Ella le puso el plato de paella en la mesa. Él estaba catando el vino tinto, que por cierto, era malo cómo la peste, nada que ver con el tinto del país que tomaba en su tierra, Galicia. Ella, con acento sudamericano, le dijo
Son ya las 9 de la noche y estoy solo en casa, mi familia no regresará sino hasta el mediodía de mañana. Toda la tarde la he pasado viendo porno en la computadora, pero no logro alcanzar una experiencia totalmente placentera
Estábamos atoradas en el tráfico, me empecé a mojar con cada palabra que me decía, yo no entendía la razón, no pude evitarlo, no podía ni pensar, y así sin más ni menos le pregunté: ¿Te puedo tocar?
Erotismo, amor, lujuria, placer, sexo loco, apasionado, tierno y desenfrenado… encerrada en una casita rural con un hombre espectacular haciendo de todo…