Llevaba más de un año desde que Roberto me cogió por primera vez, en más de una ocasión me pidió que me fuera a vivir a su departamento, pero nunca acepté, pensé que vivir con él sería vivir una relación de pareja, además como explicaría a mis padres que estaba viviendo con un hombre maduro, mis padres me iban a visitar en forma periódica, cada 4 o 5 meses, y además eran los encargados de pagar la renta de mi departamento, la cual pagaban con transferencia bancaria directamente al dueño, y les gustaba tener contacto con el dueño, ya que me decían que les daba mayor seguridad saber a quién dirigirse por cualquier emergencia o que no pudieran localizarme, además en cada visita cuestionaban al dueño sobre mi comportamiento, cosas de padres.
Como ya se había hecho costumbre durante la semana entrabamos al chat y juntos protagonizábamos alguna fantasía escrita, la cual posiblemente llevaríamos a cabo el siguiente sábado, en esta ocasión, me dijo que me tenía una sorpresa el sábado, quise indagar, pero no me quiso dar detalle.
Me puse a pensar cual sería la sorpresa, y me di cuenta que pronto sería mi cumpleaños, pensé que tal vez esa sería la sorpresa, pero enseguida la deseché, solamente en una ocasión me preguntó mi cumpleaños y eso había sido ya un par de meses, cuando me llevó a celebrar su cumpleaños en una cabaña en Huasca, Hidalgo.
Llegó el sábado y realicé mi aseo personal como de costumbre y me puse un conjuntito de bra y tanguita de color rojo que me quedaba muy sexy y que Roberto me había regalado y unas mallas negras, me puse mi pantalón y playera y salí a mi encuentro con Roberto.
Como de costumbre ya estaba el auto de Roberto esperando, pero al acercarme noté que no estaba solo, había otra persona en la parte de atrás.
Me extrañó mucho la situación, paré un segundo para ver si esa persona bajaba, pero Roberto que estaba esperándome me vio y me hizo señas que me acercara y me subiera al auto.
Con algo de confusión me acerqué y me subí al auto.
– Hola Ariel, mira, te presento a Pedro.
– Mucho gusto, señor, le contesté acercando mi mano para estrecharla.
– Mucho gusto princesa- respondió Pedro, al tiempo que jalando mi mano me acercó a él y me daba un beso en la mejilla.
Mi cara era de sorpresa, me quedé helado, sin saber qué hacer, cuando Roberto al ver mi estado sonrió y me dice:
– Recuerdas cual es la fantasía que me dijiste hace algunas semanas?
En ese momento recordé que le había dicho a Roberto que mi fantasía era hacer el amor con dos machos, pero era solo una fantasía, no tenía intención de llevarla a cabo.
– Me has complacido en todo, y quiero hacerte realidad tu fantasía, dos machos que te follen y te llenen de leche amor.
Mi mente dudaba en decir algo, explicarle que era solo una fantasía, si bien el hecho de estar con dos machos me daba mucho morbo, también tenía temor a contagiarme de alguna enfermedad venérea o incluso de VIH, no conocía a esta persona.
– Ya sé lo que estás pensando Ariel, ja ja, pero no te preocupes, contacté a Pedro por medio del chat, para hacer un trío, y entre varios candidatos fue el mejor, es un hombre casado, que quiere probar algo diferente, aburrido de la monotonía, con su esposa – mencionó Roberto.
– Es cierto, princesa, tu macho te cuida y mucho, te diré que hasta me hizo que sacara unos análisis clínicos y que se los enviara por correo, para demostrar que estoy limpio, ja, ja, – intervino Pedro.
– Si amor, eres mi cosita más preciada y tengo que cuidarte, ja ja,- volvió a intervenir Roberto, dándome una palmada en la pierna.
– Sabes, el sexo se ha hecho monótono con mi esposa, Roberto me ha contado algunas cositas de ti, y estoy ansioso de tenerte, mi esposa nunca me ha dejado penetrarla por la colita
Seguimos charlando, poco a poco mis temores fueron disminuyendo, todavía estaba nervioso, pero ansioso a la vez y Pedro no se veía mala persona, era muy agradable, un poco más alto que Roberto, velludo, corpulento y de tez blanca. Tendría unos 40 años, se veía un poco menor que mi macho.
