Mi esposa, la masajista (1)
—Perdón es que estoy re caliente, dejame tocarte un poco. Te doy 50 lucas más. La oferta era muy tentadora. Esta vez no lo pensó tanto. —Ok, un poco, pero no te tardes mucho en acabar, mi marido podría volver. —Mientras sus manos volvían a la verga. Ese comentario creo que lo calentó aún más. Ni lento ni perezoso, la...