Hannah aceptó ir a acampar con sus amigas, amigos y amigos de todos ellos. Fue divertido pasaron una noche divertida, tomaron tanto que cuando ella despertó, ya no había nadie en el lugar.
El encargado don Ramiro, un señor de más de cincuenta años le dijo que temprano todos recogieron casas de campaña, maletas y habían salido en sus carros. No quedaba más que ella que fue a vomitar, alejándose para que no la vieran y después se quedó dormida ahí, recargada en el árbol. Tampoco tenía manera de contactarlos, no había señal ni un wifi cerca.
—Al rato voy por víveres, si quieres te dejo en el pueblo y ahí agarras un taxi
—pero es que no traigo ni dinero, no se donde deje mi bolsa.
—Uy pues esta difícil, yo pensaba cobrarle el viaje y con eso comprar mis cosas.
—No pero yo se lo pago, se lo juro –dijo Hannah juntando sus manos como una súplica, mientras don Ramiro se rascaba la cabeza.
—Se puede ir caminando, pero si son como 25 kilómetros
—¿como cuantas horas? –pregunto ella casi preparada para salir corriendo.
—como 5 pero se tiene que cuidar de los coyotes y más que nada de los narcos que por ahí tienen sus lugares para hacer sus cosas pues. Y tu niña mírate, así con ese short.
Hannah llevaba esos shorts pequeños que dejaban ver un poco de nalga, aunque se llevó una chamarra, debajo llevaba una camiseta ligera con la que se marcaban sus pezones. Don Ramiro no podía dejar de ver sus ojos verdes en esa cara aún de niña, aunque ya tenía 18, Hannah seguía manteniendo esos rasgos de adolescente. Sentía el miedo y la desesperación en ella.
—¿entonces como le hacemos? –pregunto por fin ella.
—Pues yo te llevo niña, pero a mi me pagas de una manera u otra –dijo tomándola del hombro y ladeando su cuerpo haciéndole ver que no era dinero exactamente lo que buscaba.
—¡NO! –dijo ella de inmediato y se alejó unos pasos.
—niña, ayer se la chupaste al mamón que fumaba marihuana, todas tus amigas se la pasaron abriendo las piernas. No creo que te sea tan difícil.
—¿está usted loco?
—Mira, mientras báñate, ahí hay una regadera –dijo señalándole el baño—y enjuágate la boca que huele muy feo. Ya después me dices si me das las nalgas a mi y te llevo o te arriesgas tu sola.
Hannah fuel al baño, se desnudó y baño con esa agua caliente en el balde mientras pensaba que hacer, seguro regresan por mi se decía sabiendo que no era seguro. A unos metros don Ramiro miraba por un orificio ese cuerpo esbelto, de piernas largas, las nalgas redondas de una joven de dieciocho, sus tetas tenían unos pezones pequeños y rozados. Una rubia perfecta.
Para cuando ella salió con el cabello mojado y el cuerpo húmedo pues no tuvo con qué secarse, vio a ese viejo a la distancia, recogiendo la basura que sus amigo dejaron. Su piel morena y los brazos fuertes a pesar de la edad. Pensó que sería casi un acto de caridad para ese viejo. Se acercó y le dijo. “Ok”
—¿qué pasó niña?
—Se la voy a mamar y me lleva al pueblo –dijo aún con una risita amable.
—Aja nos vamos entendiendo –dijo tocándose el pantalón por encima—ven, aquí mero.
Hannah miró al rededor, solo había árboles, se acercó y se recogió el cabello con una liga. Cuando don Ramiro se bajo el cierre ella abrió los ojos como platos. La verga de ese viejo esa casi del tamaño de su brazo grade y muy gruesa.
—ya se que está chula, pero deja de verla chúpamela.
Hannah trago saliva, incluso tenía las venas más saltadas en esa verga que en los brazos. La agarró con ambas manos y apenas lograba cubrir la mitad.
—¡No mames! -dijo ella en voz alta sin darse cuenta.
