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Mi tía, mi prima y la montaña

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Acababa de terminar el bachillerato y el acceso a la universidad. Estaba contento, pero a la vez algo triste pues no salíamos de vacaciones. Mis padres trabajaban todo el verano y mis amigos se iban los dos meses, vamos que me iba a quedar más solo que la una.

-He estado hablando con la tía Josefina y me ha dicho que si te apetece puedes ir al pueblo a pasar unos días!

-Joder, y que voy a hacer en el pueblo! No conozco a nadie!

-Tienes a tu prima Laura, te puedes ir con ella a la playa y seguro que te puede presentar a la gente de por allí!

Apenas recordaba a Laura. Tenía un año más que yo y hacia como cuatro años que no la veía. Dado que no me quedaban más opciones, decidí aceptar.

Hice la maleta y al día siguiente me puse en marcha. Tuve que coger el tren y después un autobús que me dejo en el pueblo costero a media tarde. Mi prima me debió de conocer por la cara de pasmado que debía de tener al bajar del autobús y se acercó hasta mí.

-Hola, tú debes de ser Gustavo! Me dijo con una gran sonrisa.

La miré pero no la podía reconocer. “Joder, como está!” Pensé mientras intentaba balbucear un saludo.

-Si, pero llámame Gus! Tú debes de ser Laura!

-Hola primo! Me dijo dándome un eufórico abrazo y dos besos en las mejillas.

Sus tetas impactaron contra mi pecho como si lo quisieran derribar, y sus labios carnosos humedecieron mi cara levemente. Yo no podía salir de mi asombro, estaba tremenda! Media casi como yo con unas tetas imponentes escondidas bajo una camiseta blanca que dejaba ver la marca de unos poderosos pezones. Sus cortos shorts dejaban ver unos prominentes muslos muy bien contorneados. Sus piernas eran largas y acababan en unas botas que parecían de montaña. Llevaba una melena castaña recogida con una coleta que dejaba ver completamente su cara de piel morena con ojos claros y una gran boca moldeada por gruesos labios sin pintar.

-Me alegro mucho de que hayas venido! Vamos, que mamá está deseando verte!

Dijo agarrándome del brazo cariñosamente y tirando de mí. Llegamos a su coche, un todo terreno cubierto de polvo, parecía que le debía dar bastante uso por el campo.

-Vivimos a tres kilómetros del pueblo. Aquí hay muchas casas salteadas por toda la montaña. Acabé el bachiller y decidí coger un puesto de cartera que había libre, así que me paso las mañanas repartiendo cartas y por la tarde cuido un huerto que he montado en la parte trasera de la finca.

No paró de hablar todo el camino, pero su sonrisa era espléndida y candorosa. Parecía muy entusiasmada con mi llegada y yo empezaba a estarlo también cada vez que miraba sus tetas. Pasamos varias casas aisladas a lo largo del camino hasta que llegamos a la suya. Estaba en una zona alta desde la que se veía el valle. Era grande, de dos pisos, rodeada de un muro alto de piedras al que no podía ver el final. Abrió la puerta automática de la entrada y atravesamos medio centenar de metros hasta llegar a la casa. Todo estaba cubierto de una hierba verde brillante, seguro que debía de llover a menudo.

Según salíamos del coche apareció mi tía, con una bata de andar por casa que dejaba ver parte de la raja que formaban sus tetas. Era una mujer delgada, algo más baja que Laura, pero bajo su bata pude notar un cuerpo esbelto y bien contorneado. El pelo, algo rojizo, también lo llevaba sujeto con una coleta, como Laura. Sus ojos me parecieron escrutadores y su boca también era amplia con unos labios densos que se extendían formando una adorable sonrisa.

-Hola hijo! Que ganas tenía de verte!

Su abrazo fue tremendo en el que también sentí sus tetas aplastarse contra mi pecho. No tuvo bastante con dos besos y me lleno las mejillas con unos cuantos.

-Que bien que estés aquí! Si esperas más ya ni te conocemos! Cuantos años tienes ya?

-Dieciocho tía. Yo también estoy encantado de veros! Dije como cumplido.

-Dios mío! Ya estás hecho todo un hombre! Y vaya altura! Me dijo dándome unas tiernas palmadas en las mejillas.

