Nuevos relatos publicados: 11

Descubriendo mi bisexualidad en casa

  • 14
  • 33.051
  • 9,33 (12 Val.)
  • 10

Sin duda, una de las experiencias más lujuriosas y placenteras que he tenido siendo abogada, involucrando indirectamente mi profesión, ha sido conocer a un compungido cliente que, al haber sido abandonado por su esposa, me buscó en mi despacho para iniciar un procedimiento que pusiera fin a su fallida relación.

-Me apena mucho lo que estoy pasando Licenciada Rebeca, pero no veo otra salida a mi lamentable situación.

-No te preocupes Carlo, en mi trabajo para todo hay solución, pero cuéntame y yo veré que es lo mejor para ustedes.

-Pues verá, mi verdadero pesar no es que me haya abandonado Pamela, sino los motivos que la orillaron a hacerlo.

-Háblame de tú, llámame Rebe, ya que estaremos trabajando juntos por lo menos un par de meses, esto lo hará más ameno.

-Gracias Rebe, verás, apenas con un año de casados, con una vida digamos normal, conocí en el trabajo a una persona.

-Cuál es tu actividad en concreto, entiendo que eres una especie de gestor pero no me queda claro.

-Soy, lo que en materia de transporte se conoce como gerente de tráfico y estoy comisionado en el Puerto de Veracruz, mi encargo principal es embarcar en contenedores la mercancía que llega al Puerto hacia la Ciudad de México.

-Muy interesante, supongo que el primer inconveniente es que pasas muy poco tiempo con tu mujer, además de la cantidad de chicas guapas que debes conocer en un lugar por demás turístico, cierto?

-Verás, en un año, solo he estado en casa cuando nos casamos y en las fiestas de diciembre una semana; sin duda Pamela goza de todas las comodidades por lo próspero de mi trabajo pero eso ha derivado en constantes reproches hasta desembocar en que esté aquí contigo pensando en cómo me involucré en una situación tan lamentable… para ella.

-Pues déjame decirte que cualquier mujer pensaría que una relación así es perfecta, con gusto te elegiría para ser mi próximo divorcio Ja ja ja.

-Ella en verdad pensaba igual, hasta que… mmm es necesario que te diga tal cual los motivos de nuestro rompimiento Rebe?

-Definitivamente no, pero noto en tu voz que en este momento necesitas más que una solución jurídica, contar algo que te está quemando por dentro Carlo, así que con toda la sinceridad y apelando a mi deber de confidencialidad, te ofrezco toda mi confianza y prometo escuchar sin ser prejuiciosa, después de todo, cada quien tiene sus infiernos y los vive como puede o como quiere.

-Agradezco enorme tu tiempo y comprensión, espero que al finalizar no me juzgues tan duro, créeme… lo necesito.

Sucede que Veracruz es por naturaleza un Estado cálido e internacional por la afluencia de gente de todo el mundo, lo que conlleva a vivir de una forma digamos, más abierta; yo, al ser originario de aquí, no he compartido esa forma de vida, sin embargo, muy en el interior y pese a que me he resistido, de unos meses a la fecha he sentido una fuerte necesidad de experimentar “cosas nuevas”.

-Define “cosas nuevas” Carlo?

-Pues verás, desde que recuerdo siempre he sido una persona digamos, heterosexual.

-Ahh ya veo por donde vamos, sigue.

-Gracias, resulta que como te mencioné al inicio, recientemente conocí a Oscar quién me sustituiría en el encargo pues me promovieron y en consecuencia regresé aquí con un mejor puesto.

-Oscar? cuando dijiste que habías conocido a una persona, ingenuamente creí que te referías a una dama.

-Él es una persona agradable y encantadora como pocos, por lo que no tardamos en congeniar llevándonos de maravilla el corto tiempo que convivimos en el Puerto; es así, que hace una semana nos informaron que debíamos estar en la Ciudad de México para recibir los nombramientos, por lo que una vez aquí, nuestro gerente nos informó que además de los reconocimientos, había preparado una cena de festejo para después de dicho acontecimiento, a la cual estábamos invitados con nuestra respectiva pareja.

