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La polla de Tomás (2)
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Si les gusta el relato, agradezco comentarios. Gracias por leerme.

Capítulo anterior:

“Tomás la contempló en su desnudez y le dio besos cálidos a sus pechos y termino haciendo un camino de besos hasta sus labios, le cerró los ojos y Carmen, creyendo que vivía en un sueño quedó dormida. Después de taparla con la sabana, Tomás abandono la habitación de Carmen cerrando la puerta y en silencio”

La polla de Tomás capítulo 2:

El día amaneció tarde para los de la casa. La noche había sido larga para todos. La casa olía a sexo nocturno. Tomás fue el primero en levantarse. Como era habitual un día de sábado que lo pasaría en casa, se dio una ducha y se dirigió a la cocina. Tomás andaba como era de costumbre algunas veces cuando no había prisas para hacer nada y todo el día por delante, en pelotas por la casa. La oscilación de su polla al andar, le recordó que Carmen estaba en la casa, por lo que regresó a su habitación a ponerse un bóxer, no quería causar incomodidad a la invitada por su madre, aunque ayer por la noche se la había follado y bien y tenía en mente durante su estancia follársela más de una vez.

Recordar el polvo con Carmen le puso la polla morcillera. ¡Joder que tetas, que coño y que buena esta la cabrona! Espero que no se haya cabreado por lo de ayer. Tomás andaba en estos pensamientos mientras se hacía una tostada y un café. Se tomaba el café solo y amargo, nunca le echa azúcar. Terminó de desayunar y nadie aparecía por ahí, tampoco él necesitaba a nadie. Se dirigió después, como solía hacer por costumbre, al gimnasio de la casa a practicar sus ejercicios habituales, que eran lo que le mantenían este cuerpo en forma y fibroso.

Ángela, se había levantado y apareció también en la cocina, observó los restos del desayuno de su hijo. Tomás ya se levantó, pensó, y le vinieron en mente las imágenes que contemplo ayer junto a su marido, de su hijo follándose a Carmen, sonrió. Esto había conllevado que ayer con su marido tuvieran un calentón que provocó una noche de sexo desenfrenado. Luego pensó en Carmen, se preguntó si aún dormiría. Decidió ir a despertarla y así desayunar juntas.

–Toc, toc ¿Carmen estas despierta?

–Si Ángela, ya me levanto.

Carmen contestó y percibió que aún debía estar acostada en la cama y entró en la habitación. Así la encontró, medio envuelta aún en una sábana que tenía enrollada a su cuerpo; su media desnudez dejaba a la vista una pierna larga con un gran culo, impresionante de bien hecho. Le dio un cachete a la nalga.

–Venga, a levantarse, que ya casi es media mañana. ¿Qué tal has dormido?

–Bien Ángela, he dormido muy bien la verdad. Esta cama es grande y muy cómoda.

–Venga ven a desayunar conmigo y así de pasada te comento los papeles que me tienes que preparar para el divorcio.

–Voy

–Te espero en la cocina.

Cuando Ángela llego a la cocina su marido ya estaba tomándose un café. Ángela se abrazó a él, le beso y con unos buenos días juguetones le dio a su marido una palmada en el culo. Estaba enamorada ciegamente de su marido, y así llevaba toda su vida, ella era consiente que pocos hombres podría encontrar con las virtudes de Eduardo y que follaran como el seguro que ninguno. La noche anterior mientras observaba a su hijo follándose a Carmen, entendió que Tomás había heredado de su padre esta virtud y eso la enorgulleció.

–¿Tomás se ha levantado ya?

–Creo que sí, en el fregadero hay un plato y su tazón de tomar el café. Debe de andar por el gimnasio.

–¡Joder! con el ejercicio de ayer no entiendo que tenga ganas de más gimnasia ja, ja, ja.

–Calla y no te rías, que ahora bajará Carmen y no quiero que sepa que ayer los observamos, y tampoco le digas nada a tu hijo ¿entendido?

–Ja, ja, ja, vale corazón bonito, mutis ja, ja, ja, pero hay que ver el polvo que le metió a tu amiga ja, ja, ja…

–Calla Eduardo, no te rías de la pobre Carmen.

–¿Reírme de ella? Si seguro está en la gloria y quizás fue el mejor polvo de su vida, ¡vaya! casi seguro, estará en una nube.

Y en una nube estaba Carmen cuando apareció en la cocina, su rostro trasmitía esa felicidad que tanto Ángela como Eduardo conocían muy bien. Ángela hizo zumo, tostadas y café para todos. Mientras desayunaban Carmen recibía las instrucciones de Ángela de toda la documentación que debía prepararle. Escritura de la casa, la de sus bienes comunes, la nómina del marido, recibos, facturas, empadronamiento, documentos matrimoniales etc…

Carmen nunca desde casada se preocupó de nada por esas cosas, mejor dicho, ni de estas ni de nada porque su vida durante el matrimonio fue de señora total, o sea, nunca había dado un palo al agua, los papeles siempre habían sido función de su marido. Muchas cosas se las tuvo que explicar Ángela lo que eran y donde debía buscarlas, ella solo conocía donde estaban las boutiques, el club, los salones de belleza, el gimnasio, los locales chic y los buenos restaurantes y hoteles. La verdad que Carmen estaba muy buena pero de tontita también lo era un rato largo. Ángela temía que al no tener hijos, dependiendo del contrato matrimonial a lo mejor, se quedaba sin nada, pero no se lo dijo porque no quería aún que se levantara un drama antes de leer ese contrato matrimonial.

Apareció Tomás. Saludó los buenos días a todo el mundo, en especial a su madre a la que dio dos besos, y se fue. No le había pasado por alto a Carmen ver como se marcaba su polla dentro del bóxer de hilo blanco casi transparente y le vinieron recuerdos de la noche anterior, se mojó. Carmen en realidad era una mujer muy caliente, Tomás lo había podido comprobar, primero por la seducción fácil, y por la manera que tenia de soltar flujos y correrse. La polla de Tomás le ocupó su cerebro y se marchó de la cocina a ducharse.

Este sábado Eduardo y Ángela habían quedado con una pareja de amigos para salir a visitar un pueblo y a cenar. El pueblo aunque ya lo conocían siempre era un lugar pintoresco y agradable para dar un paseo y rematar el día en un acogedor restaurante del lugar donde ya habían reservado mesa.

–¿Qué hacemos con Carmen? ¿Le decimos si quiere venirse con nosotros?

–No sé Ángela, yo preferiría no viniera, además tendrá cosas que hacer de las que le has encargado, y además de desparejada tener que aguantar sus llantos de herida emocional no me apetece mucho, la verdad.

–De acuerdo, le diré que debe quedarse, ya le di una llave de casa y que vaya a su bola, ya tiene coche por si quiere moverse.

–Y si no estate tranquila que el niño ya la entretendrá ja, ja, ja.

–Como eres ja, ja, ja.

–Esta tarde vendrán de la lavandería a buscar los sacos de la ropa sucia y traerán la limpia. Ya la deje preparada ayer. También viene Remedios le encargué que viniera a limpiar la cocina, el gimnasio y esta zona del jardín.

–Bueno Tomás se encargará de ello, nosotros saldremos después de comer.

