien niña.

Camino lentamente a la cocina, dándole tiempo a que disfrutara de la vista. Cuando regreso con dos whiskies y se inclinó lo suficiente para percibir el olor en el cuello de Javier.

—Este plan te va a fascinar —Lineth comenzó a de irle todos los beneficios de un seguro de vida, de auto, las coberturas y precios. Pero Javier solo veía esos labios carnosos frente a él moviéndose, dándose el tiempo de mirar aquel escote. Comenzaban a sudarle las manos. Lineth ya no era aquella niña que jugueteaba con sus muñecas mientras el y su padre bebían mirándole fútbol.

—Claro, claro… —repetía a cada discurso de ella.

Casi cuarenta minutos y tres whiskies después, Javier tenía su mano sobre la pierna de Lineth. A ella no le incomodaba en lo más mínimo. Podía sentir su aliento, estaban muy muy cerca el uno del otro.

Casi rozaban sus labios, pero Lineth se levantó y fue por dos tragos más, ya estaba mareada y confundida. Estaba a punto de besar al mejor amigo de su padre. No sabía cómo respondería el, seguro el estaba incómodo. Respiro y volvió a la sala, cerraría el trato, solo eso. Se despedirían. Así sería. Tomó los vasos, extendió su mano para entregar el whisky pero en lugar de eso, Javier tomó su mano y la jalo hasta que quedó sentada sobre sus piernas.

Ambos se miraban a los ojos, Javier tenía su mano en las nalgas de Lineth, dejó su copa en la mesa de centro para poner su otra mano en sus pechos.

—¡Javier! —dijo ella sin oponer resistencia a sus caricias.

—Eres lo más hermoso que conozco o conoceré en mi vida, estas deliciosa, tengo años deseando tomar tu cuerpo —cuando termino de decir eso, su mano ya buscaba entrar en contacto directo con sus pechos. Besaba su cuello y sentía como la piel de Lineth se erizaba, además tenía su alentó agitado justo en su oído.

Lineth buscaba en el pantalón, por fin encontró aquel bulto, tenía ya una buena erección, y sobaba por encima del pantalón mientras sentía como la lengua de Javier recorría más y más su piel.

—¡que rico!

—¡que deliciosa estas Lineth eres un bombón!

En ese momento de pasión y Justo cuando. Sus labios se encontraron, llegó un auto.

—¡Es papá!

—¡Mierda no puede ser!

Lineth salió corriendo con el vestido como tubo en su cintura, mostrando sus hermosas nalgas en lencería y sus tetas al aire. Mientras Javier metía sumergido en el pantalón y se acomodaba la camisa.

Cuando Javier se asomó, descubrió que solo era un repartidor. Sonrió aliviado y oro al fondo.

—No es, es un tipo que reparte cosas no se… —A Lineth le volvió el color y la sangre al cuerpo. Se sentía culpable, pero Javier se acercó y la tomó por las nalgas.

—¡Javier!

—¿en que nos quedamos? —ahora se tomó el tiempo de bajar el zíper del vertido y como un regalo de navidad, le quitó el empaque a ese tesoro.

La beso y le dio vuelta para mirarla de arriba abajo, escultural. Mientras ella buscaba la oportunidad de quitarle la camisa, él la apoyó en el sillón. Beso su espalda y bajo hasta llegar a sus nalgas. Movió su ropa interior y hundió su cara, la lengua de Javier buscaba el sexo de Lineth.

—¿Qué haces? —Le preguntaba mientras recibía la lengua en su clítoris y abría las piernas para que la cabeza de Javier entrara aún más.

—¡mmm! ¡Haaa! —El calor se apoderaba de su interior, sabía que venía un orgasmo y sus piernas se aflojaron. Casi se le doblaban, pero parecía que fuera un manjar para Javier que no se separaba y seguía metiendo su legua sin control.

—¡estás deliciosa niña!

Se levantó y la recostó boca arriba, ella buscaba zafar su camisa, su pantalón, algo. Pero se tumbó de rodillas y volvió a chupar aquella pequeña panochita rosada. Ahora podía meter bien su lengua y chupar su clítoris, le separaba bien las piernas y besaba sus muslos. Un segundo orgasmo llegó de inmediato.

—aaah! Aaaah! Que rico, si si siii!

Por fin se levantó y el solo se quitó la camisa y bajo sus pantalones.

—ahora déjame probar esos labios niña.

La arrodilló sobre la alfombra y besándola puso su verga entre sus labios.

En cuanto ella sintió el roce de la punta, separó los labios, el trozo duro de carne, caliente y palpitante entró hasta el fondo. Lineth comenzó a chupar con energía pero dándose el tiempo de sentir cada parte de aquel pene.

—¡Dios mío bendito! —daba gracias a dios y gemía mientras miraba como entre esos labios carnosos desaparecía su verga.

—mmm mmmm —Ella se daba el tiempo de mirarlo, cerraba los ojos y se tomaba el pelo mientras ella seguía chupando. Pero no creía resistir tanto, así que sacó su verga y de un jalón acomodó a Lineth sobre el sillón, boca abajo.

