De amiga a esclava (5): El castigo
Y lo tuvo, más profundo y prolongado que nunca antes. Esta vez, la rendición fue absoluta. Sentí cómo su cuerpo se liberaba en oleadas incontenibles, un placer que la superó y la hundió en un silencio de rendición total. La tensión se liberó en un temblor fino y exhausto. Esperé en silencio a que su respiración se normalizara. ...