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Mi amiga Sofía y un mirón

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Sofía, mi mejor amiga, siempre estábamos juntas y siempre metiéndonos en líos, pero siempre salimos airosas de los mismos juntas y aquella tarde no iba a ser diferente, salimos de la mejor manera posible, simple y llanamente disfrutando de lo que más nos gustaba “el sexo”.

Era un sábado cualquiera de invierno y habíamos quedado para estudiar en casa de Sofía "metodología de la investigación social en la comunicación", habíamos quedado las 4 amigas Marta, Raquel, Sofía y yo, pero por circunstancias tanto Marta como Raquel no pudieron venir. A medio camino entre mi casa y la suya me sorprendió la lluvia llegando empapada y muerta de frío, nada más llegar Sofía aparte de reírse de mí me dio una toalla para que me secara y una camisa enorme de su hermano para que me la pusiera, ya que lo único que no tenía calado era el sujetador y mis bragas, el resto lo pusimos a secar.

Estábamos solas a excepción de su primo Raúl, un chico apocado y parco en palabras que acababa de cumplir los 18 años, este se encontraba en el salón jugando a la videoconsola y aparte de él nadie más, sus padres habían salido con unos amigos al cine y luego iban a cenar y su hermano estaba de viaje.

Serían las 4 de la tarde cuando nos encerramos en su habitación para estudiar aquella materia que cogimos como optativa y que a las dos se nos estaba atragantando, dos horas más tarde cansadas ya del estudio decidimos hacer un descanso, salí de la habitación para coger unas coca colas de la cocina, Raúl seguía en la misma postura en el sofá del salón jugando a matar no sé qué bichos, según volvía me fijé que me miraba, yo iba descalza por la casa con tan solo la camisa que me había prestado Sofía de su hermano, una camisa blanca que se transparentaba tanto mi sujetador como mis bragas de color rojo.

En un principio no me di cuenta, pero el juego dejó de emitir sonidos en el momento que pasaba por su lado, le veía mirarme, me escaneaba de arriba abajo, clavando sus ojos en mi ropa interior, primero por delante y sobre todo por detrás mirándome el culo, me hizo sentirme desnuda ese chico que como ya dije es muy callado, raro quizás, pero guapo a más no poder.

Cuando llegué a la habitación se lo conté a Sofía, le conté incluso que me había puesto caliente, ella me miraba y se reía a carcajada limpia diciéndome que si quería nos dejaba a solas, empecé a reírme yo también, a pegarla con un cojín y así empezó todo, con una batalla de cojines riéndonos a carcajada limpia encima de su cama y en el fragor de la pelea nos caímos la una encima de la otra, la tenía debajo de mí como si fuera hacerle el amor, aparte mi melena de su cara para verla y nos miramos fijamente.

-Lara, nunca has pensado como sería hacerlo con una chica. -Me preguntó muy seria mirándome fijamente.

-La verdad que no, nunca… Nunca me lo he planteado. -La contesté mientras le acariciaba la cara apartando su pelo.

-Y... -Continuó dubitativamente

-Te apetecería probar… por ejemplo… digamos que conmigo. -Me volvió a decir.

Yo me quedé mirándola fijamente extrañada, pero muy excitada, sentía como Sofía movía su cadera frotando su sexo sobre el mío a la vez que se mordía el labio inferior, me miraba excitada y sus manos empezaron acariciar mi costado cerca de mis pechos, me estaba excitando aquella situación más de lo que hubiera deseado porque me sorprendí a mi misma contestándole sin palabras, cuando mi sexo empujaba el suyo frotándose con suavidad y mi cabeza bajando hasta que mis labios se unieron a los suyos fundiéndonos en un beso.

No sé qué era aquello, en un momento nos encontrábamos de rodillas en la cama, abrazadas, besándonos y acariciando nuestros cuerpos, Sofía empezaba a quitarme la camisa desabrochando cada botón con un beso y cuando hubo terminado yo le quite su camiseta, las dos nos empezamos a quitar nuestros sujetadores dejándolos caer a la vez al suelo y empezamos a jugar con nuestros pechos, uniendo nuestros pezones, acariciando nuestras vulvas, le pasaba mi mano sobre su vulva apretándola sintiendo la humedad de sus bragas al igual que ella con las mías, era un trozo de trapo que nos molestaba así que fuera y al suelo con ellas que también cayendo la una sobre la otra.

