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Dia del Padre (Jornada Electoral 2)

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Formalizo un esfuerzo de publicar en cada una de las categorías de la página, a excepción de Grandes Relatos, porque como mis lectores saben prácticamente todas mis publicaciones son extensas y Grandes Series, porque básicamente todos mis relatos forman una serie, la serie de mi vida, en espera de su retroalimentación.

Y ahí estaba recostada boca arriba sobre la hierba, bajo el sol de Junio, con mis piernas abiertas y mis tobillos a la altura de mi cara. Ahora, una vez más, deslizó su verga en mi culo. suspiré con profunda satisfacción. Éramos animales en copula salvaje, desnudos, iguales, unidos en este antinatural apareamiento. Gemía como perra en celo, mientras me cogía por el culo con un hermoso ritmo, duro y profundo, dentro y fuera, pero también retorciéndolo dentro de mí en una especie de movimiento en forma de ocho.

Pero retrocedamos un poco…

Las Jornadas Electorales en mi país están marcadas para el primer domingo del mes de junio, y tradicionalmente el día del Padre se celebra el tercer domingo de junio.

Habían transcurrido 15 días de los acontecimientos vividos en Jornada Electoral (relato que podrán encontrar en mi perfil, junto con otros más que los invito a leer), ese año en particular Mi Mor y yo habíamos decidido pasar con nuestros respectivos progenitores los festejos, la bendición mayor estaría con Mi Rey, y las menores con Mi Mor, que cada quien disfrutará con su cada cual.

Era un día caluroso, (normal en mi ciudad en esa época del año), esperaba disfrutar de la alberca en la residencia de mis papás, pero la bomba del filtro no daba y por tanto el agua lucía un hermoso color verde esmeralda, mientras mi padre cómicamente discutía con la bomba tratando de repararla, me refrescaba con un “vampiro” casero junto con mi madre en el jardín, disfrutando ambas del espectáculo involuntario de mi progenitor.

Mamá: Ay tu papá tan necio, si bien le dijo Cesarin que la bomba no le iba aguantar mucho – resignada

Yo: ¿Cesarin? – extrañada

Mamá: Si, tu AMIGO Cesar, que vive aquí cerquitas – tranquilamente – es un amor ese hombre, lo que tiene de grandote, lo tiene de buena gente, le tiene mucha paciencia a Mi Muñequito.

Mirando a mi madre aun extrañada, confundida y choqueada, mientras me terminaba mi bebida y preparándome otra, no entendía de quien me hablaba con tanta familiaridad.

Mamá: Tu AMIGO Cesar, hace unos días, llego saludar y desde entonces viene cotidianamente a platicar con tu papá, antier reparo la bomba, pero le advirtió al Muñequito que tenía que cambiarla, pero ya ves, así las cosas.

Yo: Cesar, ¿es alto, muy robusto, mal encarado? – con la esperanza de que mi madre hablara de otro Cesar y no el que estaba en mis pensamientos en ese momento.

Mamá: Si Muñequita, él – con su infinita paciencia de madre.

Di otro gran sorbo a mi nueva bebida, para evitar cualquier mueca delatora.

Mamá: Deberías de hablarle para que venga ayudarle al Muñequito.

Yo: Como crees- nerviosa

Mamá: Sí, porque tu papá no le va hablar por vergüenza, ya que él de advirtió que esto pasaría. Ándale háblale.

Yo: Ay Má, es festivo que tal si él está ocupado.

Mamá: Déjame le llamo, nada perdemos con intentarlo- mientras digitaba su celular

Quedándome sin habla solo me quedo disimular mi nerviosismo jugando con la copa.

Mamá: Cesarin Mijo,…bien bien, ¿… no te interrumpo? qué bueno… alguien quiere hablar contigo – ofreciéndome su celular.

No me quedo, más remedio que tomarlo con una sonrisa forzada, alejándome por el jardín con el celular en una mano y la copa en la otra.

Yo: Bueno – sorbiendo mi bebida

Cesar: “Muñequita” …-burlonamente

Yo: No me digas así – molesta susurrando para no ser escuchada – que solo mi madre me llama así, para ti son Elena, valla que eres atrevido, porque les dijiste a mis padres que somos Amigos. - bebiendo nerviosa de mi copa

Cesar: Bueno, es que eres un manjar digno de comer más de una ocasión, así que fui a la casa, lancé el anzuelo y lo demás era cuestión de esperar y mira no me equivoqué, la pesca ha sido muy buena.

Yo: Descarado – tratando de oírme molesta, pero la verdad me algaba todo el esfuerzo que había realizado hasta el momento para buscarme.

Cesar: “El Muñeco” está batallando con la alberca verdad? – con su acostumbrado cinismo

Yo: ¿Cómo sabes? –intrigada tomando de bebida, suponiendo que la falla de la bomba no fue casualidad.

Cesar: Sabía que hoy estarías con tus papás y sabía que la bomba fallaría y…

Yo: “Sabias que te buscarían para ayudarlos”, eres un cabroncito….- ya no pude evitar mi sonrisa.

Cesar: Si también sabia eso…

Yo: Que bárbaro eres – riendo mientras sorbía otro trago- y bien, ¿puedes solucionarlo? – terminándome el líquido rojo del recipiente de vidrio.

