Nuevos relatos publicados: 12

Relatos publicados por Carmen Van Der Does (16)

Carmen Van Der Does tiene publicados 16 relatos que han recibido un total de 172.136 visitas, con una media de 10.759 visitas por relato. El total de valoraciones recibidas es 164 y la valoración media (9,51).


La farmacéutica

Isabel es una mujer atractiva. A sus cuarenta y dos añazos sigue conservando un cuerpo envidiable, sus ciento setenta centímetros de altura la vuelven imponente detrás del mostrador de la farmacia que dirige. Adorna su figura con una melena negra que le llega hasta el hombro y alguna cana furtiva
  • 14
  • 25.658
  • 9,64 (22 Val.)

Mentiras

No quiero pasar página, sólo me gustaría reorganizar el día de hoy. Cierro mis ojos y cuéntame mentiras. Dime que no sientes nada cuando te beso el cuello, dime que el pelo de la nuca no se te eriza cuando paso mis labios.
  • 2
  • 12.658
  • 10,00 (6 Val.)

El voyeur

Aquí estoy una vez más amparado en la oscuridad. Aprovecho la nocturnidad para espiar las vidas de los demás. A veces es una viejecita dando de comer a su jauría de gatos, otras el grupo de amigos celebrando el gol de su equipo, pero esta noche es distinta. Hoy me fijo en esa chica rubia de la
  • 5
  • 13.113
  • 9,62 (26 Val.)

Volverte a ver

Kiko no pudo reprimir su sorpresa al encontrarse con Lucía después de tanto tiempo. ¿Cuánto había pasado?, ¿veinte años? A pesar del tiempo, ella seguía estando estupenda a sus 40 primaveras. No había tenido hijos y había tenido una vida laboral cómoda trabajando para aquella gran superficie de
  • 8
  • 10.519
  • 9,62 (13 Val.)

La desconocida

—¿Te gustan los hombres?, —fue lo primero que aquella desconocida le preguntó.
  • 18
  • 5.901
  • 9,17 (6 Val.)

Memorias de África (XI)

Amaneció un nuevo día y los rayos del sol se volvían a colar entre las ramas que formaban las paredes de mi cabaña. Después del desayuno y del lavado diario, salí a caminar por el poblado. Los hombres se preparaban para salir de pesca. Esta vez, cosa rara, Samsung parecía que les acompañaba. Yo
  • 12
  • 10.759
  • 9,00 (5 Val.)

Memorias de África (X)

Estos indígenas tenían la costumbre de distribuirse en pequeños grupos durante la vida cotidiana. Descubrí dónde se metían los hombres la mayoría del tiempo, unos pescando, otros cazando. Las chicas en el arroyo cogiendo musgo, hojas de plataneras, hierba fresca y agua. Las mujeres mayores en el
  • 20
  • 10.431
  • 9,80 (5 Val.)

Memorias de África (IX)

Los días en los que me apetecía estar sola o metida en mis pensamientos, me dedicaba a observar la manera en que se organizaba aquella tribu. La mayoría de los días los hombres se ausentaban y no sabía dónde se metían hasta la tarde. Tengo que aclarar que sin reloj y sin ninguno de los artefactos
  • 7
  • 8.996
  • 9,67 (3 Val.)

Memorias de África (VIII)

Durante un par de días necesité los cuidados de Aifon y de las otras mujeres, que me aplicaron toda una suerte de cataplasmas y de hierbas para cicatrizar el ano. Caminar se me hizo un calvario y la idea de que me volvieran a follar por el culo me dio pavor durante unos días. Días que por supuesto
  • 8
  • 6.987
  • 9,50 (4 Val.)

Memorias de África (VII)

A raíz de aquella mañana, cuando azoté a Aifon y Samsung me folló como un semental, mi vida en el poblado cambió. Por lo pronto, preferí estar desnuda, ni siquiera con taparrabos. Me movía con total soltura por el poblado, incluso me atrevía a hacer pequeñas incursiones por el bosque acompañando a
  • 8
  • 8.488
  • 8,75 (4 Val.)

Memorias de África (VI)

A la mañana siguiente me despertó el ruido de la puerta. Por la puerta entró Aifon y una luz que casi me ciega. Pude ver el cielo de azul limpio e intenso y la cara de Aifon con esa sonrisa en su boca de la que pocas veces se desprendía. Sentándose en la cama, me bajó las bragas hasta quitármelas
  • 7
  • 5.358
  • 9,50 (10 Val.)

Memorias de África (V)

A la mañana siguiente como de costumbre entraron tres mujeres a darme de beber, llevarme comida, asearme y a inspeccionar la “obra” de Aifon. Estaba todavía un poquito irritada, así que volvieron a masajearme con el mismo ungüento tanto la parte de adentro de las nalgas como el sexo, el pubis, la
  • 19
  • 7.015
  • 9,58 (12 Val.)

Memorias de África (IV)

Al día siguiente cuando me desperté, no podía moverme. Me dolía la espalda, me escocían las nalgas, tenía el sexo pringoso a pesar de las lavativas de las muchachas. Me quedé pensando en qué tipo de tortura me vería hoy. No quise salir de mi refugio, y a intervalos venían algunas mujeres a verme.
  • 7
  • 7.127
  • 9,83 (6 Val.)

Memorias de África (III)

Me despertó el ruido que hacía al abrirse aquella especie de puerta hecha de hojas y ramas. Entraron tres mujeres, pero sólo conocía a dos. El centro de aquel poblado se había llenado de gente, estaba oscureciendo. Las mujeres llevaban mi ropa, y otra especie de calabaza llena de agua con aquellas
  • 9
  • 7.773
  • 9,67 (9 Val.)

Memorias de África (II)

La luz del día se filtraba por las paredes de la choza. Todo el interior se dividía como si fuera un código de barras, en trozos alternativos opacos y luminosos. Tenía mucho calor, estaba sudando, me sentía sucia y pegajosa, y un dolor detrás de mi cabeza. Paseé los ojos por el recinto pero sin
  • 10
  • 19.831
  • 9,40 (20 Val.)

Memorias de África (I)

Hoy hace un mes que llegué de vuelta de Ghana. Si al empezar aquel año me hubieran dicho que iba a terminar en ese país, le hubiera contestado a quien me lo hubiera comentado que estaba loco. Cuando mi jefe me dijo aquella mañana que tenía que irme allí al menos durante un año, casi me dio un mareo.
  • 5
  • 11.522
  • 9,46 (13 Val.)