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Las clases de dibujo con una profesora cuarentona

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En aquellas épocas de mis 18/19, después del debut con la abuela, después de satisfacer a la señora Martha, se dio otra situación por ocurrencia de mi madre. Tenía yo ciertas habilidades para el dibujo y a ella se le ocurrió que mejor tratara de aprovecharlas concurriendo a una profesora para incorporar más conocimientos en la materia.

Así fue que me contactó con Rebeca, una profesional bastante conocida. Pintora y además dedicada a la enseñanza.

Rebeca era una cuarentona soltera que vivía sola en una casa espaciosa, donde tenía su taller y recibía alumnos. Alta y delgada pero de formas destacables. Yo comencé a concurrir los viernes en el último turno, que era de 18 a 19 horas si mal no recuerdo. Iba con mi block de notas los lápices y así empecé a practicar distintas técnicas; copiando objetos que ella me proponía. En tanto lo hacía, ella solía adelantar sus trabajos o ir preparando nuevos. Cuando yo terminaba me corregía, sugería cambios etcétera. Yo simplemente le ponía el mayor empeño que podía con tal de conformar a mi madre. La profesora Rebeca me tenía paciencia y se portaba simpáticamente conmigo. Ella pintaba preferentemente paisajes, aunque por ahí vi algún desnudo en uno o dos cuadros puestos en un rincón. Pasaron algunos meses y mis avances eran moderados, a pesar de que a la profesora le parecían buenos mis trabajos.

Un día llegué y ella se había soltado el pelo, vestía ropa más cómoda y trabajaba en un muy bonito paisaje. Pensé que yo nunca llegaría a ese nivel de calidad pictórica!

-Hermoso trabajo, le dije

-¿Te gusta?

-Seguro! Me gusta el colorido que tiene!

-Bueno, gracias!

-¿Sabes? Tengo en proyecto un trabajo nuevo… pero para eso necesitaría un modelo vivo. Pocas veces lo he intentado y me gustaría volver a probar… ¿Te animarías a posar?

-Es que… no sé si podré estar mucho rato quieto!

-Bueno, tampoco es que no te vayas a poder mover nada… Se puede trabajar un rato, descansar y continuar. Tampoco tantas horas por día. Es cuestión de ir paso a paso. Y puedo darte “vacaciones” de las clases y hacerlo en el tiempo que ahora practicas…

-Uh… que mi madre no se entere!!!

-Jaaa. No te preocupes. Si pregunta le diré que estamos reforzando lo teórico y por eso no haces dibujos nuevos!

Al día siguiente llegué y Rebeca tenía preparado todo como para arrancar. Caballete con hojas de dibujo, lápices y todo lo necesario.

-Bien Gerónimo. Has de sentarte en esa banqueta y yo te indicaré la posición. Eeeeh… puedes… puedes quitarte la ropa… en la otra habitación

-Eh? Ah… desnudo?

-Bueno… claro… necesito plasmar la anatomía. No creas que soy una fresca. Nada más alejado de eso, solo que si no te animas…

-No… está bien

Me desnudé en la habitación contigua y asomé tapándome las partes. Ella me hizo sentar y me indicó que pose quería tener a la vista. Me miraba como sin querer mirarme. Trataba de verme a la cara pero los ojos se le bajaban. Pensé que no debía apresurarse ya que me habría de tener a la vista bastante tiempo. Apoyé un pie en una madera de la banqueta y el otro en el piso. Me hizo mirar a un lado y las manos una apoyada en un muslo y la otra colgando. Ultimado esto, se puso tras el bastidor y comenzó a tirar líneas, a dibujarme… Luego de un rato tuve que reacomodarme porque sentí que bajaba la cabeza y se me iba una pierna. La brisa del ventilador en la verga y los huevos casi me jugaba una mala pasada.

Más tarde me alcanzó una toalla para cubrirme y me dijo que me tomara un descanso, brindándome también un vaso de agua.

-Creo que por hoy es suficiente. Te agradezco pues modelaste muy bien!

Le sonreí y salí a vestirme, sintiendo su mirada en mi espalda y más allá…

Al otro viernes volví y me mostró el dibujo ya más elaborado. Se veía conforme con el trabajo realizado!

-Necesito trabajar en otra postura, Gerónimo… Podrías?

-Sí, claro…

Me desnudé ya con más confianza, para acercarme hacia el lugar iluminado donde ella trabajaba. Me indicó que me quedara de pie con las piernas algo separadas y brazos cruzados. Un par de veces la descubrí viendo furtivamente mi verga… Enseguida se puso a dibujar, cambiando de hoja un par de veces.

