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¿Qué será amor y qué lujuria? (3/3)

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Poco a poco, las prácticas amatorias y las maneras de llevarlas a cabo fueron más ardientes en el matrimonio cuando el amante aparecía de trasfondo o actor secundario. Ella le contaba a su marido, con sumo detalle acompañando la explicación con las caricias hechas o los comentarios dichos, lo mismo hacía con el amante, y cuando se descubrían posiciones nuevas de un lado u otro. Los tres estaban entusiasmados con la idea de convivir una semana dedicados a la lascivia y el amor. El matrimonio cambió la alfombra de la recámara por una más mullida y la cama matrimonial por una kingsize. Añadió una pequeña barra. Compraron un tripié para la cámara de video y acoplaron diversas luces para evitar reflejos cuando filmaran su primer trío. El amante, por su parte, pagó la instalación de un yacusi en lugar de la tina del baño que estaba en la recámara de ellos. El lugar quedó acogedor y a tiempo. Cuando llegaron las vacaciones escolares y los hijos se fueron a la capital con sus abuelos, todo estaba listo para el estrenarlo con sumo placer el primer sábado.

El amante llegó a la hora indicada, llevando un pequeño y delicado arreglo floral para ella y una botella de brandi para él.

—¡Gracias, es mejor de lo que yo conseguí! ¡Bienvenido! —dijo el marido a su socio estrechándole la mano.

—Claro que será bien venido, y nosotros también —dijo ella al tomar el arreglo floral para olerlo, dándole al amante un pico en los labios.

Se sentaron en la sala y brindaron por su amistad. Platicaron algo de los sucesos de la semana y los esposos le pidieron al amante que los acompañara a ver cómo había quedado la recámara y aprovechar para ponerse cómodos antes de regresar a cenar. La mujer fue la primera en ponerse “cómoda” con su traje de placer: se desnudó ante ellos y cada uno prendió su boca a un pezón.

—¡Nada!, desvístanse para ir al comedor, primero debemos alimentarnos bien, así no nos faltarán energías ni proteínas —dijo separándolos por los cabellos de las tetas.

Ya desnudos, ella llevó las fuentes a la mesa y dirigió la oración para dar gracias a Dios por la comida y los básicos que ella recibiría: …“gracias también por la leche carne y huevos que me permites disfrutar. Amén”. La plática inició en torno a la belleza de las tetas de la anfitriona y la queja por haberlos separado de los pezones. Vinieron los chistes que fueron subiendo de tono. Ella había subido una pierna sobre las piernas de cada uno de los otros y frecuentemente se las acariciaban, desde los pies hasta donde les permitían el largo de sus brazos. Al terminar, ella recogió los trastos y los colocó en el fregadero.

—Yo hice la labor correspondiente a mi sexo, ahora a ustedes les toca hacer la propia —dijo señalándoles el fregadero.

—Lo bueno es que hoy tengo ayudante —dijo el cornudo.

—¡Claro!, pero lo haremos en equipo, esa nena va a saber lo que es amar a dos al mismo tiempo. Yo lavo y tú secas —completó el amante.

—Aquí sí, pero en la recámara haremos lo mismo, sea simultáneo o uno después de otro —Dijo el marido tomando el secador.

La mujer les acarició a los dos el trasero, luego pasó las manos a la parte ya erecta de cada uno para jalar sus troncos diciéndoles “Yo les echo porras para animarlos”.

Al terminar la tarea. El marido la cargó para llevarla a la cama. El amante abrió la puerta y se hizo a un lado para no estorbar. Ya depositada ella en la cama, el marido dijo “A seguir en lo que estábamos y se acostó al lado derecho de ella mamándole la teta de ese lado. El amante lo imitó colocándose del lado izquierdo. Mamaron a la esposa acariciándole también cada quien la parte del cuerpo correspondiente al lado donde se encontraban, sólo coincidían eventualmente en el vértice inferior del triángulo de vellos recortados con cuidado a la misma longitud.

Después de besar a su esposa, el marido se levantó para encender la computadora y la cámara de video, la enfocó, y cuando todo estuvo listo dijo “Tú primero, que eres el invitado”. Ella extendió los brazos y abrió las piernas invitándola a que la tomara. Al tener cerca al amante le empezó a mamar la verga, dando lengüetazos y sonriéndole a la cámara y al marido. Rápidamente se olvidó de las tomas y empezó a coger, abrazar y besar a su amante sin el menor recato.