-Vamos, pasa, pasa! Que pena que tu tío no esté, se pasa meses fuera pescando! Te enseñaré la casa!

Me dijo agarrándome del brazo como había hecho Laura anteriormente. Me enseñaron la casa sin parar de hablar. Era bastante grande, un salón enorme en la parte de abajo y la cocina, también grande. Una habitación, un trastero y un cuarto de baño abarcaban todo el resto. En la parte de arriba, cuatro habitaciones y dos cuartos de baño. Las habitaciones daban a ambos lados. La de Laura y la que me habían asignado daban a una terraza trasera y la de mis tíos y la que quedaba libre, a otra en la zona delantera. En la parte trasera había un pequeño estanque que me dijeron que hacía las veces de piscina cuando el tiempo lo permitía, aunque parecía estar nublado a menudo.

-Has traído pantalones cortos y botas de montaña? Me dijo Laura.

-Si claro, ya me lo advirtió mi madre.

-Pues póntelos. Te enseñaré mi sitio preferido!

Me dijo Laura con una sonrisa que no supe definir, además, cada vez que hablaba creo que miraba más sus tetas que a su cara. La potencia de todo su cuerpo me impresionaba. Deshice la maleta con rapidez y me puse los pantalones cortos, una camiseta y las botas de montaña.

-Volveremos antes de que se ponga el sol! Gritó Laura mientras montábamos en el todo terreno.

-Ya verás! Te van a encantar las vistas! Me dijo con entusiasmo ya de camino.

-Paso mucho tiempo sola y me gusta buscar lugares nuevos. Este es uno de mis preferidos al que nunca he visto subir a nadie!

Condujo unos tres kilómetros monte arriba entre árboles por un camino que tenía pinta de no transitarlo nadie. Llegamos al final del camino y nos bajamos, yo solo veía árboles. Me agarró de la mano y tiró de mi para continuar andando por un estrecho sendero. A unos doscientos metros llegamos a lo que parecía lo más alto y se abrió un claro desde el que se veía el mar. El suelo era como una alfombra de alto césped y una suave brisa recorrió nuestros cuerpos.

-Te gusta?

-Joder, es espectacular! Contesté mirando el extenso horizonte que formaba la línea marina.

Estaba agarrada a mi brazo y podía sentir una de sus grandes tetas contra mi costado, algo que me impedía apreciar toda la belleza del paisaje.

-Vengo a menudo y a veces me pasó una hora admirando el paisaje.

-Lo entiendo, creo que yo haría lo mismo.

-Me encanta compartirlo contigo! Me dijo dándome un beso en la mejilla más largo de lo que suele ser habitual.

-Te diré un secreto! Volvió a decir al separar sus labios. Puso la boca pegada a mi oreja y me susurró.

-Algunas veces me desnudo y ando entre los árboles para sentir la brisa que llega del mar!

La miré con cara de sorpresa y lo único que se me ocurrió decir fue.

-Debe ser estupendo! Mis ojos la veían vestida, pero mi mente ya la había desnudado contemplando ese cuerpo correteando entre los árboles.

Noté como mi polla daba un respingo bajo el pantalón y se me ocurrió otra frase.

-Por mí no te cortes!

Su sonrisa se volvió más pícara.

-Bueno, desnuda no, pero si me acompañas podemos hacerlo los dos en ropa interior! Susurró con cara de niña traviesa.

Pensé que si me quedaba en calzoncillos se me notaría más el abultamiento que ya había comenzado.

-Estás segura que por aquí no viene nadie?

-Muy segura! Dijo sacándose la camiseta por la cabeza.

Ahora pude ver sus grandes tetas tan solo tapadas por un sujetador color azul claro que las contenía con fuerza. Los pezones se marcaban claramente y parecían intentar reventar la tela.

Me miró con la misma cara de niña traviesa esperando mi respuesta a su acto. De inmediato me quité la camiseta dejando mi torso al aire. Sentí como sus ojos penetrantes me atravesaban a la vez que los míos se comían sus tetas.

Se desabrochó el botón del pantalón lentamente esperando que yo lo hiciera a la vez, y así lo hice. Al momento los dos pantalones caían al suelo, dejando ver mis bóxer algo abultados, y sus preciosas braguitas azules a juego con el sujetador.

-A ver si me pillas! Jajaja!

