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Eran las 9 de la noche del viernes pasado cuando sonó el teléfono, don José llamaba, habló con mamá y le explicó que necesitaba con urgencia que limpiara su casa, él llegaría con sus hijos y nietos al día siguiente y necesitaba mi ayuda
Don José en un señor de unos 65 años, es vecino en mi barrio y hace ya un par de años que quedó viudo, tiene dos hijos ya adultos, casados y que lo visitan casi todos los domingos
Desnuda sobre la cama, sin cubrir mi cuerpo con nada, la cortina se abría dejando entrar el tibio aire desde afuera para refrescar mi desnudez, así me dormí
En la puerta de la habitación quedaba una gran rendija por la cual se podía ver directo a la cama, en ella estaban mamá y papá, él sentado sobre la cama con el torso desnudo y mi madre recostada sobre la cama
—Como te gusta la verga, eres una verdadera putita ¿verdad? —me decía mientras veía su verga perderse dentro de mi boca, yo asentía y seguía comiéndome su miembro.
Yo seguía bailando muy sexy con Fabián, me di vuelta y quedé de espaldas a él, me tomó de la cadera y me apegó a su cuerpo refregando mi culo contra su bulto
A eso de las 3:30 de la tarde me llegó un mensaje a mi móvil de mi cuñado Jorge, me escribía preguntándome si estaba en casa, si estaba sola, aunque él ya lo sospechaba
Mi hermana conversaba de algo con sus amigas y mi madre, mi papá por otro lado con mis tíos y primos, mi cuñado los acompañaba, lo miré a los ojos y me acerqué a la mesa
Logré ver a mi suegro, parado, oculto en la oscuridad y observando como la linda novia de su hijo, tan señorita, le comía la verga en la sala de su casa.
Me vestí solo con una camiseta y me fui a la cocina a prepararme algo para comer y un té para el frío, mi plan era acostarme y ver la tele hasta dormirme, en eso siento que tocan la puerta, me acerco a ver y era Jorge, mi cuñado.
Entré y Andrea me recibió en la sala y su hermano se fue a su habitación al segundo piso. Estuvimos estudiando mientras bebíamos un té para el frío, luego de un momento le pedí si podía pasar al baño, Andrea asintió y me indicó la escalera. —Es allá arriba, la primera puerta a la izquierda…
Era brusco, pero delicado, su boca y su lengua jugaban en mis pechos brindándome un extraño placer nunca antes sentido, seguro era la experiencia de ese hombre mayor la que le daba esas habilidades.
Don Claudio me ordenó subir a una escalerita para contar unas cajas que había en el segundo nivel del rack, le obedecí y empecé a contar las cajas mientras él tomaba nota en una hoja y disfrutaba de una agradable vista de mi culo, que parecía estar desnudo, apenas cubierto por mis calzas.
—¿Bailamos? —me preguntó. Yo me levanté al instante y empezamos a bailar un reggaetón, él se acercaba a mí y me tomaba por la cintura, me volví y le di la espalda bailando bien pegada a él, podía sentir su pene erecto bajo su pantalón refregarse en mi culo.
Acomodó su verga en la entrada de mi estrecho ano, traté de quitarme, pero él no me dejó. —Quiero que tu culo sea mío —me dijo suavemente al oído mientras sentía como su duro miembro se abría paso dentro de mí.