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Una juventud madura (X): Pedro me enseña su guarida secreta

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El partido de Pedro se me había hecho eterno, pensando todo el tiempo en lo que venía después de ello y con las ganas que tenía de volver a estar con él en la cama follando sin control alguno. Como mínimo me entretuve mirando su culo marcado bajo los shorts e imaginando ese bonito pene balanceándose bajo los calzoncillos que apenas 24 horas antes estaba en mi boca y en mi interior.

Al sonar el triple pitido final, Pedro miró a la grada buscándome y haciéndome señas para que bajase mientras el resto del equipo se iba a los vestuarios. Desconcertado bajé para ver qué quería, esquivando al público que ya abandonaba la grada del polideportivo en dirección al aparcamiento.

-¿Qué hacemos ahora? -Le pregunté de primeras.

-Salta la pared y ven conmigo -contestó- que te voy a presentar a mis amigos y de paso así no esperas fuera mientras me ducho y me cambio de ropa.

Al entrar en los vestuarios se oía un jaleo ensordecedor. Los chicos estaban allí saltando haciendo piña y gritando “campeones” a pleno pulmón. Algunos ya iban sin camiseta, algunos otros sin pantalones y otros directamente como los trajo Dios al mundo.

Me había quedado embobado mirando y no me di cuenta que Pedro, mientras, se había desnudado entero. Se unió a sus amigos dando saltos y gritos también. Era súper excitante ver esos culos moviéndose tras cada impacto de los pies contra el suelo y los latigazos que daban sus penes por el movimiento rápido de sus saltos. Estoy seguro que más de un cruce de sables hubo en ese momento. Era casi estar en un sueño en el que no formas parte pero lo disfrutas igual.

Al haber acabado de hacer jaleo y bulla, Pedro los llamó a todos y me presentó.

-Ey Chicos, este es Fran, un primo mío que está un par de días en mi casa. Ha venido a ver el partido y creo que nos ha traído suerte. -Dijo poniendo el brazo sobre mi hombro a modo abrazo y yo haciéndole la mirada asesina por lo de “primo”.

-Ya ves, porque no ganábamos un partido desde el curso pasado. -Contestó otro riéndose y dándole la razón.

-Ya pensábamos que Juan iba a perder antes la virginidad que volver a ganar nosotros otro partido -Dijo otro chico chinchando al compañero que tenía a la derecha y este enfadándose.

Todos se acercaron a darme la mano. Me sorprendió que lo hicieran incluso los que iban desnudos porque no se taparon ni nada. Parecía una playa nudista eso, algunos dándome conversación mientras se recolocaban sus partes en la ropa interior, otros hablándome desde las duchas en pelotas enjabonándose las pelotas con las dos manos… Resumiendo; surrealista.

Pedro tardo muy poco en ducharse, secarse y vestirse. En apenas 10 minutos estábamos saliendo por la puerta y en parte lo agradecí, porque tanto parloteo y tanto estímulo… me tenían a mí casi supurando hormonas hasta por la nariz.

Nos dirigíamos hacia casa los dos subidos en la misma bici cuando Pedro decidió alterar el recorrido para detenernos antes en una farmacia. No me dijo lo que iba a comprar, pero poco después salía con una bolsa pequeñita pero casi llena (las típicas bolsitas de farmacia). Había comprado lubricante de sabores y condones Durex. Vamos, una declaración de intenciones.

-¿Dónde vamos? -Le pregunté al ver que al reanudar la marcha íbamos en otra dirección contraria a nuestra casa.

-Te quiero enseñar un sitio. Mi guarida. El lugar donde iba a pajearme antes de que nos mudáramos junto a tu casa.

Me llevó primero por calle, luego por caminos de tierra para excursionista y finalmente dejamos la bici escondida y nos tocó andar 8 minutos campo a través. Un auténtico suplicio con el sol que caía sobre nosotros. Al final llegamos hasta un barranco cubierto por la vegetación pero visible por las grandes rocas antes del abismo.

 Fue entonces cuando Pedro se aproximó a ellas y saltó con cuidado a otras dos rocas posicionadas escalonadamente salvando los dos metros que había entre un replano y la parte superior del barranco. Allí había una cueva escondida. La maleza y la complicación del terreno hacían imposible que alguien pudiese encontrarla por error. Tengo que decir que me resultó bastante difícil bajar hasta allí ya que, a pesar de dominar el miedo a las alturas, era casi pa matarse. Un paso en falso y me tendrían que venir a buscar en helicóptero para sacarme de allí, pero bueno, una vez estuve en la cueva Pedro ya había sacado la toalla para el suelo y esperaba sentado con los brazos abiertos.

