Fui a mi cama y no podía sacar de mi mente lo que había visto. Sus pechos blancos con pezones negros y su vagina cubierta de vellos rondaban en mi cabeza excitándome cada vez más.
En el relato anterior les conté como había iniciado el deseo intenso de disfrutar del cuerpo de mi madre. En este nuevo relato narro como seguí disfrutando de su cuerpo antes de conseguir lo que verdaderamente deseaba.
Sentía atracción por mi hermosa madre desde la adolescencia, poco a poco y gracias a algunas circunstancias pude ir acomodando las cosas para que mi sensual madre cumpliera mis más bajos deseos
Todo comenzó en mi adolescencia cuando empezaron mis cambios naturales para dejar de ser un niño y convertirme en un hombre. Comenzó a usar ropa más provocativa, escotes más pronunciados que dejaban ver más sus alegres nenas, usaba faldas más cortas que enseñaban más los muslos de mamá.
Luego mi lengua encontró su clítoris, esa parte de su cuerpo que solo había sido tocado con los dedos y verga de mi padre, pero nunca con la textura de una húmeda lengua y mucho menos la de su hijo.
Este poema va dedicado a todas las niñas que están dejando de ser niñas, porque su cuerpo cambia: salen pelillos en la vulva, en las axilas, crece el culo y crecen las tetas. A nivel psicológico ven que los hombres las miran de otro modo. A todas ellas va dedicado, por lo maravilloso que es.
El tiempo pasaba y a pesar que sentía que Sofía era feliz a mi lado, percibía que en nuestra vida algo no estaba completo. Pero yo haría cambiar para siempre nuestras vidas.
mi madre se mostró muy audaz al portar aquellas minúsculas prendas pero realmente se veía deliciosa espectacular, cualquier cosa que diga es poco para describir su exquisita presencia, era imposible dejar de recorrer palmo a palmo cada parte de su exuberante anatomía como imposible era dejar de mir
Regresé justo en la fecha en la que había dado mi último salto, para que Sofía no sospechara mi desaparición. Al esperarla para almorzar al medio día, para mí fue como si hubiera pasado siglos sin verla, estaba hermosa, al verla solo la abracé como nunca y la besé y la besé.
Sandra era mi alumna y estaba cursando el último año, yo estaba en mis últimos meses como preceptor, ella vivía a un par de cuadras de casa, físicamente era imponente, caprichosa y hermosa yo fui su capricho y me sedujo: fue hermoso caer en sus brazos.