Dicha celebración, se puede decir que fue sobria e íntima pues solo acudimos, Albert el gerente y su linda esposa, Irma la gerente regional en Veracruz, quien llegó sola, así como Oscar, Pamela y yo; todo transcurrió muy ameno y cordial, bromas, piropos, uno que otro flirteo, incluso pensé que Oscar congeniaría con Irma y se daría algo, lo cual, en ese momento no entendía por qué me incomodaba.

Por su parte Pamela, en una actitud que hasta ese momento desconocía de ella, se portaba muy atenta con Irma, que dicho sea de paso, trae la sangre costeña y es por demás muy sensual y pícara, al grado que ya pasadas unas horas y una buena serie de bebidas, en un descuido de los comensales, no así mío, al estar sentada a lado de Pam, fingió tirar un cubierto y al inclinarse a levantarlo, pasó sus labios por todo lo largo de su pierna descubierta por la abertura de su vestido que permitía llegar al sensual triángulo de su braga, la cual con el contacto de sus carnosos labios y la habilidad de su traviesa lengua, recorrió hacia un lado permitiéndole lamer el ensortijado vello púbico de mi mujer, quien al sentir la audaz caricia apretó mi brazo con fuerza emitiendo un suspiro ahogado haciendo que Irma se incorporara guardando la compostura inmediatamente.

-Te sientes bien linda?

-Si amor, creo que se me han subido las copas.

-Yo no he sido, lo juro

-Ja ja ja

Todos reímos por la ocurrencia de la encantadora jarochita.

Cuando hubo terminado la velada, al ver que aún había mucho ánimo, propuse mi casa para continuar el festejo, respondiendo Irma primero, que era una lástima ya que en verdad la estaba pasando muy a gusto, dirigiendo una mirada encendida a mi esposa, quien se ruborizó enseguida.

Sucede que debo estar en el Puerto a primera hora; sin embargo, debes prometer que me invitarás en otra ocasión a terminar esta velada en compañía de tu sensual esposa, cierto Pam?

Haciendo segunda, nuestro gerente, aduciendo que tenía reunión con los coordinadores del Puerto de Manzanillo también reusó la invitación, retirándose con su esposa; así, solo Oscar aceptó, por lo que despidiéndonos, nos dirigimos a casa.

Durante el transcurso Pam se mostraba totalmente diferente, se acercó a mi desabotonando un poco mi camisa para discretamente tomar con sus labios mi pezón, jugándolo con su lengua y poniéndome al rojo vivo con esa caricia, al tiempo que liberaba mi pene ya erecto y en un movimiento osado, se inclinó y se lo introdujo completamente dejándolo unos instantes dentro de su cálida boquita, incorporándose con un suspiro de aliento, mientras nuestro invitado observaba desde la parte trasera acariciándose la verga por sobre el pantalón.

-Chicos, debo decir que si gustan pueden dejarme en algún hotel, sin problema.

Pamela solo río pícara festejando su travesura, guardando con dificultad mi pene por la fuerte erección que sufría.

-Hemos llegado Oscar, no te preocupes, papi subo a ponerme cómoda puedes acompañarme? Me siento un poco mareada, no tardamos.

-Si te sientes cansada, podemos dejarlo para otra ocasión linda pues como les dije, por mí no se preocupen que aún es buena hora para hospedarme en un hotelito.

En ese momento pensé que Pam le tomaría la palabra para que continuáramos solo nosotros en la intimidad, por lo que subí con un poco de fastidio; sorprendido confirmé que no era eso lo que Pam pretendía pues apenas cruzamos la puerta de nuestra recámara, se me fue encima lamiéndome por todos lados, desnudándome e inclinándose frente a mí y como si en ello le fuera la vida, comenzó a masturbarme con ambas manos pasando su lengua en círculos sobre la cabeza de mí ya endurecido pene, saboreando su cristalino néctar.