Cesar: Claro, aquí tengo la pieza que ocupa el Muñeco, pero tendrías que VENIRTE conmigo, aquí en mi casa – insinuante.

Yo: Estás loco – mordiéndome los labios, sabía lo que el pretendía y sabía que no debía de arriesgarme.

No sé si era el litro de vampiro que había bebido, el sofocante calor del día, o la varonil y dominante voz de Cesar, pero mi entrepierna empezaba a dar señales de vida.

Yo: No creo poder, estoy festejando mi papa no puedo salirme, así como así. – tratando de evitar la tentación.

Cesar: Pues si quieres que funcione la alberca tendrás que VENIRTE – con voz lujuriosa –

Girando mi mirada podía ver a mi padre gritando a todos los ancestros de bomba, esa no era forma de festeja su día, además quizás pudiera refrescarme un poco en la hidro de Cesar, me decía engañándome a mi misma que la decisión la tomaba con la cabeza y no con la vulva.

Yo: Ok, tu ganas, pero te advierto, borra tus expectativas, solo voy por ti y ya. - tratando de oírme lo más seria posible.

Cesar: Acá te espero “muñequita” – burlonamente.

Colgando sin darme oportunidad de reclamarle por el apodo.

Acercándome a la mesa del jardín para entregarle el celular a Mamá.

Mamá: ¿Que te dijo Cesarín?

Yo: Que puede conseguir la refacción para la bomba, pero como no tiene coche ahorita tendría ir por él – dejando mi copa vacía sobre la mesa.

Mamá: Te digo ese hombresote es un amor – sonriendo- Muñeco, deja eso la Muñequita hablo con Cesarin, van a traer no sé qué para arreglar la bomba.

MI papá ni tarde ni perezoso dejo lo que estaba haciendo y camino hacia nosotras.

Papá: Enserio, que bueno, entonces pues me voy a ver el partido de futbol de por mientras. -caminando al interior de la casa

Mama llevo sus ojos hacia atrás y suspiro, siguiéndolo.

Subí a mi coche y haciendo memoria conduje hasta la casa de Cesar, Mientras conducía, un picor interior recorría mi humedad, imaginé y anticipé lo que podría ocurrir, aunque no sabía cómo se orquestaría todo y si permitiría que se desarrollara algo.

Supongo que fue la incertidumbre la que me puso ansiosamente en mi camino, la que me había emocionado hasta lo más profundo de mi ser.

Al llegar a la residencia, la memoria muscular de mi coño humedeció mi interior y lanzo flashback de los pecados que realice en ese mismo sitio, toque el timbre sin respuesta, me apoye en la puerta y estaba ligeramente abierta, entre con cierto miedo y encontré con esa estancia sencilla pero amueblada con buen gusto. Sobre una mesa había un sobre con mi nombre. Abrí el sobre para encontrar una nota, junto con una venda de seda negra. La nota que decía: "Ve a la habitación de la izquierda".

Intrigada y nerviosa, con el estupor recorriendo mi piel, abrí la puerta de la habitación y mi corazón dio un vuelco cuando inmediatamente absorbí su ambiente tan especial. A diferencia de la estancia, amueblada con antigüedades y encantadores muebles rústicos, esta habitación era moderna y esterilizada casi como una clínica.

Había una mesa de exploración con estribos, familiar de mis visitas a los ginecólogos. Y una segunda mesa plana de cuero a su lado. Cuidadosamente dispuestos sobre la mesa había una amplia variedad de consoladores y otros implementos, un espéculo y lubricantes, pensé inmediatamente en la casa de que loco demente me he metido, nerviosa y asustada leí más: "Una vez que estés en la habitación, desvístete por completo. Luego prepárate y ponte un enema con la solución que he dejado. Tantos como necesites para enjuagarte. Después, ponte la venta en los ojos. Subes a la mesa plana de cuero sobre los codos y las rodillas. Luego espera ".

Yo: Pues qué clase de pervertido es este wey – asustada

Mi mente y mi corazón me indicaban salir de ahí, pero el sonrojo de mi cara me delataba, mi entrepierna me empujaba a permanecer es esa habitación curiosa de lo estaba por venir.

Mis papas, saben dónde y con quien estoy, además, aunque mal encarado y pesado Cesar no tiene tipo de maleante. Tome un gran suspiro.

Yo: Pues chinga su madre (frase auto motivadora que se dice antes de tomar una mala decisión)

Quitándome mi vestido por encima de mi cabeza, el bikini de dos piezas que usaba como ropa interior, saliendo de mis sandalias, deje toda mi ropa sobre el piso marmolado. Desnuda, procedí a aplicarme los enemas y enjuagarme, preguntándome si estaba siendo observada, avergonzada por este acto íntimo, limpiándome a fondo después del enjuague. Entonces asumí la posición vulnerable que se me exigía, vendándome los ojos. Esperé y esperé.

Cada segundo parecía un minuto, cada minuto una hora, el sentido del tiempo realzado por la falta de mi visión por parte de la venda. Finalmente escuché pasos, luego alguien entrando a la habitación.

Cesar: "Hola, Elena", con voz profunda y tranquilizadora.

