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Un hombre encuentra a su mujer y a su hijo teniendo sexo

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Linda es una hermosa mujer de 39 años. Rubia, de curvas muy bien delineadas y una piel suave y clara. Es decir, es una mujer que llama la atención. Miguelito es su hijo de 18 años. Alto, de ojos azules, barba dura pero afeitada, cuerpo atlético y sonrisa que deleita a las mujeres.

Linda tiene un matrimonio bastante rutinario con José. Su marido es un hombre común, trabajador y hace de las costumbres un culto.

Un día, Linda entra al baño se encuentra con Miguelito bañándose. Ve el tremedo pene de su hijo y aunque se retira apresuradamente, queda esa imagen en su pensamiento. Pasan los días y la imagen la persigue haciendo que su bombacha se humedezca cada vez más. Comprende la dimensión de esa necesidad ye inicia un lento pero dirigido camino hacia su hijo, cada vez su ropa muestra más, sus sonrisas hacia el joven son más traviesas, su atención hacia él es mayor. Miguelito, por su parte hacía mucho tiempo que se fijaba en su madre y más de una masturbación era en su nombre. El joven se da cuenta, o imagina, el giro de su madre y también comienza un trabajo de seducción. Ante ese terreno fértil el asunto avanza rápidamente y una mañana que José se fue al trabajo, Linda entra en el dormitorio de su hijo en deshabillé traslúcido si ropa interior. Fue la campana que desató la locura. Miguelito se levanta ya con su importante verga muy endurecida y se muestra desnudo ante su caliente madre.

Linda no espera más de un tirón se desnuda y se arroja sobre hijo. Esos dos cuerpos ardientes y en pelo, se friegan con desesperación, sus bocas se abren buscándose, las lenguas mutuamente las bocas las manos del joven recorren la espalda de su madre hasta llegar a las nalgas que aprietan desesperadas.

La cama juvenil recibe a esos dos jadeantes cuerpos, el hijo recorre con sus labios toda la superficie del cuerpo de la madre, deteniéndose en cada orificio, en cada colina del cuerpo materno, sus labios besan, su boca chupa, su lengua lame esos rincones tan húmedos y fragantes, el aroma de hembra en celo enloquecen al joven. Murmullos de amor, palabras del sexo más duro y sucio suben de esas bocas, Linda pide, ruega, exige con las más fuerte palabrotas ser poseída por su hijo.

El pene del muchacho la perfora con cierta violencia que encanta a Linda, siente que esa verga poderosa la llena, que ensancha su concha, que empuja el fondo de la vagina, que las bolas del hijo golpean los labios vaginales de su cuerpo. El hecho que sea su propio hijo la llena de más morbos, Por un instante piensa Qué puta y degenerada soy!!! y eso más la excita. El joven que ya tiene experiencia moldea su accionar para durar un poco más, ella desesperada de calentura no se limita, tiene dos orgasmos gigantescos, devastadores y pide más. Miguelito termina eyaculando en el fondo de esa concha tan caliente.

La calentura no cesa, siguen fifando más y más, en ese momento se oye un grito:

- Qué están haciendo!!! -Es José que ha vuelto. Por un momento queda paralizado.

Linda aprovecha esa tensa calma y le contesta: - Mirá nos enamoramos con Miguel y estamos cogiendo. Esto va a seguir, así que tendrás que aceptarlo. Como lo sabemos solamente nosotros tres, queda en casa y si deseas también lo haré contigo, pero a Miguel no lo dejo. Si haces problemas te quedas sin nada.

José lo pensó un rato mientras veía a su familia en un sexo desenfrenado, al final dijo: -Está bien, me sumo y se desnudó.

Ahora Linda estaba en el limbo, Miguel por delante y José por atrás la penetraban con ganas y potencia.

Eso lo podemos llamar felicidad familiar.

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