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Emiliano y sus sustitutos para su polla flácida

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Hola, soy Sofía, una morena de 25 años de edad, enfermera, mido 1.65, delgada con grandes tetas y un culo que aunque no grande esta duro y mis nalgas están bien formadas, mi cintura es muy delgada, lo que lo hace ver más grande de lo que en realidad es, trabajo en el hospital de la ciudad donde vivo, mi familia vive en provincia y yo me vine a la capital para estudiar, al graduarme conseguí empleo y me quede a vivir aquí, pero los gastos son muy fuertes y me vi obligada a trabajar a domicilio en mi tiempo libre para poder vivir un poco más holgada, un domingo revisando la prensa vi un anuncio donde solicitaban una enfermera para cuidar a un paciente durante 3 noches a la semana, llamé y la paga era buena, así que a pesar de lo forzado que podía resultar fui a la entrevista, al llegar me recibió una mujer de unos 40 años, me hizo pasar y una vez en el sofá inició la entrevista.

- ¿tienes experiencia?

- Sí, soy enfermera en un hospital y ya he hecho este tipo de trabajos otras veces –respondí.

- Necesitamos alguien para que acompañe a mi papá por tres noches a la semana, cuide que tome sus medicinas y esté al pendiente por si llegase a tener algún malestar, mi hermana y yo nos repartimos ese trabajo, pero por 2 meses yo debo salir de viaje y necesito que alguien me reemplace mientras no esté.

- No hay problema, yo puedo hacer eso perfectamente.

- Mi papá es un hombre de 65 años, aparentemente no tiene ningún mal, pero es diabético y hay que estar muy pendiente de él, de lo que come y de que se le administren sus medicinas, si eso se hace correctamente, no hay problema.

Llegamos a todos los acuerdos, trabajaría lunes, miércoles y viernes de cada semana de 7pm a 6am y el trabajo era relativamente sencillo, en ese momento me pareció que la paga era muy buena para lo sencillo del trabajo, la semana siguiente comencé a trabajar, al llegar me recibió la otra hija, me indicó donde estaban todas las cosas y por último me llevo a la habitación donde estaba el paciente, era un viejo más bajo que yo, con una barriga que le colgaba y casi calvo, al entrar me miró y se dirigió a su hija.

- me gusta, es más agradable que la última que vino.

La mujer se despidió y me dejó con el viejo, ese día lo acompañe hasta que se durmió y luego me dirigí a mi habitación a descansar, el miércoles al quedarnos solos me dijo que fuéramos a la sala a ver la tv, ya acomodados en el sofá me pidió un vaso de agua y cuando regrese con él, me miró fijo detallándome sin tomar el vaso de mi mano.

- eres muy bonita -me dijo, mientras estiraba la mano y tomaba el vaso agarrando la mía.

- gracias -le dije algo incomoda y retirando mi mano, él sonrió como disfrutando mi incomodidad.

- y tienes un cuerpo muy bonito.

- gracias -volví a decir más incómoda aun.

- ¿qué talla son? -pregunto sin borrar su sonrisa maliciosa.

- ¿Que?

- Las tienes grandotas.

- No sé a qué se refiere -le dije ya molesta, puesto que si entendía a qué se refería.

- Las tetas, las tienes bien grandes, ¿qué talla son?

- Sr. Emiliano, me incomoda el tema, no creo que venga al caso.

- Está bien, no te enfades, solo quería saber la talla de esas tetotas, pero no importa, olvida lo que dije -se acomodó en el sofá y no volvió a dirigirme la palabra en toda la noche, sentí alivio porque también dejó de mirarme.