-Croquetita, desnúdate y túmbate a mi lado. -Me dijo guiñándome un ojo.

El suelo estaba mullido por el musgo natural que crecía en la parte inferior de la cueva. Además se estaba muy fresquito, casi como tener el aire acondicionado y al quitarme toda la ropa más aún.

-Cuando era más pequeño venía a este bosque a jugar a los misioneros, con mi casco de explorador y todo el kit “de supervivencia”; vamos chocolatinas y chuches. Me gustaba mucho sentirme como un superviviente de los de los programas de televisión, pero a mis padres no les gustaba mucho que fuese por el bosque sólo. Así que cuando encontré mi refugio no se lo dije a nadie y venía de escondidas. Al principio sólo venía a merendar, pero luego empecé a pasar más tiempo aquí ya que en casa hacía mucho calor y aquí siempre se estaba fresco. Al estar sólo no lo dudaba: llegaba, me quitaba la mochila, ponía la toalla en el suelo, me desnudaba entero y me tumbaba a escuchar música con el mp3, a dormir y a comer. Exactamente como estás tú ahora.

Se me estaba poniendo dura sólo de imaginarme a Pedro como Dios lo trajo al mundo tumbado en ese mismo suelo años antes.

-Fue aquí donde un día, después de meterme una larga siesta, me desperté con el pene muy duro y sensible. Notaba presión y un latido en la base y en la punta. Entonces cuando lo toqué y lo agarré sentí mucho placer; bueno, como algo raro pero que me gustaba mucho; y seguí frotándolo. Luego quité la toalla y me tumbé boca abajo sobre el musgo y empecé a menear el trasero sintiendo las cosquillas que me provocaba el tacto del musgo con la punta de mi polla. Entonces sentí como si me fuese a mear, me levanté apresuradamente y de golpe salió mi primera eyaculación chorreando sobre la pared de tu derecha.

Miré la pared esperando encontrar las manchas en la roca, pero no había nada perceptible.

-Esa fue la primera vez que me pajeé en mi vida y desde entonces no he parado, y aunque no me acuerde de todas las demás, de esa primera sí me acuerdo. Y hoy quiero que pase igual; quiero que me desvirgues el culo aquí, donde todo empezó y donde empieza otra nueva etapa.

Lo miré fijamente a los ojos, me acerqué a sus labios y lo empecé a besar apasionadamente. Le quité la camiseta, los pantalones y los calzoncillos. Le besé el cuello, luego las costillas y los pezones, mordiéndolos también de vez en cuando. Seguí besando su vientre y bajando hasta el pubis donde mi barbilla chocaba ya con su pene erecto. Sin más preámbulo le cogí el pene y me lo metí en la boca. Succionaba mientras él gemía suavemente con la respiración. Notaba el sabor de su líquido preseminal bailando sobre mi lengua y me encantaba.

Tras unos minutos de puro estimulo me la saqué de la boca para seguir bajando más hasta su ano. El agujero estaba sin ningún pelo, solo tenía algunos rubios en las nalgas pero ninguno en el orificio. Era una auténtica invitación al banquete. Ni me lo pensé, le empecé a comer el culo como si no hubiese un mañana. Pedro me recordó que teníamos el lubricante de sabores por si no me gustaba mucho eso, pero a mi me estaba encantando. Sólo con la lengua ya le estaba dilatando y lubricando su inexperimentado ano.

Al añadir el lubricante decidí alternar los lametones con empezar a meter dedos. Al introducir el primero Pedro hizo fuerza suspirando fuertemente y quejándose.

-Relájate, no pienses en que te va a doler, sólo suéltate como si fueses a ir a dormir. Ellos harán el trabajo duro -Le dije enseñándole los dedos.

Fue en ese momento cuando le dije que se pusiese tumbado de lado con las rodillas flexionadas. Entonces los dedos entraban súper bien; él se había relajado y su ano empezaba a dilatarse. Le metí dos dedos y él aunque al principio sintió un poco de molestia quiso que continuara con los 3. Al final su ano estaba abierto y preparado para ser desvirgado.

Aunque había echado mucho lubricante previamente durante el dedeo, decidí lubricarme el pene con abundancia. Después de eso me acerqué a él y lo empecé a morrear mientras mi pene escarbaba la entrada y profundizaba lentamente su canal. Su culo estaba apretadito y sentía presión en todo mi pene. El respiraba profunda y aceleradamente por la nariz mientras le metía la lengua por la boca y todo mi rabo por el ano hasta tocar pared; entonces pegó un gemido de dolor haciéndome saber que no avanzara más.

