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Conchi, la señora del ático (Parte III)

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Después de aquella tarde llamé a Conchi a los dos días para saber si todo estaba bien y no había ningún problema, no sabía exactamente quién había llegado a su piso y que había pasado luego. Me dijo que todo estaba bien y que había quedado con un familiar en hacer unas cosas aquella tarde, pero que se había olvidado decírmelo, en fin no pasó nada malo.

-Bueno Conchi le digo, me gustaría ir y poder terminar lo que habíamos empezado ¡a ti que te parece!

-Pues mira que lo he pensado bien, me dice ella y creo es mejor te devuelva el dinero y dejar todo en una bonita anécdota.

-No Conchi, le digo yo, podría pasar por tu piso hoy y conversamos mejor. Te parece

-Pues si, mejor vienes y te devuelvo el dinero.

Termine de trabajar y fui al piso de Conchi, llame al telefonillo y me dejo subir, ya en su rellano llame a su puerta con dos golpes para que no se oyera el sonido del timbre en todo el edificio.

Me abre la puerta Conchi y me permite pasar, toma asiento me dice ella y me siento en uno de los dos sofás que tiene en el salón, me pregunta si deseo tomar algo, la verdad yo estaba muerto de frío pero ya en su salón y con la calefacción puesta se estaba bien, le pedí un vaso con agua, pues ahora te lo traigo me dijo, vi que paso hacia la cocina y paso por el lado mío, madre mía que culo que tiene.

Llevaba una falda de a cuadros que le llegaba hasta las rodillas, unas botas negras que le llegaban casi hasta las rodillas también. Tenia puesta una camisa de mangas largas color carne que le quedaba ceñida a su cuerpo, le marcaba unos pechos medianos y llegue a notar que no eran brasieres con relleno ya que se notaba las puntita de los pezones por el frío me imagino yo.

Tenía los labios pintados de un color casi marrón y los ojos marcados de color negro, es de mejillas rellenas y nariz normal, llevaba en el cabello un sujetador y lo tenía tirado todo hacia un costado, se veía muy rica, guapa, me calentó mucho.

Me dijo que venía de trabajar ya que por las tardes está reemplazando a una compañera que se ha puesto mal de salud, hablamos un poco más sobre cosas en general y estábamos pasándola bien, sentía que le agradaba y a mi me gustaba mucho, en ciertos momentos cruzaba las piernas y dejaba ver tremendos muslos que tiene ya que la falda llevaba cortes a los lados, le pregunté si no vendría alguna persona hoy a visitarla y me dijo que no y empezamos a reír, me terminé el vaso con agua que había pedido y le dije si podría servirme más yo mismo ya que sabía donde quedaba la cocina.

-Vamos yo te acompaño me dijo y nos dirigimos hacia allá, ya en la cocina le pregunté si había encontrado su braguita que dejé olvidada aquella tarde por salir rápido de su piso.

-¡No! -me dijo ella- te la llevaste cierto?

-La olvide en el salón, por salir rápido y para que no pasara nada la deje ahí.

-No te creo? Pero yo no la e visto y nadie más ha venido hasta ahora.

-Ah, pues deben estar acá y si las buscamos antes de que me vaya?

-Mira Juan -me dice ella- será mejor que dejemos esto hasta aquí y hagamos como si nada de esto hubiera pasado, vale.

-No Conchi por favor, dejemos que termine este juego, si ambos la estamos pasando bien, o no?

-Bueno dejemos que termine esto y que quede ahí te parece -finaliza ella con una mirada.

Fuimos al salón supuestamente a buscar las braguitas y ella salió delante de mí, que culo le marcaba aquella falda, ya en el salón buscamos y no encontramos nada obviamente porque yo las tenía en mi bolsillo.

-Mira déjame buscar otra y no perdamos tiempo si -le dije yo.

-pues vale -me dice ella.

En el momento que caminábamos hacia su habitación la agarre de la cintura, la gire hacia mi cuerpo y la bese, fue un poco arriesgado lo sé, pero entiendan que estar en esa situación, la casa solo para nosotros, nadie que pudiera molestar, ya en la puerta de su habitación y lo bien que se veía con esa ropa, me excito mucho la verdad.

La volví a besar y la abracé con algo de fuerza y deseo, le coloqué mis dos manos a la altura de su cintura y no dejaba de comerle los labios, eran carnosos, suaves y que dulce aliento que tenía en su boca, baje mis labios por su cuello sin dejar de soltarle la cintura, podía sentir su respiración entrecortada a cada beso que le daba en el cuello, por momentos intentaba hacerme la cobra pero yo no la soltaba de su cintura y la volvía acercar hacia mi y a propósito la hacía sentir mi erección, yo ya estaba muy empalmado y con ganas de querer follarme a Conchi.

Como ya estábamos en su habitación la llevé hasta su cama suavemente haciendo que retroceda, paso a pasito, no dejaba de besarle los labios y nuestras lenguas se entrelazaban y eso la excitaba mucho ya que sus manos empezaron a recorrer mi espalda y a arañar por encina de mi ropa. Llegamos al borde de su cama y le suelto la cintura y empiezo a sacarles los botones de la camisa que llevaba puesta, cuando logré sacar los primeros botones iba quedando ante mi el escote de sus pechos.

Llevaba un brasier color negro de encaje muy sexi, logré sacar todos los botones y sacarle la camisa, bese por encina del brasier los pechos de Conchi, vaya par de melones tiene esta mujer y que bien olían, besé sus pezones por encina de la prenda que los sujetaban.

Ella en un momento intento sacar mis labios de sus pechos pero ya era tarde para eso, seguí besando sus labios y volví a sujetarla de la cintura, ahora mis manos recorrían de su cintura para abajo, acariciaba con mis manos sus caderas, su culo grande y duro.

