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Una juventud madura (Parte IX)

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Tengo que seros sincero; poder ir desnudo por casa es lo mejor que te puede pasar. Sin el puto elástico tocando los cojones, nunca mejor dicho. De hecho, es lo primero que hice una vez mis padres marcharon por la puerta, cargados con las grandes maletas de viaje y listos para estar en un avión 12 horas.

Sólo habían pasado unas pocas semanas de mi regreso del campamento y yo pensaba que el resto de las vacaciones las iba a tener que pasar con mi familia las 24-7 para recuperar “el tiempo perdido”, o eso me hizo entender mi madre antes de que me fuese al campamento; pero… ¡bendito trabajo!, ¿qué haríamos sin ti?

Mira que mi madre viajaba constantemente por reuniones directivas a distintos países, pero eso de irse a Japón… y con mi padre… y con tanta urgencia… No se había dado el caso nunca. Pero bueno… Iban a ser 2 semanas increíbles, sin nadie por casa y haciendo lo que yo quisiera cuando yo quisiera.

Lo primero que hice una vez ya sólo ya os lo he contado antes: dejar las bolas al vuelo, dejar pasar aunque fuese un poco de brisa entre las nalgas y tumbarme en el sofá a mirar la tele. Una mierda de películas y de series… que a los 20 minutos ya me había cansado. Finalmente, aburrido como una ostra decidí apagarla y ponerme a mirar el techo del salón pensando en mis cosas.

Siempre que me tumbaba bocarriba en el sofá, ponía una pierna en el respaldo buscando zonas más frías en la tela y dejando el mayor espacio posible entre extremidades para refrigerarlas, aunque eso supusiese abrirse de piernas. Esa sensación de cambio de temperatura calmaba los efectos de la sofocante ola de calor que estábamos pasando, aunque sólo fuese unos segundos.

Esos techos falsos blancos con el artesonado marrón me recordaban a los de la casa de David y a esos días que pasé con él. Desde entonces habían pasado muchas personas por mi vida: Edu (el amiguito de David),  Max (el modelo del avión), Iván y su hermano Erick y cómo olvidar esa tarde en los vestuarios de la piscina con los compis de entrenamiento. Quien iba a decirlo, toda una vida sin ninguna relación y en apenas 3 meses me habían pasado tantas cosas… Los echaba de menos a todos, no sólo por el folleteo que nos llevábamos, que también, era más que nada la necesidad de tener alguien con quien charlar, jugar y divertirme un rato. Mi casa estaba alejada de la ciudad y todo aquel amigo del cole o de entrenamiento con quien me hacía estaba bastante lejos de mí.

Tras estar un rato, suspiré, me levanté del sofá, subí al piso de arriba a mi habitación y me puse a mirar por la ventana. Como cada día, la dueña de la casa de enfrente al otro lado de la calle (María Elena, una buena amiga de mi madre) estaba tomando el sol en el jardín haciendo toples. Ese par de tetas las tenía más que vistas. Durante un tiempo, cuando era más chico, pensé que cuanto más las mirase más me gustarían, y si os contase el tiempo que pasé en la ventana…; pero no dio resultado. Cuanto más las miraba más me reafirmaba que las mujeres no eran lo mío. Pero bueno, en verdad ya lo sabía desde hacía mucho, pero nunca me había parado a pensarlo hasta después de lo ocurrido en los vestuarios a principios de verano.

Mientras, en la misma casa en el piso de arriba, a través de la ventana abierta se veía a su hijo mirando porno como de costumbre.

Este chico era uno o dos años más joven que yo y en ocasiones, cuando éramos más pequeños, había venido a casa a jugar un rato mientras nuestras madres hablaban de sus cosas. Hacía años que no charlábamos e incluso, a pesar de que lo he intentado con todas mis fuerzas, hoy no consigo recordar su nombre.

Las primeras veces que lo vi por la ventana tengo que admitir que se me puso más dura que una piedra. Fue de casualidad, abriendo la persiana de madera, que lo vi allí, desnudo frente al ordenador, con la mano en su paquete frotándolo con suavidad y ese pene erecto asomándose entre los dedos. Esa vez sus padres no debían estar en casa porque no llevaba auriculares y andaba completamente desnudo. Desde entonces cada día más o menos a la misma hora siempre igual: con el pantalón bajado hasta las rodillas, sin camiseta, con auriculares medio puestos, meneándosela apresuradamente… Pasado una semana hasta se me hizo cansino, le perdí la gracia a mirar hacia la ventana de esa casa. Era como ponerse el mismo video porno todos los días. Los primeros tenía el morbo de estar viéndolo sin que él lo supiese incluso fantaseando y deseando que algún día le diese por probar el meterse algún dedo o algo por el culo, pero que va… Veía porno hetero y algunas veces lésbico así que tras una semana me di por vencido. Al chico no le iba lo de meterse cositas.

Volviendo al día en el que estábamos…. Continué pegando ese vistazo por la ventana cuando me fije en la casa de mis vecinos. No hacía mucho que se habían mudado a nuestro “humilde” barrio. Eran una familia de 4 aunque sólo residían 3: la señora Leonor y sus dos hijos (Jaime y Pedro). Su padre trabajaba de aviador comercial y sólo venía los fines a pasar tiempo con la familia.