Comenzó a corretear entre los árboles cercanos al claro como si fuera una niña pequeña. Sin pensármelo salí tras ella como un depredador tras su presa. Podía ver su culo duro bailando a cada saltito que daba y mi polla se endurecía más por momentos. Al poco la agarré por la cintura, aunque creo que se dejó atrapar pues en ese medio era más hábil que yo. Se dejó rodear por mis brazos hasta pegar mi pecho a su espalda.

-Te cogí! Le susurré al oído pegado a su espalda, restregando mi polla contra su duro culo.

-Jajaja, el león ha pillado a la gacela. Y ahora que hará, se la comerá?

Dijo poniendo sus manos sobre las mías cruzadas en su vientre. La pregunta había sido demasiado directa, al menos eso pensaba yo, y decidí dar un primer paso.

-La probaré, a ver si me gusta el sabor de su carne!

Le besé un lado del cuello con los labios y noté como movía la cabeza hacia el otro lado para dejarme espacio. Volví a posar los labios y ahora mi lengua recorrió una buena parte dejando la piel húmeda a su paso.

-Te gusta el sabor de la gacela? Susurró moviendo su hermoso culo para sentir la dureza que se había generado bajo mis bóxer.

-Me está empezando a gustar! Susurré subiendo las manos hasta sus grandes tetas. Las presioné hundiendo los dedos y sentí su carne dura mientras pasaba mi boca hacia el otro lado de su cuello. Mi lengua lo recorrió con lentitud, saboreando cada centímetro de su piel tersa.

-Ummm, primo… me está gustando más este sitio que cuando vengo sola!

Comenzó a girar su cuerpo hasta quedarse frente a mi. Su boca entreabierta se quedó a escasos centímetros de la mía y pude sentir su aliento cálido envolviendo mis labios. Los acerqué a los suyos y los besé con suavidad. Los despegue para mirarla a los ojos, unos ojos que me miraban con deseo. Se abrazó a mi cuello y yo a su cintura para besarnos de nuevo. Ahora fue un beso largo y húmedo, paladeando el interior de nuestras bocas. Bajé las manos hasta su culo y hundí mis dedos en él apretándolo contra mi cuerpo. Ella presionó las tetas contra mi pecho al sentir la dureza de mis bóxer entre sus piernas y acabamos devorándonos las bocas y mordisqueándonos los labios. Ella no dudó en bajar una mano hasta llegar a los bóxer y tocar mi polla a través de la tela.

-Ufff, como está esto!

Susurró mirándome a los ojos, y volvió a devorarme la boca a la vez que metía la mano dentro de los bóxer para agarrar todo el tronco duro que se había formado.

Yo subí una mano para manosear sus grandes tetas mientras con la otra palpaba su duro culo. Su fogosidad había penetrado mi mente haciendo que mi cuerpo ardiera como el fuego.

-Como me alegro de que hayas venido, primo! Me susurró contra mis labios sin dejar de manosear mi polla.

El sol ya había caído tras el horizonte y ya solo pensaba en tirarla contra la hierba y comérmela entera cuando soltó mi polla y me dijo con cara de pilla.

-Se hace tarde primo y tenemos que regresar, pero mañana tendremos más tiempo!

Me quedé pasmado con la polla erecta como un mástil reventando mis carboncillos.

-Vamos, vístete que oscurece muy deprisa y no quiero bajar por este camino de noche!

Me puse la camiseta y los pantalones intentando no partirme la polla y bajamos hasta el coche casi sin hablar. Cuando montamos me dio un beso rápido sobre los labios con una sonrisa algo perversa.

-Hoy no estaba preparada para esto, pero creo que lo vamos a pasar muy bien!

Yo me había quedado mudo intentando entender lo que había pasado.” ¿Sería mi prima una calientapollas?” Fue lo primero que se me vino a la cabeza.

Cuando llegamos ya se había hecho de noche, en eso llevaba razón, y mi tía la reprendió suavemente.

-Llegáis tarde! Sabes que no me gusta que conduzcas de noche por esos caminos!

-Lo sé mamá, pero es que hemos subido muy tarde y no lo he podido evitar!

-Ya está la cena! Te ha gustado el sitio Gustavo?

-Llámame Gus tía, y si, en un sitio precioso!

