Nuevos relatos publicados: 17

Por un enojo, me desvirgaron

  • 3
  • 26.261
  • 9,42 (12 Val.)
  • 1

Soy viudo desde hace mucho tiempo y llevo una vida asexual. Mi familia me ayuda económicamente en lo que puede y debido a la pandemia, mi economía cayó drásticamente. En una ocasión, discutí con mi hermana por dinero y me enojé mucho, muchísimo!!!

Pensé en quitarme la vida pero tenía algo pendiente en cuanto a lo sexual y era que me coja el culo un macho. Me decidí y empecé a visitar páginas gay. No tenía ninguna pretensión, no me importaba si era gordo, flaco, si la tenía grande o pequeña pero quería que fuera hoy mismo...

Con el primero que chatee, resultó que vivía lejos, el segundo era pasivo y el tercero fue ideal. Hablamos largo rato y se dio cuenta que yo estaba deprimido por lo cual, fue muy tierno y con palabras hermosas, me pareció que era el indicado.

No quiso venir a mi casa, porque no nos conocíamos y por seguridad, optamos en encontrarnos en el centro e ir a un hotel.

A la hora fijada, ambos estuvimos puntualmente y luego de saludarnos, fuimos caminando y charlando hasta llegar a un hotel alojamiento. El insistió en pagar y entramos a la habitación. Yo no sabía qué hacer, pues, para mi era todo nuevo y aparte de mi malestar, se sumaron unos nervios excitantes.

Una vez en el cuarto, me habló dulcemente, transmitiéndome tranquilidad. Era un hombre muy pulcro y de aspecto refinado. Empecé a verlo con agrado y me fui convenciendo a mi mismo que era el hombre correcto. Me tomó de la cintura, atrayéndome hacia él con una mano y con la otra, acarició suavemente mis nalgas. Me dejé llevar y me sentí muy seguro en sus brazos. Me dijo al oído que le gustaba mucho y que disfrutaríamos de nuestros cuerpos.

Mi enojo inicial se había convertido en una calentura inexplicable. Su olor me derretía y viendo que estaba a su merced, apoyo sus labios sobre los míos. Fue delicioso y largo, húmedo y profundo. Caímos sobre la cama, él encima de mí sin dejar de besarnos y nuestras ropas desaparecieron como por arte de magia. Ya desnudos, pude notar sobre mi ingle la dureza de su pija.

Instintivamente, mis manos acariciaron su espalda y giramos, quedando yo encima de él. Me enloqueció sentir sus caricias en todo mi cuerpo y sobretodo en mis nalgas, las cuales apretaba y lentamente iban deslizándose a mi raya hasta que sentí uno de sus dedos hurgar mi cerrado y palpitante ano. Bajé por su cuerpo, besando sus pechos, abdominales, ingle y llegué a su pija. La miré entre mis manos, la olí y me animé a pasar la lengua todo a lo largo. Me encantaba la suavidad, dureza y el calor. Metí la cabeza en mi boca y con mi lengua, saboreaba y disfrutaba de mi nueva experiencia.

Mientras tanto, miraba su rostro, el cual indicaba que gozaba de mis atenciones orales. Poco a poco, iba metiendo más su pija en mi boca y logré que me dé arcadas. Sus huevos, hermosos, también recibieron mi atención y me fascinaron, llevando mi excitación a un punto que no conocía. Me subió hasta su boca para besarme y al oído me dijo que le encantó lo bien que lo hice. Me puso boca abajo y colocó la almohada bajo mi vientre. Mi cola quedó expuesta y lista para recibir su lengua.

CONTINUARÁ...

(9,42)