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Mi novia sabe cuando le miento (Primera parte)

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Era verano, la segunda mitad de agosto si mal no recuerdo, yo tenía veintidós años y estaba cursando el quinto semestre de mi carrera en la universidad. En mi salón estaba Jessica, la chica con quien salía desde hace bastantes meses y con quien entablé una relación sentimental muy profunda. Nos llevábamos de maravilla y el noviazgo era genial aunque de vez en cuando ella podía llegar a tener un carácter impredecible, sobre todo si de celos se trataba.

-Chicos, es todo por hoy, disfruten su fin de semana y nos vemos pronto -dijo el profesor al igual que cada viernes.

Todos nos levantamos del asiento y tomamos nuestras cosas para dirigirnos a la salida.

-Mis padres se fueron de vacaciones y no volverán en dos semanas, ¿Quieres venir a quedarte conmigo? -Me dijo Jessica mientras me rodeaba con sus brazos.

-Claro -respondí sin pensarlo-, tengo ropa en tu apartamento, podemos ir directo para allá saliendo de aquí.

Jessica era dos años mayor que yo, de complexión delgada, ciento sesenta y dos centímetros de altura y con una piel morena de verdad exquisita. En su rostro se hallaba una sonrisa coqueta, una nariz pequeña pero respingada, una larga cabellera dorada como la miel y un par de ojos color avellana que al menos observador le podrían parecer candorosos pero que en realidad ocultaban un nivel de perversión inimaginable. Sobraba decir que yo estaba loco por ella, con ese atractivo que tenía le era sencillo mangonearme a cualquier hora del día para obtener de mí lo que quisiera y hoy no iba a ser la excepción.

Una vez fuera del salón la tomé de la mano y mientras caminábamos rumbo al auto escuché una voz que decía mi nombre, me detuve, di media vuelta y allí estaba ella, sonriendo mientras me miraba.

-¡Carlos, eres tú! Tanto tiempo sin verte, ¿te acuerdas de mí?

-Claro que te recuerdo, Ximena -dije mientras soltaba lentamente la mano de Jessica-, ha pasado tanto tiempo.

-Lo sé, la última vez que te miré fue luego de graduarnos de la preparatoria, pareciera que fue hace siglos.

Hubo un silencio sepulcral durante unos segundos hasta que ella se acercó para darme un abrazo. No esperaba encontrármela en ese lugar y mucho menos en ese preciso momento, yo estaba tenso de verdad. Ximena y yo nos conocimos en la preparatoria, fuimos lo que podría considerarse "buenos amigos" y yo me sentí profundamente atraído por ella durante mucho tiempo pero jamás se lo dije, ¿Y cómo no hacerlo? desde que la conozco ha estado bellísima. De piel blanca como la nieve, 1.72 metros de altura, ojos oscuros y brillantes, además de unos senos enormes que adoraba sentir sobre mi cuerpo cada que me abrazaba para saludarme. Era toda una vampiresa con ese color rojo en sus labios tan intenso que me tenía obsesionado día con día, ese abdomen perfecto que sobresalía de su blusa corta y unas piernas largas y preciosas con las que fantaseaba sin parar.

-Oye, ¿Me vas a presentar a tu chica? Estabas tomando su mano, así que puedo imaginar que es tu novia. -Dijo Ximena de forma coqueta.

-Tienes razón, lo siento. Ella es Jessica, mi novia -dije mientras tartamudeaba-, nos conocimos hace casi un año y desde entonces estamos juntos.

-Realmente es preciosa, siempre supe que tenías buen gusto con las mujeres. -Dijo riendo de forma simpática.

Jessica sonrió tímidamente y ocultó la mirada.

-Bueno, tengo que ir a clase, además no quiero quitarles más su tiempo. Pero prométeme que cuando estés libre saldremos a tomar un café y a platicar.

-Claro, te lo prometo. Te mandaré un mensaje más tarde para ponernos de acuerdo.

-Me parece excelente, te veré muy pronto -Dijo Ximena mientras me lanzaba un beso con su mano derecha.

Estaba petrificado, no sabía qué hacer o decir. Era obvio que no hice nada malo pero me sentía culpable de saludar delante de mi pareja a la chica que fue mi mayor sentimiento de deseo durante varios años. Lo sé, es estúpido pero estaba seguro que Jessica me haría un interrogatorio más tarde respecto a esto ya que mi actitud delataba todo. Yo tan sólo maquinaba en mi cabeza cómo escapar de esta situación absurda en la que había caído.