-Por favor, tómame en este instante cabrón.

-Que te sucede amor, te desconozco, que te ha puesto así, acaso la atrevida caricia de Irma?

-La caricia, su ardiente lengua, lo atractivo que es tu compañero, las lindas tetas de la esposa de tu jefe, no sé… todo, no preguntes solo dámelo en el culo.

-Como? en verdad estas irreconocible.

-Así es, déjame disfrutar, son tantas noches sin ti, conteniendo estas ganas de coger, anda, dámelo cabrón.

Y desprendiéndose de sus bragas que ya escurrían por horas de excitación, me las acercó como quien te pide opinión sobre una esencia.

-Te gusta mi aroma?

-Me vuelve loco ese olor a perversión pero porque preguntas eso?

-Pues verás, cuando Irma se atrevió a pasar su candente lengua sobre mí, inconscientemente separé las piernas, lo que le permitió llegar a mi cosito, jalando ligeramente mis vellos provocando en mí un orgasmo fulminante como pocas veces he experimentado; luego, cuando pude tener compostura, muy discretamente acercó su rostro a mí y me susurró al oído que tenía un aroma delirante, haciendo que toda mi piel se electrizara por tal comentario.

Una vez que Pam me confesó lo ocurrido en el bar, me arrojó sobre la cama se subió en mí y levantándose el vestido, ya con la vulva inundada por la excitación, la fue recorriendo parsimoniosamente a lo largo de mi abdomen, hasta colocarla justo en mi cara, frotando desde su clítoris hasta su ardiente ano una y otra y otra vez, explotando en una venida como pocas veces había experimentado, como una erupción de lava hirviente.

-mmm, aggh, aggh, me corro, Dios me corro.

-Nos escuchará Oscar.

-Eso quiero, quiero que escuche cuánto he contenido estas pinches ganas de que me la chupes, de verte coger con un hombre…

-Como?

-Vamos no me detengas, déjame sacar mis más oscuros deseos hoy que estoy incontenible cabrón.

Ese momento fue, como si se revelara ante mí de un solo golpe todo lo que no quería aceptar, vamos, ni siquiera pensar; ella quería que ambos liberáramos todas nuestras ansias reprimidas, era el momento, no sé cómo, pero le di la vuelta sobre mí y elevando sus ardientes nalgas, tome la sabia que su vulva derramaba, untándola en mi candente verga y a la entrada de ese oscuro y depilado orificio anal que ya estaba dispuesto a recibir la tremenda invasión por lo que, de un solo empujón, se la hundí hasta golpear con mi pubis sus deliciosas nalgas.

-Ahhh, ahhh, me duele, no soporto, esto es delicioso, así, no pares.

Así, mientras yo arremetía con fuerza sobre sus nalguitas, ella manipulaba su ardiente clítoris al ritmo de mi cadencia; de repente, nos convulsionamos en un solo momento, gritando nuestro orgasmo sin inhibiciones, enterando ruidosamente a Oscar de nuestra calentura; después, la calma, ese letargo que se disfruta tanto como el mismo orgasmo, reviviendo en la mente la batalla librada donde poco importa quién resulta vencedor.

Para ese momento del relato ya no tenía voluntad; es decir, fue tanto el morbo que produjo en mí, que sin darme cuenta había aflojado mi corbata de satín y desabotonado mi blusa acariciándome las tetas, con una pierna sobre la codera de mi sillón pasando frenéticamente mis dedos sobre la delicada pantaleta que, empapada cedía a mis caricias produciendo en mi cosito una serie de incontenibles descargas que recorrían todo mi cuerpo, viendo por sobre mis lentes como Carlo relataba con lujo de detalle su versión, por lo que no pude soportar más y le imploré al tiempo que lo tomaba con ambas manos de la nuca acercándolo para tomar de su boca la pasión que desbordaba, que me poseyera.

