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Aquella cabaña en el campo

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Nos habíamos ido a pasar unos días a una casita rural una pareja de amigos. Mario, mi chico, había encontrado un sitio maravilloso perdido del mundo e ideal para desconectar y cargar pilas, y un día, hablando con otra pareja de amigos, decidimos hacer una escapadita juntos.

La casita era un antiguo granero, el sitio estaba decorado de lujo, todo con temas muy camperos y bien aprovechado. La casa constaba de dos pisos, la parte de arriba con dos habitaciones muy amplias y ambas con una terraza con vistas a la sierra, cada una con un baño completo. Abajo un amplio salón, que con la cocina americana lo hacía más grande, otro cuarto de baño, y en la parte trasera, un jardín pequeñito, con bastantes flores y una zona tipo chillout, con dos camas balinesas, dos amplios sofás de exterior, y un sofá columpio, aparte de una mesa de madera.

Llegamos de noche, tarde, fuimos a la salida del trabajo y tardamos casi 4 horas en llegar, pero por ya estábamos, queríamos cenar, descansar un poco y ya al día siguiente hacer cosillas algunas actividades, algo de senderismo por la zona, comer en un pueblo cercano y un poco de turismo por la zona. Y así fue, al poco de cenar y agotados por el viaje, nos acostamos y todo bien, normal. Nos dormimos enseguida tanto Mario, mi chico como yo, pero a eso de las 3 de la madrugada, me desperté con mucha sed, así que muy despacio, bajé las escaleras sin hacer ruido y al llegar casi a la cocina oí un ligero ruido, así que puse más cuidado en que no se me escuchase.

Me asome por el resquicio de la puerta, y me quede sorprendida, Esther y José estaban besándose, pero no solo eso, es que él comenzaba a pasar las manos por sus pechos, por encima del camisón, acariciando las tetas con gran pasión haciendo presión en los pezones.

Me quedé que no sabía qué hacer, si seguir mirando el espectáculo que Esther y José habían montado delante de mí o volver a la habitación. La situación me excitaba muchísimo, nunca me había pasado esto de pillar a alguien metiéndose mano y que no se percataran de mi presencia, y la verdad, me estaba gustando. José metía la mano por dentro del camisón, acariciando los dos pechos de Esther, veía como la mano jugaba con sus pezones, estirándolos y poniéndoselos duritos.

Él solo llevaba un bóxer, Esther le acariciaba por fuera, recorría con la mano por encima del bóxer, de punta a punta hasta que veo como mete la mano y se la saca. Yo no puedo más, la escena me está poniendo nerviosísima, le paso la mano por encima de mis braguitas, acariciando, mientras veo como Esther saca del todo la polla y de rodillas, comienza a chupársela.

-Uff, madre, si me estoy poniendo cachonda…. Pensé para mis adentros mientras ya me había metido una mano por dentro de las braguitas.

Esther cada vez se metía esa gran polla más dentro, se la estaba tragando enterita, mi mano, ya habían encontrado mi sexo, me notaba empapadísima acariciándome el clítoris. El dedo me entraba con suma facilidad.

En esto, Esther se saca de la boca la polla, se pone de pie, y se pone de espaldas. Agarrada al fregadero, José comienza a restregársela por sus nalgas, como haciendo camino hasta que se la mete enterita.

Yo no puedo más, cada vez me toco más fuerte, comienzo a meterme dos dedos y noto como por el interior de los muslos me caen juguitos, con la otra mano, los recojo pasándola, y me acaricio el pecho, los pezones los tengo duros, y sin dejar de meterme los dos dedos, me lamo lo de la otra mano, con sabor a mí, con mis jugos. Tengo que decir, que a esas alturas estaba de lo más cachonda, no podía parar, me masturbaba al ritmo con el que José se estaba follando a Esther.

En esto, cambiaron de postura, Esther se pone en el suele a 4 patas, José la agarra de las caderas y comienza a penetrarla, en la postura que están, justo de espaldas a mí, puedo ver como entra y sale la polla de dentro del coño de Esther, veo como golpean los huevos de José en cada embestida.

Me acaricio, no puedo más, el tanga cae al suelo, lo tengo por los tobillos, y comienzo a pasar un dedito de arriba abajo, despacio, notando su humedad, poco a poco, me meto completamente el dedo.

El sigue follándosela, no para, es una máquina, cuando de repente, ella se gira y se la mete en la boca, entera, José se corre es su garganta, la leche le casi por la comisura de los labios por la garganta hasta las tetas, que mientras lamía se las estaba sobando, tirando de los pezones.

Yo aceleré más, me daba con fuerza, metiendo dos dedos, a veces tres, mientras al mismo tiempo, con la otra mano me acariciaba el clítoris. Me volvía loca por momentos.

Hasta que vi como José se corrió, soltando varios chorros de leche seguidos, luego Esther, de nuevo de rodillas delante de él, le lamió la polla hasta no dejar gota.

Y fue mientras que ella se la chupaba cuando yo me corrí, tuve que hacer esfuerzos por no hacer ruido, pero vaya si me corrí, con dos deditos dentro y el tanga por los tobillos.

Luego, el finde transcurrió de lo más normal, no hubo más, las consiguientes excursiones y visitas. Pero ahora que ha pasado tiempo, me he preguntado mil veces ¿Qué hubiera pasado si hubiera entrado en la cocina sin darme cuenta y les hubiera pillado?, ¿o que ellos me hubieran pillado ahí, masturbándome mientras les veía follar?, ¿cómo hubiera acabado?

No sé, el caso que de esto ha pasado tiempo y todavía tengo fantasías con aquella situación y reconozco que alguna vez, he vuelto a masturbarme al recordarlo.

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