Relatos publicados por Albany (337)
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Los dos hermanos nos miraban divertidos sin poder ocultar la risa que les daba el habernos encontrado en aquella situación, pero seguían ocupando el espacio de la puerta para evitar miradas curiosas
Había pasado algún tiempo desde que tuvimos el funeral de Eduardo, y aunque al principio, despechado por la marcha sin despedirse de Pablo, acepté cambiarme el irme vivir con Alberto, no estuve con él mucho tiempo
Como decía Alberto, los del piso de abajo solo se preocupaban de beber y apenas habían comido algunos frutos secos. Después de haber llorado hasta hartarme, llorado de pura felicidad hasta llegar a preocupar a mi ‘novio’, y que pensara que había hecho algo mal
Había resultado increíble el polvo que me había dado aquel joven aun, sin terminar de formar su cuerpo y de apariencia desgarbada. La pastilla que Eduardo le había hecho tomar le mantenía la barra de carne morena y gruesa continuamente dura y con las venas que estallaban
Hacía mucho calor y se sentía en el coche a pesar de estar a cubierto en las cocheras, lo puse en marcha y también el acondicionador de aire. El asfalto de la calles despedía su clásico olor a recalentado
Nuestra fiesta continuó hasta bien entrada la noche, y a la salida nos resultó difícil encontrar un taxi que nos devolviera al hotel, en el ascensor Jeroni se colocó a mi lado y su mano izquierda me sujetó la cintura, fue descendiendo con lentitud hasta acariciarme el trasero
Para regresar al hotel volvió cogerme de la mano, jugando con ellas enlazadas y moviéndolas como soldados desfilando, no dejaba de ser un infantil juego que, unido a nuestras risas alegres, lograban que los paseantes nos miraran indulgentes
El culito del chaval resultaba apretadito y muy jugoso, por el seminal que salía de mi polla y la segregación de sus jugos, entraba en él con largos movimientos buscando el ángulo perfecto para rozarle o impactar con el glande en la próstata
La noticia llegó durante la cena, al menos para mi, posiblemente Ana y Eduardo la supieran por la reacción que tuvieron al escucharla de Pablo, no interrumpieron la comida cuando a mi se me cayeron los cubiertos de las manos
Tiró de mis brazos para tenerme pegado a su pecho, su lengua golpeaba en mis labios exigiéndome paso, lucharon entre ellas dándose gusto, hasta que jadeando y sin aliento colocó la boca en mi oído
A pesar de llevar el coche cerrado, y con filtros para que no pudiera pasar una brizna de are sin purificar, pude sentir el penetrante olor a salitre del mar cercano, nos estábamos acercando a nuestro destino
Si para Álvaro había sido un duro y traicionero golpe saber lo que pretendía, no lo fue menos para Victoria y su marido aunque en el fondo lo entendieron mejor que él
El último paquete que abrí era un precioso portátil ligero y delgado como un libro, aunque adiviné de lo que trataba desde el momento en que vi el ratón, no me esperaba una joya tecnológica tan bella
Había entrado en una crisis nerviosa, y sin poder respirar el móvil se me escapó de las manos y me tambaleé, Pablo se acercó con rapidez sosteniéndome de la cintura, recogió el móvil del suelo a le vez que me llevaba hacia la cama
Pablo se había entretenido más de la cuenta recogiendo los numerosos paquetes que Ana le había preparado, igual que hiciera Eduardo, para entregar a Ángel
Cuando desperté, la mortecina luz de un día nublado alumbraba débilmente la habitación, permanecí un momento pensativo, orientándome hasta darme cuenta del día en que vivía. Domingo, y entendí que Álvaro siguiera tendido a mi lado, luego fui recordando el pasado día y rememorándolo todo
El beso se prolongó, y aunque al principio era salvaje lo fue cambiando a tiernas caricias de su lengua sobre la mía, buscándola por abajo y por arriba para lamerla lentamente
Era jueves, habían pasado unos días desde que conversé con Irina y algo me inducía a pensar que a Victoria y don Mateo ya les había llegado la noticia de que su hijo tenía el camino libre para hacer lo que deseara
Jamás pensé que los gruñidos varoniles de un macho al penetrarme me excitaran tanto, ni que la fuerza que una gran verga empujando para abrirse camino en mi vientre me hiciera sentir tan a gusto
Esa mañana tenía problemas que resolver y me comuniqué con mis profesores, primero con Oleguer que me los resolvió de la más eficaz manera, luego con Guido, y ya me despedía una vez recibidos sus aclaraciones y consejos
Los días pasaban, la normalidad había regresado a nuestras vidas sirviendo de paz y sosiego. Habían transcurrido dos semanas desde que Pablo se marchó y no habíamos tenido acontecimientos reseñables salvo unos pocos
Después del orgasmo consecutivo que tuvimos los tres, sudorosos, aún convulsos, y cansados, nos quedaos tumbados en la cama, los tenía a cada uno a un costado y les agarré de la mano llevándomelas a los labios
El cielo estaba despejado de nubes, al mediodía se podía pasear enfrentándose a la fuerza del viento que corría por las calles vaciándolas de gente
Esa noche, como una rara excepción, Álvaro estuvo en casa para la hora de la cena, estábamos en el salón y sus padres me escuchaban las explicaciones que yo les daba, informándoles de lo que había hecho ese día y sobre todo lo que más interesa a Victoria
Había tenido que marchar al aseo, para limpiarme el semen que me escurría por el cuello, las orejas y para limpiarme con una toalla el cabello también manchado de esperma, cuando volví Pablo se encontraba tumbado boca arriba, con los ojos cerrados