Tomás había cogido uno de sus libros y se encontraba en una tumbona bajo la sombra de un árbol a la fresca, leyendo y fumándose su canutillo de marihuana. Aparecieron su madre y Carmen, las dos en bikini a darse un chapuzón en la piscina. Al poco rato apareció su padre con tres Martini, aceitunas, chips y una bolsita de marihuana y tabaco. Los tres estaban debajo de la pérgola y Tomás los observó un momento, pero pasó de ellos y ya no les volvió a dirigir la mirada, como siempre, a su bola. El paquete de la polla del padre de Tomás en bóxer tampoco había pasado desapercibido para Carmen. En su cabeza pensó que de ahí le venía la polla al niño y mirando a Ángela le entro una celosía amigable pensar lo bien servida que debía estar si el padre follaba como el hijo.

Llegó el servicio de catering y dejaron el pedido, fue abrirles Eduardo, y se presentó en la pérgola con la comida. Montaron la mesa y Ángela llamo a su hijo para que se acercara a comer. La comida transcurrió divertida, Eduardo era un hombre con salidas cómicas y tenía repertorio de chistes y anécdotas graciosas que inundaron de risas la mesa. El biquini de Carmen era minúsculo, apenas tapaba sus pezones y este detalle no pasó de largo para Tomás, la polla se le estaba poniendo morcillona dentro del bóxer. No había pasado tampoco desapercibido para ella el paquete de Tomás que lo miraba de reojo, pero con disimulo. Los padres se ausentaron un breve momento, y este aprovecho para acercarse al oído de Carmen para susúrrale. Carmen se electrizó

–Ahí frente aquel Rosal esta tu salto de cama, en aquel arbusto tienes el sujetador y el tanga lo tienes en mi habitación. Esta noche lo vienes a buscar. Al ser tan finos el aire se los debe haber llevado de tu balcón.

Cuando Carmen iba a responder algo, aparecieron Eduardo y Ángela con postres y café. Ángela expuso todo el plan diario, con Eduardo no tardarían en marchar, que Carmen fuera a buscar los papeles que le pidió y que Tomás estuviera pendiente para los de la lavandería y de Remedios. Terminaron de comer, recogieron y Ángela se percató que en el jardín había dos prendas y fue a buscarlas. Al ver que eran un sujetador y un salto de cama, le volvieron imágenes de la noche anterior de su hijo follándose a Carmen.

–Carmen ¿No es tuyo este sujetador y este salto de cama? Es raro que estén aquí ¿Los has dejado tu aquí?

–Al ser tan finos el aire se los debe haber llevado del balcón.

Carmen agradeció a Tomás haberle dado solución a la situación con esa respuesta, y le dedicó una sonrisa de complicidad, ya ni se acordaba que su camisón, el tanga y el sujetador se habían quedado en el jardín. Ángela le dijo que los pondría con el resto de ropa que se llevarían para lavar.

Fue desfilando todo el mundo para sus habitaciones y quehaceres, menos Tomás que permaneció en el jardín al lado de la piscina con su libro. Tomás veía a Carmen en la ventana de su habitación con las tetas al aire vistiéndose para salir. Cuando la vio salir de la casa observó su vestimenta. Se limitaba a un mini vestido ceñido negro que le llegaba justo debajo del culo para tapar las bragas. Le dijo adiós con la mano desde la piscina. Salieron también Eduardo y Ángela, su madre iba preciosa con una mini volada plisada de color rosa que parecía una colegiala y una camiseta blanca y ajustada que subía sus tetas hasta casi sacarlas por el escote ¡Que buena esta mi madre! Pensó. Se despidieron y se quedó solo en la casa. Continuó leyendo y a la vez que aguantaba el libro con una mano, con la otra se jalaba la polla. Opus Pistorum, de Miller le estaba gustando y poniendo cachondo, Al poco tiempo tocaron el timbre. Seguro eran los de la lavandería.

Tomás abrió el portal automático y entro la furgoneta de la lavandería a cargar el saco de ropa sucia, que una vez por semana, los sábados, recogían de la casa. Se bajó un muchacho, poco mayor que él.

–Buenos días

–Buenos días, el saco de la ropa esta debajo del porche grande.

–¿Dónde le dejo la limpia?

–Ahí mismo, ya la entraré yo a la casa

Tomás se percató que el muchacho no dejaba de mirarle el bulto de la polla dentro de su bóxer, seguramente era maricón porque solo le faltaba soltar babas ante la visión de su paquete y decidió jugar un poco. Tomas se colocó con disimulo la polla hacia un lado de la pierna y su gran capullo medio salía por el borde del bóxer. El chaval de la lavandería se puso nervioso e intentaba entablar algún tipo de conversación con Tomás. Tomás también se percató que al tío se le había puesto la polla dura, por el bulto que apareció bajo su pantalón. Se rio para adentro, había cumplido el objetivo de poner caliente al muchacho. Una vez hubo cargado en la furgoneta el saco, se despidieron y se fue. Justo terminar de irse el de la lavandería volvió a sonar el timbre. Seguramente Remedios. Fue a abrir y se encontró de frente a una mujer de unos cuarenta años.

–Buenos días.

–Buenos días, mire me llamo Anna, soy la hermana de Remedios, ella se ha indispuesto y me ha pedido si podía venir yo a hacer la limpieza, ya ha hablado con su madre ¿no se lo ha dicho?

–Pues no, seguro me ha mandado un mensaje pero yo no tengo el móvil encima.

–Bien pues usted dirá lo que tengo que hacer.

–Pase, sígame.

Tomás observó a la mujer, muy menudita debía medir poco más de metro cincuenta, enfundada en su bata de trabajo, se le percibían grandes pechos, llevaba el pelo largo con coleta. Muy largo, la cola del pelo le llegaba hasta casi al culo. No era guapa, pero tampoco fea, era lo que se llama una marujita, tenía aires y andares toscos y nada finos. Su voz era grave, parecía la de un hombre, esto le sorprendió a Tomás, una mujer de aquel tamaño no se le esperaba una voz tan grave. Se rio

Tomás la acompaño al cuarto de la limpieza donde le mostro donde estaban todos los utensilios y productos que necesitaba, luego le mostró donde estaba la cocina, el gimnasio y la pérgola del jardín. Le dijo que si lo necesitaba para algo él estaría por la casa o en el jardín, que pegara un grito que él ya la oiría. Con todo lo chicharrera que estaba la mujer cuando entró a la casa, ahora parecía que le hubiera caído el mundo encima, no articulaba palabra, parecía que estaba en otra dimensión.

–Anna ¿Le ocurre algo? ¿Se encuentra usted bien?

–¿eh? Ah…si disculpe, voy a empezar, gracias.

Lo que a Anna le ocurría es que se había percatado y había observado el tremendo paquete que se marcaba Tomás y quedó absorta. Notó como se le había mojado el coño. Nerviosa, no sabía cómo reaccionar y Tomás percatándose tomó la alternativa

–Puede empezar por la cocina, después hace la pérgola del jardín y por último termina con el gimnasio.

–Si, gracias, así lo hare.

Tomás volvió a su tumbona y continuó con su lectura. Anna se puso a limpiar y ordenar la cocina y cuando terminó al rato salió a limpiar la pérgola. Ahí no muy lejos estaba Tomás estirado en la tumbona, ella le iba dedicando miradas furtivas al paquete y al cuerpo del chaval mientras limpiaba y pensó en la suerte de la muchacha que pillara a semejante bombón de hombre ¡y lo guapo que es! Ya el chocho le amenazaba de llenarse de fluidos cuando observó que Tomás se tiró al agua a nadar. ¡Qué buena vidorra se tiran los ricos! Pensó.