Pronto llegamos al edificio de Roberto, sentía una mezcla de ansiedad y nervios, mi corazón estaba un poco agitado e incluso sentía un cosquilleo en la colita, creo de anticipación porque hoy se comería su segunda verga.
Entramos al departamento, y Roberto nos ofreció unas cervezas, me senté en el sofá con Pedro a un lado mío, no sabía cómo actuar y esperaba que Pedro tomara la iniciativa, pero creo que a él le pasaba lo mismo.
Al regresar, nos ve Roberto y nos dice:
– Que les pasa, a lo que vinimos, y acercándose me levanta y baja el pantalón, quedando mi trasero descubierto, sólo con mis medias y tanga.
– Mira este culo, Pedro, acaso no es el mejor culo que has visto en tu vida- comentó Roberto, exhibiendo mi trasero a los ojos de Pedro.
– Ufff, si, es precioso, de película, solamente he visto culos así en las películas, es hermoso- exclamo Pedro al tiempo que me apretaba una nalga.
Era una sensación extraña, pero al mismo tiempo morbosa, mi macho presumía mi culo y al mismo tiempo me estaba exhibiendo como una puta.
– Ufff, princesa que colita tan hermosa tienes, eres una ricura, me pones tieso con solo ver tu traserito – Exclamó Pedro
Pedro se llevó un dedo a la boca y llenándolo de saliva y abriendo mis nalgas hizo a un lado la tanguita y buscó mi orificio, empujó su dedo y sentí como me iba entrando al tiempo que daba un respingo y daba un gemido, el cual fue callado por un beso de Roberto.
– Que apretadita estás princesa, y caliente, me encanta como aprietas – exclamó Pedro tomándome del cuello, Roberto me jaló sobre él, al tiempo que se sentaba sobre el sofá, tuve que tomarlo de los hombros para no perder el equilibrio, subiendo mi rodilla sobre el sofá y quedando empinado.
– Si ya está usadito, pero es muy elástico, y me encanta porque siempre aprieta muy rico- Exclamó Roberto, refiriéndose a mi culo.
Roberto seguía besándome, me ayudó a quitar la playera, mientras Pedro me quitaba completamente el pantalón y quedando solamente con la tanguita roja y las mallas negras.
Mis manos bajaron el pantalón de Roberto y empiezo a desabrocharlo, su verga salió disparada y acerqué mis labios a su verga, doblando mi espalda y levantando más la colita.
Las manos de Pedro abren mis nalgas y empieza a comerme el culo, haciendo a un ladito la tela de la tanguita, hundió su cara entre mis nalgas y su lengua se posicionó en mi orificio, un nuevo gemido salió de mi boca, cuando sentí que su lengua vencía mi esfínter y se colaba en mi interior, este gemido fue nuevamente ahogado por la verga de Roberto, ya que me tomó del pelo y me hundió su tronco muy profundo sujetando mi cabeza unos segundos, hasta que sentí nauseas, La lengua de Pedro seguía explorándome, entrando y saliendo de mi culo. Me mordía las nalgas y succionaba mi hoyito, haciendo que me retorciera, un torrente de placer recorrió mi cuerpo, mis gemidos iban poco a poco aumentando de intensidad.
Sentí su lengua abandonar mi culo y su verga ardiente azotar mis nalgas, ni cuenta me di cuando Pedro se quitó la ropa, ahí me incorporé, pensé que esos dos machos me querían gozar por mucho tiempo y mi culo necesitaría lubricante para que no me rozara tanto el culo y pudiera aguantar las cogidas de mis machos.