Cenamos en el salón con una conversación animada recordando mi tía de cuando éramos pequeños. Había notado que mi tía se había cambiado la bata por un vestido veraniego y también se había perfilado los labios con un toque de carmín rojo suave. La verdad es que era un buen cambio, ahora el vestido marcaba unas bonitas curvas en su cuerpo. El escote dejaba ver una buena parte de sus tetas, aunque no tan grandes como las de Laura, y su culo, también más pequeño, era de un redondo perfecto. El vestido, que le llegaba a la mitad de sus muslos dejaba ver gran parte de unas bonitas piernas, calzadas con sandalias con un ligero tacón.

Cuando acabamos, mi tía nos ofreció tomar una copa.

-Tomárosla vosotros que yo me voy a dormir. Me levanto a las cinco de la mañana para recoger el correo antes de empezar a repartirlo, jajaja! Río muy alegre.

Sin cortarse, me dio un suave beso en los labios.

-Hasta mañana primo! Y no hagáis mucho ruido! Comentó a la vez que le daba un beso a su madre también en los labios, algo que me sorprendió.

-Vale, nos la tomaremos en el jardín de delante para no molestarte! Contestó mi tía.

Laura desapareció escaleras arriba y mi tía me indico para que la siguiera hasta la cocina. Era mi tía, pero ir tras ella viendo cómo movía el culo al andar hizo que mi polla no respetará el parentesco dando un buen respingo. La cabrona de mi prima ya me había puesto demasiado caliente y sería difícil acostarme tranquilo.

Preparó dos vasos con hielo y añadió el whisky que le había pedido, ella también tomaba lo mismo. Me pasó uno y con sonrisa aparentemente tierna me dijo.

-Ya veo que habéis congeniado bien!

Rápidamente pensé que lo decía por el beso que me había dado en los labios.

-Pues si, creo que nos hemos entendido rápidamente!

-Eso me alegra mucho!

Se había recostado sobre la encimera con el caso en la mano. Yo estaba enfrente, a un escaso metro de ella, también con el caso en la mano. Su media sonrisa comenzaba a ponerme nervioso, no sabía si sospechaba algo.

-Es guapa verdad! Afirmó después de dar un sorbo sin perder mi mirada.

-La verdad es que es muy guapa! Contesté pensando en que la respuesta sería “Está como un tren!”

-Tu también eres muy guapo, aunque dicho por una mujer de cuarenta y cinco años no te sabrá a mucho!

-Que va tía! Estoy encantado de que me lo digas! Además, – continúe a la vez que me acercaba a su cara – esta mujer de cuarenta y cinco años está estupenda!

Acabé susurrándole al oído como un cariñoso alago sellándolo con un beso en su mejilla.

-Gracias hijo! Paso mucho tiempo sola y nunca recibo halagos, y menos de chicos apuestos como tú, jajaja!

Y me correspondió con otro beso en mi mejilla, aunque ligeramente más largo que el mío.

-Pues no es un alago, es la pura realidad. Estás estupenda!

Dije reafirmándome en mis palabras anteriores. Su sonrisa se amplió levemente y se me ocurrió mejorar mi respuesta.

-Y me encantará hacerte compañía el tiempo que pase aquí!

Su reacción me pilló por sorpresa. Se abrazó a mi sin soltar el vaso, pero pude sentir su otra mano acariciando mi cuello a la vez que pegaba su mejilla a la mía.

-Gracias hijo, eres un cielo! Susurró a mi oído.

Yo correspondí a su abrazo acariciando su espalda con la mano que me quedaba libre mientras sentía un par de besos cálidos en mi mejilla. El contacto con su cuerpo hizo que mi polla, que no acababa de bajar, volviera a dar otro respingo. Creo que me puse colorado pensando si lo habría notado.

Separó la cara para mirarme a los ojos y después de unos segundos, que se me hicieron eternos, susurró.

-Estoy muy contenta de que hayas venido y espero que te quedes los dos meses de verano!

Después me dio un cálido beso en los labios, sin lengua, pero su cálida humedad penetró en mi boca. Pensé en mi tío Nicolás, su marido, que apenas debía estar en casa por su trabajo de pesca de altura, mientras me agarraba del brazo para salir al jardín delantero.

-Y tío Nico, pasa poco tiempo en casa?

-Apenas un mes al año y repartido en días!

Entendí que mi tía mantenía escaso sexo con su marido.

-Y que tal llevas eso?