¡Madre mía como está el nene! Iban circulando estos y más pensamientos por su mente cuando Tomás salió de la piscina y se fue hacia el lugar donde ella estaba ya casi terminando de limpiar. Tomás llevaba un bóxer de hilo fino y de color blanco que al estar mojado se ceñía y trasparentaba toda la polla marcando todo su volumen y longitud. Anna estaba aturdida ante la visión y Tomás se dio cuenta de la estupefacción de la mujer. Se dirigió a una nevera que había ahí y abrió una cerveza de la que bebió.

–Anna ¿Quiere usted beber algo?

–No gracias señor.

–Por favor no me diga señor, llámeme Tomás, si no le molesta, no me gusta lo de “señor” ¿De acuerdo?

–Entendido Tomás, gracias por la confianza que me dispensa.

–¿Quiere una cerveza Anna?

–Jajaja, muy temprano para empezar a beber, que luego a mí se me sube enseguida a la cabeza.

–Tómela, mire lo fresquita que está y con esta calor y limpiando le sentará bien. Descanse un poco está usted sudando mucho, hace mucha calor.

–Gracias, es muy amable Tomás. La verdad es que sí que hace calor. Mi hermana Remedios ya dice que son ustedes una familia de muy buena gente. A ella le gusta trabajar en esta casa.

–Es evidente que usted es más joven que su hermana, pero no se parecen mucho, nadie diría que son hermanas.

–Somos hermanas de madre, pero no de padre, nuestra madre enviudó del padre de Remedios y luego se casó con el que es mi padre.

Fue por la calor, por sed o por los nervios de estar junto a Tomás charlando que Anna se bebió la cerveza de dos tragos. Antes no intercediera palabra alguna, Tomás ya había abierto otra cerveza y la puso frente a ella.

–¿Otra? Madre mía como voy a ir, a mí me sube enseguida a la cabeza la cerveza.

–Permítame por ser indiscreto quizás ¿Está usted casada? ¿Tiene hijos?

–No es indiscreción, tranquilo. Estoy separada desde hace un año y tengo una hija de más o menos su edad, quizás un poco más joven, ella tiene diecisiete años. Al separarme nos fuimos a vivir a casa de mi hermana las dos. Aunque mi ex tiene una orden de alejamiento, decidimos marcharnos nosotras del pueblo donde vivíamos. Aquí estamos más tranquilas y seguras.

–Vaya, lamento su situación ¿No es usted muy joven para tener una hija tan mayor?

–Uyyy… gracias por el cumplido pero tengo ya cuarenta años Tomás, no soy tan joven jajaja

–Pues no lo aparenta la verdad, nadie le echaría más de treinta.

–Jajaja es usted muy zalamero, aunque no sea verdad le agradezco el cumplido.

–No es un cumplido, es la verdad

–Bien, si no le importa Tomás voy a terminar de limpiar esta esta zona y me iré al gimnasio. Gracias por las cervezas.

Anna empezó de nuevo a terminar de limpiar la pérgola. Tomás se quedó ahí sentado observando a la mujer mientras limpiaba. Esto a ella le empezó a poner nerviosa. Cuando terminó estaba completamente sudada.

–Bien ya terminé esta zona. Ufff que Calor tengo. Entre el calor de la tarde y las cervezas me voy a derretir jajaja.

–Anna, dese un baño en la piscina y refrésquese, le sentará bien.

–Jajaja, solo me faltaría esto, seria abusar de la confianza que me dispensa, además tampoco tengo biquini, he venido a trabajar no a echar un rato de placer jajaja. A Anna se le empezaba a notar la alegría por el efecto de las cervezas.

–Ambas cosas son compatibles Anna, el trabajo mezclado con el placer es más llevadero. Aquí no le hace falta biquini, seguro lleva bragas y sujetador que viene a ser lo mismo y un chapuzón le sentará bien. Dentro de su cabeza Tomás ya estaba poniendo en marcha el plan para follarse a Anna.

–No sé Tomás, me da un poco de corte la verdad.

Sin mediar palabra, Tomás se levantó, cogió de la mano a Anna y la acercó a la piscina. Cuando Tomás se levantó, Anna pudo ver como se marcaba bajo el bóxer su gran polla. Eso la dejó incapaz de cualquier reacción y se dejó llevar. Fue Tomás quien le desabrocho la bata. Anna llevaba un sujetador vulgar que sostenían sus dos grandes tetas y observó sus bragas blancas también vulgares con una mancha en la zona del coño, eso descubría los líquidos que había soltado su coño y le certificaba que la hembra estaba caliente. Anna llevaba un año separada y además no había tenido relación sexual ninguna hacía tiempo, por lo que esta situación la había calentado a tope. Cogida de la mano de Tomás se fueron adentrando en la piscina.

–No sé nadar Tomás hasta aquí me refresco yo jajaja. Cuando el agua le llegó a sus pechos.

–Yo te enseñare a nadar

Sin mediar palabras, tal y como siempre actuaba y sin dejar capacidad de reacción alguna a Anna, Tomás ya la había agarrado y tumbado boca abajo sobre el agua. Le pasó un brazo con total descaro por sus tetas y el otro por su cintura y con ambas manos la tenía agarrada del coño y de las tetas. Empezó a darle instrucciones de como tenía que mover las piernas y los brazos, pero Anna era torpe, quizás por los nerviosa que tenía al notar la mano de Tomás agarrando una de sus tetas y la otra sobre su coño, se hundía y no se mantenía a flote. Se reían los dos dentro de la piscina por la situación, Anna se estaba divirtiendo. Tomás maliciosamente había ido avanzando hacia una zona más profunda de la piscina y cuando comprobó que ella ya no haría pie en uno de los ensayos de natación la soltó.

Esto provocó que Anna se hundiera enseguida y tragara agua. Ante el hundimiento no tuvo más remedio que colgarse del cuello de Tomás tosiendo al haber tragado agua. Tomás paso las piernas de Anna alrededor de su cintura y le agarró con ambas manos el culo. El coño de Anna quedó aplastado con la polla ya fuera del bóxer de Tomás, que con pequeños movimientos iba rozando con su gran rabo aquel coño, que seguro estaba encharcado, mientras ella seguía tosiendo.

Cuando Anna quiso abrir la boca para decir algo, se encontró con la boca de Tomas y su lengua dentro. A Tomás le parecía la repetición de la jugada con Carmen la noche anterior, misma escena, mismo escenario, solo cambiaba la protagonista, de una mujerona cincuentona, a una pureta que era como un gorrión con grandes tetas. Porque la verdad que Anna le gustó a Tomás, aquel pequeño cuerpo de poco más de uno cincuenta era esbelto, y con formas, su cadera daba paso a un culo duro y redondo y cada nalga le llenaba la mano a Tomás. La mujer ya estaba vencida y rendida a los besos de Tomás y a los roces de su polla.

Tomás le sacó el sujetador y las bragas que se perdieron en el agua y colocó su capullo en la entrada del coño de Anna. Con ambas manos cogiendo sus glúteos fue abriendo las nalgas de la mujer totalmente aferrada con sus piernas alrededor de la cintura de Tomás y al notar el enorme capullo en la entrada de su vagina, esta se mojó tanto que ella misma con un solo empujón se metió media polla dentro. Tomás le mordió el cuello, un bocado de vampiro prolongado y de posesión donde sus dientes marcaban la sumisión de la hembra. Separó los cachetes del culo aún más y de un golpe de cadera le metió toda la polla dentro.

