Nuevos relatos publicados: 9

Sweet Caroline (Capítulo I): Fin de cursos

  • 8
  • 23.555
  • 9,50 (2 Val.)
  • 2

Era el último día del año escolar, la ceremonia de premios estaba por terminar y mientras el director de la escuela pronunciaba su discurso de fin de cursos la Señorita Garza revisaba en su mente el itinerario de viaje de este fin de semana; tres días y dos noches en una cabaña con sus amigas de la Universidad en Canyon Lake Texas.

Los aplausos dentro del auditorio la devolvieron a la realidad, el director había terminado por fin y ahora solo restaba tomarse unas fotos con sus alumnos de 3er grado y sus padres de familia, con un poco de suerte ella también sacaría provecho de estos últimos momentos. Llegó el turno de Erick - Y tu mami cariño, no ha venido? - preguntó la maestra con un poco de impaciencia por terminar la sesión. - Mi Mamá no pudo venir hoy pero aquí esta mi papá maestra.

Levantó la mirada y se encontró con un hombre joven y apuesto que llevaba puestos unos jeans algo apretados por el generoso trasero del hombre y una polo desabotonada que dejaba ver su ancho pecho.

Mucho gusto señorita Garza, me llamo Antonio, soy el padre de Erick - Carolina sonrió amablemente y contesto:

El gusto es mio; mas vale tarde que nunca eh! - los dos soltaron una discreta carcajada,

Mi esposa es la encargada de los asuntos de la escuela porque yo estoy trabajando casi todos los días, - explicó el sujeto - puedo tomarle una foto con Erick?

Por supuesto - se tomaron la respectiva foto, entonces ella aprovechó para preguntarle mientras sacaba su celular:

Antonio no le molesta si les tomo una foto a ustedes?, es para el Facebook de la escuela.

No es ninguna molestia, - contestó sonriendo - aquí estamos bien?

Si allí están perfectos. - Carolina le tomó un par de fotos de frente y otro par por atrás cuando ya se habían despedido, - esto será suficiente - se murmuró a sí misma.

Al llegar a su apartamento, se saco las zapatillas y se dispuso a hacer las maletas; el único vuelo que pudo encontrar salía por la madrugada a las 3:15, Carolina había aceptado la invitación de último momento y ahora tendría que esperar en el aeropuerto 4 horas más después de haber llegado para poder reunirse con sus amigas. Terminó de empacar todo excepto un pequeño bolso de tocador color rosa que dejo encima del buró junto a la cama.

Comenzó a sacarse el vestido amarillo largo con estampados de manzanas y útiles escolares que había escogido para la ceremonia, lo dejó tirado en la alfombra de la recamara mientras se dirigía a la cocina para servirse una copa de Rosé, quería relajarse antes de su vuelo a San Antonio.

Su figura voluptuosa ya no era la de hace 8 años cuando, recién graduada de la Universidad, empezó a ejercer como maestra en Fort Worth Texas. Carolina es de una estatura mediana a baja, siempre había tenido la cara redonda ademas de unos labios gruesos y unos ojos café obscuro grandes con pestañas largas que llamaban la atención de cualquiera, sus grandes y redondas tetas parecían abarcar por completo su torso. Aun mantenía una cintura fina y a partir de ahí se dibujaba su carnoso rabo en un casi circulo esplendido, sus piernas, aunque no muy largas, estaban muy bien formadas. Sus nalgas y muslos no tenían la firmeza de otros años, pero era evidente que la regiomontana tenia todavía mucho que dar, y recibir.

Era una verdadera lastima que nadie estuviera allí para poderla observar mientras llenaba su copa; la señorita garza siempre había tenido un gusto sofisticado para seleccionar sus prendas intimas. En esta ocasión había elegido unas medias negras de nailon con un delicado patrón en puntitos negros, un delgado cincho de encaje negro arriba de la cintura de donde bajaban un par de correas para sostener las medias, la tanga en azul rey con encaje en las orillas y diseños bordados en negro al igual que el sostén que complementaba el modelito.

Mientras le daba un sorbo a su Rosé, Carolina se confortaba por haber terminado de forma positiva uno de los años mas difíciles que le había tocado trabajar, al mismo tiempo culpaba al estrés de su trabajo por la nula vida social y la inhabilidad de mantener una relación con otros adultos, pero mas que nada se imaginaba como seria la reunión con sus dos grandes amigas y se congratulaba por haber tomado el riesgo esta vez de aceptar la invitación anual que sus amigas siempre le enviaban y que ella había rechazado por los últimos 5 años.

Le dio el ultimo trago a su copa y la dejó en la barra de la cocina, luego comenzó a caminar elegantemente como si estuviera modelando su sexy atuendo dirigiéndose a su recamara, al mismo tiempo liberaba su largo y negro cabello del par de pasadores que lo mantenían agarrado en un chongo, masajeó su cabello con sensualidad, puso los pasadores en el tocador y se sentó a la orilla de su cama. Tomó su celular y abrió las fotos que le había tomado a el Padre de Erick, las estudiaba con atención y cambiaba entre las fotos de frente y las de atrás tratando de elegir la mas apropiada.