-Pues no muy bien, pero es lo que hay!

Contestó algo afligida. Quise animarla un poco y decidí comprobar sus expectativas.

-Pues eres una mujer atractiva, deberías salir más y relacionarte con gente.

Creo que entendió mi sugerencia y me miró con sonrisa irónica. Dejamos los vasos sobre la mesa que había bajo una de las tres farolas y nos sentamos de lado, uno frente al otro. Cruzó sus bonitas piernas y la tela del vestido se subió dejándome ver uno de sus potentes muslos al completo. No pude evitar mirarlo a la vez que ella controlaba mi mirada. Después de esos segundos de cierto coqueteo, me contestó a la sugerencia.

-Hijo, este pueblo es pequeño y prácticamente nos conocemos todos. Si bajara y tomara una copa con alguien al día siguiente sería la comidilla de todo el pueblo!

Me dijo a la vez que cruzaba las piernas lentamente en sentido contrario. Otra vez mi vista se disparó impulsivamente intentando verle las bragas y ella volvía a controlar mi mirada.

-Vaya, es el problema de los pueblos pequeños! Contesté sin saber que más decirle, pero ella no quiso dejar el tema.

-Bueno, llevo tiempo sola y he aprendido a encontrar… cierta felicidad!

Comentó para después dar un buen trago al whisky. Después descruzo las piernas para dejarlas semiabiertas y otra vez mi vista se disparó buscando el final de los robustos muslos. Ahora podía ver mínimamente parte de sus bragas, que parecían blancas bajo la luz de la farola. Ella sonreía con una pizca de lascivia viendo cómo mis ojos atisbaban entre sus piernas. Su comentario había sido claramente una alusión a su masturbación y continúe con el tema.

-Bueno tía, eso es normal, yo también busco mi propio placer.

-No sales con ninguna chica?

-He salido con varias, pero nada serio, y al final me acaban dejando!

-Y por qué te dejan?

Era una pregunta normal, y la respuesta era simple, aunque no tanto para contárselo a tu tía. Bueno, llegados a ese punto, sentados en el jardín de su casa y enseñándome las bragas en la penumbra, por qué no decirle la verdad.

-Verás tía, soy muy activo sexualmente y claro, llega un momento en el que ya no aguantan!

Fue una frase contundente, pues vi como su cara cambiaba de una forma que no sabría definir.

-Ah, si? Y… necesitas… mucho… sexo?

Preguntó con cierta ironía mientras abría más las piernas dejándome ver sus bragas claramente.

La hermana de tu madre no suele hacerte esas preguntas, pero claro, tampoco te enseña las bragas. Ambas cosas me estaban produciendo un tremendo morbo que afectaba al tamaño de mi polla, vamos, que tenía el pantalón a punto de estallar.

Ya no me corté y le respondí pasando la mano por encima del bulto que se me había creado.

-Pues más de lo que puedas imaginar!

Su cara pareció iluminarse ante mi respuesta y no me corté en preguntarle.

-Y tú?

Ella sonrió con la misma ironía que mantenía desde el inicio, y su respuesta fue evasiva.

-No te revelaré mis secretos el primer día de tu estancia, jajaja!

Rió tras su respuesta. Dio otro buen trago acabando el whisky mientras controlaba mi mirada que no paraba de subir y bajar dividiéndose entre el canalillo que formaban sus tetas y las bragas. La conversación se había quedado en un punto muerto y yo no sabía cómo seguir. Había adoptado una postura que mantenía mi vista tan ocupada y mi mente era incapaz de seguir una conversación. Fue mi tía la que cambió el tema después de que apareciera la luna tras una de las montañas.

-Sabes algo que hecho de menos, dar un paseo bajo la luz de la luna con una buena compañía!

-Te parezco una buena compañía?

Contesté de inmediato. Ella volvió a sonreír con esa ironía que se dibujaba en sus labios.

-Es posible, pero habrá que probarlo!

Dijo levantándose de la silla. Yo hice lo mismo y ella levantó un brazo para que me pusiera a su lado. Lo hice pasando mi brazo por su cuello a la vez que ella rodeaba mi cintura. Comenzamos a caminar rodeando la casa para acceder a la parte trasera donde daba la habitación de Laura.

-No despertaremos a Laura caminando por aquí?