Bájame las bragas que me incendio, méteme esa verga que se marca tan rica, dámela también en mi orificio trasero papi, soy adicta al sexo anal, tortúrame como lo hiciste con tu mujer, quiero sentirte igual, potente, mira como me tienes, mi cosito está inundado, cógeme.

Ya sin pudor, pasé el brazo sobre la cubierta del escritorio retirando todo lo que me impidiera postrarme sobre él, disponiéndome a quedar de bruces con una mano en cada esquina boca abajo y mi falda en la cintura elevando al máximo mis ardientes nalguitas en espera de recibir el delicioso castigo que yo misma me imponía.

-Es raro que te lo pidan por ahí?

-Muy raro, sin embargo, es algo que me fascina Rebe y por lo que veo, tú eres de esas pocas hembras que en verdad lo disfruta como yo, es una sensación única.

-Exacto, es única papi, ya dámelo, yaaa, yaaa, mmmgf, mmgf, me muero, que delicia, mmfg.

Mientras soportaba esas deliciosas estocadas, él no sé cómo o con qué habilidad, pasaba de mis erguidos pezones a mi candente clítoris, sin dejar por un segundo que mi temperatura disminuyera, hasta hacer que emitiera una serie de pujidos anunciando mi fenomenal orgasmo.

-Aah, aah, aah.

Y cuando estaba en la cúspide del paroxismo, aún en ese momento pude sentir su potente descarga refrescando mis entrañas en una sensación que aún ahora, no puedo describir, una sensación entre alivio, placer y perversión o algo así.

-Que desperdicio.

-Como?

-Tu mujer, que desperdicio Carlo, está dejando un excelente amante.

Nos incorporamos para acomodarnos sobre el sofá, así, desnudos como estábamos, solo unos minutos, cada quien ensimismado en sus pensamientos.

-Ella pensó lo mismo.

-A que te refieres?

-Ella me dijo eso mismo… “que desperdicio”

Ya calmadas las ansias generadas por su candente historia, nos dispusimos así, desnudos y sin más explicaciones, a continuar, él su relato y yo, a escuchar el morboso desenlace.

-Cuéntame porqué te dijo lo que yo misma dije Carlo, si?

-En realidad, el motivo principal de todo este entuerto fue esto que a continuación, y no sin un poco de pena y rubor, te platicaré, esperando tu comprensión o quizá tu aceptación preciosa; así las cosas y una vez que hubimos bajado un poco la temperatura del momento, procedimos a encarar a Oscar, quien seguramente aguardaba impaciente a que apareciéramos.

-Carlo, amor, bajemos, Oscar debe estar ansioso o… caliente ji ji.

-Vayamos pues, que locura más intensa, no sé cómo actuar después de lo que escuchó nuestro invitado.

-Te soy honesta, quiero elevar su lívido hasta hacer que se pervierta en nuestro juego y complacer tu secreto anhelado papi.

-Lo harás?

-Totalmente, esta noche quiero que definamos nuestras preferencias, quizá hemos sido demasiado condescendientes amor, muero por verte actuar como una hembra sedienta de verga, si, de verga, de una deliciosa y candente verga que estalle en tus entrañas inundando de lava ardiente todo tu ser.

Acto seguido, se enfundó el primer cachetero que vio subiéndolo hasta desaparecer en su dolorido hoyito y se cubrió con una bata transparente que lejos de cubrir sus lindas tetas, las enmarcaba resaltando sus coronados pezones, dejando expuestas sus enrojecidas nalgas por la arremetida de que había sido objeto hace apenas unos instantes, mientras que yo más tímido, me puse una bata de baño que me cubría todo el cuerpo aunque sin ropa interior; al bajar, Oscar nos recibió con una sonrisa amable.

