DestinyWarrior tiene publicados 75 relatos que han recibido un total de 593.990 visitas, con una media de 7.920 visitas por relato. El total de valoraciones recibidas es 624 y la valoración media (9,65).
— ¿Y entonces después de todo, ahora vienes a restregármelo en la cara? —La enfrento aparentando tener confianza pero por ahora carezco de ella, pues estoy muy nervioso y obviamente arrepentido por lo sucedido. Mariana incluso da un paso hacia atrás, ya que con seguridad he colocado mi pose.
Mariana y yo nos observamos enmudecidos en estos escasos metros cuadrados que fueron tiempo atrás, ocupados por compinches ojeadas, mimos y besuqueos, risotadas de complicidad y caricias premeditadas para fomentar posteriores encuentros sexuales, llenando de amor nuestro hogar.
Fue lo primero que me gustó de ella, al observarla de espaldas en la plazoleta de la universidad, zarandeada por los brazos de aquel abusivo idiota que tenía por novio. Al girar su rostro después de la traicionera bofetada y mirarme unos minutos después con su carita de sorprendida.
Posa su velluda mano sobre la mía y me la aprieta un poco, acompañando su gesto morbosamente, con la repasada de su húmeda lengua sobre sus labios entrecerrados y me rechaza el pago.
Me enjuago lentamente ahora sí, todo mi cuerpo, de arriba para abajo. Es el último paso para mi completa purificación antes de presentarme ante quien ha de darme su perdón. Ya solo me afana decidir cómo vestirme para nuestro encuentro. Nada que muestre demasiada piel para no amedrentarlo y traerle
Mientras de los cajones del armario tomaba un sujetador negro semi translucido y de encaje en las copas, estando solo con mis braguitas puestas, miraba que falda ponerme encima, apresurada para salir al encuentro de Hugo. Martha con mi móvil aún en su mano, recibió por fin la notificación de la
—Mi amor… ¡Perdóname! Discúlpame por todo el dolor que te he causado. —Le dije a mi esposo aún ebria, por supuesto que sí, pero embriagada de un reconocido y profundo amor por él.
Habían transcurrido por lo menos diez minutos desde que mi esposo Rodrigo y Paola, –su bella compañera de trabajo– se habían marchado del piso para pasar toda la madrugada juntos. Y yo, seguía allí de rodillas, tan desnuda y devastada, llorando sin poder detener la marea que empapaba mis mejillas y
—Y entonces Rocky… ¿Tu suegra te quiere? —Si claro, a su manera. Le respondí. —Lejos y preferiblemente… ¡Muerto! Jajaja–. Y nos echamos los dos a reír, hasta que se nos cansaron las mandíbulas, nuestros lagrimales secretaron tan vasta humedad, que concluimos enroscados sobre las sabanas, apretando
El viaje de regreso tuvo un retraso de media hora por la fuerte lluvia sobre la ciudad de Turín, pero la verdad ni me importaba y por el contrario sí qué lo agradecí, pues agobiada por no poder comunicarme con mi esposo, –tras aquella videollamada al alba– aproveché para sumergirme en mis
—Y ajá nene… ¿Ya te marchas? Me tienes tan abandonada. No me llamas y si me cruzo contigo, te haces el desentendido… ¡Ya ni me miras como solías hacerlo! ¿Nada que me perdonas «rolito gruñón»? —Y aunque Paola no se diera cuenta, yo si la observaba, –a hurtadillas– y la admiraba. Imposible no notar