Susurré a su oído para acabar dándole un fugaz beso en el cuello para ver si reacción. No se inmutó, tan solo giró la cabeza para susurrar a mi oído.

-Esto es bastante grande y nos alejaremos lo suficiente para que no nos oiga!

-Cuando acabó la frase me beso en el cuello como había hecho yo, pero su beso fue algo más largo y húmedo. Nuestros cuerpos se pegaron más y los dedos de la mano que rodeaban su cuello rozaban la parte alta de sus tetas. Habíamos caminado unos cien metros y los frondosos árboles ya no dejaban ver la casa. En un pequeño claro apareció un banco.

-Mira, en este banco me siento algunas noches sola para ver la luna y las estrellas!

Me susurró a la vez que nos sentábamos.

-Pero hoy no estás sola!

Le dije mirándola a los ojos con mi boca a escasos centímetros de la suya. Ella mantuvo la mirada unos segundos y con lentitud abrió los labios. Pegué los míos a los suyos y los besé con suavidad, sin lengua, tan solo el contacto de la jugosa carne. Ya no sabía si era el morbo de que fuera mi tía, o su forma de actuar, pero había algo en esa mujer que provocaba lo más profundo de mi mente. Le di varios besos más, tan solo con los labios hasta que sentí su mano tras mi cuello. Ahora fue ella la que me beso, sentí como su lengua penetraba en mi boca y la recorría paladeando el interior. El beso se fue haciendo más intenso, más ardiente y subí una mano hasta sus tetas. Las toque sobre la tela y busqué nerviosamente los botones para desabrocharlos. Conseguí desabrochar uno a duras penas, y después otro. Sus bonitas tetas quedaron al aire pues no llevaba sujetador. Ahora mis dedos palparon los pezones que se habían endurecido como grandes garbanzos. Mi lengua salió de su jugosa boca para bajar por el cuello impregnándolo de saliva, baje con la lentitud que puede pues el deseo me desbordaba, quería sentir la carne de sus tetas antes de llegar a los pezones. Mi lengua rodeo uno de ellos y mis labios lo engulleron. Ella echo la cabeza hacia atrás y emitió un gemido de placer.

-Cuanto tiempo llevaba deseando esto!

La oí balbucear entre el canto de los grillos. Chupé el pezón con ansia devoradora y pasé al otro para embadurnar lo de saliva. Lo succione con fuerza, haciéndola gemir de nuevo mientras ella apretaba mi cabeza con sus manos sin dejar de gemir.

Seguí desabotonando el vestido hasta abrírselo por completo. Mi mano había quedado entre sus muslos y los sobé con delicadeza. Abrió las piernas indicándome el siguiente paso, y pude ver el reflejo de sus bragas blancas iluminadas por la luz de la luna. Toqué la tela y la sentí mullida para mí sorpresa. Metí los dedos y una mata de bello rizado los envolvió. Estaba acostumbrado a los coños depilados de las chicas con las que había salido y el coño velludo de mi tía generó más morbo del que ya me dominaba.

Mis dedos se introdujeron entre ese pequeño bosque hasta alcanzar una gran raja. Mi tía gimió más fuerte y apretó mi cabeza contra sus tetas hasta casi dejarme sin respiración.

-Diosss, hijo! No te pares! Sigue, sigue!

Introduje un dedo y su vagina se lo trago entero. Mi tía movió el culo sobre el banco haciendo que su coño succionara y expulsará el dedo y en pocos segundos noté como me lo mojaba. Lo saqué para poder arrodillarme entre sus piernas y tiré de sus bragas. Se las saque por los pies a trompicones pues mi deseo de ver su coño peludo me impedía hacer las cosas con delicadeza. La luz de la luna iluminó ese triángulo boscoso y mi boca se abrió ante esa imagen deliciosa. Me pareció sexy y excitante, quizás fuera por qué era la primera vez que veía un coño sin depilar.

Puse una mano sobre el rizado pelo y lo acaricié para sentirlo. Ufff, era algo nuevo y diferente, y eso atrae, y a mi me atrajo como las polillas a la luz.

Retiré la mano y ahora fue mi tía la que la pasó de abajo a arriba por toda su mata.

-Te gusta? Se que las chicas se depilan porque me lo ha dicho Laura!