—Levanta ese culo maravilloso niña —Ella obedeció, estaba deseosa de sentirlo dentro. Un poco de saliva cayó entre sus nalgas, el escupitajo recorrió sus agujeros y en cuanto la tomó con ambas manos de las nalgas, comenzaron a gozar.

—¡Dios mío, estoy en el cielo! Javier sintió como resbalaba su verga dentro de ella, la tibieza de su vagina, la humedad que lo cubría eran apenas comparables con la vista que tenía de aquel culo con el que tantas veces fantaseo.

—¡Que rico Javier cógeme! —Sus nalgas rebotaban contra el sonando como aplausos. Por primera vez en su vida veía a Javier desalineado y fuera de sí.

—¡No mames estás bien buena! —jalo sus brazos contra la espalda, la cara de Lineth se hundió en el sillón, pero su culo se levantó aún más. Se aferró a su pequeña cintura y fue más rápido aún.

—¡haaaa! ¡Haaa! Siiii así así no pares —Pero él no quería parar, simplemente ya no aguantaba.

En cuanto sacó su verga, unos potentes chorros mojaron aquellas hermosas nalgas. Era el hombre más feliz del mundo, en ese momento agradecía a dios y el universo por alinearse para él. A su vez, Lineth estaba súper cachonda sintiendo cómo el semen bajaba de sus nalgas por su espalda.

—Gracias Javier, estuvo delicioso…

—¿estuvo? Amor, de esto no hay a diario en el menú —le dijo mientras la nalgueaba, se sentó a un costado y besándola hizo que se montara sobre él. De nuevo frente a frente, compartiendo el aliento.

—¡Coges bien rico!

—¡te traigo ganas desde hace años, siempre fuiste bonita. Pero niña estás que te caes de buena! —le dijo mientras con ambas manos movía su culo para que ella se balanceara sobre él.

—¿te gusta mi culo?

—Me encanta tu culo, tienes unas nalgotas.

—Yo me daba cuenta que me mirabas las nalgas disimuladamente aaah! —ella estaba subiendo la cadencia de sus movimientos. Rebotaba sobre la verga de Javier y gemía delicioso. Además el chupaba. Sus pezones y su cuello. Eso la ponía más cachonda aún.

—Todo… tus piernas, tu culote… estás tetas que saben delicioso... tus labios.

—Aaaah! Aaaah! —otro orgasmo llegó a ella y se estremeció.

Lineth sabía que uno de sus mayores atributos era su culo, así que giro y apoyándose en sus propias rodillas se embonó en Javier, ahora el miraba boquiabierto como esas nalgas le rebotaban. Aún había residuos de semen en su espalda y nalgas. El apretaba cuanto podía ese culo con sus manos.

—¡Pinches nalgotas hija!

—Sé que te gustan, gózalo haaa!

Ambos compartían sudor y fluidos, gemían casi al unísono. Lineth estaba a punto y sentía como él se aferraba con más fuerza. Salió disparada y se arrodilló frente a él, no tuvo que decir nada. Se levantó y unos chorros espesos de semen callaron en su nariz, bajando a sus labios. Uno más le atravesó la frente. El calor de aquel líquido viscoso resbalaba mientras el embarraba con su verga los restos. Lineth con su boca se encargó de que no quedara nada.

—Te ves hermosa —digo Javier mirándola como si fuera un milagro.

—Pásame mi teléfono…

—¿Vas a llamar a tu padre?

—Menso, voy a tomarme una foto, con tu leche en mi cara.

—¡Dios mío!

Entonces un auto se estacionó.

—Ahora si es tu padre —dijo Javier, metiéndose en sus pantalones y colocándose la camisa como loco.

—Tranquilo, tarda años en bajar del auto y más en subir las escaleras —con calma se puso su vestido y se acomodó el pelo. Mientras Javier ya estaba casi listo. Cuando abrió la puerta ambos de pie le sonrieron.

—¿cómo van los negocios? —dijo su padre mientras llevaba las bolsas a la cocina.

—¡De maravilla! —Dijo Javier mientras bebía el wiski que dejó en la mesa.

—Me compró dos pólizas, y creo que será un buen cliente.

—¡Tu cara! Dijo Javier.

—¿mi cara? —respondió ella, descubriendo que el semen seguía ahí.

—¡¿qué tiene su cara?! —preguntó su padre desde la cocina, mientras se servía un trago. Y ella salía corriendo al baño.

—¡emocionada por la ventas! Ya tiene un cliente fiel.

Unas semanas después, en la fiesta de cumpleaños de su madre, ambos se comían con la mirada. Nadie se daba cuenta excepto su hermana que miraba de un lado a otro. Lineth solo veía así a sus novios y él era muy viejo para… ¡¿tiene la verga parada?! Se preguntó para sí, mientras miraba el bulto en el pantalón de aquel señor.

@MmamaceandoO

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