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Mi primera vez... sorprendido

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Hola a todos. Soy Santiago, tengo 18 años de edad, delgado y de 1.65 m. por cosas del azar terminé viviendo en casa de mi tía desde hace poco mas de 6 meses. Ella, en sus cincuenta años, tuvo una pareja por 12 años, pero desde hace 10 meses está “sola”.

Tiene su negocio en la parte delantera de la casa y yo le ayudo en las tardes al regresar de la universidad.

Mi tía suele ser visitada por un albañil mayor y se quedan encerrados en la habitación desde el viernes en la tarde al domingo en la mañana. Sé que él está ahí porque mi tía me deja al mando del negocio los viernes y regresa los lunes. Ella apenas sale de su habitación a preparar comida o buscar hielo.

Él es gentil conmigo y me trata bien. Aunque es muy poco lo que hablamos.

Un sábado mi tía salió cerca del mediodía y me comentó:

-Santi, ahí queda mi Ángel, está un poco tomado y nos dormimos tarde, no creo que se despierte, si lo hace; calienta salsa y le llevas algo para que coma, que me espere. Es una orden.

-Si tía, descuida. En un rato veré como está.

Mi tía salió como un tren y me quedé en el negocio hasta el mediodía. Al mediodía antes de ir por comida decidí ver como estaba Ángel. Una leve obscuridad reinaba allí, el olor a sudor, licor y un aroma diferente me llegó, intenso y provocativo.

Detallé el lecho de mi tía, allí estaba él; ronroneaba y apenas estaba arropado en el pecho, seguí mirando y noté por primera vez el bulto, su bulto dentro de un bóxer flexible, reposando en dirección a su ombligo, grueso y estaba seguro que excitado. Su respiración me indicaba que dormía profundo.

No sé porque, pero empezó mi boca a salivar y aumentó mi curiosidad por ver su miembro. Me acerqué lento y con mis dos manos tomé el borde del bóxer, lo alcé y desplacé hacia abajo. Era un miembro que superaba al mío como el triple de grueso y más de la mitad de largo. Incliné mi cuerpo y de rodillas al lado de la cama me ubiqué más cerca de él. Terminé de desplazar el bóxer y quedó ante mí, una verga gruesa y brillante, maciza.

Acerqué mi rostro un poco más y pude sentir el olor, no se definirlo, pero estaba seguro que era la mezcla del sexo de mi tía y el semen de él.

Temblando, mi mano lo tomó cerca de su pubis y lo apreté suavemente, Ángel respiró una vez profundamente y siguió su ronroneo.

Lo levanté un poco, sin dudarlo ni un segundo lo olí muy cerca y abrí mis labios.

No debía chuparlo porque seguro le haría despertar, pero no podía dejar de desear sentirlo dentro de mi boca. Abrí lo más que pude e introduje esa lanza de aromas, dentro, suave, sin lamer ni chupar, sólo que mi saliva lo empapara y poder sentir su sabor, agrio y extraño.

Así lo mantuve un buen rato, mientras notaba que aún leves gotas de un líquido espeso fluían de ese inmenso miembro, las saboree, las trague, las olí. Era un néctar desconocido.

Así seguí unos momentos más. Decidí que este no era el mejor camino ni momento, retiré esa gruesa vara de mi boca y en silencio me retiré.

Mientras estaba en la cocina, llegó mi tía.

-Santiago hola, ¿cómo quedó mi Ángel?

-Hola tía, hace poco entré y le escuché sus ronquidos. -conteste sin mirarle, con miedo a ser descubierto.

-Qué bien, aunque Ángel no ronca.

Seguí con la vista a mi tía ir a su habitación. Calentada la comida, fui a la sala y me senté a la mesa. Mi tía fue por comida para ambos y antes de volver a su habitación, dijo a mis espaldas:

-Ángel está tan deseoso de mí, que dice que soñó que yo le chupaba mientras él dormía. Eso me hace sentir bien, aún en mi ausencia, me sueña.

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