Anna se corrió en el mismo momento que recibió toda la polla, empezaron sus espasmos de placer y lloró de gusto. Tomás le relamía las lágrimas que resbalaban de sus ojos con su lengua vivara mientras empezaba un mete saca a ritmos cambiantes al tiempo que andando, muy despacio, al igual que con Carmen la noche anterior, la fue sacando de la piscina poco a poco y follándola cada vez con más intensidad, duro y fuerte. Anna insertada en aquella polla y sentada sobre ella la cabalgaba con las manos de Tomás en su culo. Tomás le metió dos dedos dentro del ano, marcando el ritmo del folloteo. Anna se corrió de nuevo. Esta vez Tomás notó la gran cantidad de líquido que soltó. Empezó a hacerle un mete saca, ya fuera del agua tan frenético y a tal velocidad que aullando, gritando y llorando Anna empalmó otro orgasmo con el anterior.

Tomás sabía que ahora ya podía hacer con aquella mujer lo que quisiera, la tenía en total sumisión y recordó pasajes de libros leídos ideales para poner en práctica. Los libros eran los maestros del sexo para Tomás.

Anna estaba agarrada al cuello de aquel muchacho que podía ser su hijo, y pese a haber estado casada y haber tenido sus escarceos sexuales durante su vida con varios hombres, jamás se hubiera imaginado que se podía llegar a tal grado de placer. Jamás se la habían follado dentro del agua, jamás se la habían follando andando, jamás se había corrido tres veces seguidas y jamás la habían tratado tan dulce y a la vez tan duro, nunca; era ella la que buscaba la boca del muchacho y le sabía a gloria cuando se llenaba la boca de su saliva.

Andando y follando con la polla dentro del coño los huevos de Tomás chocaban ahora con su ojete al andar, Tomás lo mantenía abierto después de haberle metido los dos dedos dentro, los pezones los tenía erectos y por primera vez Tomás empezó con el chupeteo de uno y otro para cada vez meterse más teta dentro de la boca, hasta casi llegar a metérselas enteras. Estas succiones mantenían en vilo a Anna.

Tomás la llevo así hasta el gimnasio, sin sacarle la polla de dentro la vagina, la estiró sobre un potro de gimnasia. La descabalgo de su polla y haciendo surcos de besos desde sus tetas hasta su coño, con sus patas agarradas y bien abiertas al máximo empezó a comerle el coño, primero despacio, más que comer, acariciaba su clítoris con sus labios, su lengua se paseaba dando un masaje por la entrada del coño separando los labios vaginales y chupándolos suave, pausadamente. Hasta que pilló su clítoris entre labios y empezó a succionarlos cada vez más rápido, sin pausa, irremediablemente Anna se corrió. Se dio cruces de sentir y ver de qué manera se estaba corriendo de nuevo, su squirt fue como una meada, empapó la cara de Tomas, que abandono el coño para comerle el culo. Le metía la lengua con cantidad de saliva dentro del ojete, y con la nariz jugaba con su clítoris y su coño.

Anna había llegado al mismo estado en el que llegó Carmen la noche anterior en una semi conciencia inconsciente, este mundo ya no era el suyo, sucumbida a la felicidad, sonreía, gimoteaba, lloriqueaba feliz, riéndose entre suspiros. Tomás cogió un bote de aceite corporal que había en el gimnasio, se puso un chorro en la mano y extendió el aceite en el ojete de Anna, le metió también dentro del culo una gran cantidad de lubricante y hasta tres dedos enteros dentro del recto. Anna quería decir que por ahí no, que no quería, pero era incapaz de articular palabra alguna. Tomás la bajó del potro, la colocó de espaldas, restregó su polla por el ojete del culo y le metió el capullo dentro. Anna gimoteó entre el dolor y el placer, pero más gimoteó, cuando le agarró la larga cola de caballo del pelo, la puso recta en pie y de una estocada le metió toda aquella gran polla dentro del culo levantándola casi del suelo. Le pareció que la habían partido en dos.

Ahora si Anna lloraba quizás por el dolor. Con la polla totalmente metida dentro del culo Tomás empezó a nalguearla; con una mano la tenía agarrada por el pelo y con la otra hacía sonar fuerte sus nalgadas; plis… plas… Cuando notó que la polla ya se le había acomodado dentro del culo y que Anna iba en camino de pasar del dolor al placer, empezó a follársela. Despacio, con pequeños movimientos laterales y en círculo ayudaban a acomodar aún más su polla dentro del recto, Anna empezó a notar placer, un placer diferente que nunca antes jamás había experimentado y fue más cuando Tomás le dijo que por entrepiernas le agarrara los huevos y jugara con ellos, metiéndoselos dentro del coño y que frotara con ellos también su clítoris. Así obedeció Anna que cuando llegó a meterse un huevo dentro, se corrió de nuevo.

Carmen había llegado hacia veinte minutos a la casa, miro en ella, miró al jardín y no vio a nadie. Se fue hacia el gimnasio a mirar también y antes de llegar escucho los sonidos del polvo que estaba metiendo Tomás a Anna. Se acercó sigilosa a la puerta y miró en el momento que Tomás descabalgaba a Anna del potro y le aceitaba el culo. Se quiso quedar escondida, pero fue descubierta por Tomás, que solo la miró fijamente, le clavó la mirada, sonrió y continuó ignorándola con el folleteo. Se quedó observando hasta que Tomás descorcho aquel culo con su polla y la sacó, Pudo ver la cantidad de leche que escurría piernas abajo de la mujer.

El coño de Carmen se encharco ante el espectáculo ofrecido por Tomás y de aquella mujer desconocida de la que celó. Se fue a su habitación sin poderse sacar de la cabeza la polla de Tomás, le venían en mente escenas suyas vividas ayer con aquella polla, la dulzura del muchacho, sus besos, los orgasmos que la llevaron al séptimo cielo y con todo esto rondándole por la cabeza, se estiró sobre la cama y sus dedos supieron a donde tenían que ir y que hacer.

Cuando Tomás saco la polla de dentro del culo de Anna y la soltó del pelo, esta se desplomó, agotada, abierta, incapaz de levantarse por si misma del suelo. Tomás la cogió en brazos como si fuera un bebé, ella se agarró suavemente a su cuello y se fundieron en un beso mientras la llevaba hacia la ducha. Una vez bajo el chorro del agua Tomás enjabonó a Anna y se enjabonó él. Volvió a coger de la coleta a la mujer y la hizo arrodillar, ella supo enseguida lo que tenía que hacer. Empezó a pajear aquella inmensa polla a la vez que intentaba metérsela dentro de la boca, casi llegó a meterse hasta la mitad de ella dentro, la lamia, chupaba, le comía los huevos. Tomás se giró y acerco el rostro de Anna a su culo.

Ella entendió y lo lamió, le chupaba y alenguaba el ojete y le metía la lengua dentro con una devoción placentera de sumisa dócil dando placer a su macho. Tomás se giró, le puso la polla delante de la boca y la agarró por el mentón, le mantuvo la boca abierta hasta que se corrió dentro de ella después se la cerró y ella entendió perfectamente que se la tenía que tragar y así lo hizo. Tomás la miró desde la altura, él de pie y ella con aquel diminuto cuerpo arrodillada. Se sintió orgulloso de ver como se relamía sumisamente los labios con su leche.