Así pasaron dos semanas en las que apenas se dirigía a mí, solo para lo necesario, pero yo notaba como me miraba, supongo que hacía mucho tiempo que no veía a una mujer tan joven y con la carne dura tan cerca de él. Un miércoles comencé a colocarle un medicamento intravenoso y mientras el líquido pasaba sentí que sus dedos rozaban mis piernas, pensé que era la posición del brazo, pero al retirar la aguja sentí que su mano subía un poco más hacia mis muslos, sin decir nada me retiré e intenté no volver a acercarme durante la noche más de lo necesario, el día siguiente no tenía que ir a su casa, terminé en el hospital y me fui a casa, ya en mi cama me vino la imagen de aquel viejo tocando mis piernas, y pensé como sería un viejo como aquel teniendo sexo, sonreí y me acomodé para dormir, el viernes salí tarde del hospital y tomé un taxi, durante el trayecto volví a pensar en el episodio de las piernas preguntándome que habría hecho el viejo si yo no me hubiese apartado, llegué a su casa y él se estaba bañando, entre a su habitación y comencé a arreglar un poco ya que estaba muy desordenado todo, oí unos pasos y al voltear ahí estaba aquel viejo completamente desnudo entrando a la habitación.

-ah, ¿llegaste?, creía que estaba solo -dijo sin inmutarse y caminando hacia su cama.

- sí, llegue hace un momento -dije intentando no mirar, pero mis ojos curiosos buscaron su polla sin mi consentimiento pudiendo ver que aun sin estar parada era bastante gruesa, él se recostó en su cama sin cubrirse- la sabana está bajo la almohada -le dije como indicándole que se tapara.

-hace mucho calor -dijo bajando su mano y restregando sus huevos, yo salí de la habitación dejándolo solo, cuando se hizo la hora de aplicarle el medicamento toque la puerta.

-pasa -me dijo, entré y ahí estaba aún desnudo sobre la cama, mirando la tv.

-vístase para colocarle el medicamento -dije como restando importancia.

- te dije que hace calor, ¿no me digas que nunca has visto una verga en tu vida? -no respondí, comencé a preparar la jeringa de espaldas a él y cuando ya estuvo preparada tome su brazo, puse el torniquete y busque su vena fingiendo no importarme su desnudez, tuve que pinchar un par de veces, la situación me tenía nerviosa y me costó conseguir su vena, mientras pasaba el medicamento el empezó a tocar su polla como masturbándose, yo sabía que buscaba molestarme y había decidido no darle el gusto, pero me fue imposible no fijarme en como engordaba su verga a medida que la sobaba y sin siquiera estar erecta del todo, no sé porque me recorrió un corrientazo por la espalda e instintivamente apreté mis piernas como si evitara tener esa polla dentro, de pronto sentí las dedos del viejo de nuevo en mis piernas, pensé en retirarme, pero me dio curiosidad saber que pretendía y me quede haciendo mi trabajo, al retirar la aguja el subió un poco más su mano apretando mi muslo, yo me quede inmóvil dejándolo hacer, su mano seguía subiendo por dentro de mi vestido hasta llegar a mis nalgas, que apretó fuerte, la situación me estaba calentando, era algo muy morboso sentir la mano de aquel viejo espantoso apretando mis nalgas y sobando con fuerza, en un momento intento bajar mi biquini.

Pero reaccioné tomando su mano para evitarlo, sin embargo el insistió volviendo a halar hacia abajo, no sé porque, solté su mano y me quede quieta, el soltó su verga que no había parado de tocar y metiendo sus dos manos bajo mi vestido bajo mi biquini hasta mis muslos, se sentó en la cama frente a mí y subió mi vestido quedando su cara frente a mi coñito completamente depilado, empezó a besarlo, el pubis, los labios.