Guardé silencio, lo escuché acercarse. Entonces, de repente, sentí sus dos manos en mis nalgas. Eran manos grandes, callosas. ¿Qué me harían esas manos? ¿Me azotarían?

No. No fue así. Las manos acariciaron mis nalgas suavemente, sensualmente, sus movimientos hábiles, practicados.

Yo: "Por favor," respiré pesadamente.

Me masajeó con ternura, sus dedos hábilmente vagaban por mis nalgas, acercando los pulgares más y más a mi húmeda vagi….

Cesar: "Estás empapada, puedo olerte zorra, pero hoy no quiero tu cuca ", se rió entre dientes

No, ¡no buscaba lubricada vagina el buscaba MI ANO!!!, MI CULITO!!!, MI OJETE!!!, más y más cerca.

Me separó las nalgas y de repente me sentí expuesta a su escrutinio, expuesta y vulnerable. Podía sentir sus ojos en mi culo, observando el vívido paisaje de mi ano expuesto. Y luego lo sentí su aliento y sentí algo … sentí sus labios.

Besó mordelonamente mis nalgas, enviando espasmos eléctricos por todas mis extremidades, sus labios cubrieron con besos cada centímetro. Lentamente, tentadoramente, sus labios se desplazaron hacia el centro, al cálido y húmedo espacio entre mis mejillas. Me estremecí, al sentir sus labios en mi ano, besándome, besándome repetidamente. Y luego algo más, su lengua, cálida y húmeda, sondeándome. Me controlaba quería escapar, pero permanecía inmóvil, como ciervo lampreado. Dejé escapar un suspiro involuntario cuando sentí su lengua deslizarse en mi esfínter. Se tomó su dulce tiempo para lamerme el culo. Primero provocándome con ligeros movimientos de su lengua, luego, gradualmente, presionando esa lengua firmemente contra mi ano, lamiendo con más insistencia. Y finalmente sentí su lengua dentro de mí, abriéndose paso en mi pasaje anal. Su lengua parecía más larga que cualquier lengua que hubiera conocido, más fuerte, más contundente mientras serpenteaba dentro de mí. Mis brazos no me sostuvieron y me frente toco la mesa. Y entonces, de repente, se apartó de mi trasero y me tomo de la nuca con su gran mano levantándome mi cabeza de la mesa, se acercó a mi cara, besándome, forzando la lengua que acababa de explorar mi culo entre mis labios. Nuestro beso fue apasionado, realzado por la conciencia de que su lengua, esos labios, habían estado explorando tan íntimamente mi expuesto ano.

Se alejó y se acomodó detrás de mí de nuevo. Me apoyo sobre mis codos, esta vez sentí algo más hurgando entre mis nalgas, su dedo. Lentamente comenzó a deslizarlo en mi culo, muy, muy lentamente. Estaba apretada pero su penetración fue suave, experimentada, como lo había sido, su lengua. Estaba tan exquisitamente sensible ahora que sentí su dedo profundizar hasta el primer nudillo, luego en el segundo. Finalmente, me metieron todo el dedo en el conducto anal. Solo gesticulaba tratando de ahogar mis gemidos, Cató la sensación de las paredes apretadas y lisas de ese pasaje presionando su dedo. Y cuando la yema del dedo tanteó más allá del estrecho conducto anal hacia la cavidad repentinamente más ancha de mi recto, dobló la yema del dedo y la pasó en un movimiento circular a lo largo de esta parte inferior de la membrana rectal. Suspiré profundamente, deleitándome con las sensaciones absolutamente sublimes, esas membranas tan exquisitamente sensibles a su toque experto.

Y luego sacó su dedo, me tomo con fuerza y delicadeza por la nuca levantándome de la mesa y me condujo ahora a la mesa de examen que estaba en el centro de la habitación. Me ayudó a sentarme boca arriba en la mesa, levantando cada pierna, insertando un tobillo en cada uno de los estribos, tirando de mis piernas hacia atrás, doblándolas, abriéndolas ampliamente. Lo sentí apretar las correas de cuero alrededor de mis tobillos. Llevo mis manos sueltas por encima de mi cabeza haciéndome cerrar ambos puños alrededor de una barra metálica. Mi culo estaba aún más vívidamente expuesto en esta posición, que cuando estaba sobre codos y rodillas.

Cesar: No tienes permiso de hacer nada que no te ordene que hagas, por lo pronto de ordeno que disfrutes.

Víctima de la excitación, del miedo o de ambos, Ascendí con pequeño pujido, una vez más, sentí su dedo entre mis nalgas, recorriendo la superficie anal, lo escuché tomar el frasco de lubricante y, a continuación, su dedo estaba nuevamente en mi grieta, frotando lubricante. cavando en mi pasaje anal, su entrada más suave ahora, facilitada por el lubricante resbaladizo. Una vez más sentí la maravillosa sensación de su único dedo cavando a través de mi ano y dentro de mi recto. Adentro, giró su dedo, explorando, masajeando, estimulando la sensible cavidad. Siempre he disfrutado de estos momentos, un dedo sondeando mi recto, mi propio dedo o el de otra persona. Sabía que mi ano y mi recto eran extravagantemente receptivos a las sensaciones placenteras. el placer de la intrusión, la dilatación, la insistente profanación, la violación de una región no diseñada para ser violada.

