Solo coquetear con una madurita
Leylia continuó bajando por mi espalda su larga lengua recorriendo cada centímetro de mi piel hasta llegara mis bolas, donde se acomodó un poco y se detuvo a saborearlas un buen rato. Comenzó a lamer mi nabo aun metido en el culo de Yanha. Esto me excitó de tal manera que sentí como se dilataban las venas de mi nabo...