La eché en la cama y metí mi cabeza sobre sus piernas, empecé a lamer su clítoris, succionándolo notando como aumentaba su tamaño mientras que Sofía gemía y se acariciaba los pechos tirando de sus pezones, mi legua bajaba por sus labios, era la primera vez que lamía una vulva, la primera vez que mis labios besaban una vagina, la primera vez que mi lengua penetraba en esa zona en la que a mí tanto me gustaba que un hombre se entretuvieran, lamiendo mi clítoris, mordiendo mis labios y metiendo su lengua en mi vagina junto a un par de dedos antes de hacerme gemir con sus penes penetrándome con ellos.

Sofía no paraba de gemir cuando mi lengua y mi dedo la penetraba, nunca había pensado tener una vagina tan cerca, estaba tan excitada que yo misma me tocaba con la otra mano mi clítoris, Sofía me requería, quería besarme, me pedía que subiera y sentándonos en la cama unimos nuestras vulvas frotándolas, acariciando nuestros clítoris, los gemidos ya traspasaban la habitación y fue cuando vi a Raúl en la puerta mirándonos mientras se meneaba su pene, su prima también le vio, pero no hicimos nada, el placer era indescriptible, la excitación máxima, cada vez nos frotábamos más fuerte y empezamos a pegar pequeños gritos de placer cuando nos empezamos a correr las dos delante de su primo y no nos importó que nos viera, todo lo contrario creo que nos excitó más si cabe aquel mirón.

Las dos sabíamos que nos habíamos metido en un jardín al permitir que su primo no viera, las dos sabíamos que aquello podría tener consecuencias y quizás lo mejor para salir de eso era dejarle participar con nosotras, así que las dos le hicimos una señal para que se acercara a nosotras pero de momento se quedó allí jugando en solitario.

Me había tumbado, era el turno de Sofía, su primo seguía en el dintel de la puerta mirándonos, en un principio no me había fijado pero entre sus manos tenía un pene tremendamente grande, ahora era yo quien iba a recibir las caricias y besos en mi vagina de mi querida amiga, acaricia mis pezones con los ojos cerrados sintiendo su lengua meterse una y otra vez en mi vagina, estaba volviéndome loca cuando la oí gritar, al abrir los ojos comprendí el porqué de aquel grito tan placentero, su primo, ese chico tímido había por fin aceptado nuestra invitación y se estaba follando a su prima que dejó de lamer mi clítoris para gemir mirándome con la boca abierta y los ojos entornados, poco a poco prosiguió sus caricias conmigo, sentía como su lengua se metía más profundamente cuando su primo empujaba su pene muy dentro de ella se quedaba quieta mientras que le gritaba a mi vagina.

Una tarde de estudio, una asignatura atragantada, un día frío de invierno y sin embargo que buena decisión acercarme a casa de Sofía, Raúl estaba de rodillas en la cama, le tenía entre mis piernas follándome, metiendo aquella tremenda polla en mi interior, haciéndome soltar pequeños gritos cuando la sentía tan dentro de mí, Sofía estaba también sentada de rodillas sobre la cama con las piernas abiertas y mi boca sobre su vagina, penetrándola con mi lengua y acariciando su clítoris con mis dedos.

Su primo me estaba destrozando con sus movimientos, metiendo dentro de mí ese pene tan enorme que entraba y salía de mi vagina haciendo que hilillos de mis fluidos salieran con él, me estaba llevando al éxtasis, apenas podía lamer los labios de Sofía paralizando mis dedos aunque tampoco hizo falta ya porque Sofía se empezaba a correr en mi boca mientras mi cuerpo se arqueaba y recibiendo las últimas penetraciones los últimos empujones tan profundos de aquel pene que empecé a gemir por el orgasmo que estaba sintiendo y mis fluidos empezaron ahogar su pene.

Su primo sacó rápidamente su pene de mi vagina y nos puso a las dos de rodillas chupándosela, esperando a que explotara y por fin aquel portento empezó a eyacular una cantidad enorme de semen, disparado e impactando en nuestra cara y nuestros pechos, nosotras le mirábamos sonriendo mientras se la lamíamos las dos y él, con gesto serio simplemente gemía, Sofía me empezó a lamer el semen de mi boca y yo el suyo, teníamos semen hasta en el pelo, el descanso del estudio se nos fue de las manos un poquito, pero ya era hora, estábamos más relajadas para poder retomar la tan tediosa tarea, su primo se marchó y nosotras…

Nosotras decidimos que no nos había dejado satisfechas así que, fuimos en busca de aquel mirón al salón para que allí mismo nos volviera a follar.

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