¡Por Dios como estaban Jaime y Pedro! Jaime no me acababa de atraer por su barba poblada y por la diferencia de edad conmigo, pero Pedro… buff…

Pedro era alto, de piel morena y pelo castaño oscuro,  atlético, con la cara perfilada tipo diamante, proporciones perfectas  y hacía futbol, lo que le dotaba de unas piernas y un culo respingón que apetecía comérselo entero. Era muy educado, gracioso, con una voz masculina pero a la vez juvenil y lo mejor de todo es que se llevaba muy bien conmigo. Era un año más mayor que yo, pero si en ese verano había deseado follar con alguien Pedro era el primero de la lista.

Y allí estaba, en bañador short, sin camiseta, jugando a la pelota sobre el césped (que ocupaba toda la superficie del patio exceptuando la piscina y el caminito de piedra del lado) con su perro Rocky, un cachorro labrador. No sé si era más mono el perro o si él, pero me volvían locos los dos.

Su casa estaba vallada pero, aunque desde la calle no se podía ver nada, la ventana del cuarto de baños de mi habitación estaba perfectamente colocada para dejar ver todo el jardín. Y si os contase los placeres que me había dado esa otra ventana… Normalmente los dos hermanos, después de bañarse en la piscina, se desnudaban en el mismo patio para no entrar agua en casa, y allí yo estaba, como un pervertido, esperando siempre impaciente cada vez que oía el agua salpicando. Jaime tenía una mata de pelo que le cubría desde la altura del pecho hasta los huevos y el culo y Pedro todo lo contrario, sólo tenía un poco en el pubis y en las pelotas. Supuse que por cuestiones de estética deportiva se debía estar depilando y eso me encandilaba mucho más. Ambos estaban muy bien dotados, con unos penes flácidos considerablemente largos y bonitos pero, incluso así, lo que más me gustaba de Pedro eran sus redondas y duras nalgas.

A veces, cuando Pedro estaba sólo en casa, salía al jardín, se desnudaba por completo, se tiraba a la piscina, nadaba un rato y se ponía a tomar es sol en el césped sin nada que lo tapase, lo que me daba más tiempo de visualización y excitación. Tenía unas nalgas preciosas y, en ocasiones, cuando se ponía boca abajo, fantaseaba en que Pedro me invitaba abriéndolas para mí, dispuestas a recibir y albergar mi pene erecto y caliente.

De golpe sonó el timbre de la puerta, devolviéndome de nuevo a la realidad. Tuve que apresurarme para ponerme sólo unos pantalones. Ni me puse calzoncillos.

-¿Quién es?- contesté abriendo la puerta.

Era Pedro. No me había dado cuenta de que ya no estaba en su jardín.

-Eyy Fran, ¿qué estás haciendo?- preguntó medio sonriéndome

-emm… nada, estaba en mi habitación perdiendo un poco el tiempo.

-Sí, perdiendo el tiempo... Jej.- me dijo guiñándome el ojo

-¿A qué te refieres con ese guiño?- le contesté frunciendo una ceja y con media sonrisa.

-Venga, no hace falta que disimules, que te he visto mirando por la ventana a la casa de María Elena. No te debo haber cortado la paja ¿no…?

-Anda, pero que dices pervertido.- Le dije medio avergonzado.

-Ahora el pervertido soy yo. Si el que estaba espiando a María Elena en toples eras tú. Bueno, ya que no estás haciendo nada sano… ¿Quieres venirte a jugar un rato a la pelota y darte un chapuzón en la piscina?

-Venga, me apetece un bañito la verdad.

-Si…, para bajar un poco el calentón, ehh… Jajajajaj- Dijo Pedro chinchándome

-Venga, ya está bien. Entra en casa y espérame un segundo mientras me pongo el bañador.

Pedro entro en casa y me siguió hasta la habitación. En otras ocasiones ya había estado en mi cuarto jugando conmigo a la consola, ayudándome con los deberes e incluso una vez mirando porno (hetero, claro está, para que no sospechase de lo mío); así que la confianza era suficiente para cambiarme con él en la misma habitación. Además, siendo ambos deportistas, el ver o dejarnos ver desnudos no era nada fuera de lo corriente.

-Anda si te he interrumpido la paja. Jajaja. Si no llevas calzoncillos debajo de los pantalones. Seguro que has pillado lo primero que has encontrado. Jajajjajaj- Volvió Pedro a la carga intentando que me enfadase.

-No seas infantil. Estando sólo en casa toda la semana y con el calor que hace, voy a primar la comodidad frente al decoro. Iba desnudo por la casa para estar más cómodo y fresquito.- Le contesté siendo sincero.

-así que sólo toda la semana… Tiene sentido, yo también hago lo mismo cuando puedo.- contestó tragándose sus palabras -¿y por qué no me has abierto en pelotas? Hubiera sido divertido

-Sí. Hubiera sido divertido para ti. Ya sabía que te gustaban los penes.

-¿A mí? Claro. Me he puesto palote sólo de verte el culo mientras te ponías el speedo (bañador corto).- con sarcasmo

-Pues si te gusta tanto… ¿no te importará que vaya desnudo a tu piscina?