—órale ahí arrodíllate -le dijo Ramiro tirando su camiseta en el pasto. Cuando Hannah tuvo esa verga frente a su cara la vio aún más grande. Además del tamaño, notó el olor, era obvio que ese señor no se bañaba hace días.
—¿te traigo un bolillo para el susto niña? –le dijo mientras le pegaba la verga en la cara– chúpala ya.
Hannah por fin separó los labios y su pequeña lengua salió para llenar de saliva la punta de esa verga, el sabor era rancio. Pero la sensación le gustaba. Igual que a él, Ramiro sentía la respiración agitada de Hannah sobre su verga, y esa lengüita se veía divina, además sus ojos ahí eran lo mejor. Ella miraba arriba constantemente y él se fascinaba de ver a esa hermosa niña ensalivándole la verga.
Ella abrió la boca y solo pudo meter un poco en su boca, incluso sentía como sus labios se estiraban intentado meter más de ese enorme trozo de verga. Así que fue Ramiro quien empujó un poco de su nuca para que resbalara su verga dentro de esa boca, sentía como rozaban los dientes de Hannah y locomotoras ella trataba de abrir la boca pero no podía más, así que solo movió su lengua, el sabor a rancio se intensificó y solo cerró los ojos al tragar saliva con ese sabor mientras movía su cabeza para mamar un poco. Luego se alejó para tomar aire.
—ahora despacio niña, métela –ella abrió la boca y sintió como se deslizaba adentro y afuera, como Ramiro se aferraba a su nuca para meter más aunque era imposible, o eso creía ella, la punta ya rozaba su garganta. Tuvo que sacarla y toser un poco, la sensación de ahogamiento la invadía, sin embargo volvió a meterla en su boca y esta vez ella chupó con gran dedicación.
—¡eso güerita! –dijo don Ramiro mirando esa cabellera rubia moverse frente a él.
—hag haaag mmmm
Se daba tiempo de tomar aire mientras lamía la punta y jalaba masturbando al viejo, luego volvía a mamar. Don Ramiro la levantó y la colocó sobre un tronco.
—dijo que solo… –no alcanzó a decir nada, sus shorts ya caían al piso y esa verga se acercaba, luego de que le separaran las piernas.
—yo no dije nada –esbozó el apuntando su verga.
—ay ay ay no –de nuevo apenas la punta empezaba a forcejear por entrar y ella pensaba que no entraría, le ardía.
—tranquila niña, de que entra entra –empujó más y por fin resbaló. Lo supo por el alarido de dolor que salió de Hannah
—ay aaay –luego solo bufo con la verga adentro mirando a los ojos a ese señor de cara arrugada que comenzaba a besarla. El olor era incuso de fétido, pero inexpugnable mente respondió a los besos mientras la verga se movía dentro de ella lastimándola y causándole un placer que jamás había experimentado.
Los dedos callosos apretaban sus pezones con fuerza, él recorría su cuello, lamía sus pechos y volvía a besar su pequeña boca.
—ahhh mmmm aaah
—Estas bien rica pinche güerita, ustedes, las más chulas son las más pendejas… le dan el culo a puro chamaco pendejo.
—mmm haaaa mmm
—Y mire güerita, este viejo la está haciendo pujar…
—ay ay mmmm ay ay –Don Ramiro empujó más y al fin entró toda su verga, ella ponía los ojos en blanco pues estaba extasiada de tener esa verga dentro por completo. Le dolía pero era un dolor delicioso.
—Ven, quiero ver ese culito pálido –la giro y la recargo sobre el tronco, boca abajo, sus nalgas escondían ese ano rosado que el froto, luego se mojó un dedo y lo metió sintiendo como ella apretaba sus culo.
—¡aaay!
—me lo vayas a morder niña –dijo dándole una buena nalgada, luego abrió con ambas manos sus nalgas y recargo la punta de su verga justo en ese orificio trasero que lucía tan delicioso.