Tomás levantó a Anna del suelo, y la volvió a cargar en brazos, se la llevó bajo la pérgola y la colocó sobre el camastro balines. Le acarició las mejillas en un acto maternal, le dio un beso cariñoso en los labios y le dijo que descansara durante un tiempo y que después ya terminaría con la limpieza del gimnasio, la dejó sola y él se fue. Anna creía estar en el cielo y que un ángel la abandonaba. Se quedó dormida.

Cuando Anna despertó y volvió a la realidad, fue cuando realmente se dio cuenta que había echado el polvo de su vida. Con sus agujeros abiertos como nunca y doloridos pero llenos de gozo, primero empezó a buscar su sujetador y sus bragas. Las vio en la piscina flotando en el agua. Se tuvo que valer de un salabre con el que se limpiaba la piscina para recuperarlos, se los puso aun estando mojados, encontró la bata de trabajo en un sillón y se la puso también, La situación la había dejado flotando en una nube, sonriente, relajada y feliz. Le hubiera gustado que aquel adonis que se la había follado hubiera estado allí, pero ya no lo volvió a ver más. Terminó de hacer la limpieza del gimnasio, cantando y mojada y una vez terminó el trabajo se fue, dio un grito dentro de la casa de despedida, pero nadie respondió.

Tomás había estado durmiendo y descansando en su cama hasta que el hambre le avisó. Llamó al catering y se pidió una pizza y unas alitas de pollo. Se bajó a la bodega y eligió un vino fresco y rosado de aguja del Ampurdán, se fue a la cocina y puso a temporizar la botella en un cubo con hielo y sal. Puso música para ambientar la zona, Rok Blues suave. Se abrió una lata de berberechos que aliñó con una salsa avinagrada. Abrió la botella de vino, se sirvió una copa y apareció Carmen.

–Hola Tomás.

–Hola Carmen.

–Vaya Tomás como te cuidas

–¿Quieres una copa de vino? ¿Unos berberechos?

Sin darle tiempo a responder le acercó una copa y se la llenó. Pincho un berberecho en un palillo y se lo dio directamente a la boca.

–Tomás puedes estar tranquilo por mi parte que no diré nada a tu madre de lo que he visto esta tarde.

–Jajaja jajaja no me hagas reír Carmen ¿Lo de ayer si se lo contaras? ¿Quieres que se lo cuente yo? Carmen, me da absolutamente igual si quieres contárselo, con mis padres no tengo secretos, pero tampoco voy contando cosas que para nosotros carecen de importancia.

–Vaya como eres Tomás, no te lo cojas así por favor que estoy muy sensible y en un estado de desesperación que no sé qué hacer. A ver mañana que me dice tu madre, pero llevo un cabreo.

–¿Qué te ha ocurrido? Ahora vuelvo. Mi cena.

En aquel momento llamaron al timbre de la puerta. Cogió el dinero preparado y salió a buscar la pizza y las alitas. Cuando Tomás entro de nuevo Carmen admiró aquel muchacho guapo, atlético, con una polla tremenda y que folla como nadie, lleno de recursos para todo, su seguridad y tranquilidad, sin alteraciones, su forma razonada y segura de hablar, le parecía imposible que con su edad obrara con aquella madurez. El muchacho cautivaba.

–¿Quieres un tozo de pizza, unas alitas?

–No gracias Tomás, he quedado ahora con Rosi y Pili para contarnos y comer algo en el club de tenis.

–Lo que te iba diciendo Tomás; he llegado a casa y mi marido no me ha dejado pasar, me ha dado un sobre. Me ha comentado que no hace falta que pida el divorcio, que ya lo ha hecho y que ya correrá él con los gastos que ocasione el proceso y ya me avisará su abogado. Me dijo; que supiera que no tengo nada aparte de una cuenta que está en nombre de los dos y que en ella hay solo seis mil euros, de los cuales míos son tres mil. Que nuestro contrato marital es por separación de bienes. Me dijo también que en el sobre esta todo apuntado y toda la documentación que necesito y también la dirección y una llave de un trastero donde se trasladará el lunes toda mi ropa y mis enseres personales para que los recoja, que el trastero esta pagado por un mes. Que también hay fotos mías con mis amantes de un año hasta hoy y que serán presentadas como prueba para el divorcio. Que le diera el sobre a tu madre que ella ya sabría qué hacer. Que fuera feliz, me dijo adiós y me cerró la puerta.

Tomás mientras se zampaba la pizza y las alitas había ido escuchado atentamente lo que estaba explicando Carmen, aunque no lo pareciera por la indiferencia que mostraba. No decía nada, ante la desesperación de Carmen, él ni se inmutó. Tomó la botella de vino y relleno la copa de Carmen y después se sirvió él.

–¿No dices nada Tomás?

–¿Qué te voy a decir Carmen?

–Pues algo, tu opinión ¿No ves como me siento?

–¿De verdad quieres que te diga lo que pienso?

–Pues ayudaría, creo, vamos.

–Que te has quedado sin un puto duro y en la calle.

–Vaya manera sarcástica de compadecerme tienes. No te burles de mí. Esto no puede ser, que ganas tengo de que llegue tu madre para saber ya que es todo esto que me ha vomitado Raúl y darle el sobre.

–Hoy no creo que la veas, y aunque la vieras te aseguro que mínimo hasta mañana no va a mirar nada. Veo que la conoces poco a mi madre, mis padres cuando salen de fiesta, salen también de todo.

–¿Tu entiendes algo de todos estos papeles?

–No lo sé, no los he visto.

–Si te los dejo ¿Me podrás decir exactamente lo que dicen?

–Podría, seguramente, pero mira Carmen, te seré sincero, no tengo ningún interés en tu divorcio.

–¡Joder con el niño! Vaya manera de animarme y colaborar.

–Deja el sobre encima de la mesa, cuando regreses de tu cita a las doce, ni minuto más, ni minuto menos porque si no, no me encontraras, vienes a recoger tu tanga a mi habitación y te digo lo que dicen los papeles y demás.

–¿Sabes que te digo? Que eres un carbón y el tanga te lo puedes guardar como recuerdo.

Cabreada Carmen se fue a su habitación. Al poco rato salió vestida de puta pija madura como siempre, pintada y arreglada. Llevaba el sobre en la mano. Se dirigió en la distancia a Tomás solo para decirle secamente.–Aquí te dejo el sobre. Adiós. Y se fue.

Cuando Tomás terminó de cenar, se lio un porro de marihuana, conecto la música al jardín, cogió la cubitera con la botella, el vaso y el sobre que dejó Carmen y se fue a tumbarse al camastro balines bajo la pérgola.

Tomás miraba las copias de las fotos de Carmen con sus amantes. Realizadas por un detective contratado por Raúl, estaban clasificadas por fecha, hora y con nombre y dirección del amante y una breve anotación en cada foto contando detalles de las mismas. Tomás se rio. Ahí había un año de cornamenta. Se rio aún más imaginando la cara que se le pondría a su madre cuando viera las fotos de Carmen donde era pillada con algunos conocidos y amigos comunes, la mayoría casados y del entorno de ellos. Se leyó también todos los papeles que había dentro del sobre; las explicaciones y documentos firmados entre ambos, el contrato marital etc… y relajado y satisfecho su mente empezó a maquinar. Podía tener si quisiera a Carmen bajo su control absoluto.