-Lo estás haciendo muy bien. La parte difícil ya está hecha. Ya lo tienes todo dentro. -Le dije animándolo.

Esperé sin moverme unos segundos con todo dentro a que su culo se dilatará un poco más, que se acostumbrara y de esta forma que le doliese menos, pero después de eso empecé el movimiento de vaivén. Se le veía en la cara la expresión de dolor con cada penetrada. Se le escapaban gemidos desgarrados de vez en cuando con cada suspiro. Incluso sincronizándose la respiración con las andanadas. Mi cadera se movía suavemente aumentando poco a poco el ritmo. Lentamente su dolor se tornaba en placer haciendo que Pedro buscase que se la metiese más.

-aaaa, métemela más hondo.  Me decía gimiendo.

Fue entonces cuando se la metí hasta tocar con la barriga y los huevos el tope de su anillo anal, provocándole un grito de dolor y placer. Ahora sí que estaba toda dentro. Se la estaba metiendo de la punta hasta la base.

-siii, aaa, métemela más fuerte. Más duro.

Entonces la sacaba entera y se la metía de golpe toda y así dándole pollazos que sonaban chop chop chop chocando y rompiendo mis huevos en su culo. Luego me pedía más rápido y más rápido hasta que empecé a notar como la cadera me pedía un descanso. En ese momento fue Pedro quién llevó la voz cantante. Me tumbé y se sentó directamente sobre mi bandera hondeando a 90 grados. Se la metió entera con un gemido largo y continuado que cesó al tocar tope. Empezó a moverse adelante y atrás facilitando que mi pene se introdujese y saliese poco a poco de su ano.

Yo estaba frenético, en una nube de azúcar. Sentía como sus paredes me agarraban todo el rabo rodeándolo y frotándolo con delicadeza. Me producía mucho placer ver como el pene y los huevos de Pedro rozaban mi barriga mientras él con sus manos me acariciaba los pectorales y las costillas. De vez en cuando se levantaba sobre las rodillas sacándolo entero, metiéndose sus propios dedos dentro para después volver a meterse el pene de un culazo.

Tras recuperar fuerzas, me dispuse de nuevo a recuperar mi papel de dominador. Lo puse de pie con el cuerpo pegado en la pared donde minutos antes me había dicho que se había corrido por primera vez; y con una pierna en el suelo y otra apoyada más arriba sobre una roca saliente, se lo metí de nuevo con fuerza.

-Te voy a llenar el culete de leche, para que no digan luego que pasas hambre. -Le susurré juguetón a la oreja.

Aumenté más el ritmo de penetración y dureza. Él gemía apresuradamente mientras yo agarraba su cintura. Entonces él empezó como apretar más el ojete haciendo mucha más presión.

-Fran aaaa, siento mucho placer aaa aaaa aaaaa.

Entonces pegó un súper gemido apretando tanto su culo que me tuve que detener y corriéndose sobre la pared en todas direcciones. Parecía un aspersor contra incendios. Y cuando parecía que se había acabado se la saque toda del culo provocando la salida de dos salpicones más.

-¿Estás bien Pedro? -Le pregunté asustado al ver que casi perdía las fuerzas

-Sí, Dios. Que fuerte. Me tiembla todo.

-Joer, si te has corrido sin tocarte, eso sí que es un orgasmo.

-Vuélvemela a meter duro hasta que te corras. Quiero gozar más.

Se la volví a meter de nuevo lentamente para no hacerle daño y cuando de nuevo estaba dentro seguí dándole tan duro que empezaba a sentir como me ardía el pene de tanto frote. Él seguía gimiendo a pesar de ya haberse corrido y eso me excitaba más y más. Ese culo ya estaba preparado para cualquier cosa; hiciese lo que hiciese entraba que daba gusto.

Finalmente empecé a notar cómo el semen recorría mis huevos apresuradamente hasta la punta del nabo. Agarré a pedro con fuerza introduciéndole el pene lo más hondo posible y regándole por dentro de rica y caliente leche. Entonces saqué el pene de dentro de él, pero Pedro no expulso mi semen, se tumbó boca abajo con el culo al aire.

-Quiero que esté más tiempo dentro de mi. Quiero que salga poco a poco. -Me dijo esperando a que se le cerrase el culo poco a poco.

