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Mi tío me ha contratado para trabajar en su bar. Y yo lo deseo carnalmente. Así que aprovechando una noche de verano y dos amigos cachondos nos montamos una pequeña orgia.
Me pareció incluso que el chico le había estado metiendo mano a su madre por las tetas mientras le ponía bronceador. Pero suponía que eran solo imaginaciones morbosas mías. Y eso que el sujetador de ella aun mas pequeño que el mío solo le cubría los pezones y poco mas.
Se corrió en mi interior, a pesar de la cintura de confines que habíamos comprado. Creí sentir cada golpe de su leche en mis intestinos. Me tumbe boca arriba en el sofá y seguimos besándonos en la boca otra vez. Quería volver a notar su lengua en el ano limpiando la lefa, yo lo hubiera hecho.
Mi amigo, Juan, vive con su hijo diez y nueve años, Mario, alto delgado y muy, muy guapo. La madre tras el divorcio se largó y se la dio por desaparecida. Se había ido con su monitor de tenis, Todo un tópico.
Había una nueva vecina en el bloque, una impresionante morena mulata de origen brasileño. Alta, con una enormes tetas operadas y un culo aún más impresionante redondo y duro. Unos muslos color chocolate que no se molestaba en ocultar sino que lucía orgullosa.
Todo parece indicar que nuestros antepasados no eran precisamente ejemplos de pureza. Muchas de las culturas antiguas llegaron a un refinamiento extraordinario en cuestiones sexuales.
Sentado al ordenador y caliente como siempre. Algún video porno, unas fotos de chicas o de chicos, quizá algún relato y para rematar algo de chat. Una app de ligue gay abierta por si surgía algo.
Me contrataron para atender el bar en una fiesta en un chalet de ricos, gente de postín y pijos. No es que a esa gente le hagan falta mucha excusa para organizar un sarao. Era mi trabajo en esa época, soy un culo inquieto, un culo grande.
Divorciada, sola, aburrida, cachonda y curiosa me metí en una web de contactos y me hice un perfil. No es que pensara que iba a encontrar nada interesante, pero bueno, por probar nada se pierde.
Me hubiera encantado afanar uno de esos carteles que en los edificios indican la "salida" y colgarlo sobre la cabecera de mi cama. Pero uno bien grande en verde fosforito. En casa de mis padres hubiera quedado raro. Pero así era como me sentía, caliente siempre, húmeda y con ganas.
Marcos quería hacerme unas fotos sexys. En casa ya teníamos hechas muchas en todas las habitaciones y en casi todos los atuendos que se me habían ocurrido, de desnuda del todo a lencería sexi e incluso algún disfraz. Yo también le había hecho unas cuantas a él desnudo o casi.
Un tanga en el escaparte de una tienda de lencería, discretos, como si los escondíeran. Un único tanga de chico estaba colocado al lado de boxers y slips. Al otro lado del escaparate la lencería de chica era mucho más llamativa.