– Esperen, amores, si quieren follarme mucho tendrán que ponerme lubricante para aguantarles semejantes vergas- Exclamé
Roberto sonrió y le indicó a Pedro sonde estaba el lubricante y en ese momento pude verle su verga, era ligeramente más corta que la de Roberto, pero más gruesa, venosa y cabezona, de un tono de piel ligeramente más claro que Roberto, que hacía que la cabeza rosada contrastara y brillara, mientras tanto volví a inclinarme y empecé a mamarle la verga a Roberto, segundos después sentí un líquido frío y viscoso en mi colita y abrí más mis piernas y empiné la cola, con dos dedos Pedro se encargó de esparcir el lubricante por la entrada de mi esfínter, y empujó dos de sus gruesos dedos, los cuales estiraban mis pliegues internos, saqué la verga de Roberto de mi boca y lancé otro gemido, mientras los dedos de Pedro removían las paredes de mi orto, Roberto me jaló para besar mi boca.
Sentí que Pedro me quitaba la tanguita y posteriormente la caricia suave de su verga recorriendo el canal entre mis nalgas, resbalando, ardiente y dura, mientras seguía apretando y acariciando mis nalgas.
Posicionó su verga entre mis nalgas y encontró mi hoyito, sentí sus manos abrir mis nalgas y su verga fue abriéndome poco a poco, pero sin detenerse, apoyé mi cara en el pecho Roberto, si bien mi colita ya había sido usada muchas veces por Roberto, el diámetro de la verga de Pedro era mayor, por lo que sentí que mis pliegues se estiraban más de lo acostumbrado y me dolió un poco, intenté relajarme y aflojé la colita todo lo que podía y pronto sentí el roce de los vellos púbicos de Pedro en mis nalgas, seguido de una nueva embestida que me hizo gemir y dar un respingo hacia adelante apoyando mi cara en el pecho de Roberto.
Roberto me toma de una nalga y la abre al tiempo que susurra a mi oído:
– Mmmm, te gusta amor?, te gusta sentir la verga de otro macho, disfruta, mi putita rica.
– Aghhh -Gemí, fue mi única respuesta, pero no hacía falta más, Roberto solo sonrió.
Las embestidas de Pedro fueron aumentando poco a poco se velocidad, mis nalgas rebotaban duro en su pelvis y balanceaban mi cuerpo hacia adelante, donde el cuerpo de Roberto era mi apoyo para no caer de bruces.
Mis gemidos iban aumentando de intensidad y Roberto buscó mis labios, su lengua se introdujo y exploró el interior de mi boca, ahogando mis gemidos al tiempo que sentí una embestida profunda y la descarga de leche ardiente en mi interior, Pedro se recostó en mi espalda y acercándose a mi oído me susurro.
– Me encantó, princesa, has sido el mejor culo de mi vida, me hiciste acabar muy rápido, que delicioso aprietas.
Pedro se incorporó y cambió de posición con Roberto, acercó si verga morcillona a mi cara y empecé a mamarla, saboreando los restos de su leche, apreté su verga y unas gotas de leche salieron de su verga, las cuales tomé con mi lengua, y le encantó.
– Ay, princesa, me has dejado seco, que rico exprimes mi verga, ufff, sigue mamando, me encanta.
Sentí las manos de Roberto en mis nalgas y las abrió, exclamando:
– Que rico se ve tu culo abiertito y chorreando leche, Ariel
Acercó su verga y me la ensartó profundo, de una sola estocada, hasta que su pelvis chocó con mis nalgas, dando un respingo y un gemido que se ahogó en mi boca, ocupada con la verga de Pedro.
– Ufff, Ariel, se te fue toda de una, Pedro, haz dejado el culito de Ariel más abierto que un coño, ja ja,
– Ja ja, si, te lo preparé bien, y te lo dejé bien lleno de lechita, ja, ja, – contestó riendo Pedro.