Carmen regresó a la casa un poco borracha, eran solo las once, pero decidió ir a la habitación de Tomás. Llamó a la puerta, pero Tomás no le abrió, volvió a llamar y le gritó y Tomás no abrió la puerta. Cabreada y maldiciendo palabras inteligibles por su estado ebrio se fue hacia la cocina. Abrió el mueble bar y se sirvió un licor 43 con hielo y empezó a mandar mensajes por el móvil a sus amantes, sin ser consciente que de esta manera se le estaban cerrando puertas que quizás hubieran sido de apoyo.

A las doce Carmen llegó a la habitación de Tomás. Estaba borracha. Tomás le abrió la puerta, al ver el estado embriagado de Carmen, no la dejó entrar.

–Carmen, vas muy borracha para entrar a mi habitación.

–Por favor Tomás dime algo de los papeles del sobre, me moriré si no sé qué ponen y en que me afectan.

–Dudo que en tu estado puedas entender algo.

Carmen llorando se echó a los brazos de Tomás. Tomás la abrazó y Carmen se sintió compadecida y dejo que fluyera libre su llanto intensamente. Tomás al ver el estado en el que estaba Carmen la acompañó hacia el jardín. Allí empezó a desnudarla, le quitó el vestido, el sujetador, las medias, el tanga y los zapatos. Carmen lloriqueando ahora se dejaba hacer sin oponer resistencia alguna. Tomás también se desnudó. Abrazado a ella la acerco hasta la ducha que estaba frente a la piscina y se pusieron bajo su chorro. El agua fría de media noche iba estabilizando a Carmen. Tomás le metió dos dedos en la boca hasta que tocaron su campanilla y Carmen vomitó. En sus arcadas salieron solo líquidos apestosos, eso era señal de que Carmen no había comido nada, solo bebió y además no poco. Carmen fue recomponiéndose poco a poco y Tomás la sentó en un sillón bajo la pérgola.

Se fue a buscar un albornoz y la cubrió con el. Ya más calmada Carmen empezó a contar a Tomás los motivos que le habían llevado a estar en aquel estado. Le contó que sus amigas le habían comentado lo que en el círculo social se contaba de su divorcio. Le dijeron que se comentaba que su marido tenía pruebas de sus infidelidades y que en el divorcio la iba a dejar sin un puto duro. Que había mal ambiente entre muchas amistades que ella tenía debido a que tanto con los que mantuvo relaciones como los que no, tenían miedo a verse salpicados en su relación por el caso. Que lo pudo comprobar porque ninguno de sus amantes le había cogido el teléfono ni contestado a sus mensajes y que además la bloquearon para que no les llamara. Que muchas de sus amigas quizás temiendo ser víctimas de sus cuernos ni la saludaron apenas y que rehusaron entablar conversación ninguna con ella y los saludos en el club de tenis eran efímeros y la gente la evitaba, a ella, a ella que habitualmente era como la reina a la que todos los moscardones se acercaban, nadie quería compartir con ella una conversación.

Tomás estaba en la gloria, esta situación le encantaba, aunque ante ella mostró compasión, la levantó de la butaca, le puso el albornoz bien, le entro primero un brazo por una manga y después el otro. Aquel roce inevitable de su polla con aquel cuerpazo de mujerona y aquellas tetas perfectas con sus pezones erectos por la fresca de la noche le pusieron a Tomás la polla como un mástil. A pesar de su estado esto no había pasado desapercibido por Carmen, que entre gimoteos, se abrazó a Tomás para soltar en su hombro lágrimas de desespero, en el abrazo y por la altura del muchacho su polla se colocó entre el canalillo de sus tetas. Tomás la sentó en el banco de la mesa de la pérgola. Le dio un beso en la frente y otro en la boca, los repitió varias veces, eran besos que parecían de amor, tiernos y que ella necesitaba, una muestra de cariño de alguien, después del repudio que su presencia causó entre sus amistades, eso la reconstituyo, necesitaba esta muestra de afecto. Carmen ya se estaba recomponiendo.

–¿Qué dicen los papeles Tomás? ¿Has podido entender algo? Dime que no es verdad que mi marido me puede dejar sin un duro.

–Carmen, voy a prepararte un café y miraré en la nevera si hay algo para que puedas comer. No has comido nada ¿verdad?

–No, no he comido nada, pero tampoco tengo hambre.

–Necesitas comer y no por hambre. Tu cuerpo es el que necesita comer y te lo agradecerá.

Tomás se dirigió a la cocina y volvió con un tazón de café y una bandeja con tostaditas, mantequilla, paté, membrillo y varios quesos. Carmen lo observó llegando con la bandeja, no pudo evitar mirar aquella polla del muchacho balanceándose con toda su dimensión entre piernas. Le llega a medio fémur y no esta erecta ¡dios mío que polla! pensó. Tomás colocó la bandeja en la mesa y le untó una tostadita con mantequilla y se la puso en la boca. Carmen se la comió, y así continuó hasta que se zampo unas cuantas tostaditas. El café caliente le sentó de maravilla y comprobó que el muchacho tenía razón y eso era lo que su cuerpo necesitaba.

Carmen a medida que iba conociendo a Tomás, le sorprendía cada vez más, su actitud, siempre inalterable, tranquilo, su seguridad en como decía las cosas y saber en cada momento que hacer y decir. Le estaba fascinando el carácter de Tomás. Carmen se encontraba cada vez más cómoda delante de su presencia.

–Carmen, he leído todos los papeles y documentos que hay en el sobre, he mirado las fotos que te sentencian definitivamente como adultera. Tu contrato matrimonial es por separación de bienes, esto significa que lo suyo es suyo y lo tuyo es tuyo, eso quiere decir que todo lo que ha ganado económicamente él, es para él y todo lo que has ganado tú, es para ti. Te ha cerrado el acceso a sus cuentas bancarias, solo puedes disponer de una que es la única que está a nombre de los dos. En esta cuenta hay seis mil euros, por lo que te tocan tres mil. Pide también para ti una orden de alejamiento a su persona y a su casa, dice que eres peligrosa y teme que puedas hacer daño o incordiar con tu histerismo a sus padres ya muy mayores. Para sostener esta orden presenta un montón de facturas de un psiquiatra llamado Luís Liñán al que visitas cada quince días por problemas de histeria.

–Esto es mentira, acordé con Luís el psiquiatra que me diagnosticara esto para poder ir cada quince días a follar con él.

–Pues te han salido caros estos polvos Carmen, además muy bien debe follar este señor porque cada polvo te ha salido por un dineral, te hubiera salido mejor contratar a un puto para follar, por cada visita te ha cobrado quinientos euros. O sea que has pagado quinientos euros por cada polvo que te ha pegado este psiquiatra.

–¡Hijo de puta! Le he llamado dos veces y no me coge el teléfono, me ha bloqueado.

–Normal, es un hombre casado, debe temer que le montes alguna escandalera, aunque este no aparece en las fotos, es inteligente debíais follar solo en su consultorio, no debíais salir nunca a la calle juntos.

–Si solo follamos en su consultorio.

–Carmen, ahora te aconsejo que te tranquilices y no cometas más errores, no llames a nadie, ya la has cagado llamando a tus amantes, Eso ha hecho ponerlos en guardia. Piensa que ahora para tu círculo social eres una puta que le pones los cuernos con sus maridos, con gente del mismo círculo y todos temen salir salpicaos con el caso. Te van a repudiar.

–Vaya panorama me presentas Tomás, parece que disfrutas con mis desgracias. Carmen volvió a ponerse a llorar.