-Adelante, me tomé el atrevimiento de preparar unas bebidas, pensando que las necesitarían, siempre es reconfortante después de una buena sesión de sexo… no creen?

Al escuchar esto, las mejillas de Pamela se encendieron de deseo, en realidad era otra, me tomó por la cintura debajo de la bata y me atrajo hacia ella propinándome un beso que poco dejó a la imaginación, recorriendo con su ardiente lengua mis labios sedientos de ella, mientras sus manos recorrían de arriba abajo mis caderas, deslizándolas a lo ancho de mis nalgas descubriendo así una visión perfecta para Oscar, quien al verme atrapado por esas curiosas y delicadas manos que se perdían entre mi ensortijada vellosidad buscando invadir lo más íntimo de mí, se levantó deshaciéndose de su ropa para quedar apenas en un cachetero que difícilmente contenía su hermoso pene erecto al máximo por la situación que permeaba, acomodándose nuevamente, como disponiéndose a disfrutar de una buena película cargada de erotismo y sensualidad.

-Vamos vida hagámoslo para él, acaso no es nuestro invitado?

Así, cual consolidados artistas porno, comenzamos a disfrutar sin tapujos e inhibiciones frente a la mirada satisfecha de nuestro espectador, ella se fue hincando lentamente deslizando su lengua a lo largo de mi cuerpo ronroneando muy dócilmente y desprendiéndome de mi ligera bata, girándome para que al estar hincada, tener mis encendidas nalgas a su merced, mordiéndolas con ansias como si temiera que yo pudiera romper el encanto, enredando su ardiente lengua en mis delicados vellitos que humedecía haciéndolos a un lado para disfrutar plenamente de mi apenas notorio agujerito virgen; cuando lo hubo descubierto, se alejó por un momento separando mis nalgas… admirándolo.

-Jamás me atreví y veo que es lindo, que tus nalgas en verdad son lindas, mmm.

Disponiéndose nuevamente a sumergirse e inundar con su ardiente saliva mi recién invadido e inmaculado orificio, y yo? sintiéndome una nena, una princesa que se trata con delicadeza, eso era yo en ese momento.

-Que haces, deten…te, vamos para, mmggh, Dios, para.

-En verdad lo deseas?

-Jamás he sentido tanto placer, tengo miedo de aceptar que no quiero que te detengas ahhgg, dame más, dame más, esto es la gloria, ahhh.

-Tus nalgas son deliciosas y tu orificio ooh… es hermoso perrita golosa.

-Perrita golosa?

Al escucharla, lo juro, sentí una descarga eléctrica que me hizo doblar las rodillas, era cierto! mi anhelo era que me trataran como a una hembra, una mujercita sedienta de verga, era como si despertara a la sexualidad pero en mi papel de mujer, Pamela al haber descubierto mi más anhelado fetiche solo sonrió satisfecha haciendo una seña a Oscar invitándolo a unirse.

-Vamos papi ven, hagamos de esta delicada nena una mujer plena.

Y volteando hacia Oscar, así, en cuclillas, separando con sus manitas mis nalgas, lo invito a participar de mi tesorito tan celosamente guardado, abriendo sus piernas para mostrar a su vez su rico cosito ya de por sí inundado de su cristalino lubricante que traspasaba la delgada tela de su sensual cachetero; al ver la irresistible invitación, Oscar se incorporó y al hacerlo dejó ver un hermoso falo que retador pugnaba por ser liberado de su prisión, por lo que bajando su sexi cachetero hasta los tobillos, tomó su pene en total erección y lentamente lo acercó a Pamela.

-No amor, es Carlita quien anhela tu cosito, anda enséñale a ser mujer.

-Por favor Oscar dámelo, que lo tuyo es… hermoso, me enloquece, lo alucino desde la primera vez que lo admiré en las regaderas del Puerto, lo recuerdas?