-Por favor…, te obligo a que vayas desnudo.

-Sabes que soy capaz.

-Adelante. No tengo ningún problema. De hecho, si tú vas desnudo yo también me desnudaré y a ver a quién se le pone palote antes.- Dijo sonriendo y retándome.

Mirándole sonriente y con una ceja levantada, esperando a que se echase atrás, me volví a bajar el bañador y lo metí en la mochila con la toalla para secarme.

-Venga, yo ya estoy listo. Vamos a la piscina.

-Joer, pues ni tan mal. Tiene un buen tamaño. Seguro que te matas a pajas, porque… eso ayuda. Jajajajaja- Dijo refiriéndose a mi pene.- Venga, dame un segundo que es mi turno.

De golpe se bajó el bañador dejando el pene y sus pelotas sueltas. Por un instante pensé que se me iba a parar allí mismo, pero por suerte la bestia se mantuvo dormida.

-Ahora sí que ya estamos listos.- Dijo saliendo por la puerta.

Bajamos las escaleras, nos dirigimos a la puerta y una vez en mi jardín saltamos la vaya de la casa de Pedro. Hay que decir que para cruzar de un lado a otro nos tuvimos que ayudar; primero él empujándome el culo con las manos para alcanzar con el pie la parte más alta y luego yo estirando de su mano y empujando su culo para pasar al otro lado. Hoy lo pienso y al final hubiese sido más fácil entrar en su casa por la puerta principal desde la calle y desnudarnos una vez allí, pero las cosas se dieron así.

Una vez allí disfrutamos de nadar, relajarnos, jugar un poco a futbol con Rocky y jugar en la piscina. Más allá de lo que me gustase físicamente Pedro, lo que más me llamaba la atención de él era lo divertido y buen amigo que podía llegar a ser.

Tras un largo baño, Pedro se salió de la piscina y se tumbó en la zona de césped donde solía hacerlo siempre. Yo, sin saber muy bien qué hacer hice lo mismo colocándome a su lado.

-Sabes Fran, hay veces en las que creo que no hay nada mejor que esto. Estar desnudo, tomando el sol, fresquito por el agua, tumbado sobre la hierba y en compañía de un buen amigo.

-Siento lo mismo Pedro.

-Y… Cambiando de tema. ¿Qué tal vas con las tías?- Dijo de golpe rompiéndome los esquemas.

-Emmmm, pues igual que siempre.

-Aún no lo has hecho ¿verdad? Lo que te estás perdiendo.- me dijo intentando darme envidia.

-Anda, tampoco fardes, que tu primera vez fue hace 3 semanas.

-Y vaya primera vez… ¿Te he contado cómo fue?

-Pues no, la verdad que no, pero tampoco quiero saber los detalles.

-Pues fue muy excitante porque ella se acercó desde la grada después de acabar el partido y me dijo que tenía un cuerpazo y que la volvía loca.

-¿No lo estarás exagerando un poco?

-Yo soy el que te lo cuenta y tú escuchas.

-Vale, vale.- Contesté levantando las manos defendiéndome

-Pues, por donde iba. Era muy guapa ella y nada, resumiendo un poco… Después de hablar un rato nos acabamos liando en el vestuario del campo de futbol y lo hicimos allí sin protección ni nada.

-Alaaaa, ¿y si la dejas embarazada qué?

-Nada, tomaba la píldora.

-¿Y si tiene una enfermedad de esas qué?

-Don’t worry, la chica era virgen. Nada más se la metí entera empezó a salir sangre a cascoporro. Parecía la matanza de Texas eso, pero al ver que ella no lo estaba pasando mal y al ver que yo por la excitación me estaba por correr no paré hasta que noté cómo me salía el alma entera por la punta del nabo.

Con la tontería de contarme su historia, me hizo recordar también esa primera vez en los vestuarios a principios de verano, haciendo que mi pene se pusiese fuerte y estirado.

-Andaaa, te has empalmado. ¿Te ha gustado eh…? Si te soy sincero yo también me he puesto muy caliente ahora sólo de contártelo.

El pene de Pedro se había puesto grande como un pepino. Era largo, grueso y con una cabeza puntiaguda como una flecha.

-¿Quieres que nos pajeemos?- Preguntó directo

-Venga, no le vamos a hacer el feo.- contesté apresuradamente excitado por la situación.

Y sin más preámbulo, nos pusimos manos a la obra. Agarrábamos con fuerza nuestro instrumento moviéndolo y frotándolo de arriba abajo. Pedro lo hacía con más rapidez, parecía que eso le gustaba más que no ir despacio. Mientras yo le miraba, él estaba con los ojos cerrados, mordiéndose el labio inferior y mojándolo con la lengua de vez en cuando mientras hacía gemidos grabes y cortos ahogados por su respiración acelerada.

Las gotas de agua se habían convertido en gotas de sudor que caían por la frente, por los abdominales y las piernas.

De golpe Pedro abrió los ojos, me miró de arriba abajo mientras yo disimulaba haciendo lo mismo que estaba haciendo él antes (ojos cerrados y morder labio) y de pronto noté su mano tocándome la barriga llamándome.

