Relatos publicados por pompita (22)

Años mi hermana haciéndome rabiar, judiándome, torturándome de mil maneras. Quería hacerme caer en ese humillante pozo del placer masoquista de entregarme como esclavo caliente a ella. ¡Lo consiguió!

Siendo yo un chico que recién comenzaba a vivir mi etapa juvenil en mis 18 recién cumplidos, vengo a perder mi virginidad sexual, capturado por un grupo de muchachas que entre todas... me violaron.

Fue aquella, la más insólita experiencia que chicas y chicos conociéramos en aquel campamento dirigido por unas jóvenes y muy audaces docentes, que nos hicieron vivir aquella osadísima experiencia.

¡Cómo fue a quedar atrapado aquel chico, en manos de aquellas chicas!!!

Entonces, era yo un chico adolescente que aunque muy joven, era dueño de una muy viril masculinidad física, aderezada además, con ese encanto cándidamente ingenuo que a las mujeres suele seducir

Había terminado el año estudiantil en aquel grupo de secundaria, y las chicas mujeres, que durante todo el año habían demostrado una avasallante superioridad grotesca y creciente sobre los chicos varones, habían transformado aquel grupo en una risible cosa...

Mi hermosísima y robusta hermana gorda, hacía tiempo que venía calentándome por gusto para agarrarme de esclavo de ella y me dije: Yo a ésta, la voy a agarrar, y le voy a dar tanta, pero tanta pija, que la esclava va a ser ella y no yo!

Un hermoso muchacho adolescente no puede soportar el recuerdo torturante de cómo una muchacha del colegio lo había vejado sexualmente.

Todo había comenzado, cuando yo, caliente como mil demonios calientes, andando solitariamente desnudo y empalmado como un bestia, por entre medio de aquel bosque cercano al barrio donde vivía, hacía mis acostumbradas andanzas andando completamente desnudo.

Todo comenzó cuando en un canal de T.V., unos chicos varones donde me encontraba, competimos con un grupo de chicas...

Caliente yo, como un bestia caliente, vivía sufriendo los acoses continuos de mi hermosísima y muy inteligente hermana.

Dos grupos calientes: uno, de chicos, y el otro, de chicas. Noche de ardores, encontrarnos, y... lo que pasó.

Era mi costumbre, ir a esconderme desnudo a mirar pasar las muchachas allá debajo de aquel puentecito en el monte del arroyo.

No sé quién estaba más caliente uno por el otro; si yo... o ella. ¡Fuego andante, éramos!

Caliente como un volcán, le confesé a la hermosa rubia gorda que me gustaba ser masoquista con las mujeres.

Ellos, que soñaban con poder conquistarlas a las chicas para divertirse follándoselas a gusto, fueron todos conquistados por ellas.

Éramos cuatro chicos varones que habíamos logrado llegar a la final en aquel certamen donde el equipo rival que nos enfrentaría, estaba compuesto por cuatro hermosísimas chicas de un colegio de señoritas de altísima alcurnia...

Siempre era yo un servil secuaz de mi linda hermana al cual ella usaba siempre con astucia e inteligencia. Y si algo faltaba para caer yo completamente a sus pies como su esclavacho total, éso...¡llegó!

Lo de aquel muchacho, ya era cosa asombrosa: ¡andaba como fuego ardiente deseano aparearse a cualquier chica!

Fuimos hasta un bosque con unas amigas para hacer una orgía, y allá...¡se nos aparece una bruja!

Habíamos llegado hasta un multitudinario desfile carnavalero allá en una larga avenida contigua a un inmenso parque boscoso, y viendo aquella multitud de gente entre la cual abundaban las más hermosas mujeres y chicas de todas las edades

Las cachiporras, son unas chicas a las que así se las denomina donde participan como hermosas muchachas en desfiles juveniles.