-Venga. No hagas el tonto. Igualmente te va salir tarde o temprano y mejor que sea ahora que estas desnudo y no después cuando vayas vestido. -Le dije.

-Valeee, tienes razón. -Dijo quitando la toalla, levantándose y agachando el trasero.

Fue en ese momento cuando, aun empinado y con el pene lubricado, se lo volví a meter entero de golpe con el clásico vaivén apresurado, provocándole un gemido inesperado y dejando que el semen que antes había culminado en su interior saliese derramándose de su ano por mi polla y mis huevos y cayendo en el musgo verde; sacando también el pene de vez en cuando para facilitarlo incluso más.

-Ahora sí que está todo fuera -Le dije riéndome mientras él seguía gimiendo de placer.

-Croquetita, yo quiero más. Mi cuerpo pide más. -Dijo hiperventilando.

-Pedro, piensa que luego tenemos que salir de aquí y volver en bici. Creo que necesitaremos las fuerzas que nos quedan. Además que yo ya me he corrido, me tengo que recuperar. -le contesté sacando el pene untado.

-No tío, aunque sea con los dedos.

-Veeenga, pero unos pocos minutos más y nos vamos.

Fue entonces cuando pensé que el envase del lubricante tenía forma fálica y que con eso podría estimularle más. Así que directamente se lo metí entero. No hizo falta lubricar ni nada ya que su culo seguía resbaladizo de todo el que le había puesto antes y del semen que quedaba por las paredes intestinales.

Mientras él agarraba sus piernas con la espalda en el suelo yo con una mano introducía y sacaba el envase apresuradamente y con la otra agarraba su pene semi-erecto. Gozaba y gemía como una perra. Sus ojos de vez en cuando se ponían en blanco con cada orgasmo.

En poco menos de 4 minutos de volver a empezar ya volvía a hacer espasmos de placer.

-Voy a correrme -me dijo rápido.

Metí su pene en mi boca y sentí la explosión en mi paladar mientras de nuevo retiraba el envase convertido en dildo. No me lo tragué y me acerqué hasta su boca para dejar caer todo su semen calentito dentro de ella.

-Tienes que comer algo y recuperar fuerzas -le dije mientras él se lo tragaba.

Entonces me tumbé sobre él, entre sus piernas abiertas y con mi cabeza junto a la suya y pocos minutos después, al haber descansado un poco y al habérsele cerrado un poco el ano a Pedro nos dispusimos a volver a casa.

-¿Habrás traído papel, no? -Le pregunté buscando en su mochila.

-uy, jejejeje -contestó riéndose nerviosamente.

Menos mal que llevaba clínex en los pantalones porque de haber sido por Pedro… no llevaba ni un mísero papelito para quitarnos aunque fuese un poco del semen que teníamos encima.

Finalmente; tras limpiarnos un poco, vestirnos y tirar los clínex usados por el barranco; nos despedimos de la cueva viendo la pared nuevamente salpicada completamente del semen de Pedro, la pared donde todo empezó y donde de nuevo todo volvía a empezar.

Nos tocó volver a casa andando ya que Pedro apenas podía sentarse en el suelo por sus piernas agotadas y su culo. Imaginaos, si lo llega a intentar en el sillín, se le incrusta hasta las orejas de lo abierto que seguía teniendo el ano. Y nada, fue llegar a mi casa, subir las escaleras hasta mi habitación, dejar a Pedro agotado sobre mi cama, preparar el baño, desnudarle mientras él se quejaba para que le dejase dormir, meterlo en la bañera conmigo, lavarnos de arriba abajo mientras nos relajábamos en el agua templada, secarnos y derechitos a la cama a echar una buena cabezada. Dormimos como dos auténticos críos, desnudos uno al lado del otro a la espera de que el cansancio cesara y recobráramos las fuerzas para volver otra vez a perderlas follando de nuevo desenfrenadamente.

Y aunque tuviésemos el culo y la polla irritados, algo estaba claro; eso no era nada más que el principio.

TO BE CONTINUED…

Relatos anteriores:

1-Una juventud madura

2-Una juventud madura (II): Más allá del conocimiento

3-Una juventud madura (III): La mejor mañana para despertar

4-Una juventud madura (IV): Pasión de venganza

5-Una juventud madura (V): Ojos que solo ven lo que el corazón siente

6-Una juventud madura (VI): Campamento de verano 1

7-Una juventud madura (VII): Campamento de verano 2

8-Una juventud madura (VIII): Fin del campamento

9-Una juventud madura (IX): Carne que crece no puede estar si no mece

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