Asentí con la cabeza pues no era capaz de vocalizar nada. Después bajo su otra mano y lo abrió con los dedos mostrándome una sonrosada carne. Me lancé contra sus piernas y comencé a lamer como un perro. Lo lamía de abajo a arriba hasta llegar al clítoris y a cada toqué de mi lengua arrancada un gemido de la boca de mi tía. Después de varias lamidas penetre con la lengua hundiendo mi boca entre los labios del coño. Noté como su cuerpo temblaba y volvió a correrse soltándome una cascada de flujo en plena boca.

-Ahhh, dios mío! Que gusto!

Dijo entre jadeos mientras despegaba mi cara empapada de su coño. Me incorporé hasta ponerme de pies observando su cuerpo desnudo con el vestido abierto. En la semioscuridad me pareció delicioso, pero tenía ansia por verlo a plena luz. Alargó sus manos y desabrochó mi pantalón que estaba tremendamente abultado, y tiró de ellos junto con los bóxer. Mi polla salió de su prisión erguida y dura apuntando a su cara. Atisbe entre las sombras su sonrisa irónica y algo perversa cuando agarró el tronco venoso y sentí su mirada penetrante sobre mi capullo hermosamente hinchado. Su voz fue tan irónica como su sonrisa cuando me dijo.

-Vaya polla que tiene mi sobrino!

No pude evitar responder con la misma ironía.

-Le gusta a la tía la polla del sobrino?

Tampoco ella pudo evitar reirse.

-Jajaja, ya te lo diré cuando la pruebe!

Sin más preámbulos, engulló el capullo y comenzó a lamerlo dentro de su boca. Le dio varias chupadas y se lo sacó para lamer los huevos y subir por el tronco hasta engullirlo de nuevo. Lo repitió varias veces haciendo que me pusiera como un verraco. Estaba de pies y ella me la chupaba sentada en el banco, baje las manos hasta sus tetas y comencé a sobármelas. Ella avanzó con los labios por el tronco hasta que sentí como chocaba mi capullo contra su garganta. Di un respingo y apreté más sus tetas.

-Despacio cielo, las tengo muy sensibles!

-Perdona tía, pero es que… la chupas de maravilla!

-Pues solo acabo de empezar!

Susurró con cierta prepotencia, una prepotencia que me demostraría con creces.

Se volvió a meter el capullo en la boca y después de varias chupadas me agarró suavemente los huevos con una mano y la otra la paso bajo mis piernas hasta llegar al culo y agarrarme lo con fuerza. Comenzó a avanzar con los labios suavemente apretados al tronco hasta que de nuevo chocó contra su garganta. Esta vez aguante el respingo mientras movía sus labios succionando. Yo ya estaba que me salía, y sobaba sus tetas intentando no apretarlas demasiado. Al momento noté como sus labios avanzaban más y sentí mi capullo atravesando su estrecha garganta.

No fue un respingo, más bien las piernas me temblaron al sentir toda mi polla dentro de su boca.

-Ahhh! Joder… tía! Como la chu… ahhh… pas! Diosss!

Su mano sobaba mis huevos y sentí como la punta de un dedo de la otra penetraba mínimamente en mi culo.

-Ahhh! Ahhh!

Un chorretón de leche atravesó mi polla para ir directamente a su garganta. Se la sacó hasta la mitad y comenzó a chupar como un bebé ansioso de leche materna. Un chorretón llenaba su boca y se lo tragaba dejando espacio al siguiente, hasta que el último la desbordó derramándose entre sus sensuales labios. A los pocos segundos mis piernas dejaron de temblar y mi tía dejo de chupar. Pude ver con los ojos semicerrados por el éxtasis como se limpiaba con el dorso de la mano el sobrante de semen que chorreaba por su barbilla.

-Dios mío, cielo! Pues si que tenías leche acumulada!

Yo no estaba para decir nada, mis piernas habían dejado de temblar pero mi mente no. Todavía seguía disfrutando de ese pedazo de mamada que me acababa de hacer mi tía. Cuando la oí decir.

-Joder, y todavía sigue dura! Que delicia!

Se levantó y me abrazó con una mano mientras con la otra seguía abrazando mi polla. Me beso con sutileza, lamiendo mi paladar y devorando mis labios, mientras restregaban la polla contra su raja.

-Me encanta que siga dura porque ahora me la vas a meter bien dentro de mi coño!

(10,00)