-Como olvidarlo yo también me sentí atraído por tu sensual y delicado cuerpo pero sobre todo, esas nalgas, no me negarás Pam que son dignas contendientes.

-Y virginales Oscar, no lo olvides.

-Ven cosita rica, acércate.

Y tomándome de la mano, me atrajo para palpar mi erección, girándome, lamiendo mi espalda, bajando hasta mis glúteos, besándolos tiernamente como presagiando el tormento que vivirían.

-Qué hago?

-Solo déjate llevar y has caso a tus impulsos, ven cosita rica.

Así de espalda como me tenía, puso su mano en mi nuca bajándola para poner mis nalgas al aire, de repente se escuchó una melodía suave que invitaba a la seducción; Pam se retiró sin que nos percatáramos, ocultándose tras la cortina transparente que separaba la sala de la cálida terracita, postrándose en el reposet, liberando su deliciosa vulva de esa sexi braguita y disponiéndose a disfrutar de una candente y morbosa escena; así, totalmente desnuda, se dispuso a perder sus traviesos dedos donde la pasión se anidaba.

En ese momento Rebe, yo estaba comprometido totalmente con mi papel de chica inexperta y sumisa en espera de un debut que, ahora lo sé, deseé toda la vida.

Cuando nos percatamos que Pam se deleitaba masturbándose, él me tomo de la cintura meciéndome al compás de la melodía mientras lentamente acomodaba su verga entre mis nalgas y, utilizando el lubricante que de él emanaba, la pasó cuan larga era sobre mi ano que rogaba por ser poseído; así, sin dejar de martirizarme con sus movimientos, aumentó el morbo al buscar mi pene que para ese momento ya escurría lubricante en abundancia, lo tomo y embarrando sus dedos, comenzó a introducirlos en mi apretado anito, deslizándolos alrededor buscando vencer la resistencia primero con uno, luego dos dedos perdiéndose en lo más cálido de mi ser mientras yo moría de placer; la música cesó y mientras yo, por entre mis piernas y en la posición que me encontraba, tomé su verga enfilándola lentamente hacia mi agujerito; una vez que hicimos contacto piel con piel, comencé a pasarla suavemente por todo mi sensible anito disfrutando su textura, él solo cerró los ojos y comenzó a empujar acompasadamente, al sentir que poco a poco iba cediendo ante la fuerza ejercida, separé mis nalgas con ambas manos facilitando mi iniciación, cuando de golpe sentí cómo mi hoyito posterior cedió así, sin dolor, y sí, con una mezcla de placer y calor que me recorría el cuerpo, anhelando recibir esa lava ardiente que inundara impetuosa mi cavidad virginal, solté un suspiro ahogado que llegó a los confines de la tierra, era lo más rico que había probado mi cuerpo, era como si me incendiara de placer al grado de desfallecer de pasión por dentro.

-Que delicia papi ahhh, no quiero que termine, es delicioso sentirte.

Debo reconocer que era hermoso, muy grueso, sentía sus venas desde la base hasta el inicio de la cabeza, que al estar inflamada parecía de acero y esa deliciosa curvatura al final mmm que provocaba ricas punzadas en mi sensible anito; acto seguido, me tomó de los hombros y lentamente me fue enderezando, por lo que yo, sabiendo lo que quería, posé sus manos en mis tetillas mientras él las comenzaba a pellizcar con ternura.

-Que delicados pezones y que cálido culito tienes cosita, se nota que ya antes habías jugado con él.

-Ja…mas, eres el primero papi, agghh, es una delicia tenerte hasta adentro, dame, dame, acaba en mí, quiero conservar tu semen hirviente dentro, muuy dentro.

Perdiendo la poca vergüenza que me quedaba, comencé a mover las caderas como si siempre hubiera sabido, sintiendo esa textura que probaba por vez primera.

-Siempre imaginé que sería así por Dios, es deliciosamente excitante, mmm.