–Carmen, es la realidad, y la debes asumir, me has pedido leyera y te explicara todo esto y lo he hecho. Verás como mi madre te dirá lo mismo. Por cierto no regresan hasta mañana por la noche. Al final se tiran el fin de semana con sus amigos.

–¿y yo que hago ahora?

–Podrías empezar a comerme la polla, pero ahora no me apetece.

–Eres un cabrón.

–Y tu muy puta.

Carmen en un ataque de ira se fue hacia su habitación llorando. Se tumbó en la cama y se quedó dormida. Al rato y después de fumarse un porrito de marihuana Tomás observo la ropa de Carmen tirada en el césped del jardín, recogió solo su tanga y también se dirigió a su habitación a dormir, no sin antes pasar por la habitación de Carmen y apagar la luz que se dejó encendida. La vio dormida con el albornoz puesto, se acercó sigilosamente hasta ella y le abrió un poco el albornoz, aparecieron sus tetas, estas tetas tan grandes y perfectas le pusieron la polla tiesa y empezó a pajearse. Cuando se corrió lo hizo encima de ellas. Se limpió la polla con el albornoz y se fue a dormir.

A la mañana siguiente Tomás cuando se levantó, continuó con su rutina habitual, bajó a la cocina, se preparó su café, sus tostadas, se las tomó con tranquilidad y después del desayuno se fue al gimnasio a practicar sus ejercicios habituales. Cuando terminó, se duchó, agarro el libro que estaba leyendo, puso música, se hizo un canutillo de marihuana y fue a tumbarse a la hamaca bajo la sombra de la morera a leer.

El sol empezaba a apretar y el calor se hizo presente. Tomás de vez en cuando se daba un chapuzón para refrescarse y volvía a su hamaca. Carmen se despertó y al tener la ventana abierta escucho la música que sonaba en el jardín. Al levantarse notó y vio los restos de la corrida de Tomás en sus tetas ¿Me habrá follado este cabrón mientras dormía? Se tocó el coño y no le pareció que por ahí hubiera entrado nada, y menos aquella polla, seguro que aunque hubiera estado dormida la hubiera notado, era imposible no notar aquella polla por muy dormida y borracha que una estuviera. Se ducho y su corta mente empezó a rebobinar todo lo acontecido el día anterior y volvió a llorar.

Se asomó a la ventana y vio a Tomás, desnudo, tumbado en la hamaca y leyendo ¿Qué leerá? Pensaba, ella jamás se había leído un libro. Abrió el armario para elegir que ponerse, la ropa que se había traído de su casa era casi toda de puta pija madura para salir a la calle. Se puso unos pantaloncitos finos de seda rosa que algunas veces utilizaba para dormir y una camiseta blanca con tirantes y se sentó en la cama a esperar si se le aparecía algo en la cabeza, alguna solución y que hacer. Ya no le salían lágrimas, aunque estaba asimilando todo lo que le había dicho su marido y Tomás. Solo estaba ahí sentada, su pequeño cerebro no discurría ninguna solución para su futuro. No tenía familia a la que recurrir, solo un hermano mayor que se le había perdido la pista en América hacia años. Las que creía eran sus amigas y sus amigos la habían repudiado, sus amantes ya no querían saber de ella y en sus círculos era considerada como una vulgar puta a la que evitar.

Ahora se arrepentía de haber montado aquella escandalera a su marido cuando se enteró que tenía una amante. Se dijo tonta a si misma por no haber planeado bien sobre todo económicamente su divorcio, se dejó ir por la ira y por los celos a su rival, y ahora pagaba las consecuencias ¿Qué iba a hacer ella solo con tres mil euros? si esta cantidad no le duraría dos meses. Ahora si volvió a llorar. Se asomó de nuevo a la ventana y vio que Tomás ya no estaba en el jardín.

Era ya mediodía y el estómago avisó a Carmen que tenía hambre. Bajó a la cocina y ahí vio a Tomás en pelotas hablando por teléfono. Por el tono y las pocas palabras que oyó, intuyó que debía de estar hablando con su madre.

–¿Estás hablando con tu madre Tomás? Déjame hablar con ella por favor, lo necesito.

Tomás le dijo a su madre que había aparecido Carmen y que quería hablar con ella, su madre le dio permiso para que le pasara el teléfono. Tomás le pasó el auricular a Carmen.

–Ángela por dios, te necesito, si supieras todo lo que me ha ocurrido, es espantoso.

–Carmen, ahora tranquilízate, escúchame y no me interrumpas por favor. Raúl, tu marido, bueno tu ex, me ha llamado esta mañana para ponerme al día de la situación. Tomás me ha contado también todo el papeleo del sobre, lo de las fotos y demás y la verdad es que lamento la situación en la que te encuentras. Al parecer tu marido tiene muy bien atado el divorcio, es un hombre de empresa y ha tenido buen asesoramiento por sus abogados, y por lo que veo pocas cosas podemos hacer. Raúl ya no quiere saber más de ti, ni verte, esto lo tienes que empezar a asumir. Y me apena decírtelo, pero si vamos a juicio aún saldrás más perjudicada, se aireará tu vida extramatrimonial y la sociedad aún te apartará más y si perdemos el caso que es seguro ni con los tres mil euros que te ha dejado podrás pagar las costas judiciales.

–Y ¿Qué hago Ángela?

–De momento nada, hoy tampoco vendremos a casa, al final nos hemos quedado los cuatro en un hotel y mañana vamos a una ruta en yate hasta una isla solitaria a pasar el día. Si necesitas algo se lo dices a Tomás él sabrá darte lo que necesites y tranquila que él sabe qué hacer, aunque lo creas un crio, no lo es, hazle caso en lo que te diga, saldrás ganando. Tengo que dejarte ya. Nos vemos el martes.

–Ángela, me voy a morir

–Adiós Carmen, nos vemos.

Ángela cortó la comunicación, Carmen soltó el auricular y se puso a llorar. Tomás la rodeo con sus brazos y la abrazó. Carmen notó la polla de Tomas apretarse a su abdomen, pero no le importó, necesitaba este abrazo de alguien que se compadeciera de ella. Reposo su cabeza en el pectoral del muchacho y lo abrazó también.

–Carmen, ve a vestirte, ponte guapa, arréglate y baja, nos iremos a comer fuera hoy, yo te invito.

–¿A comer fuera? ¿Dónde iremos?

–Tu ponte guapa, no quiero verte llorar más, venga espabila que tengo hambre y nos lo vamos a pasar bien.

Carmen obedeció a Tomás. Al rato estaban los dos con hambre y listos para salir.

–Coge las llaves del coche, lo vamos a necesitar.

Carmen estaba preciosa, Tomás le extendió el brazo para que se cogiera a él como si de novios se tratara y salieron al parquin. Tomás le pidió las llaves del coche a Carmen y esta se las dio. Tomás había reservado una mesa en el restaurante de un pueblo cercano con un lago. Había reservado una mesa discreta en la terraza y con vistas. Cuando llegaron el camarero reconoció a Tomás, habían ido con sus padres muchas veces a este restaurante, y lo saludó amigablemente, esto a Carmen le gustó, la hizo sentir bien. Los acomodaron en una mesa y les dieron las cartas. Tomás preguntó a Carmen que le apetecía comer y le aconsejó alguno de los platos de la carta. Ante la indecisión de ella Tomás tomó la alternativa y sugirió compartir unos mariscos y un pescado, con una botella de cava bien fría, a ella le pareció perfecta la idea y así Tomás hizo la comanda.