Dio por terminados esos dibujos y se me acercó nuevamente.

-Te pido que te pongas de espalda…

Así lo hice y Rebeca se puso detrás de mí para ubicarme en pose. Me acomodó los hombros. Luego, con una mano en el pecho y otra en mi espalda, sugirió que me pusiera más erguido. Me di cuenta que estaba muy cerca porque sentí su respiración en la nuca. La mano de adelante bajó a mi estómago como para enderezarme. Bajó un poco más y ya no para indicarme nada. Simplemente me acarició la verga, que parece solo eso esperaba para endurecer. Supe que no solo era buena pintando… también “amasaba” bien con sus manos!

-A ella quiero también dibujarla… pero debo primero conocer bien su anatomía… Puedo!?

-Claro, dije con calor en la cara!

-Recuéstate en el sofá…

Lo hice para que ella más cómodamente me la siguiera manoseando. Hizo un par de amagos hasta que finalmente bajó la cabeza para lamerme el glande y luego chuparlo. No solo el glande, ya que se fue tragando cada vez más de mi verga, en tanto con una mano se acariciaba entre las piernas. Ese día estaba con pollera y directamente llegó hasta sus calzones, los corrió un poco para masturbarse. También se desabrochó la camisa para liberar sus tetas redondas y de pequeños pezones. Yo estaba en la gloria!

Después de un rato se paró. Se arrancó la camisa y dejó caer la pollera. Me tomó de una mano y directamente me arrastró hasta la habitación donde esperaba la cama. Se arrodilló en la orilla del colchón, se tiró hacia adelante y dejó su culo en pompa. Sensualmente se bajó los calzones para dejar sus cavernas a la vista. No supe si estaba ya bien lubricada o no, pero me arrimé y simplemente la penetré. Hubo un gemido y algún movimiento para moderar el embate pero no dijo nada… Simplemente me la fui cogiendo con movimientos rápidos y profundos. Mi mano viajó hasta abajo para acariciarle la concha y empaparse de jugos. Cargué bien di dedo mayor y con ese lubricante le vine a trabajar el culo. Le metí la mitad y se sobresaltó!

-Despacito por favor… yo… ahí… nunca

Fue todo lo que necesitaba oír para querer ya entrar en ese ojete virgo. Se la saqué de la concha y la apoyé en la otra entrada.

-No, por favor… que me va a doler!

-Voy a entrar despacito… solo la cabecita! (Ya aprendía a mentir en eso!)

Empujé y efectivamente la cabeza se abrió paso. Ella, por instinto, apretó el orificio. Como gran experimentado le di un par de palmadas para pedirle que se aflojara. Entendió y el empuje le alojó media verga en el ano. Despacio retrocedía y avanzaba cada vez más adentro. Se fue acostumbrando y para ayudarla no dejé de masturbarle la concha con los dedos. Así pude cogerla más y más fuerte. Quitaba casi todo el falo y de un envión se lo volvía a embutir. Gemidos y jadeos. Apretada en su ojete, mi verga fue y vino hasta que empezó a anunciarme que pronto acabaría

-Te voy a dar toda mi leche en este culo hermoso!

-Sí, si… esto ya me gusta… dame más. Cógeme!!!

No sé si llegó primero su orgasmo o el mío. O ambos a la vez. Solo sé que le descargué un lechazo interminable y no se la saqué hasta que me salió la última gota. Consumado todo, nos quedamos tirados frente a frente para que ella me besara y nos besáramos una y otra vez.

La hora se había ido volando, ya era tarde. Me vestí y me despedí para volver a mi casa.

Regresé el viernes siguiente y me esperaba. Ni me habló de posar, de dibujos ni nada. Me desnudó sí, pero en su dormitorio. Estaba desconocida y desatada. Me empezó a mamar la verga mientras se desnudaba. Cuando el falo estuvo duro, sencillamente me montó y se lo dejó escurrir en la concha. Me cogió ella. Se movió frenéticamente frotándose en círculos sobre mi pubis y así el orgasmo le llegó enseguida! Le pedí que se pusiera otra vez en cuatro patas pero esta vez volví directo a la vagina. Literalmente la ensarté para acabarle bien adentro, después de un rápido y profundo bombeo.

Lo volvimos a hacer durante algunos viernes más, hasta que dejé de estudiar dibujo.

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