Podía sentir la marca que dejaba su braga, mi curiosidad era saber de que color era, por lo que pude sentir al acariciar por encina de su falda es que no era hilo, ya que le cubría parte de sus nalgas. Baje de sus labios hacia sus pechos y me detuve en su abdomen ligeramente yo de rodillas ante tremendo cuerpo, logro que se gire y busqué la cremallera para dejar caer la falda que llevaba puesta.

Logre bajar la cremallera y deslice hacia el suelo aquella falda de a cuadros, cuando cayó la falda, quedó ante mis ojos -casi al punto de salpicarse de mi cara por la excitación- su culo ataviado en una braga de color rosado con muchas rayitas de color negro y rojo que le cubrían las nalgas a Conchi.

Bese cada nalga y deje la falda en el suelo y tire a Conchi a su cama, ella me miro, con una mirada de placer y deseo, se acomodó bien en su cama y me llamó con uno de sus dedos, ven aquí chaval, me dijo y yo me sumergí en sus pechos que aún tenían el brasier puesto pero en un movimiento que ella hizo logró sacárselo y me abalancé cual fiera tras su presa. Vaya pezones que yo no dejaba de morder y lamer, vaya tamaño de tetas y que duras las tenía.

Me fui hasta su ombligo, baje lentamente hasta su braga y besé aquella zona de pequeña tela que llevaba sobre su vientre. Que delicioso se sentía estar besando esa parte, besé sus piernas hasta llegar a sus pies y subir nuevamente hasta su ombligo, ella gemía y me pedía que no parase, que siguiera y yo mientras tanto comencé a sacarme la ropa hasta quedarme en pelotas.

Le deslice la braguita hacia un lado y pude ver su coñito casi depilado, se notaba que esa zona la cuidaba bien. Empecé a besarle los pequeños pelillos que tenía a la entrada de su coñito, le comía esa parte con mucha pasión, paciencia y con mi lengua recorría los pliegues que se marcaban a los costados de su coñito.

Ella gemía y se estremecía cada vez que le rozaba mi lengua por su rajita, le separe un poco las piernas y logre tener más visión de su sexo. Yo separaba lo más que podía su braguita color rosado, ella me agarraba de la cabeza y me tiraba hacia sus labios, me pedía que la bese, que le muerda los labios, que le chupe las tetas y moría por que la penetre ahí mismo. Yo completamente desnudo coloque mi miembro -ya totalmente erecto y deseoso de poder poseer a Conchi- en la entrada de su coñito y el solo sentirlo ahí la hizo gemir aún más.

-Métela ya, métela ya -me decía ella y yo sujetando muy fuerte a mi amiguito lo hacía entrar y salir de su agujero ya para ese momento inundado de placer, chorreando deseo por sentirse penetrada y muy mojada por la excitación que tenía encima.

Se la introduje de una sola vez y no fue nada difícil ya que solo se resbaló, solo se introdujo, me tiré sobre su pecho y le comía los labios, ella me arañaba la espalda y solo pedía “más, más, mas por favor, no te detengas cariño, dame placer, ufff que rico, ohhh joderrr como me pones, ah que riicooo”. Yo movía despacio las caderas para no salirme del ritmo que teníamos, ella se movía y con su pelvis me cogía hacia arriba y eso hacía que mi pene le rozará la parte de su clítoris y la ponía como una moto, que delicioso poder estar dentro de Conchi y sacarle todos sus deseos jugosos, como gozábamos.

Estuvimos así varios minutos y ella me dice quiero terminar sii cariño, pero tú no termines aún que te mato. Se puso a 4 patas y me tiré sobre su culo blanco y marcado por las bragas que llevaba puesta, moví a un lado aquella prenda y busqué su coñito, la penetre y soltó un gemido largo y pausado seguía caliente y chorreante de placer, empezamos con el vaivén, yo bien prendido con mis dos manos de sus caderas y cada corto tiempo se la empujaba hasta el fondo sin previo aviso, creo no le gustaba lo salvaje y me dediqué a follarla despacio nada más, creo lo disfrutaba mucho y seguimos en ese ritmo hasta que sentí un apretón de su vagina en mi verga y vi como su espalda se quebraba por las vibraciones de algo que le estaba pasando, sus manos no dejaban de arañar la tela que cubría su cama y le escuché un ahogado grito contra la almohada que tenía cerca de su boca, yo seguí penetrándola despacio detrás de ella, quería que terminara bien, que lo disfrutará, no sabía si era así de intensa o el tiempo que llevaría sin echar un polvete.

No saque mi verga de su coñito y empezamos nuevamente el ritmo vaivén ahí, vaivén ahí, yo estaba ya muy excitado, aguantando las ganas para no terminar y pensando ya en poder correrme cuando ya estando a punto, siento otra vez ese ajuste de su vagina en mi verga, oh que sensación más rica, me corrí dentro sin decirle nada y solo le escuché un ohhh y sus manos no dejaban de rasgar las sábanas, fuimos cayendo lentamente juntos hacia el colchón, no quería sacar mi verga de su coñito y ambos aún con los temblores que da haberse corrido nos quedamos tirados, yo encina de ella y ella sobre sus pechotes, quedamos unos largos minutos en su cama.

Después de eso, ya cuando mi pene perdía tamaño y grosor y por el efecto se desprendió del coñito de Conchi. Nos besamos en los labios y ella decidió que hasta aquí nomas habíamos llegado y eso era todo, ya que tenía, según entendí pareja o algo así y que no podría estar tranquila en una situación incómoda. Le pedí que esta no sea la última vez Conchi.

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