Cesar: "Tienes un culo bonito, suave y apretado, Elena".

Yo: "Gracias,” sumisamente.

Luego retiró lentamente su dedo y sentí que traía algo a mi mano y me dejó sentirlo. Absorbí la sensación fresca, suave y metálica de un … ESPÉCULO.!!!

Cesar: "Esto es un espéculo. Estoy seguro de que te han insertado uno en tu vagina. Esta vez se insertará en tu ano".

Aplicó más lubricante en mi ano. Ahora sentí la intrusión metálica dura cuando deslizó el espéculo en mi trasero. Entonces pude escucharlo girar el tornillo mientras el espéculo me dilataba. Sudaba y respiraba con dificultad disfrutando ese delicioso tormento, Me sentí tan completamente expuesta, la entrada a mis profundidades anales y rectales ahora vívidamente estiradas. Lo escuché hacer clic en un interruptor y supuse que era algún tipo de linterna o dispositivo de iluminación. Lo imaginé mirándome mientras yacía allí sin poder hacer nada, mis piernas en estribos, mi trasero expuesto a su completo escrutinio, violándome ahora tan deliciosamente con sus ojos...

Cesar: "Los contornos de tu ano, tu conducto anal y tu cavidad rectal son perfectos",

Extrañamente eso me hizo sentirme orgullosa de mi misma, luego ajusto lentamente el tornillo en dirección contraria, reduciendo mi dilatación hasta que, finalmente, retiró el espéculo de mí.

Cesar: "Ahora para una mayor dilatación",

Deslizando dos dedos en mi trasero. De nuevo sondeó con cuidado, sensualmente, profundamente, explorando con las yemas de los dedos los contornos que me había dicho que eran 'perfectos'.

Cesar. "Uno más", añadiendo un tercer dedo.

Con los ojos vendados, indefensa, completamente expuesta, y aunque una ligera capa de sudor cubría toda mi piel, todo mi sensorio ahora estaba reducido a mi parte inferior, el terreno mágico donde sus dedos exploratorios se encontraban con mi ano, mi recto. Me sentí tan vivo allí abajo mientras me sondeaba, las sensaciones ricas, sensuales, carnales y también de alguna manera deliciosamente obscenas.

Sacó los dedos y pude oírlo desabrocharse el cinturón, desabrocharse los pantalones. Oí caer los pantalones al suelo e imaginé su pene expuesto ahora, rígido, excitado por la exploración de lo que me gustaba considerar como mi seductor trasero.

Sentí sus dedos acercándose cada vez más a mi sensible abertura, deslizó tres dedos dentro de mí mientras movía su cuerpo para estar junto a mi cara. Con una mano libre giro mi cara hacia él.

Cesar: "¡Abre la boca!" él ordenó.

Lo abrí obedientemente mientras él agarraba la parte de atrás de mi cabeza, Sentí algo suave y duro contra mis labios, su verga. Abrí mis labios y lo envolví, envolví su rico trozo. Mi boca se llenó abruptamente de carne.

Con sus tres dedos dentro de mi culo, chupé su verga con hambre, una polla de una circunferencia y dureza deliciosas, la venda de los ojos bloqueaba todo sentido de la visión y aumentaba todos los demás sentidos, esos sentidos ahora al borde de la clarividencia. Luego se alejó de mi cara y pude detectarlo girando una perilla para bajar el nivel de la mesa de examen.

A continuación, presionó su cuerpo entre mis piernas, presionando la punta de su verga, la cabeza suave y abultada, estaba contra mi coño y luego, lenta, suavemente, penetrándome, cogiéndome. Y mientras me culeaba, usó sus dedos para presionar y masajear la pared anterior de mi recto, ese recto separado por sólo milímetros de mi vagina, una delgada vaina muscular que divide los dos canales. Con los dedos en mi culo presionándome, podía sentir tanto esos dedos como su verga en mi vagina, la sensación dual sutil y al mismo tiempo, intensa. Rápidamente llegué a tal estado de excitación que supe que pronto llegaría al clímax, y él también lo sintió. Pero él quería mantenerme en vilo, y un orgasmo ahora apagaría ese filo. Así que sacó ambos dedos de mi culo y su polla de mi coño.

Dejó que reposara durante unos minutos eternos, estabilizándome. Y cuando comencé a preguntarme qué esperaba, desesperada por su contacto íntimo nuevamente, lo sentí acercarse y esta vez sentí la punta de su polla contra mi ano.

Dejó su polla allí durante un largo momento, presionando ligeramente contra el borde de mi esfínter, incitándome. Luego, con un solo y poderoso empuje, penetró con toda su longitud, solté un grito agudo, el éxtasis repentino de esta rápida intrusión era demasiado para contenerlo en silencio. Comenzó a penetrarme por el culo, a culearlo con experiencia, que gocé. ¡Con poder, con fuerza, con su impresionante verga! Mi culo, era suyo, de su propiedad ahora. La dicha que me dio sondeándolo, culeandolo no tenía precio. Y así, con los ojos vendados y atada, indefensa, expuesta y completamente vulnerable, aumentó todas las sensaciones inconmensurablemente.