—No por ahí no, no me duele ay no ay nooo aaay mmm nooo…
—nomas poquito niña –le decía mientras ella trataba de evitar que la penetrara por el culo, al final él le sujeto las manos y aunque seguía pataleando con solo recargar su peso logro que su verga se abriera camino entre sus nalgas.
—¡Aaaay! –nunca en su vida había experimentado tanto dolor.
—eso… ahí va…
—¡Aaaay ya nooo! –la verga se hundí más y más, perecía que la partiría en dos. , cuando no entró más, Ramiro regresó y la empujó.
—¡Aaay duele mucho! –pero él empezó a menearse y ella a pujar.
—eso, ya está eso…
—hum huuum ay haaa mmm
Cuando ya la tenía toda dentro, Ramiro le jalo el cabello y tiro con fuerza para que sus nalga rebotaran contra el, con fuerza.
—ay haaa mmm
—¡ya ves que si cupo toda!
—mmm ah ahh ahhh dueleee
—Es que si lo traías bien apretado niña, pero que rica cola —decía y jalaba más de su melena rubia.
Apretaba sus nalgas para irlas enrojeciendo poco a poco, luego le tomó ambos pezones y apretó con fuerza con sus dedos llenos de cayos.
—aaay mmm bfffuuu aaah
—Pareces muñequita pinché escuincla
—mmm ah ay ay ay aaay
—ven aquí –dijo y la jalo para que volviera a mamarle la verga o a limpiarle, ahora el sabor de su culo se sumaba a la mezcla y todo se iba por su garganta. Luego la cargo, ella se sostuvo pasando sus manos por el cuello de Ramiro, luego el acomodó sus nalgas para poder meter su verga en esa panochita rosita.
—aaay aaah –de nuevo el dolor de tener esa enorme verga avanzando dentro de ella, solo podía abrazarse a él con más fuerza mientras él como a una muñeca la movía para que subiera y bajara sobre el.
Cuando sintió que se venía, fue el quien la apretó.
—No no no adentro no…
—¿como no?
—No no no mame no adentrooo nooo
—haaaa que rico ah que rica pinche chamaca mmm esooo cabrona
Hannah sentía como se llenaba de semen su interior y aunque no quería, era una sensación que le gustaba mucho. Cerró los ojos y solo los abrió cuando Ramiro la bajo para ponerla sobre el pasto.
—Salimos en diez minutos niña –dijo el alejándose hasta su pequeña cabaña. Ella se levantó y caminó hasta donde estaba ese balde de agua y trato de enjuagar el semen que ya le escurría por las piernas y de enjuagarse la boca. Le dolían sus dos agujeros. Se puso sus shorts y camino hasta la entrada. Don Ramiro sacó su camioneta vieja, ella subió y él no pronunció ninguna palabra, solo miraba sus piernas.
Unos kilómetros adelante se detuvo, ella rezaba para que no se hubiera descompuesto pero Ramiro solo bajo el cierre de su pantalón y sacó su verga. No dijo nada, volvió a encender la camioneta y avanzaron. Hannah fue jalando aquella verga por un rato y luego se agachó para chupar, se tragó el semen y se incorporó, ya había casas. Estaban cerca. Cuando llegaron al pueblo vio el auto de Daniel, el novio de su amiga, luego a ella con el teléfono en la mano.
—¡Nika! –grito por la ventana.
—¡Hannah! Respondió brincando contenta.
Abrió la puerta y ambas se abrazaron a media calle.
—¡no mames me dejaron!
—Ya estamos aquí, también tú te escondes
A la ventanilla de Ramiro se acercó Daniel que con expresión de asco le dio un billete de 500 —tenga “don” gracias por traer a Hannah, ahí para que se compre un refresco.
—Gracias niño, fue un placer ayudar –arrancó su camioneta y se alejó sonriendo— ¡PENDEJO!
Dos meses después, luego de los mareos y el vómito Hannah estaba en su baño con una prueba de embarazo, el sudor frío le recorría el cuerpo mientras esperaba el resultado.
—¿Positivo? ¡Puta madre!
@MmamaceandoO