El marido se la jalaba viendo cómo había subido la calentura de su esposa. Parecía un raund de lucha libre donde las estocadas iban y venían, las bocas se deslizaban por todas las partes que más cercanas estaban del cuerpo del oponente… y vino el primer orgasmo simultáneo que concluyó en un abrazo y jadeos para jalar aire. La verga del amante quedó flácida y ella lo constató jalándola y soltándola con aparente desprecio.

“¡El que sigue!”, dijo ella y el marido, sumamente caliente por lo que acababa de presenciar se echó sobre ella como si se tratara de lanzarse a un chapoteadero. Sumergió el pene en la cueva inundada y sin poder hacer más allá de cinco bombeadas se vino en un grito, deslechándose. Antes de un minuto rodó agotado a un lado sobre el colchón.

El amante, al ver el lugar vacío, se colocó en posición de 69 y, mientras recibía el calor de la boca de su amante, se atragantó con los jugos que ella soltaba por las caricias recibidas en el clítoris y labios, abrevando también la mezcla del semen. El marido empujó la cabeza del amante para separarlo de la vagina, de donde salió un hilo plateado hasta la lengua de quien allí había paladeado y ocupó el lugar, quedándole una chorreada en la cara al romper la línea viscosa de atole.

La mujer no soltó la verga de su amado, recibiendo un impulso de la fiebre con la que su marido le sorbía el sexo, y sólo soltó el pene hasta que extrajo la miel de amor. Ella jaló las piernas de su marido obligándolo a completar el clásico 69, obteniendo en poco tiempo un chorro más de amor. Descansaron los tres, ella al centro del abrazo donde mostraron a la cámara una sonrisa de satisfacción antes de poner en pausa la cámara.

Fumaron los tres comentando con gusto la experiencia vivida. Media hora después, el marido tomó el control remoto del aparato de sonido e invitó a bailar a su esposa. A media pieza, le cedió la mano al amante para que la llevara él en el baile. Volvieron a descansar, tomando un trago de brandi. Le pidieron a ella que se sentara y mojaron alternadamente sus pezones con la bebida, brindando por la belleza de ese pecho tan excitante.

Ya que se terminaron el brandi, ella dijo “Ahora me toca brindar a mí”. Los puso de pie, frente a frente, a la orilla de la cama y alternadamente tomó los penes introduciéndolos en la copa y chupándolos para limpiarlos del licor. Al poco tiempo dejo la copa de lado y junto los glandes para mamarlos simultáneamente. El líquido preseminal empezó a brotar y talló uno contra otro dándoles un placer nunca antes sentido. Ella, al ver la cara de placer, gesto de sonrisa, boca semiabierta y ojos cerrados, exclamó “¡Qué putos son, les gustan las caricias de verga tanto como a mí!

Más tarde, cuando se acostaron bajo las cobijas, el marido dijo “Te vamos a hacer un sándwich”. “¿A quién quieres por el ano?”, preguntó el amante. “¡A ninguno!, los dos por el mismo lugar”, dijo ella subiéndose en su esposo, metiéndose el pene de éste y abriendo las piernas para recibir el miembro del invitado. “Al fin que les gustan las caricias de verga y se las van a frotar rico…”, concluyó cuando ya estaba empalada por ambos. Diez minutos de jadeos y empezaron los gritos que el orgasmo provocaba en ella. Los hombres se movieron más rápido hasta que ella pidió paz, ellos continuaron y suspendieron cuando ella dejó de aullar porque se desmayó.

Sacaron sus miembros y salió un chorro de flujo. Se asustaron y trataron de reanimarla. A los pocos segundos ella empezó a reaccionar: ¡Putos, siguieron acariciándose uno al otro en lugar de detenerse!, dijo en bajo volumen y ellos soltaron una sonora carcajada.

Ellos se tomaron un trago más mientras tomaban video de los chorros de flujo y esperma aun frescos y brillantes en las nalgas y la entrepierna. “Vamos a dormir, ¿sí?” Les pidió extenuada. Y apagaron la luz. “A tomar su teta para que duerman bien”, les pidió abrazándolos por el cuello para que la mamaran”.

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