Mi excitación aumentó rápidamente, llevé una mano a mi coño, pero él la apartó de un manotazo.

Cesar: "NO perra" bruscamente, solo él, no yo, ni nadie más, podían modular mi placer ese momento.

Así que tuve que soportar que me sodomizaran así sin la ayuda de mis dedos. Siempre ávidos de darme placer, mis propios dedos eran amigos íntimos y confiables, esos dedos siempre disponibles para estimularme, especialmente mientras estaba siendo probada analmente de esta manera. Siempre había sido, desde la pubertad, una masturbadora escandalosamente ávida. Pero ahora no podía tocarme. Ahora me vi obligada a permanecer en la posición, los tobillos en los estribos, las piernas levantadas y abiertas mientras me follaba el culo a su ritmo, escariando mi recto con su herramienta a su voluntad.

Finalmente, salió de mí y pareció abandonar abruptamente la sala de examen. Tuve la tentación de tocarme, pero ¿realmente se había ido? ¿Me estaba mirando? ¿Él aprobaría? Pensé que simplemente debería esperar, por más tortuosa que pudiera ser la espera.

Lo escuché regresar. Sonaba como si estuviera sacando algunos artículos de una bolsa que había traído consigo. La mesa de exploración tenía una bandeja de instrumentos de acero inoxidable adjunta, escuchaba como colocó los artículos en la bandeja.

Me tomó la mano inmediatamente supuse lo que estaba tocando, un consolador, un consolador muy grande, muy grueso. Había visto una variedad de consoladores cuando entré por primera vez en la sala de examen, pero este era mucho más grande. Ahora me permitió mover mi mano sobre su superficie, para agarrarla en toda su longitud. Aunque no podía verlo, sentí que era excepcionalmente real. Pero lo que fue aún más sorprendente fue lo realista que se sentía. Los consoladores que había visto estaban hechos de goma, plástico o silicona. Pero éste, ahora estaba segura, estaba hecho de cuero. Y es por eso que se sentía tan vívidamente. Ahora movió mi mano hacia un segundo consolador, incluso más largo y grueso que el primero. Y luego a un tercero, este asombrosamente grande, tan grueso como mi muñeca, casi tan largo como mi antebrazo, supuse.

Abofeteó más lubricante entre mis nalgas, lentamente sobre la superficie de mi culo, luego forzando más adentro. Esperé con la más aguda anticipación. Mi culo ya había sido objeto de una extensa intrusión y sondeo. Allí me beso y lamio, toco. me habían cogido. Pero ahora, al parecer, mi resistencia estaba a punto de ser probadas aún más severamente.

Cesar: "Ahora Tu culo es mío, Elena", en un tono firme y mesurado.

Y entonces lo sentí presionando la punta del primer dildo de cuero contra mí ya ejercitado ano. Siguió adelante mientras yo me rendía, me rendía alegremente, a esta próxima intrusión. No solo forzó consolador dentro de mí, sino que lo introdujo con un movimiento de sacacorchos, centímetro a centímetro. Mi ano, estaba vívidamente estirado y lo imaginé la vista de mi anillo anal agarrando al intruso.

Cesar: "Ya Puedes tocarte, perra".

Ansiosamente llevé un dedo a mi clítoris rígido e hinchado.

Empujó más y más profundo hasta que pude sentir las bolas de cuero al final del cilindro presionando contra mis nalgas, la longitud total del eje ahora alojada en mi recto. Y ahora, con un movimiento alternado en el sentido de las agujas del reloj y en el sentido contrario a las agujas del reloj, retorció la polla de cuero dentro de mí. La sensación fue sublime, mis membranas internas vibraban ante la exquisita presión. Esto era algo que ningún gallo podía lograr con su movimiento de entrada y salida. Y era algo que sería difícil de lograr por mi misma. No, para este tipo especial de estimulación necesitaba la mano de otro, su mano.

Me fornico con el dildo mientras yo rasgueaba mi clítoris con creciente febrilidad. Luego, una vez más, puso fin a mi autoestimulación cuando parecía que estaba cerca del borde. Y sacó el consolador.

Repitió todo esto con el segundo consolador, más grueso y más largo.

Finalmente, se preparó para usar el tercero en mí. Una vez más, me dejó acariciarlo, queriendo que asimilara las asombrosas dimensiones de esta enorme sonda. Me maravilló la barbaridad de sus dimensiones. Cierto, yo no era una santa ni inexperta en el sexo anal bien practicado, pero este instrumento estaba mucho más allá de cualquier cosa que hubiera imaginado para sondear mi culito. Pero yo estaba hipnotizada y esclavizada. Tal como lo expresó tan simple y correctamente, mi culo en ese instante ya no me pertenecía ahora era "suyo", y cualquier cosa que deseara hacer con mi culo, cómo quisiera sondearlo, lo que fuera que intentara insertar en él, esa era su decisión, y solo suya. Mi obligación era simplemente someterme y disfrutar de sus deseos.

Presionó la punta de este tercer y más grande consolador contra mi agujero. Luego empujó hacia adelante y un escalofrío me recorrió cuando en un grito ahogado inmediatamente sentí que me dilataba como nunca antes.