Durante la comida intercambiaron pocas palabras

–Tomás ¿no tienes novia?

–No

–Es extraño, deberías de tener, eres un muchacho guapo, seguro que encuentras una pronto.

–No quiero tener novia. Esto compromete a la fidelidad.

–Mira que eres raro muchacho

–Me gusta follar con marranas como tú, si tuviera novia no podría hacerlo.

–Oye un poco de respeto, la otra noche me follaste porque me pillaste en un estado de desconcierto por todo lo que está pasando.

–¿Te gustó?

–Para que te voy a engañar, sí, me gustó, aunque es algo que me hace sentir mal eres menor y es como si traicionara a Ángela.

–¿Te sentiste también mal cuando te follabas al marido de tu amiga Pili?

–Tomás por dios, no me hables así por favor.

–¿Cómo hay que hablarte?

–Joer Tomás, pues normal, sin atacarme, ya sé que he cometido errores de los cuales ahora estoy arrepentida, pero no me trates como una vulgar puta, por favor, me hace sentir mal.

–¿Querrás un café? ¿Un licor?

–Pues sí, no me vendrá mal.

–¿Has comido bien?

–Muy bien Tomás, te agradezco de verdad que me hayas llevado a comer contigo. Al menos me he relajado y ya no me martilleo con mis problemas.

–Bien Carmen, uno de los motivos por los que te he traído aquí, es para hacerte una proposición.

–Ya está, ya me imaginaba yo que querrías follarme.

–Es una proposición comercial, escúchame, no me interrumpas y no digas nada hasta que haya terminado de hablar. Es por tu bien y para que tengas algo de futuro.

–¿Una proposición comercial? ¿De qué se trata, de vender?

–Bueno, más o menos. Ahora quiero que me digas si vas a escucharme o no.

–Bien habla, escucharé mi futuro jajaja

–Debido a tu situación actual, se puede decir que estas sin un euro y en la puta calle, nadie te va a contratar para ningún trabajo, perdona que te diga pero no tienes aptitudes para ninguno. No te imagino trabajando en una fábrica ni de cajera en un supermercado y en mi casa tampoco puedes quedarte eternamente. Tendrás que comer, vestir y sobre todo vivir en algún lugar, tampoco te veo como una sin techo durmiendo bajo un puente.

–Puedes trabajar en un club como puta, estás muy buena, clientes tendrás, pero estas mafias de la prostitución siempre terminan quedándose con todo lo que ganas. Si quieres hacer de puta por tu cuenta, necesitarás un sitio donde follarte a los clientes. Si los llevas a hoteles esto además de bajar tu rédito puedes encontrar que no te paguen e incluso que te roben lo que lleves.

–Viendo que los caminos a tu salida es hacer de puta, debes pensar que te quedan pocos años para dedicarte a vender tu cuerpo, tienes ya cincuenta años, cuando tengas sesenta posiblemente nadie quiera pagar por ti para echarte un polvo, quizás algún degenerado que es más el peligro que pueda llevarte que el beneficio.

–Tengo una idea empresarial, que creo es buena idea, te la contaré si quieres que te siga hablando.

–Me estás dejando de piedra Tomás, no tengo palabras. No sé cómo puedes hablarme así. No sé si enfadarme contigo o pegarte o darte la razón. Me tienes muy confundida Tomás.

–Reflexiona lo que te he dicho Carmen. No me contestes nada ahora, tampoco te escucharía, aprende a reflexionar una vez en tu vida antes de hacer algo. Ya ves cómo te ha ido al final obrar sin conciencia. Cuando lo hayas meditado si quieres me cuentas tu reflexión y yo te diré como hay que proceder, si no me dices nada, lo acepto y amigos igual, yo no soy el que lo necesita, tu sí.

–Tomás ¿Tu de dónde has salido? La verdad es que tu madre me ha dicho que te escuchara, pero ¡joer! con el nene. No sé qué decirte la verdad, además hablas de una forma tan rara a la vez tan segura siempre, me das miedo.

–Ahora olvida este tema, lo reflexionas y si decides tirar para adelante me lo dices. Tienes hasta el martes para decidirte. Si no me dices nada el miércoles esto para mi estará ya olvidado.

–¿No me puedes decir ahora de que va?

–No.

–¿Por qué?

–Porque ahora lo que vamos a hacer es ir a dar un paseo por el lago. Es bueno para la digestión.

–¡Joer con el niño!

Tomás pago la cuenta del restaurante. Agradeció el servicio al camarero con una buena propina, cogió del brazo a Carmen y salieron hacia el lago a dar un paseo. Bajo los chopos de la orilla, juntos de la mano pasearon románticamente. Carmen le sentaba bien el paseo, respiraba y observaba a Tomás; en su cabeza pensaba que como era posible que aquel muchacho hasta en lo del paseo tuviera razón, la comida perfecta, el paseo ¡Qué bien sentaba! rodeo por la cintura con su brazo a Tomás y este la abrazó por su hombro, como si de una pareja de enamorados se tratara caminaban en silencio, solo el cantar de los pájaros ponía sonido a su paseo ¡Qué romántico! Carmen estaba en una nube ahora, esa paz es lo que necesitaba. Tomás la condujo a un recodo de vegetación en la orilla del lago, la apoyo a un árbol y la besó. Ella se dejó besar, este beso le sabía a gloria. Tomás empezó a acariciarle el culo mientras se besaban, después pasó a acariciarle sus tetas. Cogió la mano de Carmen y la llevó a su polla. Carmen empezó a magrear el bulto.

–¡Qué polla tienes mi niño!

–Sácamela, aquí no nos ve nadie.

Carmen sacó la polla de Tomás y que no cesaba en su morreo y esta apareció enorme, erguida y creciendo en la mano de Carmen. Ella la palpaba, la acariciaba, no podía rodearla entera, sus dedos dibujaban una “C” con su mano, ella misma empezó a restregarla por su coño, puso la polla por debajo de su falda y apartó un poco el tanga a un lado para ponerla en contacto con sus labios vaginales. Carmen ya tenía el coño encharcado, se agacho y llenó aquel enorme capullo de saliva con su boca y volvió a dirigirla a su vulva, se acarició el clítoris con ella y la colocó a la entrada de su coño. Fue ella misma que con movimientos de cadera fue metiéndose la polla dentro.

Ahí de pie, en un escenario hecho para el romanticismo su coño fue tragando polla. Tomás le sacó las tetas y las magreó, besó, chupó y mordió, mientras ella con sus manos agarradas a la polla y se iba follando con ella. Así estuvieron un rato hasta que Carmen se corrió. En este momento Tomás cogió la alternativa y empezó a follar él a Carmen, no la follaba, la empotraba en aquel árbol donde se encontraba apoyada, le colocó sus piernas alrededor de su cintura, dejó el romanticismo para clavarle la polla hasta que sus huevos chocaron con su ojete. El ritmo era frenético provocando un segundo orgasmo a Carmen, él se corrió a la vez llenando aquel coño de su leche. A besos le fue sacando lentamente la polla que continuó erecta. Se fundieron en un beso.

–Tomás eres un ser especial, te has corrido y la polla no te baja. Se rio.

Tomas se guardó la polla, ella se recompuso la falda, metió sus tetas bajo el sostén y se fueron del rincón. Regresando andando al coche se partieron de risa porque Carmen al andar notaba en cada paso como salían de su coño restos del semen de Tomás.

Continuará.

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