-Ey Fran. Tengo una idea- me dijo agarrándome del brazo a la altura del codo y frenándome- ¿Quieres a mano cambiada?

-emmm…¿Eso no da un poquito de asco?- contesté disimulando, aunque era lo que más me apetecía hacer

-Qué va. Es como si estuvieses agarrando el tuyo pero es más inesperado. Te va a gustar, te lo prometo

-Vaaaaaleee.

-Eres diestro ¿¿¿no??? Pues me pongo a tu derecha.

Se colocó al otro lado, agarró mi pene y yo el suyo. Estaba claro que su pene era más grueso y largo que el mío. Me costaba darle la vuelta entera con los dedos y si le sumas además un par de centímetros más…

Empezamos a moverlo. Al principio me costó cogerle el tranquillo, pero pocos segundos después ya era como pez en el agua.

El movimiento suyo era acelerado, tan acelerado que de un momento a otro empecé a dejar de notar el contacto de su mano y sólo notaba placer. Era como si mi pene estuviese enviando ondas de satisfacción por sí sólo. Algo muy extraño que nunca antes había sentido.

Parecía como si me estuviese absorbiendo la fuerza. Era tal el gozo que mi mano fue perdiendo fuerza hasta detenerse. Sólo podía respirar y gemir.

A Pedro no le importó que parase, él estaba disfrutando de verme gozar y retorcerme de placer. Incluso se incorporó sentándose sobre la hierba para poder mantener el ritmo de masturbación. En apenas pocos minutos noté como me iba a correr.

-Pedroooo, me voy a correr.- Le dije con voz hiperventilada

-Hazlo sin miedo. Estás en tu casa.

Noté como me recorría el semen desde los huevos hasta la punta. Al salir se me escapo un gemido desgarrado y el semen salió con tanta presión que salió disparado en todas direcciones llegando incluso hasta mi cabeza. Sin querer Pedro también acabó recibiendo en el pecho, en los abdominales y en la cara. Una de las corridas más intensas que he tenido en toda mi vida.

-Puaj… Un poco más rápido y me pilla con la boca abierta. Menos mal que dicen que es bueno para la piel.- Dijo Pedro bromeando y retirándose con la mano mala los restos de semen que habían acabado en sus mejillas y cerca de su boca.

-Lo siento- Contesté avergonzado

-No pidas disculpas. Es algo natural. Nos pasa a todos. Eso sí, no me lo voy a tragar, que no quiero que me pegues algo.- Dijo riéndose.

-¿Quieres que vaya a por papel?

-Tranquilo, luego ya nos duchamos. Ahora te toca a ti hacerme acabar.

Me puse de nuevo manos a la obra, meneándosela durante mucho tiempo hasta que noté como su cara cambiaba de gesto y como sus piernas se estiraban. Fue en ese momento cuando le salió un chorro caliente, como si fuese un volcán, derramándose por toda mi mano.

-¿Alguna vez ya lo había hecho esto?- Preguntó él aun exhausto

-¿A mano cambiada? No, nunca.

-¿Y lo de pajearte acompañado de amigos?

-emmm

No sabía muy bien que decir, pero no me dio tiempo a contestar.

-Si tardas tanto en responder seguro que sí lo habías hecho antes. Y apuesto lo que sea a que ha sido con los compis de entrenamiento.

-Y tú que sabrás- Le contesté

-Lo sé porque todos hacemos lo mismo. Y todos hemos tenido ese momento en el que tras un duro entrenamiento te apetece relajar “Todos” los músculos de tu cuerpo en el vestuario, aunque haya gente. Incluso te llevas la sorpresa a veces que hay otros que se suman a la paja.

-Bueno… ¿y qué tiene de malo?

-Nada. No tiene nada de malo. Las cosas de vestuario se quedan en el vestuario.

No me podía creer lo que acababa de pasar. Pedro también había tenido experiencias con otros chicos y no se avergonzaba de contarlo. Bueno, no es que hubiese tenido nada más allá de las pajas grupales, pero ya era un paso.

Poco después nos fuimos a la ducha dentro de su casa. El interior era más grande de lo que pensaba, con salones recién reformados de estilo moderno. Para llegar al baño de la habitación tuvimos que cruzar casi toda la casa y al llegar pude ver la guarida de Pedro; su habitación era la clásica habitación de adolescente llena de posters de futbolistas por las paredes, ordenador con escritorio desordenado, ropa por el suelo y encima de la silla… Muy parecida a la mía.

Me dijo que entrase en su cuarto de baños y que empezase a asearme mientras él buscaba algo que ponerse. Entré en él y abrí el grifo de la ducha para que corriese agua mientras buscaba la toalla en mi mochila. No recordaba que hubiese puesto el móvil en la mochila, pero allí estaba; y nada más verlo se me ocurrió la peor idea de las posibles. Iba a grabar a Pedro duchándose después de mí. Supongo que quise guardar algo para el recuerdo.

Coloqué estratégicamente el móvil camuflado con la mochila para captar todo el cuarto de baños y puse a grabar. Estaba eufórico y excitado. Ya me podía imaginar después mirando el video en casa y cascándomela a dos manos. No me importaba que se me viese la cara o la de Pedro puesto que iba a ser un video sólo para uso personal.