Cesar: "Puedes bajar la mano y guiarlo"

Me estiré para agarrar el consolador, tan grueso que mis dedos no podían rodear toda su circunferencia. Agarrarlo así y apreciar su tamaño mientras él me lo forzaba solo aumentaba la emoción, la profunda excitación de nuestra intimidad deliciosamente obscena.

Como antes, lo metió dentro de mí, centímetro a centímetro. Tan espectacularmente grueso como era, su longitud era igualmente formidable. Y lentamente forzó esa longitud en las profundidades de mi recto, forzado a ceder el paso a este intruso descomunal. Respiraba con dificultad, como pez fuera del agua, mi boca buscaba el aire que me diera la resistencia, me preguntaba si realmente sería capaz de soportarlo. Pero sabía que fallar lo decepcionaría a él y me decepcionaría a mí misma. Sí, hubo una medida de dolor agudo inicialmente, una sensación de presión intensa, mezclada con el placer. Pero, para mí, todas esas sensaciones añadidas de alguna manera estimularon el placer, lo profundizaron.

Y con mucho gusto no solo soporté, sino que me permití está aún más extrema de las invasiones anales.

Yo: "¿Puedo tocarme, puedo masturbarme?" sumisamente, esperando que fuera aceptable para mí preguntar.

Cesar: "Puedes, puta",

Todavía agarrando el eje con una mano mientras seguía empujándolo dentro de mí, llevé un dedo a mi coño una vez más. Y una vez más repitió el ritual, escariándome con el dildo mientras jugaba conmigo misma hasta que sintió que podría llegar al límite. Luego, bruscamente, deteniéndome y retirando el consolador de mis profundidades.

Vacía de nuevo, me pregunté qué seguiría, si es que había algo. ¿Tenía un objeto aún mayor con el que invadir mis profundidades? Lo había, pero no fue lo que imaginé.

Ahora exprimió aún más lubricante en mi culo. Esta vez no fue un instrumento, sino sus dedos. deslizó tres a la vez, luego un cuarto. Luego agregó su pulgar. Inmediatamente sentí lo que planeaba. Había escuchado con esto, la más extrema de las violaciones anales, y ahora estaba segura de que estaba a punto de convertirme en su víctima voluntaria.

Empujó los cinco dedos en mi ano hasta el primer par de nudillos, luego el segundo. Y luego empujó más... y más lejos. Momentos antes había sido difícil imaginar dilataciones mayores que las que había soportado con ese tercer consolador. Pero esto ahora excedía incluso esa intrusión mientras metía su mano más profundamente en mi conducto anal. Me estremecí con renovada excitación cuando me di cuenta de que mi trasero estaba a punto de ser forzado a tomar su puño. Mientras la parte más ancha de su mano se abría paso a través de mi barrera anal, luché por soportarlo, respirando profundamente, mordiéndome el labio, temblando, jadeando, estremeciéndome, comenzando a sudar, concentrando toda mi personalidad en la entrada íntima y delicada de mi cuerpo.

De repente lo sentí. Mi anillo anal ahora apretaba su muñeca, toda su mano, su puño enterrado dentro de mí. ¡La mano, la mano! ¿Cuál es la parte más importante del cuerpo humano? Algunos dirían el cerebro, los ojos, la boca que habla. Pero se puede argumentar que es la mano. El órgano humano esencial. Construye y diseña. Señala y gesticula. Aplasta y golpea. ACARICIA. Y hoy su mano, en todas sus formas, estaba aplicando todo su poder en esa región especial de mi anatomía, una región que apreciaba en mi narcisismo carnal y gula sensual, una región generalmente más privada y oculta, pero ahora completamente expuesta a su impactante intrusión y violación: la cueva caliente de mi recto.

Ahora comenzó a trabajar rítmicamente esa mano suya, ese puño dentro de mí, más profundo, más fuerte. Incapaz de resistirme y olvidando preguntar, bajé un dedo a mi coño. Pero lo empujó lejos. En cambio, ahora hizo algo tan maravilloso e inesperado. Bajó su boca a mi coño, su lengua a mi clítoris, y comenzó a lamerme, lamerme mientras continuaba metiendo sus puños en mis profundidades. Su mano se sentía tan viva dentro de mí, sus dedos rozando la superficie lisa de las paredes de mi recto, acariciando íntimamente los contornos de la cavidad, explorando sus profundidades ocultas. Y luego empujó aún más, tan profundamente dentro de mi ahora, y de alguna manera tan deliciosamente depravada también. Me sentí a la vez un objeto dócil de su exploración y una agraciada por ser tan íntimamente acariciada. Sentí cada movimiento de sus dedos dentro de mí. Era un explorador que exploraba una cueva oscura y seductora, sus dedos, su sentido del tacto, su única guía.

Y hubiera imaginado que una prueba tan extrema hubiera sido difícil, tal vez imposible de soportar. Pero la intensidad del deseo y la excitación, podían superar y disminuir todas las demás limitaciones.

Y luego estaba su ágil lengua acariciando mi vulva, tan diferente. El Yin y el Yang. La lengua y el puño.