-ábretela -me dijo excitado, yo dude, pero luego asentí, ya tenía el viejo metido entre mis piernas, terminaría de matar mi curiosidad y de darle una felicidad a ese hombre que quizás nunca había cogido con una mujer como yo, baje mi mano y con mis dedos separe mis labios dejando ver mi clítoris que ya empezaba a hincharse, el viejo lo tomo entre sus labios y comenzó a succionarlo suave subiendo su intensidad hasta que chupaba con fuerza, yo intentaba despegarme, pero el con sus manos empujaba mi cadera hacia su cara sin dejar de chupar, a ratos mordisqueaba mi botoncito haciéndome soltar quejidos de dolor y placer, sentía que las piernas me flaqueaban, el como que se dio cuenta porque metió dos dedos en mi concha sin dejar de chupar e inició un mete y saca girando sus dedos de vez en cuando que me hizo acabar, lamió mi coñito hasta tragar todos mis jugos y luego volvió a tenderse en la cama como si nada, dejándome parada frente a él con el coño desnudo. Subí mi biquini, arreglé mi vestido y salí de la habitación algo extrañada, desconcertada con el comportamiento de aquel hombre.

Durante el resto de la noche no volvió a hablarme, luego de sentir que se durmió me fui a mi habitación me puse una batita corta de tiritos delgados y me acosté, no sé cuánto tiempo tenia dormida cuando sentí que algo puyaba en la zona baja de mi espalda, abrí los ojos e intente moverme, pero no pude, el viejo estaba asido a mí con una mano sobre mi teta y su verga puyando mis nalgas intentando meterse entre ellas, había bajado mis tirantes sacando mis tetas, subió mi batita y me había quitado el biquini por completo, supongo que aprovechando lo profunda que quede dormida con el trajín del hospital todo el día, atenderlo a él y el orgasmo que me había proporcionado con su mamada.

- ¿qué pasa? -pregunté.

- estás rica, abre las piernas mamita -me dijo apenas pudiendo hablar con lo agitado de su respiración.

- Sr. Emiliano, ¡basta! -le dije intentando zafarme.

- quédate tranquilita, no tienes que hacer nada, solo déjame hacer -la idea no me desagradó, el viejo me estaba tocando muy rico las tetas y si no tenía que hacer nada solo me haría gozar un rato y se iría, sin tener yo que meterme su verga en la boca, ni tocarlo, cosa que no me nacía hacer, me puse de frente y me quede quieta, como indicándole que aceptaba su propuesta, bajó y separó mis piernas.

- que rico coño tienes ¿con cuántos has cogido?

- no voy a responderle eso.

-anda. Me excita saber que tan putas son ¿cuántos? -creo que no quería responder más por vergüenza a reconocer mi poca trayectoria que por molestia a la pregunta.

- dos

- ¿solo dos? Que rico, está casi nueva -dijo lamiendo como si fuese un chupete- ¿y te han mamado como hace un rato?

- no así, nadie había chupado mi clítoris con tanta fuerza.

- ¿no?, te voy a enseñar lo que es bueno, voltéate -me voltee dejando mis nalgas en pompas- separa tus nalgas, déjame ver tu huequito -me dio un poco de pena, nunca había abierto mi culo de esa manera, para mostrar mi huequito a nadie, pero me excitaba la situación y lo hice, separé mis nalgas lo más posible y deje mi ano a su vista, empezó a chuparlo, lamerlo y a meter su lengua dentro de él, nunca me habían mamado el culo y sentí que perdía el conocimiento, era algo muy rico, mi coñito se mojaba, y yo movía mi culo como queriendo comerme la cara del viejo que mamaba mi culo y metía sus dedos en mi coño de uno en uno hasta tener 4 dentro de mí.

- ponte a cuatro patas -no dude en hacerlo me puse como indicó y volví a separar mis nalgas ya sin ninguna vergüenza, seguía mamando mi culo por un rato más, haciéndome acabar dos veces y sin detenerse a pesar de mis suplicas por lo sensible que quedaba en cada orgasmo, luego se levantó colocándose detrás de mí y empujando su verga contra mi conchita, no entraba y el hacía mucha fuerza intentando, sentía como su punta lograba entrar pero volvía a salir sin lograr penetrar, ya para ese momento yo estaba muy excitada y quería esa verga dentro de mí, la tomé con mi mano e intente empujármela pero me di cuenta que no lograba pararse por completo y solo lograba lastimarme, me senté en la orilla de la cama y sin pensarlo la metí en mi boca comenzando a chuparla para hacer que endureciera, pero no lo logre, el viejo gemía y movía su polla dentro de mi boca pero no lograba pararla, él la sacó de mi boca y con gesto de frustración se alejó.