Me metí en la ducha y empecé a enjabonarme y limpiarme de arriba abajo. Llevaba semen seco hasta en el pelo así que me mantuve un considerable tiempo intentando retirarlo bajo el agua. Mientras me estaba aclarando el pelo con los ojos cerrados oí la puerta del baño abriéndose y a Pedro entrando en la ducha.

-¿Qué haces?- Le pregunté con los ojos entreabiertos

-Tranquilo, que no te voy a violar. Es para que no gastemos tanta agua.

Bueno, tampoco era tan extraño que se metiese en la ducha conmigo. Sólo era que el espacio no es que fuese muy amplio para los dos. Mientras estaba de espaldas a él y se enjabonaba, de vez en cuando, notaba como su pene sin querer rozaba la parte inferior de mi culo. De un momento a otro noté como sus manos me frotaban la espalda.

-Tío, por aquí no te has pasado- Me dijo él enjabonándome entre los omoplatos.- tienes hojas de césped pegadas.

Sus manos bajaban recorriendo mi espalda masajeándola hasta mi culo. Pensaba que llegados a ese límite se iba a parar, pero no. Se agachó y continuó por el culo jugando con mis nalgas, abriéndolas con el movimiento rotacional horario de la mano derecha y el antihorario de la izquierda. Del frotamiento de ambas había creado mucha espuma y jugando con ella la colocó dibujando una bola en cada nalga y otra en el límite entre nalga y nalga (justo encima del orificio).

No sabía muy bien qué decir ni qué hacer. Por una parte me estaba gustando mucho que hiciese eso, pero por otra parte lo veía un tanto extraño. Que tantease el terreno me ponía bastante caliente, pero no lo suficiente para volver a ponerme erecto.

-Mira, ahora tienes un culo cara. Con dos ojos, una nariz y en el centro la boca.- Dijo tocando con su dedo mi ano y presionando hacia dentro de forma leve mientras se reía.

-Venga, basta de tonterías- le dije dándome la vuelta, aclarándome la espalda y parando su broma.

En ese momento Pedro se levantó y se produjo un cruce de sables. Su pene golpeó el mío sin querer. De golpe agarró mi pene flácido suavemente mientras me miraba fijamente a los ojos. No sabía qué decir, me sentía hipnotizado por esa mirada. Se acercó más a mí llegando casi a tocarnos pecho con pecho y juntando mi instrumento con el suyo entre sus dos manos, y cuando ya pensaba que nos íbamos a besar, se acercó a mi oreja diciéndome:

-Mejor será que enfundemos los sables. No vayamos a crear un guerra de la nada.- Dijo riéndose.

-Sí, será mejor.- Le dije separando mi pene de sus manos y saliendo de la ducha.

-Sécate y pilla algo de mi armario. Unos calzoncillos o un pantalón. Lo que más cómodo te sea. Creo que tenemos la misma talla.

-No te preocupes, me pongo el bañador y ya está.

-Insisto. Vas a estar más cómo con ropa de ir por casa que con el speedo.

-Bueno. Te pillo unos calzoncillos y un pantalón.

Me dirigí a su armario y vi que los únicos calzoncillos que tenía eran los jockstraps (suspensorios). No tenía ninguno con el culo tapado, pero mejor eso que nada. Y de pantalones tenía una amplia gama de deportivos. Me decanté por uno de color blanco, que era de los que más tenía.

Nada más ponerme los calzoncillos, salió por la puerta Pedro, desnudo y con una toalla en la cabeza.

-Te sientan muy bien. Si quieres quedártelos son tuyos.-Me dijo refiriéndose a los juckstraps

-Me gustan, son bastante cómodos. Además que dejan airear el culo.- Le dije enseñándoselo

-Ya te digo. Pues ahora son tuyos. A mí me sobran de estos.

Fui al cuarto de baños a recuperar la mochila y el móvil. Paré la grabación cuando apenas me quedaba memoria de reserva y lo guardé de nuevo en la mochila ya que los pantalones no tenían bolsillos.

Tras haber pasado esa estupenda mañana invité a Pedro a pasar todo lo que quedaba de día y la noche en mi casa, ya que sus padres y su hermano no llegaban hasta la noche. Él aceptó encantado.

La mañana había sido tan intensa que nada más llegar a casa nos decidimos a preparar un pequeño tentempié y la comida. Yo no es que fuese un gran cocinero, pero como mínimo una simple pasta sabía hacerla. Con la tontería nos decidimos también a preparar algo dulce para la tarde mientras los macarrones se hacían. Sacamos la harina, los huevos, la leche, la nata, el libro de repostería de mi madre...

A esas horas el calor era terriblemente sofocante y aun teniendo el ventilador puesto y yendo sin camiseta ni chanclas por casa seguíamos sudando a chorros. Creo que en apenas 5 minutos por casa ya habíamos vaciado la botella de agua fría.

Mientras yo removía la masa Pedro tenía que ir tirando los ingredientes, pero en vez de hacer eso, de un momento a otro noté como una cucharada de harina impactaba en mi cabeza.