Esta mezcla de sensaciones fue volcánica, explosiva. Pude haber llegado al clímax en ese instante, pero me contuve, queriendo experimentar más de esto, mucho más, la delicadeza de su lengua y la poderosa insistencia de su puño. Sondeándome, estimulándome expertamente así, la mezcla de los dos gestos muy diferentes, oral y manual, produjo un popurrí complejo de sensaciones, que saboreé inmensamente.

Ahora no pude evitar llevar mis manos a su cabeza, pasando mis dedos por su cabello mientras presionaba su cara contra mi carne viva, ansiosa por el delicioso contacto. Enloquecida por la lujuria ahora, codiciosa por el placer, corcoveé mi trasero hacia arriba contra su puño. Ese puño ahora estaba tan dentro de mí que se sentía como si estuviera penetrando hasta el centro mismo de mi ser. ¡Su lengua sobre mí, su puño dentro de mí, la mezcla finalmente fue demasiado cuando comencé a sentir las sensaciones, mi cuerpo temblando, palpitando, mi placer cayendo en cascada en ondas delirantes hasta un crescendo, una serie de crescendos, mi clímax, mi sublime, mi electrizante, mi orgasmo desesperadamente necesitado!

Cuando las ondas se calmaron y los sentimientos se calmaron, retiró lentamente su mano de mis profundidades, ahora disfrutando del delicioso resplandor de la dicha post-orgásmica. Me dio un único y tierno beso en los labios y salió de la habitación.

Cesar: "Quieta" y se fue.

¿Quería darme tiempo a solas? ¿Quería que refrescara mi mente?, que me reanimara y reflexionara sobre todo lo que acababa de experimentar?

Cuando volvió yo yacía allí, todavía con los ojos vendados, todavía con los estribos, todavía vívidamente expuesta, todavía sin aliento. Después de haber retirado su puño de mí, pudo sentir mi ano espectacularmente dilatado. Pero ahora sentía que se había retraído casi por completo de nuevo, el esfínter seguramente mostraba signos de toda la intrusión que había soportado, pero, aun así, impresionantemente sentía que volvía a un estado relativamente 'normal'.

Cesar: "Tienes un culo espectacular" acariciando suavemente la abertura anal.

Ahora lo escuché quitarse la ropa. De hecho, se estaba desvistiendo. Si ahora estaba desnudo como yo, ¿qué tendría en mente a continuación?, me pregunté.

Me desató los tobillos de los estribos y me alegré de poder estirar las piernas y mover el cuerpo. Luego me quitó la venda de los ojos y ahora, por primera vez, pudimos mirarnos a los ojos. No lo había visto, y ahora allí estaba él, su rostro masculino, su robusto y enorme cuerpo, tan desnudo como el mío, este hombre que tan a fondo había sondeado mi culito, me había hecho, su esclava anal. Y mientras yo había sido visible para él, él no había visto mis ojos, ojos que ahora vio, ojos que brillaban con satisfacción sensual, ojos tan brillantes como los suyos, ardiendo con la misma lujuria cruda, con el deseo más profundo.

Me apretó contra él y nos sonreímos, compartiendo este momento de revelación e intimidad. Entonces nuestros labios se encontraron mientras nos besábamos con ternura, pasión. Podía sentir su pene duro contra mi muslo mientras se ponía rígido de nuevo. Audazmente, me agaché para tomar la vergota en mi mano, esa verga que antes había estado enterrada en mi cola.

Cesar: "Ven"

Tomando mi mano, llevándome a la puerta del jardín. El sol seguía en su esplendor, una brisa calurosa recorría mi sudado cuerpo, refrescándolo agradablemente.

Me empujó suavemente hacia abajo sobre la hierba. Abrió mis piernas de nuevo y las empujó hacia atrás por los tobillos. El efecto fue levantar y, nuevamente, exponer mi parte inferior. Ahora, una vez más, deslizó su polla en mi culo. Mi sonrisa fue beatífica mientras suspiré con profunda satisfacción. Éramos animales en copula salvaje, desnudos, iguales, unidos en este antinatural apareamiento. Gemía como perra en celo, mientras me cogía por el culo con un hermoso ritmo, duro y profundo, dentro y fuera, pero también retorciéndolo dentro de mí en una especie de movimiento en forma de ocho.

Disfruté cada sensación sublime, llevando mis labios a los suyos, nuestras bocas, nuestros cálidos alientos fusionándose mientras envolvía mis brazos y piernas alrededor de él y lo apretaba contra mí. Deseaba contenerlo dentro de mí, todo él, su deliciosa verga, su robusto cuerpo sobre mí.

Y luego se movió, se movió de repente, rodando de modo que ahora estaba encima, montándolo ahora, mi recto empalado en su verga, sin desengancharse nunca. Él había estado marcando el tono, el ritmo, la velocidad, la profundidad. Ahora me dio mi oportunidad. ¡Y acepté el desafío con valentía, cogiendome su verga con mis músculos rectales, mostrándole que cuando se trataba de placer anal, yo misma era una amante consumada, moliendo duro, tomando su deliciosa carne en las profundidades de mis entrañas!

Yo: "¡Me encanta!" con una pequeña risa alegre, mis ojos brillando.