El transcurso hasta llegar al auto fue silencioso, el trayecto desde el auto hasta llegar a su departamento lo fue aún más. Entramos a la residencia luego de que estacioné el coche y lo primero que ella dijo luego de haber estado tanto tiempo callada fue: "Voy a tomar una ducha, muero de calor". Asentí con la cabeza y caminé rumbo a su habitación para buscar el cargador del teléfono ya que la batería estaba por agotarse. Me senté en el borde de la cama y me dispuse a mandarle un mensaje por Messenger a Ximena, tal como lo había prometido. Luego de enviar un simple "Hola" en su chat entré a su perfil durante varios minutos para ver un poco de su actividad ya que realmente había pasado tiempo desde la última vez que nos vimos y no estaba muy enterado de su vida ya que no soy una persona muy afecta a las redes sociales. Por sus fotos me di cuenta que estuvo saliendo con un chico tiempo atrás pero al parecer de nuevo era soltera y por algún motivo que desconozco me sentí aliviado. Escuché la puerta del baño abrirse y vi a Jessica salir de ahí completamente desnuda, secándose el cabello con la toalla que llevaba mientras se dirigía a la habitación, cerré el perfil de Ximena antes de que ella entrara y me aseguré que no quedara evidencia de lo que estuve haciendo.

-Es una chica simpática -dijo Jessica caminando hacia el espejo de la recámara, mostrando su delicioso y enorme culo que se meneaba un poco mientras pasaba la toalla sobre él.

-¿De qué hablas? -respondí intentando disimular mi nerviosismo y sin dejar de mirar su cuerpo desnudo.

-De tu amiga, Ximena. Veo que se llevaban bastante bien, ¿No es así?

-Sí, algo así. -dije de forma cortante.

Pasaron 15 segundos en completo silencio.

-¿Alguna vez te la follaste? -Preguntó sin ningún filtro.

No sabía en qué pensar, estaba seguro que este interrogatorio iba a suceder pero era tan grande mi nerviosismo que apenas pude defenderme.

-Pues no, nunca lo hice, ¿Por qué la pregunta?

-Bueno, es obvio que ella te gusta, se te ve en los ojos.

-Eso no es verdad -dije con un tono más serio-, no entiendo por qué piensas eso.

Volteó a verme a través del espejo lanzando una mirada acechadora, digna del mayor de los depredadores. Puso la toalla en la silla que estaba a su lado izquierdo y se dio la media vuelta para mirarme de frente. Mientras se acercaba lentamente no pude dejar de mirar su cuerpo perfecto, esos pechos redondos y deliciosos, su cintura pequeña, su abdomen ligeramente marcado y un bello púbico del mismo color que su cabellera, perfectamente recortado. Era una sensación de nerviosismo y excitación que convergía dentro mí con bastante soltura, algo que con total claridad había experimentado antes.

-Sabes que no puedes mentirme, me doy cuenta cuando lo haces. -dijo mientras su mano derecha se deslizaba en mi entrepierna.

-Creo que te confundes, Jessica, sabes bien que no te haría algo así.

Ella tan sólo sonrió y continuó acariciando mi miembro un poco más, mirándome fijamente a los ojos sin detenerse, luego puso su mano sobre mi pecho y me empujó con fuerza para recostarme en la cama. Comenzó a desabrochar mi pantalón y a quitármelo, dejando expuesta mi verga completamente erecta. Se puso en medio de mis piernas y tomó una liga del cajón para atar su cabello.

-Quiero que sigas hablando, cuéntame un poco más sobre ella y el cómo se hicieron amigos. -dijo a la par que comenzó a meterse mi miembro en su boca-

Esto no era algo nuevo, se había vuelto costumbre recibir una felación suya cada que estaba celosa, pero esta vez su actitud era distinta aunque me costaba identificar en qué. Era todo un espectáculo ver como mi verga entraba y salía de su boca, el ruido que hacía cuando esta llegaba hasta lo más profundo de su garganta y la fuerza con la que succionaba, haciéndome gemir de placer mientras yo intentaba concentrarme en hablar. Improvisé una versión bastante resumida de cómo conocí a Ximena durante la preparatoria con el fin de satisfacer su petición pero al parecer no había funcionado. Jessica se puso de pie y con la saliva que había en mi verga humedeció su vagina, tocándola suavemente con sus manos, acto seguido se puso sobre mí y antes de que pudiera decir algo al respecto ella comenzó a cabalgarme.

-Espera, debo ponerme el condón -dije rápidamente.

-Me importa una mierda el condón, tú no mandas aquí. -respondió con un tono agresivo y una mirada de odio.

-Te prometo que no miento, Jessica.-dije mientras ponía mis manos en su cintura y gemía de placer.

-Tu verga se pone muy dura cada que mientes, ¿Lo sabías? mucho más de lo normal. Así que sólo necesito tenerte dentro de mí para saber si dices la verdad.

