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Esa noche durmieron plácidamente. La lluvia había cesado cuando despertaron, y lucía el sol entre las nubes. Fue un despertar agradable para los dos. Se habían dormido acurrucados uno contra el otro, y ese contacto de la piel los acercó más por la mañana. Sahara le dio un beso tierno en los labios y
Elena estaba encantada de que les hubieran dejado pasear solos. Con roces ocasionales caminaron sonrientes por la orilla de la playa hablando distendidamente. Antes de comer, estando en el agua, había jugado con las olas y chapoteado con las manos disfrutando como niños. También la había balanceado
Dentel y Sahara corrían colina abajo con los enseres que habían podido rescatar de la cabaña de Sahara antes de que las llamas lo calcinaran todo. Una mula parda, que tenia Dentel, cargaba con un montón de trastos en unas grandes alforjas, es lo que pudieron rescatar cuando huyó del pequeño establo
Me llamo Andrea, y ahora tengo veintisiete años. Hace un año y dos meses que me casé, y la frase adecuada sería “Llevo un año y dos meses felizmente casada” pero la realidad es que llevo un año y dos meses casada y soy bastante feliz desde hace dos meses.
Los dos muchachos se quedaron sentados en el sofá mientras recuperaban el aliento. Luis repasaba en su mente cada momento del polvo brutal que habían echado y se acordó de la comparación que había hecho Estela el día anterior. Había dicho que la polla de su padre era algo más grande y eso
A la mañana siguiente ya estaba Rebeca en la cocina preparando unas tostadas cuando llegaron los dos hombres casi a la vez. Se dieron los buenos días y se sentaron a la mesa, se sirvieron un par de tostadas y Rebeca se acercó con la cafetera.
Cuando Luis se despertó ya no estaba su madre en la cama. Recordó lo ocurrido y su cara se iluminó con una gran sonrisa, había logrado su sueño. Se levantó y se puso los bóxer, salió al salón, muy iluminado por los rayos del sol de la mañana que penetraban implacables por el ventanal del jardín.
Rebeca había recogido los platos y vasos del desayuno y estaba fregando los en la cocina, su mente volaba llena de pensamientos mientras oía caer el chorro de agua del grifo de la pila. Tenía cincuenta años y hacia dos que se había casado con Ernesto, su matrimonio anterior había fracasado a los
Elena hacia seis meses que se había separado después de veinte años de casada. Poseía una tienda de ropa que le proporcionaba buenos ingresos y una vida desahogada. Luis, su hijo de diecinueve años, se había quedado con ella. Había comenzado el segundo año de informática en la universidad y sentía
Gracias por leer mis relatos. La historia se va acabando. Creo que todos los que escribimos agradecemos mucho vuestras valoraciones y sobre todo las opiniones.
Llegamos a casa y nos fuimos cada uno a nuestra habitación. Mientras me dormía casi se me pone dura pensando en lo último que me había dicho mi hermana, “ Eso parecía prometer mucho! “.
Mi hermana parecía estar disfrutando de la situación y nos montamos de nuevo en los asientos delanteros. Me dijo que sólo me pusiera la camiseta y me puse a conducir medio desnudo con la polla al aire y por supuesto tiesa. Nada más arrancar se inclinó sobre mi regazo y dio unas largas lamidas a mi
Mi madre y yo nos levantamos y nos fuimos agarrados mirándonos y sonriendo hasta llegar a casa. Durante la cena nos lanzamos miradas cómplices, incluso diría que lascivas pero escondidas para que el resto no se diera cuenta.
Cuando entré en la cocina, tía Candi ya se había subido a su habitación a cambiarse de bragas supongo, ya que las que llevaba se habían empapado. Salí por la puerta del salón al jardín con mi vaso de whisky en la mano, apenas le había dado un trago. Mi madre y Sole me recibieron sonrientes mirándome
Mi espalda descansaba sobre la sábana y mis pies colgaban por fuera, mi pecho subía y bajaba gran velocidad y necesite más de un minuto para recuperarme, parecía que había corrido una maratón. Mi tía sin embargo, al medio minuto ya se había puesto de lado mirándole con ternura y había comenzado a
Subimos al salón y salimos al jardín. Eran las cinco de la tarde y el sol todavía era intenso. Las tres estaban tomando un refresco a la sombra sentadas alrededor de una mesa redonda.
Mi mente navegaba a gran velocidad, realmente quería preguntarle de todo, me ponía cachondo pensar que podía hablar con mi tía de sexo. Todavía alucinaba con lo que había ocurrido desde nuestra llegada y esto parecía no parar.
Nos pusimos a comer y el comportamiento de Sole fue la ostia, que bien sabía disimular. Yo estaba más nervioso que ella y procuré hablar poco durante la comida. Cuando estábamos acabando, ya pensaba en la paja que me haría a la hora de la siesta.
Me llamo Pedro, aunque toda la familia me llama Pedrito. Tengo veinticinco años y me va bien. Estudié fotografía y ahora me suelen contratar para bodas, y la verdad es que se gana dinero. Este trabajo te da acceso a conocer gente y tener una amplia vida social.