Cesar: "Me encantas Elena. Tu culito es un regalo, un regalo precioso".

Ahora miró mis pechos, por encima de él. Apretó mis senos, pellizcó los pezones. Habían sido dejadas de lado, mis tetas, pero ahora hizo las paces, lamiendo y chupando cada pezón mientras follábamos. Luego llevó sus labios a los míos de nuevo y nuestro beso se prolongó mientras encontramos un ritmo perfecto, ahora necesitaba llevar un dedo a mi coño de nuevo, la excitación se intensificó rápidamente, mi codicia por el orgasmo no conocía límites. Negué con la cabeza como un animal salvaje y libre, una zorra lasciva ebria de placer anal.

Nos miramos a los ojos y cada uno podía sentir que el otro estaba cerca. Dejé escapar un suspiro penetrante cuando mi cuerpo se convulsionó y mis músculos anales se contrajeron, mi orgasmo, repentino, violento. Y esto desencadenó el suyo, su pene liberando su generosidad en una cascada de espasmos, liberándolo en los acogedores contornos de mis tentadoras profundidades rectales.

Después, cuando por fin se retiró, lamí y chupé, saboreé con avidez aquella verga que tanto placer me había dado. Y mientras lo chupaba, sentí ese delicioso recordatorio, su semen goteando de mi culo crudo, violado y muy contento.

Cesar: Eres una delicia muñequita- con una risa encantada y desvergonzada

Yo: Ya te dije que para ti no soy … mi madre!!, mi padre!!, la bomba!! tenemos que irnos- corriendo rumbo a la casa por mi ropa

Ni oportunidad di de asearnos, lo apure porque no sabía que iba a explicar a mis padres por la tardanza, camino a casa sentía como el semen escurría de mis entrañas a mi bottom.

Como era su costumbre Cesar no perdió la oportunidad de manosearme durante el camino.

Al llegar a casa de mis padres, mi madre salió a recibirnos, mientras papa continuo sin perder detalle del partido en la pantalla.

Aun no sé si fue mi imaginación, pero note en mi madre una mirada picara y sonrisa maliciosa al recibirnos.

Mamá: Cesarin, mijo pásale – colgándose de su brazo acompañándolo al interior de la casa- Muñequito, ya se VINO tu hija con Cesarin.

Papá: Y traen la refacción – sin despegar la mirada de la pantalla.

Mi primer pensamiento, “chingado, la refacción por las prisas, no le recordé a Cesar”, entonces cesar saco una pequeña pieza de metal de su bolsillo, guiñándole el ojo a mi madre, mientras ella le sonreía pícaramente.

Mamá: Si muñequito.

Papa: Que pase y revise la bomba yo lo alcanzo al rato.

Estaba a punto de cuestionar la situación cuando intempestivamente entraron mis pequeñas bendiciones y Mi Mor.

Mientras las bendiciones jugaban con mi progenitor.

Yo: Que paso Mor? ¿Porque tan temprano? - nerviosa

Mi Mor: Las bendiciones quieren ir al cine, allá nos va encontrar con la mayor y pase por ti para irnos juntos.

Mientras eso ocurría podía sentir empapado mi bottom con la simiente de Cesar. Mi Mor vio directamente a Cesar y antes que alguien dijera algo.

Mamá: Yerno, él es Cesar, nuestro vecino, vino a reparar la bomba de la alberca- juguetonamente

Yo: ok, vamos, solo deja voy al baño y nos retiramos- antes que los nervios se me notaran.

Entre apresuradamente al baño, me aseé lo mejor que pude y me reuní con el resto para salir.

Yo: Bueno los vemos tarde.

Mamá: Si no te apures, yo ahorita que terminen con la bomba, yo me VOY con Cesar para llevarlo a su casa – dejándome sin habla.

Papá: A propósito, es mejor que comiences con eso, vieja yo encamino a los muchachos, ayuda a Cesar por favor.

Mamá: Si Muñequito, vamos Cesarin – colgándose nuevamente de su brazo – que nos tienes que LIMPIAR PROFUNDAMENTE el filtro.

Mientras se dirigían a la puerta me quede rezagada recogiendo mi bolso, creo que alcance escuchar mientras caminaba hacia afuera.

Cesar: Claro “Muñecota” te voy deja bien SATISFECHA con la limpieza PROFUNDA.

Seguramente mal interprete el comentario. ¿O No?

Camino al cine en el coche Mi Mor acariciaba mi pierna por debajo de mi holgado vestido

Mi Mor: Bebecita ¿Y qué me vas a DAR de regalo hoy? – cachondamente

Yo: Que se te antoja, Mor- finalmente era día del padre.

Mi Mor: La puerta trasera, bebecita – con timidez

Yo: Pensé que “eso” no te gustaba, Mor – hasta ese momento no lo había practicado así con él

Mi Mor: Pues no sé, porque, pero quisiera probar, si bebecita- suplicante

Yo: Ok, dicen que duele, así que prométeme que te detendrás si te digo que me duele – lo más seriamente posible

Mi Mor: Lo prometo, no voy a lastimarte. - sonriente

Yo: Si, lo sé, No vas a lastimarme. - sonriente y resignada

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