-Pero serás cabrón. La harina en el bol, no en mi cabeza.

-Perdón se me ha ido la mano.- Dijo riéndose

-¿Así que esas tenemos…?

Cogí un huevo de la isleta y se lo lancé directo a las costillas manchándole todo el torso. Eso no fue muy inteligente por mi parte porque la siguiente acción de Pedro fue venir a abrazarme llenándome de huevo, ponerme sobre la encimera y empezarme a rebozar entero con harina. La cocina se convirtió en una guerra campal. Los ingredientes volaban de lado a lado. Era muy divertido, aunque tenía un mejunje de miel, harina y huevo por la cabeza, costillas y abdomen...

Sin querer, de un momento a otro, Pedro resbaló cayendo al suelo. Me acerqué a ver si estaba bien, aunque sus risas continuaban.

-¿Estás bien Pedro?- Le dije hiperventilado por la lucha y arrodillándome junto a él.

De golpe me agarró la cabeza y dándose la vuelta acabé yo de espaldas al suelo con él sentado encima a la altura de la cadera.

-Ya estás listo para que te frían croquetita- Dijo agarrándome los brazos a la vez que yo intentaba quitármelo de encima.

-Suéltame.

-¿Y qué me das a cambio?- dijo él acercándose a mi cara

Entonces de la forma más espontanea posible le planté un beso en los labios haciendo que él se volviese hacia atrás. No fue algo planeado sino más bien mi subconsciente el que actuó. Al principio Pedro me miró con una cara de sorprendido y luego se bajó apresuradamente de mi apartándose un metro hasta la pared más cercana aún en el suelo.

-Pedro, lo siento. No quería hacer eso.- Le dije asustado levantándome

Fue en ese momento cuando Pedro también se levantó y se acercó a mí. Pensaba que me iba a dar un puñetazo en la cara pero en vez de eso me abrazó y me dio un beso con lengua.

Su respiración se aceleró al igual que la mía. Notaba como mi pene se ponía duro mientras la lengua de Pedro jugueteaba con la mía. Entonces continuó besándome el cuello mientras yo estaba parado allí de pie, aun conmocionado por lo sucedido.

Pedro cambió de los besos a los lametones. Bajaba por los pechos deteniéndose en los pezones y dedicando un tiempo a chuparlos y morderlos cariñosamente mientras sus manos rozaban mi paquete por encima del pantalón.

-¿Pero qué haces?- le dije a la oreja

-¿Quieres que pare?- contestó

-aa no. Bueno… No se.- Estaba desubicado.

Me cogió de la cintura aupándome y dejándome tumbado sobre la misma isleta donde minutos antes estábamos preparando la comida. Continuó su movimiento de lengua por mi panza sin dejar ninguna costilla sin lamer.

-Que rico. Eres una croquetita dulzona.- dijo mirándome como gozaba

-Me gusta que me llames croquetita.

Fue en ese momento en el que me levantó las piernas y a fuerza bruta partió el pantalón, que me había prestado de su casa, por la parte central, abriéndolo entero. Entonces mi culo ya estaba al aire y a su merced para lo que quisiese hacer.

Empezó por retirar el pantalón y empezar a chupar el jockstraps y la punta de mi pene que asomaba por encima de la goma erecto y caliente. Me gustaba tanto que de vez en cuando se me escapaba un gemido grave. Continuó bajando hasta el culo, me levantó más las piernas dejando mi ojete apuntando al techo y metió la boca entera. Lamía cada recoveco lubricándolo y degustándolo como un pastel, hasta cogió el bote de la miel y echó justo encima del ano para endulzarlo más para él.

Estaba como una moto. Me estaba metiendo la lengua hasta lugares donde nunca había llegado nadie.

Pedro paró su conquista anal para acercarse a la nevera. De ella sacó una zanahoria grande y gorda y entonces entendí lo que se avecinaba.

Empezó metiéndome un dedo lubricado con un mejunje; no sé muy bien qué utilizó, pero sirvió muy bien. Su dedo corazón se deslizó implacable hasta lo máximo que pudo haciéndome sentir un leve dolor. Hacía semanas que nadie me había metido nada y eso mi culo lo notó nada más empezar. Lo movía dentro y fuera sacándolo de vez en cuando.

Después continuó con el pulgar y seguidamente con dos dedos (el índice y corazón). Notaba como poco a poco se iba dilatando mi ano pasando de notar algún que otro pinchazo a placer.

-Croquetita ¿te gusta la zanahoria? Dicen que es muy buena para la vista.- Dijo Pedro con una voz juguetona y sensual.

-Tú ya sabes que sí.- Le dije sonriendo y gimiendo aun con sus dedos dentro.

-Pues derechita al ojete.- Contestó sacando los dedos y metiéndola entera de golpe.

La estuvo metiendo y sacando un buen tiempo hasta que mi ano no imponía resistencia. La movía en círculos haciendo que la punta de la zanahoria golpease mi próstata produciéndome tal placer que los gemidos salían por sí solos.