Finalmente eligió una de las fotos donde el sujeto está de espaldas con su trasero apretado bien enfocado mientras su rostro aun buscaba a la maestra para despedirse. Se recostó en la cama sobre su lado izquierdo sostenido el celular con esa misma mano, luego con la mano derecha comenzó a masajearse sus pechos por encima del top mientras decía en voz baja: - Mucho gusto en conocerte Antonio, que sorpresa tan agradable - luego utilizando un tono más cachondo continuo - No te vayas tan pronto Antonio, porque no vamos a mi salón para poder platicar a solas - Su mano derecha ahora bajaba por su abdomen, sus caderas, sus nalgas y su pierna, para luego subir de nuevo hasta sus senos.

Se dio vuelta para quedar boca arriba, su respiración empezaba a agitarse un poco, su voz se tornó más firme y más sensual - Ay Antonio que haces… nos pueden ver, cierra la puerta… Ay que brazos tan fuertes… - fantaseaba Carolina aun mirando la foto en su celular y masajeando su entrepierna con movimientos circulares e impetuosos. - y que me vas a hacer eh?… a que no te atreves… uy Antonio… - ahora tenia las rodillas dobladas y los muslos abiertos, se masajeaba su concha por sobre la tanga, por momentos se golpeteaba sus labios vaginales como si quisiera hacerlos gemir de dolor y de placer, luego se volvía a masajear la vulva con intensidad de arriba a abajo y de abajo a arriba.

Soltó el celular dejándolo caer por un lado, se giro sobre su cuerpo para alcanzar el bolso rosa que había dejado sobre el buró, entonces sacó un consolador de conejito color morado y se volvió a colocar boca arriba. Comenzó a masajearse las tetas con una mano y con la otra se pasaba el consolador por todas sus partes intimas con suavidad, como si quisiera presentárselo primero a todo su cuerpo, luego se lo llevo a la cara y le beso la punta con sensualidad.

Se deshizo del sostén dejando su enormes y redondas chichis a la intemperie, prendió el consolador en uno de los 10 modos vibrador y se lo empezó a pasar por sus tetas con delicadeza, poniendo especial atención en la aurora de sus gruesos y endurecidos pezones. El cuerpo de la maestra se movía con desespero y con lujuria, sus jadeos se volvían mas frecuentes con cada pellizcada de pezones que se propinaba.

Después de un par de minutos comenzó a bajar el juguetito hacia su entrepierna, presionó uno de los botones para cambiar el tipo de vibración, entonces lo empezó a pasear tersamente sobre su concha mientras exclamaba con su voz entrecortada - Así, así Antonio… así papito… - podía sentir la cálida humedad de su panocha por encima de sus bragas, paso los dedos de su mano izquierda por dentro de la tanga para mojárselos, luego se los llevo a sus fosas nasales para inhalar el aroma incitante de sus flujos ardientes, dejó salir un gemido acompañado de una sonrisa picara.

Se despojo de sus bragas con cierta rapidez, volvió a presionar uno de los botones del conejito para hacer que las vibraciones se volvieran circulares, se lo puso en la entrada de su concha y lo presionó con firmeza; su cuerpo reaccionó inmediatamente arqueándose de placer mientras que su boca mordía sus labios carnosos y deseosos de un calor humano que por el momento solo podía imaginar.

Enseguida presionó dos veces el botón del consolador para aumentar el nivel de vibraciones al tiempo que con pericia introducía el conejito dentro de su vulva palpitante. Los gemidos aumentaron de volumen, su cuerpo se estremecía al reconocer los impulsos eléctricos que le proporcionaba el juguete maravilloso de la Srta. Garza.

Finalmente alcanzó la profundidad requerida, en el modo de vibraciones adecuado y en el momento propicio para iniciar la ultima etapa en el acto de autosatisfacción que Carolina había estado practicando con acrecentada frecuencia durante este ultimo año. Sus caderas comenzaron a convulsionarse, su culo y sus muslos se tensionaron tratando de mantener al consolador en la posición perfecta, su cara giraba de un lado para el otro como queriendo extender el placer que llenaba su cuerpo hasta que no pudo contenerlo mas y se corrió salvajemente al experimentar el orgasmo que el aparato le proporcionaba.

Al cabo de unos momentos en los que parecía perder la respiración para siempre, logró recuperarse un poco, estiró sus piernas en forma de relajación, con delicadeza retiro el consolador de su panocha hinchada y todavía sensible, se dio la vuelta sobre su costado jalando el cobertor por encima de su cuerpo semi desnudo, cerró los ojos mientras sonreía como una niña traviesa y se durmió.

(9,50)