Las embestidas de Roberto eran largas y profundas, haciendo que en cada embestida la verga de Pedro que ya se había puesto nuevamente dura me entrara hasta la garganta, sentía que el semen de Pedro seguía escurriendo por mis piernas a medida Roberto me seguía embistiendo, sacando la leche depositada en mi interior, la leche entre mis nalgas empezó a formar una capa blanquecina y cremosa que cubría mis nalgas y el pelvis de Roberto, creo que la sensación de la leche de otro macho en mi interior y escurriendo por mis nalgas lo volvió loco, y las embestidas se volvieron más salvajes, embistiéndome duro, sin piedad, prácticamente taladrando mi culo, mientras Pedro también me ensartaba su verga en la boca, la cual sentía recorría mi paladar y hundirse en mi garganta, aguantaba lo que podía, se me dificultaba respirar, sentía como si fuera una sola verga que me entraba por el culo y salía por mi boca, el incesante golpeo de la verga de Roberto contra mi próstata provocaba que me retorciera de placer y exploté en una corrida intensa, chorros y chorros de leche salieron disparados de mi verga al tiempo que seguía convulsionando, mis ojos estaban en blanco, corrientes de placer recorrían mi cuerpo, mientras ambos machos incrementaron todavía más sus embestidas, hasta que Roberto no aguantó más y empezó a descargar en mi culo, gimiendo de placer, Pedro me dio una nueva embestida profunda hasta mi garganta y empezó a correrse también, y aunque no me gusta tragar el semen, no pude evitar que un par de chorros de semen entraran directamente a mi garganta, lo cual me causó un poco de nauseas, que me obligó sacar rápidamente su verga de mi boca y los chorros siguientes se estrellaron en mi cara, Pedro se encargó de pasar su verga por toda mi cara llenándola de leche y después meterla nuevamente a mi boca para descargar sus últimas gotas, sentí que la verga de Roberto seguía disparando chorros de leche muy profundo en mi cuerpo y empezaba a perder dureza, hasta que la sacó de mi colita y tuve que apretar las nalgas para evitar que toda la leche saliera disparada, tenía la colita demasiado llena de leche y me tuve que incorporar para ir a descargar al baño.
Ambos me siguieron al baño y tan pronto me senté en el inodoro empecé a descargar su semen, fue un chorro abundante y fuerte, que incluso causaba un ruido como si estuviera orinando, reían y hacían bromas sobre como estaba orinando por mi coñito, como una hembra, un coñito lleno de leche.
Nos metimos a bañar y mientras yo enjabonaba sus vergas, ellos enjabonaban todo mi cuerpo. Me sentía deseada por esos dos machos, sus vergas estaban duras y listas para seguir dándome placer.
Tan pronto salimos del baño, luego de secarnos Roberto exclamó:
– Vengan, vamos a la recamara, estaremos más cómodos allá y nos dirigimos todos a la recámara.
Para resumir, solo les contaré que me volvieron a coger ambos en forma muy apasionada, se coordinaban bien, como si no fuera la primera vez juntos, en distintas posiciones y en esta ocasión duraron ambos más tiempo, acabando en mi culo y cara. Pedro se tuvo que retirar ya que tenía que regresar con su esposa y Roberto me volvió a coger esa noche.
– Espero te haya gustado tu regalo de cumpleaños, – exclamó Roberto.
– Sí amor, fue mi mejor regalo de cumpleaños. Gracias
Todavía tuve un encuentro más con ambos machos en otra ocasión, me comentó Roberto que Pedro le había insistido mucho.
Lejos estaba de imaginar que serían mis últimos encuentros con Roberto, ya que como comenté en el relato anterior pronto partiría a Tijuana.
Después de la partida de Roberto, en cierta ocasión, Pedro logró contactarme en el chat y acepté tener un encuentro con él, pero solamente uno, la verdad, había algo que no me daba tanta confianza como la que tenía con Roberto, y su trato era diferente, si bien Roberto me trataba como su hembra, Pedro me trataba como su puta y además en el encuentro le pedí que usara condón y se rehusó, por lo que preferí no volver a contactarlo y cambié mi nick en el chat
Traté de regresar a mi vida completamente heterosexual, y conseguí novia, pero no tardaría en caer nuevamente en manos de algún hombre y siempre por culpa de mi colita de nena.
En la próxima ocasión les seguiré relatando mis siguientes experiencias. Agradeciendo de antemano sus comentarios, si les gustó háganmelo saber al correo [email protected].