Fue entonces cuando Pedro se desnudó entero y me quitó a mí el jockstraps continuando su jueguecito con la zanahoria. Pensaba que iba a retirarla para poder meter su enorme y rico pene, pero no hizo eso. Metió la zanahoria entera hasta que desapareció en mi ano. La seguía teniendo dentro pero ya no se movía. Fue después de eso cuando Pedro me hizo bajar de la encimera, ponerme a cuatro patas en el suelo y metió su pene erecto desplazando la zanahoria mucho más al fondo. Me salió un grito fuerte y sufrido. El pene de Pedro era más grueso que la zanahoria, lo que hizo que al metérmela experimentase un dolor intenso y desgarrador al notar la zanahoria casi en los pulmones y mi ano abriéndose más.

Pedro pegaba andanadas duras haciéndome gritar de dolor y obligándome a ponerle mis manos de tope para que no lo metiese tanto. Sentía la zanahoria vagando por mis intestinos; y así se mantuvo unos minutos hasta que Pedro se decidió a sacar su pene. La zanahoria salió de mi culo como si nada se interpusiese con ella, de hecho sentí un “clonc” al caer de mi ano. No la sentí saliendo, sólo la oí.

-Croquetita, tendrías que ver tu culito. Parece un agujero de golf.- Dijo bordeándo con su dedo el perímetro de mi agujero abierto.

-Méteme tu pene Pedro.- le dije

-Espera vamos a abrirlo más.

Entonces empezó a meter 4 dedos. Yo, aunque me retorcía de dolor, seguía excitado como nunca. Él seguía introduciéndolos poco a poco hasta los nudillos.

-Duele mucho- Le dije ya casi llorando

-Tranquilo ya no queda casi nada- Dijo añadiendo el último de los dedos a la ecuación.

Creo que fueron cerca de 40 minutos que estuvo allí dilatándome poco a poco y, tengo que seros sincero, los primeros 30 fueron los más dolorosos que recuerdo en toda mi vida. En ese momento incluso me pasó por la cabeza parar, pero finalmente una vez el ano poco a poco cedió dejé de sentirlo. Finalmente Pedro consiguió meter la mano entera hasta la muñeca. Hizo falta mucho mejunje y paciencia.

-Noto como me absorbe- Me dijo mientras movía el puño dentro y fuera.- Es hermoso. Un culo super bonito y tragón. No sabes cuánto tiempo hace que sueño hacer esto contigo.

Sentía el puño dentro. Sentía como una presión extraña. Incluso le pedí que lo metiese más para poderlo entrever en mi barriga y así lo hizo. Parecía como un alien  dispuesto a salir de mi barriga. Creo que al final consiguió meter hasta un poco antes del codo, pero eso fue el máximo. Cuanto más adentro lo metía más dolor sentía.

Era tal la excitación que le pedí a Pedro que sacase fotos. Que se me viese entero con el puño allí saliendo de la barriga, otra de él metiendo la mano y el brazo y una de mi ano abierto una vez el puño sacado.

Era increíble. Una vez Pedro sacó la mano él volvió a meter su boca entera para lamer esta vez mucho más al fondo mis intestinos. Sentía su boca introduciéndose.

Seguidamente metió su pene entero hasta los huevos, literalmente. Los metió dentro; sacaba y metía su pene intentando que no saliesen. Después de lo de la zanahoria y lo del puño, que me metiese su pene sólo me causó mucho placer. Sentía un placer indescriptible y gemía como una perra.

-Sí Pedro, hazlo. Hazlo más fuerte.

Pedro también gemía aceleradamente. Parecía que lo estaba disfrutando casi tanto como yo. Sacó sus bolas y empezó a sacar su pene entero y a meterlo. Fuera dentro como intentando hacer puntería.

Luego de nuevo volvió a sacarlo y de nuevo metió el puño. Notaba que mi ano empezaba a estar un poco irritado, pero eso no freno mis ansias por seguir.

Él me hizo tumbarme de espaldas en el suelo aún con el puño dentro mientras lo metía y sacaba. Parecía como si me estuviese dando puñetazos en el culo y eso le gustaba ya que fue después de eso cuando intento meter las dos manos, a lo que yo ya lo frené y le hice ver que no lo soportaría.

-Pedro, ya no puedo más.- Le dije dolorido

-De acuerdo croquetita, no pasa nada. Ahora acabamos a lo grande.- Dijo sacando el puño y metiendo de nuevo su pene entero.

Entonces agarró mi pene y mientras mantenía el vaivén me empezó a masturbar como lo había hecho en la piscina (rápido y frenético). Veía su cara de placer follándome duro, sus abdominales marcados por el esfuerzo y el sudor bajando por sus costillas. No tardé menos de tres minutos en correrme en mi barriga y en la de él. Y Pedro, ya en las últimas me dijo:

-Croquetita, me voy a correr y te voy a dejar rellenita.-

-Hazlo. Córrete dentro.

Fue en ese momento cuando sentí el chorro de leche calentita bañándome las paredes intestinales y a Pedro pegando un gemido mientras presionaba todo su cuerpo contra mi culo y dejándose caer sobre mí su cabeza y torso. Al sacar su polla, de dentro de mi salió todo el semen derramándose por el suelo poco a poco. 

Él se acercó a mí y me besó de nuevo.

