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Antes de que mi hermana regresara, comencé a desvestirme y a guardar todo en su lugar. Me miré una vez más en ropa interior con la peluca puesta y la erección fue más fuerte. Al bajarme las pantaletas toqué mi pene y empecé a sobarlo y al mismo tiempo sentí un placer extraño...
Me tiró hacía atrás de la trenza, dejándome recostada boca arriba, con los senos de fuera; con sus manos grandes cubría cada uno de ellos y los apretaba duro, mordiéndolos de vez en cuando. Me levantó la falda e intentó bajarme las pantaletas, pero al ver que oponía resistencia...
Acariciaba de manera circular sus caderas y su hermoso trasero al tiempo que ella metía mano bajo la falda del uniforme y por sobre mis pantaletas sobaba con el pequeño vibrador. Había comenzado a escurrirme, era una sensación deliciosa…
-Ni se te ocurra – le gritó y a continuación le clavó las uñas en el pecho, bajándolas hasta el ombligo. Él aulló tan fuerte que más parecía un perro lastimado por una gata en una pelea callejera, que alguien que está teniendo sexo. Pero ella se iba y se venía, cada vez que se daba cuenta...
Debido al estiramiento, la prenda a duras penas cubría mi pubis marcando sobretodo la línea de la entrada a mi vagina además de mostrar una mata de vello púbico bastante abundante. Cuando hice algunos movimientos (como doblarme hacia atrás, agacharme e incluso brincar) uno de mis pechos...
Me introduje en la tina y el calor del agua provocó un estremecimiento en mi espalda. Me recosté permitiendo que el agua me envolviera en abrazo total. Abrí mis piernas y, con cierta timidez al principio, toqué mi clítoris. Lo acaricié lentamente, gozando el hormigueo...
La tanga era de por sí cortita y muy coqueta, lo mismo que el bra; pero ya el Profe no sólo la olía, la chupaba y con la otra mano había sacado su miembro y se masturbaba. Fue entonces que me pidió que levantara la falda y abriera las piernas mostrándole mi sexo completamente. Ya nada más faltaban c