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Yo y mi máquina de culear
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Estrené mi nuevo apartamento justo antes de la larga cuarentena. Estaba casi vacío, pero tenía aun algunas cosas que el dueño o dueña anterior no retiraron. Indagué por esas cosas, sin respuesta. Y al comenzar el largo aislamiento no me preocupé.

Llegó la noche y me acosté en la cama del cuarto de ropas mientras llegaba mi propia cama y otros enseres. Al acostarme noté un artefacto con una capa de protección. Al quitarle la capa para moverlo me sorprendí a ver que se trataba de una “fucking machine”. Con su motor, su brazo y demás aditamentos. Lo dejé un rato pensando que hacer. Lo resolvería al día siguiente. Además, estaba cansado del trasteo. Pero en plena noche un cosquilleo lujurioso me despertó. Sentí como si ese aparato me estuviese llamando.

Me paré y vi las instrucciones, y muy nervioso y además calentorro, encontré un grande y grueso dildo en forma de verga, tan perfecto que simulaba hasta las venas. Encontré lubricante y lo embarduné. Al intentar conectarlo vi con desilusión que no funcionaba. ¿Algún desperfecto? ¿Por eso lo dejaron ahí arrumado? Apagué la luz y me acosté nuevamente.

No sé cuánto tiempo transcurrió. Como sea, desperté al escuchar un susurro. Al poco me di cuenta, la máquina estaba encendida. ¿Se arregló sola o era de encendido retardado? Mi parte fantasiosa y lujuriosa se dejó llevar por otra opción… La máquina quiere algo. Tomé nervioso el control, y al oprimir un botón, la escuché avanzar hacia la cama. Nervioso, me quité mis panties y me puse crema en mi ano. Otra vez el comando, y sentí la gorda punta del dildo contra mi entrada del agujero. La máquina vibraba con más intensidad… O eso me parecía.

Subí la pierna, y la gorda punta comenzó a entrar. Di un gemido, cuando se abrió paso en el anillo del ano, y entró triunfante. Poco a poco el dildo fue conquistando mi gruta. A pesar de su tamaño, el lubricante hizo lo suyo. Aceleré un poco la velocidad, y el dildo comenzó a entrar y salir poco a poco, pero aún no en toda su longitud. Cerré los ojos y disfruté un buen rato de ese masaje anal, suave. Con cada entrada la máquina parecía ronronear.

Mi fantasía y lujuria me hicieron pensar que el artefacto disfrutaba su labor. ¿Por qué se prendió sola? Para mi sorpresa, sentí que la máquina avanzaba. ¿O oprimí otro botón? El caso es que ahora el dildo entraba casi todo. Me moví un poco hacia atrás, y sentí las bolas tocar una de mis nalgas. Yo ya jadeaba de placer. Mi pierna seguía levantada. La máquina sonaba más rápida, y la verga entraba y salía más profundamente. Mi pobre gruta no podía hacer más que recibir esa masiva intrusión.

Yo seguía jadeando al ritmo de cada empuje. De vez en cuando me sobaba la pija. No sé cuánto tiempo más tuve en esa posición. Entonces me puse boca arriba, con el trasero al nivel del dildo, con las piernas bien abiertas hacia atrás y hacia arriba. La máquina ronroneaba empujando el brazo el dildo el cual ya entraba a sus anchas. Cada penetración sonaba deliciosa y lujuriosamente, sonido que… se mezclaba con mis jadeos. Mis piernas arriba se balanceaban con cada ataque. Mi verga se ponía dura, se ponía blanda, y así.

Cerré los ojos y me imaginé algún macho bien dotado poseyendo mi pobre ano. Esta vez aceleré el mando a la máxima velocidad y la máquina respondió generosamente. Mi culo expuesto, mis piernas bien separadas, mi verga balanceándose… El sonido de la máquina, de la entrada a la gruta, de mis jadeos… Pasé no sé cuántos minutos en esa posición. Con mis piernas cansadas, no tuve más remedio que acomodar todo y ponerme en cuatro. Allí volví a encularme y la máquina no se quedó atrás.

Al fin, estaba tan excitado que arrojé una gran lechada y me quedé un rato jadeando exhausto, con la pija goteando leche, y el dildo entrando y saliendo. Me pasé a la cama y me quedé agotado dormido, después de apagar la máquina. Antes de la mañana me despertó el sonido de la máquina. Mi parte fantasiosa pensó que el artefacto buscaba su propio placer. Busqué el sillón del cuarto, acomodé la máquina, altura y ángulo, y me senté al frente. La máquina susurraba y el dildo temblaba como si quisieran entrar en acción, o al menos así lo pensé.

Me senté frente a artefacto y abrí mis piernas provocativamente, colocándolas a lado y lado, con el ano bien expuesto. Tomé el control y al poco la verga hacía su entrada. Esta vez fue fácil, seguramente por la abundancia de crema. Primero en baja velocidad y solo la punta, hasta aumentar gradualmente la velocidad. Mi gruta se rendía al invasor sin resistencia. Al adelantar la máquina, toda la enorme pija entraba y salía, hasta las bolas que daban con mi trasero. Me ponía super caliente ver como esa enorme masa entraba y salía de mi agujero, y mi pija se ponía dura y de bamboleaba con cada embate.

Cerré los ojos y me recosté dejándome encular por un buen rato, hasta que mi pobre pija no pudo más y escupió una enorme lechada con cada embate del dildo. Me quedé extenuado un rato en el sillón, con el dildo aun atacando mi pobre ano. Por fin, lo dejé apagado y me fui a duchar. Esa misma noche mejor preparado volvía a disfrutar de mi nuevo juguete, en todas las posiciones posibles. En los días siguientes lo tuve conmigo en el baño, en la cocina, en el cuarto de ropas y por supuesto en mi cuarto de dormir, ya con mi cama y demás muebles. Este aparato resultó ser el mejor compañero sexual. Hace bien su trabajo, sin protestar. Nunca se cansa. Y en un largo período de aislamiento estaba ahí para culearme sin riesgos de infecciones.

Desde esos días el artefacto, al cual apodé Macho, fue mi compañero al cual le tomé mucho afecto. ¿Efectos de la soledad? Podría ser. Peo al ver muchos videos de chicas y chicas TS jodidas por estos aparatos no pude menos que sentirme afortunado. El dildo y mi ano son ya viejos amigos que se encuentran cada día, y le ofrezco mi agujero en todas las posiciones posibles. Es una máquina muy versátil, y al poco aprendí a que me enculara estando de pie, como una nueva posición. La parte más excitante es cuando me ducho y el calor del agua ablanda mi ano y mi querida máquina me monta sin problemas.

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