Comenzó a cabalgarme con más y más fuerza, poniendo sus manos en mi cuello y moviendo su culo de una forma increíble. De verdad el placer era algo que no puedo describir.

-¡Estoy seguro de que quieres follarte a Ximena, no puedes engañarme! -dijo Jessica.

-Eso no es verdad...-respondí con dificultad debido a la fuerza con la que sus manos apretaban mi cuello.

-¡Quieres penetrarla y venirte sobre ella! ¿No es así?

-De verdad de estás equivocando, ¡Lo juro!

-¡Que delicia, allí está! -dijo con excitación mientras mi verga se ponía tan dura como una piedra-, sabía que mentías y ahora puedo sentir cómo tocas mi útero con tu pene.

Continuamos así durante bastante tiempo, yo me encontraba en las nubes, disfrutando de un placer inimaginable, dejando salir de mi cuerpo un gemido muy fuerte que puso a Jessica incluso más caliente que antes.

-Eres un maldito pervertido, así que será mejor que te enseñe una buena lección.

Ella comenzó a golpearme con su mano abierta y a clavar sus uñas sobre mí. Sabe perfectamente el efecto que causa el dolor en mi cuerpo y cuán duro llego a ponerme luego de ver su lado más agresivo y visceral.

-¡Ya no puedo más, estoy por correrme! -dije con prisa.

-Entonces hazlo, córrete dentro de mí, ¡Ahora!

Intenté quitarla de encima de mí, pero fue imposible, mis brazos no reaccionaban por la falta de oxígeno en mi organismo y acabé llenando todo su interior con mi leche. Ella parecía satisfecha, se había corrido al mismo tiempo que yo y su respiración acelerada delataba completamente el hecho, se acercó para darme un beso en la boca tal como era costumbre y luego se quitó de encima. Mi verga estaba completamente empapada y mi cuerpo agotado, mientras que Jessica hacía su esfuerzo para ir de nuevo a la ducha y poder limpiarse. Me tomó un rato recuperarme del espectáculo, estuve recostado en su cama durante quince o veinte minutos hasta que tuve de nuevo la energía para ponerme en pie y meterme a la ducha.

El resto del día fue de lo más normal, no me atreví a mencionar de nuevo el tema y asumí que acabaría olvidándolo, no era la primera vez que Jessica sacaba su lado más oscuro durante el sexo por una situación absurda, pero sin duda era una de las más remarcables.

Me desperté temprano la mañana siguiente y ví que Jessica no estaba en la cama, revisé mi teléfono y pude ver que Ximena había respondido mi mensaje.

-Hola Carlos, me dio gusto verte hoy. ¿Estarás libre la próxima semana? Tengo muchas ganas de platicar contigo como en los viejos tiempos, incluso puedes traer a tu novia si lo deseas. Déjame un mensaje si es así, podemos vernos en el café que está cerca de la universidad.

Respondí a su mensaje diciéndole que me parecía bien y que le preguntaría a Jessica si quería venir. En un par de segundos recibí de nuevo un mensaje de ella dándome un "Nos vemos pronto".

Me levanté de la cama, salí de la habitación y al llegar a la sala vi a Jessica sentada en el sofá viendo la televisión, cuando me escuchó llegar extendió sus brazos hacia mí en señal de que me sentase con ella. Luego de unos minutos estando en sus brazos decidí mencionarle lo que dijo Ximena.

-La chica de ayer, Ximena.

-¿Qué pasa con ella? -respondió lentamente.

-Bueno, me preguntó si estaría libre el siguiente fin de semana para ir con ella a tomar un café como antes, y me pidió que te preguntase si querías venir también.

-¿Crees que sea buena? -dijo sin dejar de mirar la televisión.

-¿Tú crees que es una mala idea? -dije yo.

Volteó a verme a los ojos y sonrió.

-No me refiero a eso, pensé que quizás querrías un rato a solas para hablar con ella. Cuando hay alguien más uno suele contenerse, pero si no te molesta mi presencia, vale.

-No, no me molesta que estés ahí. Me gustaría que se conociesen, ella es una persona muy agradable, sé que te caerá bien.

-Así será entonces, amor mío.

La actitud de Jessica era completamente distinta a la de ayer. Era como si estuviese hablando con dos personas diferentes, esto lejos de tranquilizarme me hacía sentir extraño por dentro, como si algo me estuviese diciendo que ella planeaba algo.

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Mi nombre es Szandor, este es mi segundo relato en esta página. Este relato está dividido en dos partes, subiré el resto en un par de días y continuaré trabajando luego de eso ya que aún tengo bastante por contar. De todo corazón espero que lo disfruten y que puedan darme sus opiniones para seguir mejorando y poder traerles más y mejor contenido.

Un abrazo.

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