Nuevos relatos publicados: 22

Sin que ella lo supiera (Capítulo 3)

  • 5
  • 22.809
  • 9,33 (12 Val.)
  • 2

Hola a todos. Espero me recuerden. Al final de este relato están los links de las primeras dos partes de este relato.

Soy Marco, el que se ha vuelto un aficionado a darle pastillas para dormir a mi esposa Sonia.

Bien. Esta vez no escribiré sobre mi amada esposa; sino, más bien de mi querida sobrina Ximena.

Por lo morboso que soy; me cuesta trabajo no fijarme en las mujeres y Ximena, no fue la excepción.

Con apenas 18 años, su cuerpo ya se encontraba en un desarrollo muy bueno.

Pechos medianos y redondos, piernas torneadas por el basquetbol. Mide aproximadamente 1.70.

Como dije casi al principio. Me estaba volviendo aficionado a dar somníferos para deleite mío.

Ximena y yo nos llevamos bien, pero no quería echar a perder la relación familiar por hacerle preguntas acerca de tener sexo con algún familiar.

Pero ese día la bomba de lujuria en mi explotó.

Todo comenzó en una salida familiar con mi hermano, mi cuñada y obviamente sus hijas.

No hicimos gran cosa. Solo visitamos algunos lugares de cuando éramos jóvenes, recordando aquella época

Las mujeres se veían lindas. Mi cuñada vestía un vestido delgado, que hacía que sus pechos se marcaran un poco, mi mujer iba de short de tela, una guayabera blanca y aun así se me antojaba.

Como nos pensábamos quedar en casa de mi hermano, me previne llevando mis pastillas mágicas por cualquier circunstancia.

Todo iba bien, hasta que vi a mi sobrina.

Portaba un short de esos llamados cacheteros de mezclilla, que le hacía remarcar su trasero de un modo muy rico, una blusa sin mangas azul tipo licra y sus sandalias.

He de aclarar que hasta ese día no había practicado el incesto.

Les contare porque decidí dormir a Ximena…

Resulta que me toco ir sentado en medio de mi esposa Sonia y de mi sobrina.

Como es mi costumbre iba metiéndole mano a mi mujer muy disimuladamente, en eso paso la sobrina en cuestión.

Como los asientos de la camioneta estaban casi al ras de las rodillas y al pasar Ximena para tomar su lugar, no pude evitar rozar parte de entre su trasero y sus piernas; cosa que hizo que me calentara.

Aunque en el viaje me desaparecí un rato con Sonia y echarnos un rapidin, no dejaba de pensar en mi rica sobrina.

Las pastillas!! Pensé en un momento súbito.

De esa forma no habría daño psicológico por insinuaciones, ni tampoco se fracturaría la relación con la familiar.

Todo el día estuve planeando e imaginando aquel encuentro; tanto que el breve desfogue con mi mujer, sólo me alboroto más.

Llegada la noche, cenamos en casa de mi hermano.

Buscaba la oportunidad de darle las preciadas pastillas a mi sobrina, hasta que comenzaron las rondas de bebidas.

Mi oportunidad perfecta para llevar mi plan acabo.

Mi hermano le permite a su hija beber un poco, solo para que no esté con la tentación.

Como el viaje fue un poco largo, lo que la mayoría quería era descansar; menos yo.

La suerte estuvo de mi lado, porque resulto que Sonia y yo nos quedaríamos con Ximena en su cuarto.

Así que también le di una dosis a mi esposa para evitar interrupciones.

Todo listo.

Constatando que, tanto mi esposa como mi sobrina estaban bajo el efecto del somnífero.

Aun con la pijama puesta, Ximena me seguía calentando.

Ahí estaba yo. Temblando de nervios y de excitación, comencé el juego más hot para mi.

Como no sabía bien por dónde empezar, opté por besarle los labios, metiéndole la lengua para sentir la suya, llenándome de excitación.

Le acaricie los pechos por encima de su sudadera color crema.

Note que no traía puesto su sostén, cosa que hizo que le quitara la misma para que me prendiera un los pezones rosados.

Era casi indescriptible la sensación que sentía.

Mi mano se escabulló dentro de su pantalón acariciando su casi velluda vagina.

Bajando con mi boca por su cuerpo, quitándole su pantalón con todo y bragas.

Al igual que con sus pechos, mi boca disfrutaba de ese sabor juvenil, mis dedos hurgaban dentro de ella y a la vez jugueteaban en su clítoris.

Sus fluidos no tardaron en brotar, cosa que recogía gustoso con la lengua.

Le levante un poco sus piernas para así poder disfrutar del sabor de su ojete, lubricándolo y porque no? También dilatándolo con dos dedos.

Subí sus piernas hasta mis hombros, acomodando mi verga en su cuevita. Poco a poco fui clavándola y oh sorpresa. Mi sobrina era virgen!!

Saliéndome un poco de ella, rápido puse un trapo para que la sangre que salía no manchara sus sabanas.

Listo otra vez, fui clavándola hasta el fondo, sintiendo como sus paredes abrían paso al intruso dentro de ella.

Mis dedos atendían su esfínter, mi boca le dio por lamerle los pies u besar sus chamorros.

Ahora mis manos apretujaban sus pechos como si estos me sostuvieran.

Luego de esto, me daría cuenta que tuvo un orgasmo; por lo que la puse boca abajo para taladrar su ano.

Nunca me paso por la mente el estrenar a mi sobrina, y menos de esta forma.

Realmente no sabía que más hacer, hagan de cuenta que como si fuese la primera vez que tenía este gusto.

Besaba su boca, cuello vagina, por donde pudiese besar.

Seguí penetrándole el culo, hasta que caí en cuenta su boca no le había dado beso a muy glande.

Limpiándome bien; primero lo metí en su vulva, aumentando el ritmo.

Realmente fue una gran idea; pues no me había animado a disfrutar del placer de tener una jovencita para mi.

En un momento más sentiría la necesidad de vaciarme y para no cometer una estupidez, hice que Ximena tragara mi leche.

Limpiándola, vistiéndola y acomodándola.

La deje en su cama y aprovechando la poca fuerza, atendí a mi mujer en pura posición de misionero.

No dure mucho; así que termine en su vagina…

El amanecer me trajo consecuencias, porque por andar de caliente no podía, despertar. Por el cansancio. Eso sí muy satisfecho y mi sobrina se quejaba de dolor en su cadera…

Pues como no. Creo que me aloqué; aunque supusimos que era causado por aquel largo viaje…

Vladimir escritor.

***********

Sin que ella lo supiera

Sin que ella lo supiera. Capítulo 2

(9,33)