-Me ha gustado mucho experimentar esto contigo croquetita. Si te soy sincero, hacía mucho que deseaba hacerlo. Me gustas mucho Fran.- Dijo pasando de un estado de bromear a uno más serio.

-A mí también me gustas Pedro y lo he disfrutado mucho.

Después de unos minutos en el suelo:

-Que hambre tío. ¿Comemos algo?

-Sí, estaría bien.- Contestó

Al final lo que parecía que iba a ser una comida acabó siendo casi una merienda de tarde. Nos pasamos casi hasta la noche para arreglar el desastre que habíamos organizado en toda la cocina.

Estaba bastante fatigado analmente hablando. Las primeras horas después de hacerlo estuve un poco preocupado por si mi ano iba a cerrarse o si ya se mantendría así de por vida; incluso lo buscamos por internet, ya que Pedro tampoco lo sabía; pero después me relajé al ver como poco a poco recobraba su tamaño inicial aunque nadie me quitase que estuviese un poco dolorido e irritado.

Llegada la noche, nos decidimos a pedir unas pizzas y cenamos desnudos en el sofá mirando una película. No recuerdo verla acabar, sólo despertarme en mitad de la noche en mi cama con Pedro a mi lado tumbado boca abajo. Con la luz de las farolas de la calle que entraba por la ventana se percibían las hermosas curvas que generaban la espalda, las piernas y el estupendo culo de Pedro. Pero cansado, poco a poco se desvaneció mi vista quedándome dormido.

Ya por la mañana, al despertar, Pedro estaba vestido con ropa deportiva y trayéndome una bandeja con desayuno a los pies de la cama.

-Venga croquetita dormilona. Ya es hora de desayunar.- Me dijo cariñosamente.

-Buenos días.- Contesté bostezando y frotándome los ojos.

-Te he preparado tostadas y zumito fresco de naranja.

-Que rico por Dios- Dije sentándome en la cama con los pies cruzados y llevándome una a la boca.

-¿Y tú no desayunas?- Le pregunté- ¿Y qué haces vestido?

-Tengo partido en una hora y media.- Me contestó tumbándose en la cama junto a mí.- Y yo ya he desayunado antes; no puedo ir al partido con la comida en la garganta.

-Aunque esta salchicha con huevos se me está antojando muchísimo.- Continuó cogiendo mi pene y zarandeándolo.

-Pues te vas a quedar con las ganas- Le dije juguetón poniéndome el cojín cuadrado de mi cama entre las piernas cruzadas.

-Venga, no seas así. No le enseñes la piruleta al niño y luego se la escondas. Eres muy cruel.

-Si la quieres me vas a tener que compensar- Contesté

-¿Con qué? ¿Qué quieres?

-Con tu culo.- Contesté metiendo mi mano por debajo de sus pantalones y tocando acariciando y sobando sus nalgas.

-Hacemos un trato, cuando vuelva te doy lo que quieras para que hagas lo que tú quieras; pero déjame un ratito ahora, venga- insistió

-Te tomo la palabra.- Le dije advirtiéndolo

Me quité el cojín y dejé a Pedro que jugase y chupase mi pene que seguía aun erecto por el efecto mañanero. Dejé la tostada a medio comer sobre la bandeja y me tumbé de nuevo en la cama. Puse las manos en la cabeza mientras él chupaba y succionaba. Notaba como latía mi pene mientras movía él su cabeza. De vez en cuando incluso hacía garganta profunda.

Ambos respirábamos acelerados hasta que finalmente empecé a notar que iba a acabar.

-Pedro, me voy a correr.

-Pedro, me corro- le dije mientras él seguía

-Pedroooo.- Dije de nuevo acabando en su boca.

-MMMM. Que rico. Ahora sí que voy a tener energía para el partido.- Contestó él tragándoselo entero y pegándome un cachete en la nalga mientras me levantaba.

-Venga, me visto y vengo contigo al partido.- le dije

-¿Enserio? ¿Te apetece verme?

-Sí… Bueno… Hay que vigilar la mercancía.- Le dije haciéndole una sonrisa pícara.

-Aaaa bueno. Ahora soy mercancía…

-Tú no, pero tu culo sí.- Le contesté riéndome.

-Bueno bueno, pero la entrada vale un beso.

Me acerqué a él ya con los pantalones puestos y le di un beso en los labios.

Me acabé de vestir y nos dispusimos a salir para coger el bus en dirección al campo de fútbol. Esperaba pasar una mañana divertida disfrutando como espectador y gritando goles del equipo de Pedro, pero lo que más ganas y más eufórico me ponía era todo lo que estaba por llegar entre Pedro y yo.

TO BE CONTINUED…

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Relatos anteriores:

1-Una juventud madura

2-Una juventud madura (II): Más allá del conocimiento

3-Una juventud madura (III): La mejor mañana para despertar

4-Una juventud madura (IV): Pasión de venganza

5-Una juventud madura (V): Ojos que solo ven lo que el corazón siente

6-Una juventud madura (VI): Campamento de verano 1

7-Una juventud madura (VII): Campamento de verano 2

8-Una juventud madura (VIII): Fin del campamento

(9,90)