-Sigue papi, dame toda aghh, agghh.

-Por favor, trátame como a una mujercita, te lo imploro.

-Ahhh, que rico te mueves Carlita, eres una traviesa, me estás exprimiendo, aahh… aahh, que ricas nalguitas mmm.

-Te gusta lo que ves Pamela? Es un verdadero manjar, me exprime con locura mmm

De repente sacó su duro pene, haciéndome gritar suplicandoque lo metiera nuevamente; así, girándome para dejarme boca arriba, me levantó las piernas depositándolas en sus hombros, y me volvió a penetrar, esta vez de uno solo con una potencia desastrosa que me hizo exclamar de placer como una desquiciada mujercita.

-Ayyy papi sácalo, sácalo, me matas de placer ahhh

En realidad pedía lo que estaba lejos de desear pues me enloquecía sentir su pene recorriendo por dentro mi cuerpo y esa sensación, caramba, esa sensación cuando alcanzaba con su cabeza inflamada mi punto “G”, siempre creí que se trataba de un mito, mmm que delicia, era como si me estimularan desde muy dentro provocando en mi un temblor que amenazaba con una enorme explosión de semen incontenible que me arrebataba las fuerzas para quedar completamente a su merced.

-Ya, ya, me viene papi, aaggh, aaggh, inundame el culo cabrón, inúndamelo aaahhh

-Estoy hirviendo Carlita, ya lo siento venir, quiero mamar esas ricas tetas hasta dejarlas inflamadas.

Así, inclinándose sobre mis erectos pezones, comenzó a succionar con fuerza uno y otro sin que se hiciera esperar la reacción, pues de inmediato los tenía totalmente alargados e hinchados y parecía que estaban sincronizados con mi pene pues en ese momento no pude más y exploté entre gritos de placer mientras Oscar arremetía con fuerza, no sé por cuanto tiempo, solo escuchaba unos quejidos sensuales y palabras cortadas mientras inundaba mi recién pervertido orificio.

-Aggh, si, esto es lindo, así, así, me viene, mmm me viene ahhh, ahhh…

Si nunca había visto en vivo a un hombre masturbarse, menos había sentido el semen salir como lava hirviente, furiosa, golpeando sin respeto ni orden mis entrañas; mientras él explotaba con gemidos alucinantes, yo estaba que hervía por dentro arrojando con delirante fuerza mi semen salpicando mi pecho, mi cara, mientras abría la boca tratando de atrapar un poco de ese rico néctar, cada que sentía esos disparos liberando su potente líquido, mi cuerpo se estremecía y mi ano sentía una deliciosa descarga eléctrica que me enloquecía cada vez más, al grado que deseaba que nunca saliera de mí esa hermosura que invadíalo más íntimo de mi ser.

Así, volteando de vez en vez hacia Pam, podía verla disfrutando de su deliciosa paja y él, en el paroxismo de su tremenda hazaña, poco a poco fue perdiendo fuerza abrazándose a mí en una clara forma de rendición y delicioso letargo. Fue en ese momento que se escuchó la tremenda explosión de Pamela, había resistido hasta el final, reservando para el último su erótico orgasmo.

-Aahhg, ahhh, aahhh, ya,ya…

-Vamos Pam, es tu turno.

-Mi turno terminó.

Pamela había comprendido mi fascinación por ser penetrado de esa forma y prefirió retirarse sin esperar una aclaración de mi parte, hasta ahora sigue con la falsa idea que soy gay y aunque me encantó realizar mi fantasía, disfruté enorme hacerlo tanto con ella como con Oscar, amo la bisexualidad, supongo que mi esposa no cambiará de opinión, solo espero que en algún momento se dé la oportunidad de que también ella libere esa chica bi que lleva dentro.

-Ahora sabes el motivo de mi ruptura Rebe, crees que ha sido justificada?

-Creo que apenas inicias una vida plena Carlo, enhorabuena.

(9,33)