- no te vayas, quiero que me penetres, estoy muy excitada -le dije.

- ¿quieres que vuelva a mamarte el culo? -me preguntó.

- si hazlo -dije volviendo a colocarme a 4 patas, el acarició mis nalgas.

- si dejas que haga algo que deseo hacer hace mucho, te daré una mamada muy rica.

- haz lo que quieras -dije ya con muchas ganas de que me hiciera acabar, salió de la habitación y al regresar traía en su mano un pepino muy grueso- ¿para qué es eso? -pregunte algo alarmada.

- quiero ver cómo te lo tragas.

- ¡es muy grande! –reproché.

- ok, entonces olvídalo -dijo haciendo ademán de salir de la habitación.

- ¡espera!, ¡está bien!

- solo abre bien tus piernas y deja que entre poco a poco -me acosté y abrí mis piernas, él se arrodilló entre ellas y coloco el vegetal en la entrada de mi coñito empezando a empujar poco a poco, al principio no fue tan difícil, pero al empezar a introducir el centro sentía como si me rasgaban la concha.

- ¡me duele! -me quejé.

- aguanta, cuando lo hayas tragado todo te mamo el culo y dejará de doler -dijo y siguió empujando sin oír mis quejas, sentía el coño muy abierto pero a medida que iba humedeciendo entraba más fácil y dolía menos, lo dejo casi todo dentro de mí, esperando acostumbrar mi concha a su tamaño y luego empezó a coger con el metiendo y sacándolo como si fuese su verga e intentando meter su dedo en mi culo a la vez, metió uno pero al intentar meter el segundo di un ligero salto en la cama que lo hizo darse cuenta que me dolía- ¿ tienes el culo virgen? -me preguntó extrañado.

-si -le dije sin dejar de moverme para seguir sintiendo el pepino en mi coñito, el sacó sus dedos y dejó de jugar con mi culo, se levantó y se sentó sobre mi dándome la espalda y de frente a mi coño, moviendo el pepino cada vez más rápido hasta sentir mis gemidos y ver cómo me mojaba y me contorsionaba en la cama al llegarme un nuevo orgasmo, sacó el pepino y con sus manos empezó a regar mis fluidos por mi culito, mojándolo y metiendo su dedo, en un momento separo más mis nalgas y sin decir nada puso la punta del pepino en mi huequito.

- ¡no, no, por ahí no! -grite desesperada, pero al tenerlo encima no podía casi moverme, solo golpear su espalda intentando que se bajara, pero no lo hizo, no se bajó, siguió empujando aquel monstruoso vegetal dentro de mi culo haciéndome gritar y llorar, el dolor era inmenso, me desgarró el culo haciéndolo sangrar, lo dejó dentro de mi sin moverlo, mi culo palpitaba, me dolía pero al rato el dolor era menos, hizo como en mi concha a meterlo y sacarlo hasta que empezó a gustarme y comencé a moverme haciendo que me entrara cada vez más, me dio hasta que volví a acabar, lo saco y metió sus dedos dentro del gran orificio que ahora tenía mi culo, jugó un rato más con mi huequito y sus dedos y luego me dijo:

- ve a bañarte, ponte hielo para que deje de doler y vamos a dormir -me dirigí al baño y cuando salí el ya no estaba en mi habitación, el resto del tiempo que pase en ese trabajo fue una delicia para mi culito, cada día le introducía algo nuevo y yo lo dejaba a cambio de que mamara mi culo como la primera vez, lástima que su hija volvió y yo tuve que buscar otros pacientes no tan divertidos como Emiliano y sus sustitutos para su polla flácida.

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